07
May 19

Mercantilismo vrs. capitalismo

Es muy común la creencia que una economía de mercado supone un sistema de gobierno que mantiene un clima favorable a los hombres de negocios, colmando de incentivos a la empresa privada. Algunos políticos, inclusive algunos gobiernos, para ponerse a la moda de hoy, encaminan sus gestiones hacia ese clima que creen que es la esencia de la economía de mercado, escribió Manuel F. Ayau en 1991.

Empresarios que usan leyes para beneficiar sus negocios: de agricultura, de servicios, industriales, bancarios, de construcción, de turismo o comerciales, lo que hacen es mercantilismo; no una forma de capitalismo.

Para referirse al mismo fenómeno, algunos colegas usan frases como capitalismo de amiguetes, capitalismo de plantación, capitalismo de estado, capitalismo excluyente, crony capitalism y otros; pero yo prefiero el término original: mercantilismo.  Esto es porque en el imaginario popular todas aquellas son especies del género capitalismo; pero aunque eso no es cierto técnicamente, el hecho de que las frases lleven la palabra capitalismo hace muy difícil comprender las diferencias.

Dado que la función primera del lenguaje es ayudarnos a pensar, el uso confuso de frases perjudica a aquella función.  Ya lo explicó Ayn Rand: Para ser utilizada como una sola unidad, la enorme suma integrada por un concepto debe tener la forma de un concreto perceptivo único, específico, que lo diferencie de todos los demás concretos y de todos los demás conceptos. Esta es la función realizada por el lenguaje. El lenguaje es un código de símbolos visuales-auditivos que sirve a la función psico-epistemológica de convertir conceptos en el equivalente mental de los concretos. El lenguaje es dominio exclusivo y herramienta de conceptos. Cada palabra que usamos (con la excepción de los nombres propios) es un símbolo que denota un concepto, es decir, que representa un número ilimitado de concretos de cierto tipo.

Cuando hay empresarios que usan leyes para beneficiar sus negocios: de agricultura, de servicios, industriales, bancarios, de seguros, de construcción, de turismo o comerciales, lo que hacen es mercantilismo; no una forma de capitalismo. En su oportunidad, Manuel F. Ayau explicó las características del mercantilismo y aquí te comparto unas:

1, El mercantilismo, así como el socialismo, o el nacionalismo, se basa en lo que Hayek llama constructivismo racionalista. Supone que los hombres pueden planificar la economía en la misma forma que se planifica un negocio, un ejército, una organización religiosa, o la función gubernamental. La intención es conseguir la prosperidad y la justicia (lamentablemente en ese orden) encauzando el actuar de los ciudadanos hacia los objetivos inmediatos escogidos, basados en leyes que los induzcan a actuar como no hubiesen escogido libremente hacerlo, y a abstenerse de actuar como hubiesen escogido libremente. Sin la coerción de la ley el plan sería en vano, pues la gente actuaría con miras a lograr objetivos libremente escogidos, que no necesariamente coincidirán con los planes del gobierno constructivista. De manera que un gobierno constructivista por su naturaleza no puede respetar los derechos, la libertad de los hombres. Tampoco puede tratar a todos por igual, porque perdería el control de los resultados. Obligadamente tiene el régimen jurídico mercantilista que ser casuístico, otorgando ventajas a unos a costillas de otros, etc. Se vive por privilegio y licencia y no por derecho.

2. El mercantilismo es atractivo porque promete seguridad económica a quienes beneficia. Es comprensible que el anhelo de seguridad ha conducido, a través de la historia, a la utilización del poder coercitivo del gobierno como instrumento para evitar competencia potencial o real y así lograr seguridad de las ganancias o mantener seguridad en el empleo, o para garantizar el éxito permanente que en una sociedad libre de mercado habría que conquistar diariamente. Ese abusivo uso del gobierno se pretende justificar con racionalizaciones sobre la conveniencia inmediata del interés general, pasando por alto los principios generales en aras de ser pragmáticos.

3. lL economía de mercado [o capitalismo] se basa en la prevalencia de un Régimen de Derecho (no simplemente de legalidad), que sea efectivo en hacer respetar la vida, la propiedad y los contratos, que se base en la milenaria regla de oro, para que surja una economía de mercado pues contrario al mercantilismo aquella ni se planifica ni se diseña. La intervención del gobierno se dirige, no hacia el logro de resultados, sino hacia lograr que la interacción social sea respetuosa pacífica y los contratos mutua y libremente consentidos. Ello de por sí es una ardua y difícil tarea que el mercantilismo no sólo descuida sino impide.

