Ya hace ratos que vengo advirtiendo contra los peligros de las juntas de vigilantes y otras figuras parecidas. Al comentar los casos de San Juan Sacatepéquez, Sololá y la zona 1o de la ciudad de Guatemala, he advertido contra un estado de cosas en el que se multipliquen estas nuevas versiones de las Patrullas de Autodefensa Civil y el país quede a merced de estos grupos de vecinos nerviosos, dispuestos a disparar antes que a preguntar, y demasiado proclives a usar galones de gasolina y fósforos para resolver problemas. Hasta ahora, lo que hemos visto es que cuando el pueblo hace justicia, lincha.
El caso más reciente y dramático ha sido denunciado por El Periódico y por la periodista Lucía Escobar, en Panajachel, donde parecen estar operando patrullas de vecinos que no sólo se ocupan de castigar presuntos delicuentes, sino que andan moralizando.
En parte, lo que ocurre allá es consecuencia de la ausencia de autoridad y de la ausencia de estado de derecho -que todos sufrimos-; y en parte es consecuencia de la moralina derivada de la guerra perdida contra las drogas.
Las denuncias de lo que ocurre allá son graves y, por lo pronto, Lucía Escobar ha tenido que abandonar su hogar y su vida allá debido a intimidaciones y amenazas. ¿Qué más estará pasando, que todavía no sabemos?
A Panajachel pareciera que le cayó una maldición. En poco más o menos 20 años pasó de ser un relajante y encantador pueblo bohemio, a ser la meca del mal gusto. Lo que podría ser una joya para el turismo se está convirtiendo en una cloaca inmensa. Al lago le creció la cianobacteria. Sus carreteras y sus cerros se desmoronan. Panajachel es, ahora, como un pequeño ejemplo de lo que es Guatemala: Una obra de tributarios y ciudadanos borregos, en sumisión a políticos rapaces.
Panajachel es un ejemplo, más, de cuando las autoridades rebasan sus mandatos y se convierten en amos y señores. Y el caso paradigmático es el del alcalde de el alcalde de Acatán, cuyo particular código penal prohibía los divorcios, las violaciones nocturnas y los juegos de basquetbol, entre otras cosas.
Es peligroso lo que está ocurriendo en Panajachel, y es peligrosa la persecusión contra Lucía Escobar y quienes están denunciando las arbitrariedades que ocurren allá, y que seguramente ocurren en otras poblaciones.
La foto es de una calle de Panajachel.