24
Feb 13

Adiós a don Guillermo Méndez Santizo

gms-2

¿Qué familia tradicional chapina no tendría, en su botiquín, pomada GMS?  Esta fue invento del emprendedor, farmacéutico y filántropo Guillermo Méndez Santizo que falleció ayer.  La historia de su vida y sus obras es ejemplar.

Orgulloso de su producto don Yemo le puso sus iniciales a la pomada que inventó.  Su producto servía bien a las necesidades de su clientela.  Nunca se supo que usara dinero ajeno tomado por la fuerza para hacer prosperar su negocio.  Era un miembro querido y respetado de su comunidad.  Don Yemo es el prototipo de cuándo uno se refiere a los emprendedores como héroes.

A la memoria de don Guillermo me gustaría dedicarle estos versos de Berton Braley:

“Business is Business,” the Big Man said,
“A battle to make of earth
A place to yield us more wine and bread
More pleasure and joy and mirth;
There are still some bandits and buccaneers
Who are jungle-bred beasts of trade,
But their number dwindles with passing years
And dead is the code they made!

La foto la tomé de aquí.


22
Jul 11

Empresario y héroe

Según Álvaro Ramazzini, obispo católico, los empresarios cristianos deben entregarse al prójimo. Sin embargo, ¿qué quiere decir entregarse?

Entregarse podría querer decir hacerlo en el sentido en el que se entrega quien sirve voluntaria y pacíficamente, a otros, entregando valor a cambio de valor. Un empresario que quiere ser exitoso, para serlo debe ganarse la confianza de sus clientes. Debe proveer bienes, o servicios que sus clientes valoran y que, por lo tanto, están dispuestos a adquirir a cambio de algo que valoran menos.

Se entrega, en aquel sentido, el empresario que produce con excelencia y que sirve con excelencia. El que no depende de privilegios y cumple los contratos. El que vive y sueña con cómo producir mejor. Ese solo puede enriquecerse si sirve a su clientela; y con ello enriquece a la sociedad en la que tiene sus operaciones empresariales.

Entregarse, también, podría querer decir sacrificarse. Y se sacrifica el empresario que entrega algo de valor a cambio de algo de menor valor para él. Esta forma de entrega es perversa y empobrecedora. El empresario que se entrega aunque no genere valores, porque depende de privilegios para tener ganancias y el que sacrifica a otros para entregarse él, es inmoral.

Para el empresario, entregarse también podría querer decir rendir su condición virtuosa –de productor de riqueza y servidor de otros, a cambio de valores– a la idea maligna de que no es suficiente que él produzca bienes y servicios que sus clientes valoran y que lo haga con excelencia; y de no es suficiente que no dependa de privilegios y cumpla sus contratos. Que no es suficiente que sus clientes y sus empleados obtengan valores a cambio de su actividad empresarial. Que debe ir más allá y sentirse moralmente culpable por tener éxito; y que, por lo tanto, debe pagar un impuesto por su virtud.

A aquellos empresarios que se dejan convertir en seres despreciables y culpables de tener éxito. Aquellos que se han rendido a la cultura del sacrificio y del remordimiento y que han sido convencidos de que no es suficiente ser creativo, emprendedor, productivo y servicial, les recomiendo leer la poesía de Berton Braley.

“Business is Business,” the Big Man said, / A battle to make of earth / A place to yield us more wine and bread. More pleasure and joy and mirth; / There are still some bandits and buccaneers / Who are jungle-bred beasts of trade, /But their number dwindles with passing years; / And dead is the code they made!

Esta columna fue publicada en El Periódico.


24
Ago 07

Memorias de Tortrix

Cuando yo estaba en Primero y Segundo cursos de la secundaria, una de las prácticas más hedonistas en mi vida de adolecente era la de sentarme a leer acompañado por una bosita de Tortrix y un vaso de Coca-Cola.

¿Hay algún chapín de 30, 40, o 50 años de edad que no conoca los Tortrix? Para los no iniciados, estas son unas boquitas de tortilla de maíz, tostadas y con un sabor intenso.

El creador de los Tortrix fue el guatemalteco José René Menéndez, que acaba de fallecer a los74 años de edad. A este emprendedor y “padre” de los Tortrix, y a todos los emprendedores que mejoran nuestras vidas con sus productos me gustaría dedicarles ahora unos versos de Berton Braley:

“Business is Business,” the Big Man said,
“A battle to make of earth
A place to yield us more wine and bread
More pleasure and joy and mirth;
There are still some bandits and buccaneers
Who are jungle-bred beasts of trade,
But their number dwindles with passing years
And dead is the code they made!


