19
Sep 12

Guatemala no mejora en libertad económica

Para 2010 (que es la información disponible) Guatemala se ubicó en un ranking de 55/144 en cuanto a libertad económica.  Guatemala no ha mejorado en el Indice de Libertad Económica porque en 2009 se ubicaba en 50, en 2008 era 50, en 2007 era 47 y en 2006 era 49.  Mientras más alto es el número, peor es evaluación de la libertad económica.  Hay que tomar en cuenta, eso sí, que las cifras de 2006-2009 son sobre 141 y no sobre 144.  Aún así, en el mejor de los casos Guatemala se mantiene estancada con un nivel de 7.1 sobre 10, lo cual es desconsolador.

Que, ¿por qué es que es desconsolador? Porque resulta que los países en los que la gente tiene un elevado índice de bienestar, también son países en los que hay un buen índice de libertad económica.  Eso no nos debe extrañar porque resulta, también, que las necesidades económicas de la gente se pagan con recursos económicos.  La salud, la educación, la vivienda, el transporte y otras necesidades se satisfacen mejor en donde hay plata para pagarlas.

¿Hacia dónde se estará moviendo el Indice en los últimos 9 meses? ¿A dónde irá a parar dentro de uno, o tres años?


11
Jun 12

La tecnología en tu bolsillo te hace millonario

Si tienes un iPhone, u otro teléfono inteligente, la tecnología que ahora llevas en tu bolsillo -como la llevan muchísimos guatemaltecos- sólo la podían tener los presidentes de grandes corporaciones, los obispos, así como los políticos y los militares de muy alto rango en los años 80.

Como lo muestra la gráfica, en aquella década una vídeoreproductora costaba $1,245, equivalentes a más de $3,000 de ahora; una enciclopedia digital costaba $750, equivalentes a más de $1,370 de ahora; una cámara de vídeo costaba $1,050, equivalentes a más de $2,600 de ahora; un GPS costaba $119,900, equivalentes a más de $279,000 de ahora; la posibilidad de una videoconferencia te podía costar unos $250,000, que es casi $6,000,00 de ahora.  En aquel tiempo, una grabadora digital de voz costaba $2,500; lo que equivale a casi $9000 de ahora; y una cámara fotografica de 5 megapixeles, que en los 80 hubiera costado $3,000, ahora costaría $6,201.  ¡Pero no!, tu tienes toda esa tecnología millonaria de unos $900,000, ó  Q7,065,000 a un costo que es sólo una fracción de todo aquel tanatal de plata.

Toda esa tecnología que era propia de millonarios y de personas poderosas ahora está al alcance tuyo y mío.  Esa tecnología mejora la calidad de vida de millones de personas.  A pesar de lo que dicen los corifeos del miedo y de la destrucción, ¡vivimos en una magnífica era de abundancia! que puedes comprobar no sólo en esta oportuna serie de gráficas, sino mediante el hecho de que cada vez hay más alimentos y más baratos.

Gracias a mi amigo, Mario, por la pista.


08
Dic 09

Campesinos por la propiedad

Habitantes de 9 aldeas de Izabal quieren que se les reconozca como únicos dueños de la tierra donde habitan, misma que es disputada por la Compañía Guatemalteca de Níquel. Lo que buscan, según un representante de la Procuraduría de los Derechos Humanos, es la legalización de las áreas y reducir el índice de desconfianza y el nivel de conflictividad.

