11
Abr 22

Excursión a Nebaj, el día importante

 

Amanecer en Acul, Nebaj -y particularmente en la Hacienda San Antonio es una delicia y un espectáculo.

A pesar de que cuando viajamos llevamos nuestras propias almohadas, siempre me cuesta mucho conciliar el sueño la primera noche en cama ajena; y a pesar de eso dormí como tierno.

Amanecer en la Hacienda San Antonio. Haz clic en la foto para ver más fotos.

A las 4:30 a.m. sentí el canto de los gallos que ya habíamos visto en la noche.  Agradecí ese despertador porque brinqué hacia la ventana y el color del cielo y la silueta del cerro que tenía enfrente me indicaron que tenía que salir. A pesar del frío abrí la puerta del cuarto y al salir al balcón me encontré con Venus, Júpiter y Saturno brillantes como sólo se ven brillantes en el campo y cómo deben haberlos visto los antiguos Ixiles del área.

Fue un momento espectacular y yo estaba muy agradecido por la dicha de estar ahí.

Raúl se levantó y salimos a disfrutar del amanecer, del canto de los gallos y de los alrededores del alojamiento.  Luego sendos baños -al son de Cunén en fiesta- salimos a visitar a los gallos, a las gallinas, a los establos con sus vacas y a los perros, ¡Por supuesto!  Y luego…lo mejor…huevos, frijoles, tortillas, longanizas, mermelada de sáuco y crema de la hacienda.  ¡El desayuno delicioso preparado por doña María y doña Catarina.

De vuelta a Nebaj

Luego de desayunar y de dar otro breve paseo por los alrededores agarramos camino para Nebaj y fue un error no visitar Acul.  La próxima vez exploraremos Acul.  Es que queríamos llegar temprano para pasear por el pueblo, visitar el mercado y el museo arqueológico de la población.  Acul, Chajul  (y sus murales) y Cotzal quedan para la próxima visita, con más tiempo.

Lo del museo fue un fiasco porque está cerrado, como el de Gumarkaaj.  Repito que a estas alturas es absurdo que los museos estén cerrados.  El parque central de Nebaj está en remodelación así que no es muy agradable; pero la iglesia tiene lo suyo y está bien cuidada, bonita.  Ahí me encontré a Rafael con su cráneo partido por una cimitarra.  Cuando era niño y visitaba la iglesia de los dominicos en la ciudad de Guatemala -en compañía de mis padres, o de mis abuelas- y ese personaje me daba miedo y no me gustaba ir por no encontrármelo.  Ahora sé su nombre; pero en una búsqueda rápida en Google, no he encontrado nada de él.

La visita al mercado fue productiva y agradable.  La guinda del pastel fue un tzut que le compramos a doña Catarina.  Es de mi uso, nos dijo la señora y nos lo llevamos contentos.  A nosotros nos gusta comprar piezas que han sido usadas, en vez de nuevas, porque tienen historia.

“Tzut” de Nebaj. Haz clic en la foto para ver más fotos.

Almuerzo con la familia Guzaro

La familia de don Tomás Guzaro tuvo la gentileza de invitarnos a almorzar y para pasar el tiempo -antes del almuerzo- nos sentamos a ejercer el antiguo arte de people watching desde el balcón del restaurante El´ Sim.  A la hora acordada nos dirigimos al restaurante El amancer donde nos recibió Angie Guzaro y donde conocimos a su hermana Aurelia y a su cuñada, Ana, así como a su tío, a su sobrino Tomás y a sus sobrinas Melanie y Alma.  Alma, por cierto, tiene cinco años y fue el alma del almuerzo y es una chispa de vida.  También conocimos a Kenneth Muller, el director de Nebaj, la película basada en la vida de don Tomás, a Susan y a Cristian y a otros familiares de Angie.  De verdad fue un honor compartir con la querida familia Guzaro.

Nos gozamos la compañía y el delicioso caldo de res ahumado que nunca habíamos probado antes; y llevamos un pastel de la abuelita Flory, pastel que nos habían recomendado y que se veía bien rico y bien pastel.  De paso, fue un gusto conocer a doña Flory.

Para pasar el rato entre el fin del almuerzo y la hora del homenaje a don Tomás y la película (que era a las 6:00 p. m.) fuimos a descansar y a comer el postre al Restaurante Don Tono, que también queda frente al parque y tiene un balcón muy agradable, fresco y conveniente para el atardecer.  Ahí tomé un café bien sabroso y una crepa fue el postre.  Raúl pidió limonada que estaba bien rica.  Para esas alturas ya nos habíamos dado cuenta de que la gente, en Nebaj, es muy cordial en el trato, a donde quiera que íbamos nos trataban con amabilidad y afecto. Tanto en los restaurantes, como en el mercado, en la gasolinera, cuando andábamos perdidos y en la calle.

