25
Abr 23

El regreso de las luciérnagas al cedro: un evento único y especial

 

Como en un bosque encantado, las luciérnagas nos ofrecen un espectáculo de luces en el cedro del vecino.  Cientos y cientos de lucesitas se encienden y se apagan en lo oscuro del bosque y en aquel árbol.

Desde 2014 que no veía esa intensidad de actividad y no es una dicha que tenemos con frecuencia; en 2011 conseguí una foto en la que las luciérnagas se veían -aunque muy tenues- en el fondo negro del bosque; y en 2010 uno de esos animalitos llegó hasta nuestro balcón.

Desde niño, las luciérnagas  siempre me han fascinado y me alegra muchísimo cuando puedo tener una, o varias en mis manos.  ¿Será mucho pedir que una, o varias suban a nuestro balcón este año?

La foto no las capta como las capta el vídeo, pero ahí están las luciérnagas.

Desde siempre me maravillaba al verlas aparecer y desaparecer, y también me llamaba la atención lo dóciles que son. Uno puede tomar una y tenerla en la mano caminando durante bastante tiempo sin que alce el vuelo. Cuando era chico, la primera vez que tomé una creí que quemaba, pero claro que no y estaba fascinado con ella en mi mano.

La magia de esta noche se ha incrementado porque la luna, de un color intenso, está sobre la ciudad y muestra sus cráteres a simple vista.

La Luna, en cuarto creciente, sobre la ciudad.

La Luciérnaga, por cierto, era el nombre un drive-in al que mis padres solían llevarnos los domingos para la cena. El local se hallaba donde hoy se encuentran las torres del Centro Financiero  en la zona 4; y a mis hermanos y a mí, ¡cómo nos gustaba ir a ese lugar! El nombre le iba porque el área era oscura y árboles grandes, y la luz del drive-in se veía tenue entre la oscuridad. Y ahora, que ya no tengo la inocencia que tenía a los 9 años, pienso que debe haber sido interesante lo que ocurría en algunos de los automóviles que llegaban a buscar refugio en aquel ambiente escondido. Y pienso que les debe haber parecido fastidioso un auto con dos adultos divertidos y tres, o cuatro niños bulliciosos.


22
Ene 19

El encanto de “El encanto”

Cuando te internas en la niebla y huele a pinabetes, manzanillas, leña y bosque, cuando te abraza la paz y te encuentras con amigos queridos, estás en la finca El encanto.

Haz clic en las fotos para ver más fotos y vídeos.

Cada año, y gracias a la generosidad de Rafa, un grupo de amigos y yo pasamos un fin de semana en El encanto, Tecpán.  Allá, la idea es celebrar la vida, comer sabroso, sentarse en el bosque, o frente al fuego y reirnos como micos.

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Una de las mejores cosas que se pueden hacer allá es platicar, leer y caminar por los senderos que te llevan por distintos tipos de bosque dependiendo de cuáles son los árboles que prevalecen.

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Siempre comemos rico. Este año la comida estelar fue un estofado tradicional de Tecpán, cocinado lentamente en perol de hierro y sobre leña.  Fue acompañado de tamalitos de canak, arroz y ensalada rusa, al modo de allá.


10
Ene 17

Pinabetes y el bosque de la lluvia horizontal

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Arriba en las montañas -entre pinabetes y árboles de manzanilla- al calor de la chimenea y del orujo y compañía de amigos queridos.  Un ambiente propicio para la introspección y para terminar de cargar baterías.

Más fotos aquí.


12
Abr 15

En bici bajo los matilisguates

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Esta es la mejor temporada para llegar en bicicleta al trabajo.  La última parte del camino es bajo los matilisguates y las buganvilias, acompañado por el trino de los cenzontles y otras aves.  Me encanta empezar el día así; y al atardecer el espectáculo es bello desde otra perspectiva.


07
Abr 15

La alegría del matilisguate

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Este hermoso matilisguate me da la bienvenida al trabajo en esta temporada.  Su color intenso y su floración densa alegran más mis mañanas.