Lo que los campesinos quieren es que se les reconozca como propietarios de aquellas tierras, quieren que se les reconozca !el derecho de propiedad! Esto es muy importante porque la dirigencia campesina que vinculada a la Unidad Nacional Revolucionaria Nacional Guatemalteca (la exguerrilla marxista leninista) evade este tema. En algunos círculos, la propiedad es uno de los derechos individuales, equivalente al derecho a la vida, el derecho a la libertad y el derecho a la búsqueda de la libertad; pero entre las organizaciones afines a la exguerrilla, se habla con sorna del sacrosanto derecho de la propiedad, cuando no se lo expone como el origen de todos los males del mundo, o como un vicio clasista.
Pero ahí está que cuando la gente está libre de las influencias ideológicas del socialismo, lo que quiere es lo que cree que es suyo, o sea: su propiedad. ¿Y qué es la propiedad? Es el poder directo e inmediato que las personas tienen sobre los objetos que le pertenecen. Su ejercicio implica el ejercicio más amplio posible de las facultades jurídicas sobre un bien. El propietario puede gozar y disponer de su propiedad arbitrariamente, ¡siempre que no viole derechos ajenos!
Tradicionalmente la propiedad implica tres facultades principales: La de uso, o ius iutendi, que significa que el propietario, o quien él designe, tiene el derecho a servirse de la cosa para sus intereses. La de goce, o ius fruendi, que significa que el propietario puede gozar de los frutos, y de los productos naturales, o artificiales que genere el bien. Y la de disposición, o ius abutendi, que significa que, como la cosa es suya, el propietario puede disponer de ella hasta el punto de que puede dañarla, o destruirla; y, por supuesto, puede venderla, donarla, hipotecarla, pignorarla, dividirla, y todo eso.
Ese derecho que están reclamando los campesinos de Izabal es un derecho exclusivo porque es del propietario, y no de los que no son propietarios. Vea usted que interesante: es oponible frente a todos los demás.
Pero notó algo más interesante aún: los campesinos saben que la certeza sobre lo que ellos dicen que es su propiedad:
-Reduce la desconfianza; y
-Reduce la conflictividad.
En dos palabras, los campesinos saben que el respeto al derecho ajeno es: la paz. En buena medida, la paz es consecuencia de que se sepa qué es de quién y de que se respete la propiedad.
Por eso es que es perverso que la dirigencia popular campesina, vinculada a la exguerrilla, eluda el tema de la propiedad (en el cual no importa si la propiedad sea individual, o colectiva, en tanto implique el ejercicio de las facultades propias del derecho de propiedad). Cuando la dirigencia popular campesina elude el tema de la propiedad, lo que hace es garantizar que habrán la desconfianza y la conflictividad que impiden el bienestar y el desarrollo; y con eso, se garantizan pobres para su causa. Esto es, porque mientras haya pobres, habrá esperanza de revolución.
Los campesinos de Izabal no se han dejado dar atol con el dedo; pero, ¿por cuánto tiempo?

25
Jun 08

Libertad, oportunidades y bienestar

En esta conversación, en inglés, James Roberts, comenta el Indice de Libertad Económica que publican el diario The Wall Street Journal y la Heritage Foundation.

A pesar de lo que dicen sus críticos, el Indice es útil para académicos, periodisas y banqueros de inversión, por ejemplo, para cuando quieren obtener información acerca de los efectos que la libertad tiene en distintos países del mundo


04
Abr 07

El reino de las tinieblas

De amigos y parientes -seguramente bien intencionados- he recibido la siguiente invitación: “Se esta haciendo una propuesta desde América Latina, de Venezuela a todos los habitantes de este mundo… para que apaguemos los focos, los bombillos , las luminarias, como se llamen, los televisores , las radios, las computadoras, todo aparato eléctrico o que genere consumo de energía…. el próximo X de abril de 2007 a las 7.53 p.m. por sólo 7 minutos, cada país en su horario. En ese tiempo nos uniremos en una oración por la paz y el amor universal. Esto produciría un efecto psicológico mundial de fraternidad y hermandad”; y hasta aquí la cosa no pasaba de parecer un mero New Age touchie feelie. Pero luego aparece el peine porque la invitación dice que también producirá “un gran ahorro de energía…se propone apagar todas las luces para darle un respiro al planeta. Si la respuesta es masiva, el ahorro energético puede ser brutal”.