El clavo de fondo -y ahí es donde entra la similitud del mercantilismo con el socialismo, el nacionalismo y otras formas de racionalismo constructivista- es que los políticos tengan la facultad de legislar para satisfacer las necesidades de los mercantilistas. Sin no se entiende esto, no se entiende el problema. Sin el poder político los mercantilistas  son casi irrelevantes.

La ilustración la tomé de aquí.


10
Abr 15

“Los famosos detras de las 47 maquilas”

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Dos lectores de este espacio se mueren de ganas de que comente un artículo titulado Los famosos detrás de las 47 maquilas; seguramente porque en uno de sus párrafos dice: En Guatemala hubo una persona que trajo el libertarianismo, el neoliberalismo, que promulga la libre competencia en el mercado. Se llamaba Manuel Ayau, fundador de la Universidad Francisco Marroquín, fallecido hace un lustro. “El verdadero remedio es no repartir privilegios, sino que las autoridades traten a todo el mundo de igual manera”, escribió en su columna en “Prensa Libre” en abril de 2006 . No obstante, Samboro, empresa de cerámica y primera empresa fundada por él de las resaltadas en su biografía en Wikipedia, no sólo se inscribió en el 29-89 [Ley de fomento y desarrollo de la actividad exportadora y de maquila] en 1996 y sigue con la ventaja sobre la devolución del IVA, sino que le ha vendido al Estado.

El propósito de ese párrafo es llevar al lector incauto a la conclusión de que Manuel F. Ayau (uno de mis maestros más queridos y admirados) decía una cosa y hacía otra.  Los autores del artículo aprovechan para confundir el libertarianismo con el neoliberalismo.

Antes de entrar en materia, por favor sígueme por el siguiente camino:

¿Has jugado Monopoly?   Cuando juegas ese, o cualquier otro juego de mesa, ¿sigues las reglas del mismo?  Si dijiste que no, no tiene sentido seguir; pero si dijiste que sí, hazme el favor de continuar.

Cuando va al mercado a comprar tomates y la vendedora te pide Q10 por libra.  ¿Le ofreces Q12, o le ofreces Q8?  Si le ofreces Q12 no tiene sentido seguir; pero si dijiste que le ofreces Q8, o menos que Q10 hazme el favor de continuar.

Uno sigue las reglas del juego porque eso permite anticipar las conductas de otros; porque las reglas evitan conflictos; porque definen la naturaleza del juego y hasta hay quienes las siguen sólo porque son las reglas.  Uno no ofrece menos por los tomates porque no tenga conciencia social; uno ofrece menos por los tomates porque necesita que sus recursos le alcancen para las cebollas y para la hierbabuena (si va a hacer un chirmol).

¿Ya atisbas para dónde vamos?

Como lo dice el artículo en cuestión, la empresa citada se inscribió en régimen del Decreto Legislativo 29-89 en 1996.  Aquellas reglas del juego (la ley de maquilas) son previas (¡pero muy previas!) a la inscripción de la empresa en el régimen de maquilas, la ley es de 1989 y la inscripción es de 7 años después.  Aquel régimen es el marco legal que existe y si bien es cierto que crea privilegios, es el marco existente.  Es el que hay.  Hay otros, claro, pero el régimen de maquilas es el más barato.  Como con los tomates, te permite destinar recursos a otras cosas que generalmente son otras inversiones y emprendimientos.  ¿Cómo es que se le dice al que va a un mercado y compra caro, pudiendo comprar barato?  Posiblemente es lo mismo que podría decirse de quien va al mercado e invierte caro, pudiendo invertir barato.

¡Por supuesto que legislaciones como la de la maquila crean privilegios!, y son promovidas por empersaurios mercantilistas, por ingenieros sociales, y por los que creen que los intereses colectivos deben prevalecer sobre los derechos individuales. Pero cuando permitimos que estén vigentes, son instrumentos legales. Lo ético en estos casos no es renunciar al uso del instrumento y dejar de invertir, o invertir caro.  Eso no sólo perjudicaría la creación de riqueza (en el sector privado de la economía, que es el sector voluntario y pacífico) -aunque sea a expensas del sector público (que no sólo consume riqueza, sino que es el sector coercitivo de la economía)- sino que dañaría la creación de empleos productivos, el mejoramiento de salarios y el crecimiento del ahorro.