Este es el último de la larga fila de matilisguates que engalanan la 11 calle de la zona 10 y que se extienden hasta la entrada de la Universidad Francisco Marroquín por La Margarita.  Esos Matilisguates, por cierto están ahí por solicitud de mi bisabuelo, Federico, que vivía en la esquina de la 11 calle y Calle Real de la Villa.  El Intendente de la ciudad -en tiempos de Jorge Ubico- le preguntó que qué árboles le gustaría que sembrara ahí, y mi bisabuelo pidió matilisguates.


02
Jun 14

¿Por qué son tristes los bosques?

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Los pipoldermos de hace cinco años se gastaron casi Q2 millones de los tributarios en sembrar bosques.  Pero muchos de los árboles sembrados se secaron y no llegaron a crecer.  Los árboles que sobrevivieron fueron talados por depredadores.  Entre 2005 y 2009 fueron sembrados entre 20 y 30 millones de arbolitos.

Los arbolitos fueron sembrados por más de 500 mil exintegrantes de las patrullas de Autodefensa Civil,  que exigía una compensación por sus servicios. Durante la administración de Oscar Berger  se les ofreció el pago a cambio de reforestación dentro del fideicomiso Bosques y Agua para la Concordia (hazme el favor), que desembolsó Q1 mil 917.7 millones, por medio del Ministerio de Agricultura. El pago de Q5 mil 100 fue dividido en tres cuotas y cada expatrullero habrá sembrado entre 50 y 65 pinos y cipreses.    Algunos expatrulleros dicen que no se les pagó todo y los árboles plantados están muertos.

La siembras se hicieron dispersas y nadie les dio seguimiento.  En el Ministerio de Agricultura dicen que la información acerca de aquel plan no está disponible (¡Sorpresa!).  Nadie regó, ni abonó los arbolitos sembrados; sólo fueron y los dejaron ahí.

La verdad es que a la gente le peló.  A los pipoldermos del tiempo de Berger les peló y a los expatrulleros les peló.  A los patrulleros no tenía por qué interesarles porque era un trabajo que hacían a cambio de un pago.  Se acabó el pago y se acabó el asunto.  ¿Y a los pipoldermos de aquel entonces? Un poco de lo mismo.  ¿Quién cree, de verdad, que los políticos y funcionarios se van a interesar en algo así?

El problema, claro, no es un misterio.  Se lo conoce como la tragedia de los comunes y se traduce en que lo que es de todos no es de nadie.  Los bosques son de nadie y nadie los cuida.  Son de todos y todos los explotan irracionalmente. Aún si los árboles son sembrados en tierras privadas, los propietarios de la tierra no tienen incentivo alguno para cuidar los bosques si no pueden explotarlos racionalmente.  Todos pierden debido al colectivismo que impera en este tema.

Los bosques están tristes y yo comparto la tristeza.  Cuando me gradué de bachiller, el Seminario que elegimos fue una monografía de San José Pinula.  Parte de el proyecto fue el de sembrar árbolitos en aquel municipio y el Ayuntamiento nos ofreció un lugar para hacerlo.  La muni mandó a cava hoyos, un amigo consiguió la donación de pinos y un día de tantos nos fuimos con todo el colegio (que era pequeño) a sembrar arbolitos.

No te imaginas la ilusión que teníamos y el entusiasmo con el que sembramos los árbolitos.  Y ahora me pregunto si estarán vivos.  Me pregunto si llegaron a madurar siquiera.  ¿Los habrán cuidado?

Recuerdo que nos sobraron arbolitos y que mis amigos y yo les conseguimos familias aquí en la ciudad.  Se que unos de ellos fueron a parar a Amatitlán y a San Lucas Tolimán.  Y vi a dos de ellos bien creciditos a orillas del Lago de Atitlán.  Pero esos estaban en casas de amigos.   No eran de todos.

Los bosques -y otros recursos naturales- se desperdician por que casi nadie tiene interés en cuidad lo que no es suyo. Se desperdician porque son de todos; y mientras sean de todos, van a seguir siendo de nadie.