27
Jul 07

El Señor del mundo

Me encontré con esta escultura, y lo que vino a mi mente fue este poema de Berton Braley:

Man

Weak and puny, small and frail,
Helpless he with tooth or nail,
In a world of fang and claw
Where sheet power makes the law.
Into battle he has gone
With the shaggy mastodon,
With the cruel beasts of prey
Snarling in their lust to slay,
Thirsting for the taste of blood;
He has fought with fire and flood,
With a heart and soul elate
Warred with nature‑and with fate,
Dauntless, fearless, bold of eye,
Unafraid to fall and die,
Man has battled countless odds
Which would fright the very gods,
But by virtue of his will
Which no chill defeat could kill,
And by strength of heart and soul
He has striven to his goal;
By sheer vigor of attack
Beaten brute creation back
And through countless conflicts hurled
Made him Master of the World!

La foto la tomé en Mountain Village, CO; y el poema lo tomé de Virtues in Verse, The Best of Berton Braley; selected & arranged by Linda Tania Abrams.


14
Oct 06

Tres remedios

Hace años dos amigos y yo tuvimos una empresa. Al poco tiempo de iniciar operaciones, llegó al negocio uno que había sido mi jefe y a quien le tengo muchísimo respeto y cariño. En la entrada puso su mano sobre mi hombro, me vio a los ojos y me dijo: “Luis, ahora su única responsabilidad es obtener utilidades”.

La frase y la mirada me golpearon duro porque tenía toda la razón del mundo. No sólo tenía que pagar la renta, cumplirle a mis proveedores, pagar los salarios de mis empleados y satisfacer y mantener contentos a mis clientes. También tenía que obtener utilidades para mis socios y para mí. ¡Muchas personas se beneficiarían del éxito de la empresa! Y muchos perdieron cuando fracasé en generar utilidades.

Les cuento esto porque la semana pasada escribí sobre la responsabilidad social empresarial, concepto que es el Caballo de Troya al que muchos empresarios de buena fe, y algunos empresaurios vergonzantes, le han abierto las puertas. Yo digo que de dicho caballo saldrán impuestos y barreras no arancelarias; pero lo peor de es que ya ha salido la creencia de que el empresario exitoso no es un beneficiario de la humanidad, sino un saqueador que debe “devolver” algo de lo que ha tomado.

Una de las primeras objeciones que leí, acerca de la idea de que la única responsabilidad del empresario es generar utilidades es que eso de las ganancias es aceptable a duras penas y que definitivamente no debe hacerse a costa de otros, o del bien común.

Olvidan, quienes sostienen aquellas objeciones, que una empresa exitosa en una economía de mercado, sólo puede serlo si opera con honestidad y si cumple sus contratos. Una empresa exitosa, en una economía de mercado, sólo puede serlo si basa sus operaciones en normas de recta conducta; y en una economía de mercado, la única forma en que el empresario puede tener éxito es satisfaciendo las necesidades de sus clientes y produciendo algo que los demás quieran y que prefieran comprárselo a él, en vez de comprárselo a alguien más.

Por eso es que todo empresario que da empleos y que tiene contentos a sus clientes, ¡y que encima tiene utilidades!, sin acudir al Legislativo, o a la casa de gobierno, debería ser un héroe, y no un penitente.

¿Y sabe usted qué? Que con sus utilidades, yo no conozco un solo empresario exitoso que no tenga por lo menos una obra de caridad favorita. Toda sociedad protectora, toda fundación y toda liga recibe generosas donaciones de personas que deciden compartir sus utilidades en lo individual y de manera voluntaria (y por eso es que también en forma virtuosa). ¿Se da cuenta? No habría nada que dar, si primero no hubiera ganancias. Y si la caridad no fuera voluntaria, ¿sería virtuosa?

Yo propongo tres remedios para aquellos empresarios que se sienten presionados para caer en la trampa de la RSE: el libro La buena empresa, que venden en el Centro de Estudios Económico-Sociales (teléfono 2338-7828); el libro Virtues in Verse: The Best of Berton Braley (que se consigue en Amazon); y el discurso de John Galt, en La rebelión de Atlas (que también se consigue en el CEES).