Así que ya se ve la propuesta va más allá de hermanar al mundo a tientas; es evidente que la misma sirve a una agenda política bien conocida. A ese respecto, mi amigo el filósofo Edward Hudgins, de The Objectivist Center ha escrito algo muy atingente:

New Cult of Darkness

Edward Hudgins

Since early men ignited the first fires in caves, the unleashing of energy for light, heat, cooking and every human need has been the essence and symbol of what it is to be human. The Greeks saw Prometheus vanquishing the darkness with the gift of fire to men. The Romans kept an eternal flame burning in the Temple of Vesta. Our deepest thoughts and insights are described as sparks of fire in our minds. A symbol of death is a fading flame; Poet Dylan Thomas urged us to “rage, rage against the dying of the light.”

Thus a symbol of the deepest social darkness is seen in the recent extinguishing of the lights of cities across Australia and in other industrialized countries, not as a result of power failures or natural disasters, not as a conscious act of homage for the passing of some worthy soul, but to urge us all to limit energy consumption for fear of global warming.

This is not the symbol of the death but, rather, of the suicide of a civilization.

Certainly most of the individuals turning off their lights saw their acts in a narrower perspective. They have been told by every media outlet that the warming of the earth’s atmosphere due to human activities will certainly cause a global catastrophe unless we act now to radically curtail our energy use. The case for disaster is still weak; but this matter, which deserves dispassionate and serious consideration, is being hyped like the problematic products aimed at an attention deficit disordered audience by the entertainment industry and by pandering politicians.
In our individual lives it is quite rational to want the most for the least. We want the highest quality food, automobiles, and houses for the lowest price. And we want to pay as little as possible to run our cars, heat our homes, and power our consumer electronics. This means we want to waste as little as possible because waste is money that could be spent on other needs. So turning off the lights in an unused room is an act of self-interest.

The goal of our actions should always be our own welfare. And in a fundamental sense, this means using the material and energy in the world around us for our own well-being. The means for doing so is the exercise of our rational minds, to discover how to light a fire, to create a dynamo to generate electricity by burning fossil fuels or to tap the inexhaustible energy of the atom. The standard by which to choose which means is best is economics. In a free market, if producers can generate a kilowatt of power for pennies by burning oil compared to dollars per kilowatt through windmills and solar panels, it makes no sense to use the latter.

Some will argue that the full costs of each means must take account of unintended adverse consequences such as pollution that measurably harms our lives, health, and property. But there are means for dealing with such externalities — usually involving a strict application of property rights — that will not harm us far more than the alleged ills they aim to alleviate by dampening creative human activities and innovations.

When the costs of generating energy via oil rises too high as supplies dwindle — still many decades if not centuries away — our creative minds in a free market will develop less costly ways to harness wind, wave, and sunlight.

Through short-sightedness, sloppy thinking, emotional indulgence and even a deep malice, many environmentalists today — especially in their approach to global warming — are perpetuating an ethos of darkness. Consider the harm of their symbolic acts, to say nothing of the policies many of them advocate.

Most individuals acquire their values through the culture, often through implicit messages that they do not subject to rational analysis. The implicit message for many of turning off the lights of a city is that we should feel guilty for the act of being human, that is, for altering and employing the environment for our own use.

In her novel Atlas Shrugged Ayn Rand describes the consequences of such an assumption in the view from a plane flying over a collapsing country:

“New York City . . . rose in the distance before them, it was still extending its lights to the sky, still defying the primordial darkness . . . The plane was above the peaks of the skyscrapers when suddenly . . . as if the ground had parted to engulf it, the city disappeared from the face of the earth. It took them a moment to realize . . . that the lights of New York had gone out.”


We must keep focused clearly on the fundamental issues in every discussion about the environment: the right of individuals to pursue their own well-being as they see fit; the requirement that man the creator utilize the material and energy in the environment to meet his needs; the rational exercise of our minds as the way to discover the best means to do so; and the exercise of that capacity as a source of pride and self- esteem
The spectacle of a city skyline shining at night is the beauty of millions of individuals at their most human.

Energy is not for conserving; it is for unleashing to serve us, to make our lives better, to allow us to realize our dreams and to reach for the stars, those bright lights that pierce the darkness of the night.

La foto es de la NASA y muestra la Tierra de noche. Si usted mira con atención, confirma evidentemente el punto de Hudgins.