Lo ético frente a legislaciones específicas, concretas y creadoras de privilegios es lo que hizo Manuel F. Ayau: Combatirlas de raíz.  El proyecto de reforma constitucional ProReforma, propuesto por Ayau y más de 70,000 guatemaltecos tenía una propuesta concreta: que en ningún caso el Senado o la Cámara de Diputados emitirán Ley o decretos arbitrarios o discriminatorios, en los que explícita o implícitamente se concedan prerrogativas, privilegios o beneficios que no puedan disfrutar todas las personas que tengan la oportunidad de hacerlo. ¡En ningún caso!, dice.  En ninguno.

¿Qué pasó con esa propuesta en particular y con ProReforma en general?  Fue inconsitucionalmente ignorada por el establishment político y no fue apoyada por los empresaurios mercantilistas; las izquierdas ¡espantadas! cerraron filas contra ProReforma.  En parte, porque, ¿quién, si no Manuel F. Ayau, se atrevería a cerrarles constitucionalmente las puertas a los privilegios?  Ya lo dijo Henry David Thoreau: por cada mil personas atacando las ramas de un problema, hay una sola atacando sus raíces.  ¿Quiénes entre los que se quejan por privilegios particulares, se opondrían a todos los privilegios como en ProReforma?  ¿Quiénes entre los que se quejan por los privilegios para otros propondrían leyes para acabar con todos los privilegios (incluidos los propios), como hizo Ayau? ¿Quiénes entre los que rechazan los privilegios apoyan la igualdad de todos ante la ley?

Sospecho que la respuesta es la siguiente:


25
Abr 14

Las venas abiertas de Eduardo Galeano

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Eduardo Galeano, uno de los escritores colectivistas y socialistas más influyentes de los siglos XX y XXI,  dijo que no volvería a leer su obra más conocida, Las venas abiertas de América Latina (1971), debido a que es pesadísima, y admitió que fue escrita sin conocer debidamente sobre economía y política”. Al hablar de ese libro, Galeano explicó  cuando lo escribió “no tenía la formación necesaria. No estoy arrepentido de haberlo escrito; pero fue una etapa que, para mí, está superada.

Las venas… es uno de los libros de cabecera y una de las fuentes de consignas más socorridas de los revolucionarios tercermundistas. En El manual del perfecto idiota latinoamericano, aquel libro está incluido en la lista de los diez que más conmovieron al idiota latinoamericano; y yo añadiría que debe estar en la lista de los diez que más vidas de jóvenes latinoamericanos han cobrado.

Los autores de El manual… dicen que no existe un libro de su género que haya tenido tantas ediciones, traducciones y alabanzas.  No se conoce, en nuestra lengua, en suma, una obra que  -como esta- merezca ser considerada como “la biblia” del idiota latinoamericano, o por la otra punta, como el gran culebrón del pensamiento político.

Dicho lo anterior, creo que una de las mejores cosas que uno puede hacer, cuando se equivoca, es admitirlo y corregir; y en ese contexto creo que es valiosa la confesión de Galeano.  ¿Qué harán los socialistas del tercer mundo con sus copias de Las venas…?  ¿Las guardarán como un recuerdo, o repudiarán la honradez intelectual de su autor?  Digo…porque tiene bastante de honradez intelectual admitir que uno se equivocó y que hizo algo sin conocimientos suficientes. Ya lo dice el dicho: Errar es de humanos; y enmendar es de sabios. Sería fascinante que más de algún devoto de Las venas…hiciera algo por lo menos parecido a lo que acaba de hacer su maestro.

Sospecho, sin embargo, que aquello no ocurrirá. Aquellas ideas obsoletas serán recicladas, y repelladas para volver a ser usadas en aulas y en barricadas. Y las preguntas son: ¿A qué costo? y ¿Quiénes pagarán?

Columna publicada en El periódico y la ilustración es de brasil247.com


24
Jun 13

Algunos”liberales” chapines son conservadores

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Estoy totalmente de acuerdo con los columnistas y académicos socialistas que afirman que algunos liberales guatemaltecos en realidad son conservadores.   Librecambistas sí son muchos de ellos y también son neoliberales; pero ¿liberales clásicos, o libertarios? Les voy a contar por qué es que no lo son.