27
Abr 14

Luciérnagas en el cedro de mi vecino

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Imagínate el árbol de Navidad natural más grande que hayas visto.  Ahora multiplícalo por 100, o por 150.  Salvando las distancias, así se vio -anoche- el cedro de mi vecino lleno de luciérnagas. Centenares, si no miles de pequeñas luces titilantes adornaban el árbol majestuoso.  Uno se emboba cuando ve cosas así.

Mi cámara no da para tanto y no pude captar aquella belleza; pero vale la pena tratar de imaginarla.  Es como algo salido de un cuento.

No es la primera vez que ocurre y en 2011 conseguí una foto en la que las luciérnagas se veían -aunque muy tenues- en el fondo negro del bosque; y en 2010 uno de esos animalitos llegó hasta mi balcón. Las luciérnagas  siempre me han fascinado y me alegra muchísimo cuando puedo tener una, o varias en mis manos.  ¿Será mucho pedir que una, o más visiten mi balcón este año?

De niño me maravillaba al verlas aparecer y desaparecer, y también me llamaba la atención lo dóciles que son. Uno puede tomar una y tenerla en la mano caminando durante bastante tiempo sin que alce el vuelo. Cuando era chico, l primera vez que tomé una creí que quemaba, pero claro que no y estaba fascinado con ella en mi mano.

La luciérnaga, por cierto, era el nombre un drive-in al que mis padres solían llevarnos los domingos para la cena. El local se hallaba donde hoy se encuentran las torres del Centro Financiero  en la zona 4; y a mis hermanos y a mí, ¡cómo nos gustaba ir a ese lugar! El nombre le iba porque el área era oscura y árboles grandes, y la luz del drive-in se veía tenue entre la oscuridad. Y ahora, que ya no tengo la inocencia que tenía a los 9 años, pienso que debe haber sido interesante lo que ocurría en algunos de los automóviles que llegaban a buscar refugio en aquel ambiente escondido. Y pienso que les debe haber parecido fastidioso un auto con dos adultos divertidos y tres, o cuatro niños bulliciosos.


21
Mar 14

El cedro y el equinoccio de primavera

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El cedro de mi vecino se luce en estos días; y hoy que es el equinoccio de primavera es un buen día para celebrarlo.  Ese árbol hermoso está lleno de vida.  No sólo porque muestra sus hojas verdes y frescas; sino porque es habitado por ardillas y numerosas aves.  ¡Cuántas aves!  Lás más fáciles de identificar son las xaras y los pájaros carpinteros.  Pero también hay una variedad que no conozco entre pajaritos rojos, amarillos con negro, y otros.

¿Sábes qué no había notado antes? Que se halla casi junto a otro árbol cuyas hojas despliegan un hermoso color azul/violeta.


19
Dic 13

Del árbol caído…

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Del árbol caído, todos hacen leña, dice el dicho.  Pues este se cayó ayer en la mañana en la 13 calle A y 6 avenida de la zona 10, al lado de la Casa del Tío Juan.

Con estos vientos es peligroso dejar el automóvil debajo de un árbol; y como se vio hace poco más de un mes, si vas por ahí te puede caer uno encima, con resultados fatales.

En el caso de ayer no hubo víctimas mortales; pero dos, o tres carros resultaron con rasguños y abolladuras.


13
Dic 13

Relax entre nubes, pinabetes y manzanillas


Imagina que ingresas a un bosque de cuentos.  De esos que leías en los libros cuando eras niño.  Te internas en el camino rodeado de árboles altos, sientes el olor de la tierra y de la vida.  La niebla está en todas partes y en ninguna.  A veces no ves más allá de tu mano si alzas el brazo, y a veces no ves la niebla pero tu cámara de fotos sí.  Con intensidad variable te envuelven los aromas de los pinabetes y de las manzanillas.

Y ahí te relajas; comes rico; lees; te maravilla la tecnología (ya que al atardecer volamos un cuadracóptero)  y gozas de la compañía, las bromas y las conversaciones con buenos amigos.  Así es cuando con los queridos Ajonjos vamos a El encanto, la finca de los papás de mi amigo Rafa.

Disfruto mucho de este paseo anual, no sólo por el hecho de salir al campo en compañía de mis amigos, sino porque es un lugar perfecto para la introspección.