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May 15

La terna de Otto Pérez Molina

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El Vicepresidente de la República no es cualquier cosa; de acuerdo con la Constitución, ejercerá las funciones del Presidente de la República en casos y formas específicas; y en caso de falta temporal y absoluta del Presidente, lo sustitye.  No es un copresidente, como creen algunos, y en el orden jerárquico del estado, tiene el grado inmediato inferior al Jefe del gobierno.

Ahora que la vicepresidenta Baldetti se vio obligada a renunciar, a causa de su presunta vinculación con la estructura criminal denominada La línea, de la cual la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala no hay modo que presente todas las evidencias (a pesar de que ya pasaron 19 días desde la renovación de su mandato), se hace necesario elegir un nuevo Vicepresidente.  Según la Constitución, el Presidente debe enviarle una terna al Congreso para que ese órgano elija un nuevo Vicepresidente.

Otto Pérez Molina, el presidente, eligió a sus candidatos ayer (¿De entre los que se dejaron? Porque me imagino que  más de uno le habrá dicho: Gracias, pero no gracias).  Está claro que quien resulte electo tendría que ser alguien de plana confianza del Mandatario.  ¿Cómo iba a ser de otra forma?  Está claro que el sustituto de Baldetti desempeñará sus funciones hasta que termine el período constitucional de la presente administración y que para eso sólo faltan unos meses.  A mí me parece claro que la función principal del nuevo Vicepresidente es la de aguantar el aguacero y hacerle yemas a Otto Pérez Molina; y sustituirlo en caso de que las investigaciones sobre La línea lo alcancen.  Quien ocupe la vicepresidencia no debe meterse en negocios, no debe dar la más mínima impresión de que se vincula con mafias, grupos de interés, o nada parecido.

No es cualquiera cosa lo que se espera del sucesor de la Vicepresidenta defenestrada, y más que nunca tiene que que percibírsele como el Vicepresidente, o Vicepresidenta de todos; no sólo el de algunos. Y mira lo que hizo Pérez Molina:  Uno de los candidatos (¿después de pensarlo mucho?) es uno de sus ministros que tiene prohibido optar al cargo precisamente porque es ministro.  O sea que esa selección parece deliberada para ocupar un lugar en la terna y sólo dejar dos opciones.  Entonces quedan dos: Adrián Zapata fue miembro de la comisión internacional de las Fuerzas Armadas Rebeldes; una de las cuatro organizaciones que integraban la guerrillera Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca y una de las iniciadoras del conflicto armado interno que, durante 36 años intentó establecer la dictadura del proletariado en Guatemala por medio de la violencia.  A Zapata lo conozco porque entre 1998 y 1999 participamos -junto con un grupo variopinto y muy interesante de guatemaltecos-  en un proyecto que se llamaba Visión Guatemala. Como individuo, Zapata es buena conversación; pero lo que representa debería darle escalofríos a cualquiera.  Finalmente está Adela de Torrebiarte que ha estado a cargo de la reforma policial, fue dirigente deportiva, cofundadora de Madres Angustiadas, excandidata presidencial y ministra de Gobernación de 2007 a 2008; y en 2011 presentó una acción legal contra la candidatura fraudulenta de Sandra Torres.

¿Por quién votarán los diputados? ¿Quién goza de la confianza del Presidente y al mismo tiempo podría inspirar la confianza de los tributarios y los electores?

De paso algo para la historia.  He vivido tres renuncias presidenciales.  La primera fue en septiembre de 1980 cuando luego de promover un boicot contra el café de Guatemala y en pleno enfrentamiento armado, Francisco Villagrán Kramer (el vicepresidente de Romeo Lucas) renunció desde el extranjero donde se hallaba desde hacía algo de tiempo. La carta de Villagrán a Lucas, enviada por telex, dice: Permítome comunicarte he tomado decisión renunciar vicepresidencia de la república remitiendo congreso texto correspondiente punto siendo prácticamente imposible resolver mediante diálogo privado contigo las diferencias de opinión es preferible mi retiro desde acá para evitar discusiones prensa exhórtote reconsiderar programa inicial e ideas compartimos originalmente durante campaña electoral y toma posesión efecto restablecer posibilidades compromiso paz entre guatemaltecos punto personalmente siento he cumplido mi deber hacia la patria y hacia ti como presidente con honradez lealtad y patriotismo.

La segunda fue la de Gustavo Espina luego del Serranazo.  A él tuve el gustazo de despedirlo porque cuando salío de una reunión con la Corte de Constitucionalidad, celebrada en el despacho del Ministerio de la Defensa, en el Palacio Nacional, yo me hallaba an la antesala de ese lugar con miembros de la Instancia Nacional de Consenso.

La tercera, claro, es la de Roxana Baldetti en el contexto del destape de La línea.

La foto es de El periódico.