Los acabo de ver cerrando filas, con el conservadurismo más cachureco o religioso posible, contra la Convención interamericana contra el racismo, la discriminación racial y formas conexas de intolerancia.  En ese documento, y con mucha habilidad, los patrocinadores de aquel acuerdo mezclaron el tema del racismo -a favor del cual no puede estar nadie con dos dedos de frente y menos si se dice liberal- con el matrimonio igualitario y el derecho de las mujeres a elegir qué hacer con sus cuerpos y sus vidas.  Estos dos últimos temas espantaron a los conservadores de todos los colores, incluyendo a los que se dicen liberales; y ahí se resbalaron.

Si le creemos a Alberto Benegas-Lynch que la mejor definición de liberalismo –que ha sido tan mal interpretado– es el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros, no es difícil empezar a atisbar por qué es que afirmo lo anterior.  La prueba o el “test” no es la tolerancia con las personas que comparten nuestro proyecto de vida, sino con las personas que disienten con nuestro proyecto de vida.  Sólo en este contexto se puede recurrir a la fuerza cuando hay lesión de derechos de terceros, explica Benegas-Lynch.

Tanto el matrimonio, como el derecho a hacer uno con su cuerpo y su vida lo que mejor le convenga a uno son temas inseparables del proyecto de vida individual de cada persona.  Además, ¿no es cierto, pues, que la filosofía de la libertad está basada en la propiedad de uno mismo? ¿No es cierto que la propiedad de ti mismo quiere decir que tú eres dueño de tu vida? ¿No es cierto que negar esto significa que otras personas tienen más derechos sobre tu vida, que tú mismo? ¿No es cierto que ninguna otra persona, o grupo de personas son dueñas de tu vida? Y claro, tú no eres dueño de las vidas de otros.

¿Se les escapa esto a los conservadores que pasan por liberales? Si.  ¿Por qué? En el caso del matrimonio porque se han tragado la idea, o se han hecho a sí mismos la idea de que el matrimonio no debe servir a los proyectos de vida de los involucrados; sino a los de la sociedad, los del estado, o los de un dios.  Y en el caso del aborto, porque se han tragado la idea, o se han hecho a sí mismos la idea de que el cuerpo de una mujer no es suyo, ni debe servir a sus proyectos de vida; sino a los de la sociedad, los del estado, o los algún dios.  Los conservadores, claro, son colectivistas, y apuntan que no eres dueño de tu vida.  Apuntan que otros son dueños de tu vida. 

El caso del matrimonio igualitario

Sostengo que la única posición liberal con respecto al matrimonio igualitario es la misma que se le aplica al matrimonio en general: Nada tiene que hacer el estado, metiéndose en los asuntos que son propios de los proyectos de vida de las personas.  Empero, como el estado ya se ha metido a regular algo tan privado e íntimo como el contrato por medio del cual las personas deciden compartir sus vidas,  el reconocimiento del matrimonio igualitario por parte del estado constituye un acto de justicia y una confirmación del principio de igualdad de todos ante la ley.

En realidad lo que conocemos como matrimonio es un acuerdo privado entre personas que deciden compartir sus vidas y hacerlo en el marco de cierta formalidad.  Formalidad que subraya su carácter de compromiso y que busca el apoyo del prójimo para la pareja contrayente.

En algún momento de la historia de la humanidad las religiones dispusieron hacer uso del matrimonio para hacer avanzar sus intereses; e igual cosa hizo el estado.  Pero antes de que ambas instituciones se inmiscuyeran en aquel acuerdo privado, ya había compromisos de largo plazo entre personas individuales que decidían unir sus vidas.  Las iglesias cristianas y el estado pretenden que el matrimonio sirva principalmente para la reproducción; y viene a mi mente la oración que, uno de los protagonistas de la novela Como agua para chocolate, dice antes de copular con su esposa a través de una sábana con un agujero.  Pedro reza no es por vicio, ni por fornicio, sino para hacer un hijo para tu servicio.