Homenaje a don Tomás y la peli Nebaj

Llegaron las 6:00 y nos dirigimos al Salón municipal que se fue llenando poco a poco y ahí habían entre 800 y 900 personas y nos sentíamos muy emocionados. Emocionados por compartir con la familia y porque ahí estaban los sobrevivientes de la aventura que don Tomás Guzaro relata en Escapando del fuego, el libro que escribió con Terri McComb.  Emocionados y conmovidos por el homenaje que don Tomás recibía a un año de su muerte.  Emocionados porque la peli Nebaj iba a ser exhibida en Nebaj, por primera vez y porque ahí estaban los que vivieron la historia y la recuerdan, y los que sólo la han oído porque se las han contado.

Homenaje a don Tomás Guzaro y proyección de la peli “Nebaj”. Haz clic en la foto para ver más fotos.

Don Tomás fue un héroe no sólo porque salvó del fuego a los habitantes de su aldea en lo peor del conflicto armado interno; sino porque era un emprendedor, filántropo, padre de familia y ciudadano muy respetado y querido.  Entre otras obras de benevolencia, don Tomás fue fundador de Cotoneb, una cooperativa importante en Quiché, de una clínica conocida como El hospitalito, y de un centro de rehabilitación para personas que sufren de trastornos por consumo de alcohol.  Fue una dicha conocerlo (a él y a su esposa, doña Petronila), gracias a mi amigo Giancarlo Ibárgüen, y hacer este viaje que fue idea de mi amiga, Mayra Ramírez.

Te digo que la peli es intensa y muy educativa y que es una que hay que ver.  Te digo que verla allá fue una experiencia conmovedora y te digo que me encantan Nebaj y su gente. Yo había leído acerca del área Ixil y de sus habitantes debido a las noticias de los años 80; pero también porque cuando estaba en la universidad había leído Ixiles y ladinos, la monografía de Colby y van der Berghe.  Y de verdad tenía muchísimas ganas de visitar el área tan remota, algo mítica y de tanta tradición e historia.

Fue algo triste que no nos quedáramos al final de la peli, pero el estacionamiento lo cerraban a las 9:00 p. m. y teníamos que cenar antes de llegar a la Hacienda San Antonio.  Cenamos en El´ Sim, yo una milanesa verdaderamente bien empanizada y rica; y Raúl un pollo asado bien sabroso. Fue bueno que saliéramos a las 9:00 en punto porque…nos volvimos a perder para salir del pueblo.  En parte por cletos, en parte porque Google maps nos volvió a enviar por el extravío y en parte porque un camión bloqueó la salida que conocíamos.  Para hacer la historia corta casi llegamos a las 11:00 a la Hacienda San Antonio.

Luego de hacer un debriefing del día y de checar redes sociales me quedé dormido como sólo se duerme en el campo y con la conciencia tranquila, a tal punto de que, al día siguiente ni oí a los gallos hasta las 7:00 a.m. pero de eso te cuento en la próxima entrada.

Excursión a Nebaj, primer día.

Exursión a Nebaj, de vuelta a Guate.


14
Jun 13

Escape del fuego

130614 Portada Escaping the fire

Los guerrilleros llegaron a nuestra aldea… y forzaron a cada persona capacitada a unírseles… Tuvimos que ir a sus campamentos… en las selvas bajas del Ixcán, como a unos cuatro días de camino desde mi aldea Salquil Grande. Nos entrenaron para pelear, nos enseñaron que matar a los hombres era como matar perros, que los hombres no tenían alma y que al morir solo servían como abono para la tierra… Nos dijeron que nos matarían si no lo hacíamos. Algunas veces aceptaban dinero a cambio de dejar de amenazarnos… Pero… solo la gente que había trabajado en las fincas tenía efectivo, y los guerrilleros ya no nos dejaban ir a trabajar allí, esta es parte del testimonio conmovedor y heroico de Tomás Guzaro, pastor evangélico que, en 1982, ayudó a su gente a escapar del fuego entre la guerrilla y el Ejército. El mismo se halla en Escaping the fire, por Tomás Guzaro y Terry McComb.

Cuando yo era niño me impresionaba una película acerca de un pueblo chino que huía de la invasión japonesa. Es posible que fuera La estirpe del dragón, basada en una novela de Pearl S. Buck. Lejos estaba, yo, de imaginar que centenares y centenares de guatemaltecos vivirían la barbarie y un drama similar durante los últimos días de mi adolescencia.

El libro no solo es el relato de cómo es que cientos de personas salvaron sus vidas durante el enfrentamiento armado que les llevó el Ejército Guerrillero de los Pobres, sino que nos permite atisbar en la cultura ixil por medio de sus tradiciones; de las relaciones entre la costumbre, el catolicismo (generalmente aliado de la guerrilla) y los evangélicos (generalmente al margen de las pretensiones revolucionarias); y de experiencias como la de trabajar en las fincas de la Costa Sur.

Las patrullas de la guerrilla… bloqueaban toda forma de escape conocida. Nos necesitaban como sus esclavos para sembrar su maíz y para que fuéramos sus soldados en su revolución. Si nos agarraban tratando de escapar, nos masacrarían, y sin lugar a dudas, si el ejército del gobierno nos encontraba en el camino, nos asesinaría también, cuenta Guzaro. Es valioso que esta parte de la historia sea conocida, y de verdad te recomiendo el libro.

Columna publicada en El periódico.