Ahora bien, como las personas no son animalitos que sólo se aparean para perpetuar la especie, o son apareados para enriquecer el hato, el matrimonio del siglo XXI debe tomar en cuenta las diversas razones que llevan a las personas a juntarse.  La comunidad de intereses, el amor, la admiración, la búsqueda de compañía, entre muchos otros, son ejemplos de aquellas razones.  No es extraño, entonces, que en la sociedad, que es evolutiva por naturaleza, las palabras también evolucionen.  Recuerdo que mi profesor de Lenguaje, don Salvador Aguado, nos advirtió una vez que los diccionarios etimológicos eran útiles para conocer mejor las palabras y para conocer sus orígenes; pero que no servían para saber su significado porque muchas veces el significado actual de aquellas, se alejaba del de su génesis.

De esa cuenta, el matrimonio tradicional reservado únicamente para parejas heterosexuales en el marco de culturas propias de sociedades cerradas, puede perfectamente pasar a ser el matrimonio moderno, como contrato de convivencia y de respeto mutuo entre individuos, en el marco de culturas propias de sociedades abiertas.  Ni al servicio de la iglesia, ni al servicio del estado; sino que al servicio de aquellos que, en ejercicio de sus derechos como personas humanas y en persecución de sus proyectos de vida asuman el compromiso.

Imagina el caso de una pareja homosexual a la que a una de las partes se le niegue el acceso a ver a su contraparte, en la sala de cuidado intensivo, sólo porque no es pariente cercano de su pareja.  ¿Sería eso correcto? No.  Creo que una pareja del mismo sexo tiene tanto derecho de estar al lado de la persona que ama, como lo tiene una pareja de sexos distintos.

En la película Si las paredes hablaran 2 se cuenta la historia de dos ancianas que habían sido pareja durante toda su vida.  Y cuando una de ellas muere, llega la familia de la difunta y saca a la sobreviviente de la casa dejándola sola y desamparada, luego de humillarla.

Alguien podría decir que fue por descuido y que ambas deberían haber pensado en esa posibilidad, y que deberían haber hecho testamento, y qué se yo.  Pero lo cierto es que no hay razón alguna para que, en una sociedad abierta, una clase de personas tenga ciertos derechos y otra clase de personas no los tenga.  Y no hay razón para que estas últimas tengan que hacer previsiones adicionales, sólo porque al estado (en respuesta a presiones de grupos privilegiados) se le antoja que no haya igualdad de todos ante la ley.

El matrimonio igualitario es un acto de justicia que reconoce el carácter contractual y privado del matrimonio; y que reconoce, sobre todo, el derecho de todas las personas a unir sus vidas y a buscar el apoyo de sus prójimos, sin discriminación, ni privilegios.  Esa es una posición liberal, que respeta el proyecto de vida de los demás, y no una estatista, ni colectivista, ni conservadora.

El caso del aborto

Cuando se dice que la mejor definición de liberalismo es el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros nunca falta quién diga que eso incluye el proyecto de vida de los embriones.  Que incluye la vida de los embriones, y la de los fetos.  Sin embargo la palabra proyecto se refiere a planes y disposiciones detalladas para la ejecución de algo; o propósitos, o pensamientos de hacer algo.  Perdonen  por lo franco que soy: los embriones y los fetos no tienen proyectos.

¡Pero son vida!, dirá alguien más.  A esta afirmación sólo se puede responder que son vida potencial; pero no son vida real.  Perdón por la franqueza; pero en ningunas condiciones, ningún embrión es viable independiente de la madre (que sí es vida real y tiene proyectos) antes de las 23 semanas de gestación.  ¿Hay lesión de derechos de terceros cuando se abortan un embrión, o un feto? No. No se tienen derechos hasta que no se ha nacido, aunque lo diga la legislación.  Y todo liberal sabe, o debería saber, que las legislaciones pueden decir todo tipo de cosas, lo cual no quiere decir que sean filosófica, ética, o jurídicamente sostenibles.  Lo cierto es que desde esta perspectiva, el ser viviente que es la mujer (y sus proyectos de vida) tiene precedencia sobre lo que no está vivo o no ha nacido.  Perdón por la franqueza.  ¡Es un ardid eso de equiparar lo potencial con lo real!

Como el liberalismo es esa idea radical de que las demás personas no son nuestra propiedad, consideremos algunos casos ilustrativos:

Cuando un criminal viola a una mujer y la deja embarazada, lo cierto es que la bestia usa el cuerpo de la mujer sin su consentimiento y usa uno de sus óvulos sin su permiso y con violencia.  Muchas veces con violencia brutal.  Si este acto salvaje es repugnante, ¡más repugnante debería ser, para el verdadero liberal, que grupos específicos de la sociedad usen la coacción legal para forzar a la mujer a gestar la imposición del delincuente!  Sin embargo, para los conservadores, la mujer debe aceptar la imposición porque no es dueña de su cuerpo, ni de sus proyectos de vida.  Estos deben estar al servicio de la sociedad, del estado, o de un dios.   La mujer no es dueña de su cuerpo, los dueños son los que dicen representar a la sociedad, al estado, o a algún dios.

El caso de la violación es más fácil de entender que los casos del error, la ignorancia y el descuido.  La mujer que se embaraza por error, por ignorancia, o por descuido, ¿debería pagar por ello durante el resto de su vida?  Si reconocemos que es moralmente bueno respetar irrestrictamente los proyectos de vida de los demás, la respuesta es No.  No podemos imponerles a otros nuestros proyectos de vida.  La tarea de criar un hijo (especialmente de uno no deseado) es una responsabilidad tan grande que nadie debería ser forzado a emprenderla.  ¿Has oído la frase de que tener un hijo es una enfermedad de nueve meses, y una convalecencia de toda la vida?  Perdón por lo coloquial de la frase; pero nadie debería ser obligado a eso, sólo porque ciertos grupos sociales creen que tienen la facultad de imponer la maternidad.  Un embarazo no deseado (por violencia, ignorancia, error, o descuido) puede alterar los proyectos de vida, de una mujer,  de manera irremediable y profunda; y puede ser un desastre que sólo traiga miseria e infelicidad.

El Factor D

El conservador puede sentirse moralmente cómodo al defender el sacrificio; pero el liberal o libertario no.  Este último sabe que el derecho a la búsqueda de la felicidad y el derecho a perseguir uno sus proyectos de vida son valores que están encima de las demandas de cualquier grupo de interés, o de cualquier colectivo.  El liberal o libertario sabe que los derechos individuales deben prevalecer sobre los intereses colectivos.  El liberal o libertario sabe que entregar algo de menos valor, a cambio de algo de más valor no es propio de la naturaleza humana.  Sabe que eso ocurre sólo por ignorancia, por error, o por la fuerza.

El hecho es que hay grupos de interés y colectivos que están convencidos de que hay un dios que les impone ciertas normas.  Y creen que tienen la facultad de convertir aquellas imposiciones en leyes aplicables a otros grupos y a los individuos que componen la sociedad, aunque estos no compartan al dios de aquellos.  Creen que tienen la facultad de regular el matrimonio y los cuerpos y proyectos de vida de otras personas del mismo modo en que otros grupos de interés creen que tienen la facultad de regular el uso que se le debe dar a la propiedad, la educación que se les debe dar a los hijos, o qué se puede vender y comprar y a qué precios.

Ya lo dijo Friedrich A. Hayekla filosofía conservadora, por su propia condición, jamás nos ofrece alternativa ni nos brinda novedad alguna…De ahí que el triste sino del conserva­dor sea ir siempre a remolque de los acontecimientos… Los conservadores, cuando gobiernan, tienden a paralizar la evolución o, en todo caso, a limitarla a aquello que hasta el más tímido aprobaría. Jamás, cuando avizoran el futuro, piensan que puede haber fuerzas desco­nocidas que espontáneamente arreglen las cosas; mentalidad ésta en abierta contraposición con la filosofía de los liberales, quienes, sin complejos ni recelos, aceptan la libre evolución, aun ignorando a veces hasta dónde pue­de llevarles el proceso…Ese temor a que operen unas fuerzas sociales aparentemente incontrola­das explica otras dos características del conservador: su afición al autorita­rismo y su incapacidad para comprender el mecanismo de las fuerzas que regulan el mercado.

Como consecuencia los conservadores le han entregado al socialismo la defensa de principios que son propios del liberalismo: el derecho a la vida, la igualdad de todos ante la ley, el derecho a perseguir los propios proyectos de vida, y la propiedad de uno mismo.   Vergonzosamente, en nuestro entorno, son grupos principalmente socialistas los que defienden el matrimonio igualitario y el derecho de las mujeres a disponer de sus cuerpos.  El conservadurismo disfrazado de liberalismo está más comprometido con las exigencias de sus pastores –que les hablan en nombre de su dios­– que con el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otro.  De ahí que cuando se discute la Convención interamericana contra el racismo, la discriminación racial y formas conexas de intolerancia los conservadores cierren filas con las iglesias y no con la idea radical de que las demás personas no son nuestra propiedad.

Como dijo Benegas-Lynch: La prueba o el “test” no es la tolerancia con las personas que comparten nuestro proyecto de vida, sino con las personas que disienten con nuestro proyecto de vida. 

La ilustración la tomé de Facebook.


21
Sep 12

Los pipoldermos

La Ley contra el Enriquecimiento Ilícito o Ley Anticorrupción está entrampada en el Congreso. ¿Te sorprende? Cabal; no debería sorprenderle a nadie.

No nos sorprende; pero existe, entre nosotros, mucha gente que cree que hay ciertos seres humanos que, cuando actúan en el sector público (que es el sector coercitivo de las relaciones sociales), lo hacen de una forma romántica tal, que –de forma benévola y omnisciente– o por lo menos con buenas intenciones, pueden ejecutar “el interés público” y mantener al margen sus propios intereses. Esas personas creen que los políticos y sus funcionarios actúan de forma distinta a la naturaleza humana.

Pero hay gente más viva. Tú por ejemplo. Tú sabes que los políticos y sus funcionarios son personas de carne y hueso; y que la mayoría de ellos no tiene incentivo alguno para aprobar una ley que le impediría enriquecerse a costa de los tributarios. Tú lo sabes, porque vivimos en una sociedad en la que mucha gente cree que “es baboso el que llega al Gobierno y no aprovecha las comisiones, como mínimo”.

Es curioso cómo es que la gente se queja de que la mayoría de políticos y funcionarios son venales e ineptos; pero aun así quiere que esos mismos personajes controlen su dinero, su educación, su salud, su transporte y otras cosas… y encima espera que lo hagan bien.

El genial Manuel F. Ayau propuso un ejercicio para ver este fenómeno desde otra perspectiva. Sugirió que cuando nos refiramos al Gobierno (o a los políticos y sus funcionarios) sustituyamos la palabra Gobierno por la palabra pipoldermos. Entonces diríamos: los pipoldermos velarán por la juventud; o los pipoldermos van a proveer salud, educación, transporte, bono seguro, y otras necesidades. ¿Y qué quiere decir pipoldermos?, dirás tú. Pues quiere decir: Los pícaros políticos que por el momento detentan el poder. Este ejercicio sencillo nos pone los pies sobre la tierra, ayuda a ver las cosas como son, y a entender por qué es que, a los pipoldermos no les conviene una Ley Anticorrupción; pero sí una que registre a los usuarios de teléfonos móviles, y otra que le dé al banco central la facultad de echar a andar la maquinita e imprimir quetzales a discreción, solo para mencionar dos asuntos de actualidad. ¡Vivo, pues!

Columna publicada por El Periódico.


11
Nov 11

Sentido común

Es apropiado que ese fuera el título de la columna de Manuel F. Ayau, así como el de la antología que debería ser leída por todo el equipo político que está por hacerse cargo del Gobierno.

Muso escribió Por qué fracasan los gobiernos y explicó que como los políticos no se consideran ineptos, ni cínicos, y además confían en su buena voluntad, elaboran planes: un menú de aspiraciones que no deja problema sin resolver. Confían en que la solución dependerá de escoger colaboradores igualmente capaces y honrados, y que con buen tino esto será suficiente. Es la historia de siempre. Y la razón por la cual fracasan sigue escapándoseles”. Y recomienda: “cuando en un país prevalece un régimen de derecho y no de hombres, sobre la base de leyes generales, abstractas, establecidas a priori, que rigen conductas en lugar de buscar resultados específicos… surge lo que se llama economía de mercado, que no deja oportunidad a la corrupción… porque no hay privilegios y sí eficiencia económica y justicia. Quien facilite este estado de cosas pasará a la historia como el mejor presidente que jamás haya existido.

Advirtió: No es el Estado el que tiene derecho preeminente sobre el fruto del trabajo de los ciudadanos. Todo lo contrario: son ellos quienes, a través de representantes encargados de legislar, establecen qué porción de sus ingresos entregarán al Estado para que cumpla la misión que le han encomendado.

Llamó la atención sobre el hecho de que la gente más intolerante es la que más reclama paz, pluralismo y diálogo, y hasta parece ostentar la exclusividad de las virtudes y la sensibilidad social. Generalmente estas personas no admiten las buenas intenciones de quienes no están de acuerdo con ellas. El colmo es que muchos de los que tan apasionadamente reclaman pluralismo son los que más endosan epítetos y etiquetas a sus oponentes ideológicos. Dijo que Tener derechos individuales significa que ninguna persona o grupo impone, a través de leyes o reglamentos, sus intereses sobre los derechos de otros.

Muso tendría mucho que enseñarles a nuestros gobernantes si no queremos que este gobierno fracase miserablemente como el anterior. En manos de políticos hábiles, Sentido común puede encender un mejor futuro para los chapines.

Esta columna fue publicada en El Periódico.


09
Ago 11

Mañana foro: “La diferencia que hizo Ayau”

Mañana, miércoles 10 de agosto, de 6:00 a 8:00 p.m. se celebrará el segundo foro titulado La diferencia que hizo Ayau, en recuerdo del emprendedor y educador Manuel F. Ayau. Durante el mismo se discutirán sus aportes a la sociología, filosofía social, antropología, psicología y política.

La admisión es gratuita y puedes conseguir tu boleto de ingreso en la Escuela Superior de Ciencias Sociales de la Universidad Francisco Marroquín: escs@ufm.edu  Si no consigues entradas puedes seguirlo en Twitter: #MusoAyau

Aquí puedes ver la Primera parte de esta actividad.


03
Ago 11

No te pierdas: “La diferencia que hizo Ayau”

Hoy, miércoles 3 de agosto, de 5:30 a 8:00 p.m. se celebrará el primer foro titulado La diferencia que hizo Ayau, en recuerdo del emprendedor y educador Manuel F. Ayau.  Durante el mismo se discutirán sus aportes a la educación, el liberalismo, el emprendedurismo y el pensamiento económico.

La admisión es gratuita y puedes conseguir tu boleto de ingreso en la Escuela Superior de Ciencias Sociales de la Universidad Francisco Marroquín:  escs@ufm.edu

Si no consigues entradas puedes seguirlo en Twitter: #MusoAyau


03
Feb 11

Una conversación con Manuel F. Ayau

La conversación que tuvo Manuel F. Ayau con Carlos Alberto Montaner, y que es parte de la Intellectual Portrait Series del Liberty Fund ya está disponible para verla por esta vía.  Para conocer a aquel hombre magnífico y su obra, este es una buena forma de empezar.

Tuve la suerte de ayudar con la edición y la introducción está locutada por yours truly.


11
Oct 10

Dos premios Nobel para celebrar

Normalmente, la concesión de los premios Nobel en Literatura y Paz me es inclusive, como dicen en mi pueblo; porque en Literatura tengo la idea de que son otorgados geográfica y de forma políticamente incorrecta, y en Paz porque ya ni gracia tienen desde que se los dieron a gente como Oscar Arias, Yaser Arafat, Jimmy Carter, Al Gore, a los expertos sobre el cambio climático y a Barack Obama.

Esta vez, sin embargo, el asunto llamó mi atención porque, en Literatura ganó Mario Vargas Llosa, un escritor al que respeto mucho, no sólo por su obra literaria sino por su pensamiento.  Vargas Llosa es autor de algunos de mis libros preferidos, entre los que se cuentan la sensualísima novela Los cuadernos de don Rigoberto; y la perturbadora novela La fiesta del chivo.  A mí La ciudad y los perros no me gustó porque es demasiado oscura; y tengo pendiente Conversación en la catedral.  El autor, además, es doctor honoris causa de la Universidad Francisco Marroquín, por sus contribuciones a la causa de la libertad.  He aquí una conferencia que Vargas Llosa ofreció sobre literatura, cuando visitó Guatemala y la UFM en 1983.

Adicionalmente, el Nobel de la Paz recayó en Liu Xiaobo, un distinguido luchador por los derechos humanos en China.  Al régimen de Pekin, claro, el premio para Liu le cayó muy mal; y como buena dictadura ha reaccionado violentamente contra ciudadanos chinos que celebraban el Nobel para su compañero y compatriota, así como contra la esposa de Liu ha quien el régimen ha aislado.

Mucha gente olvida que la de China es una dictadura como cualquiera.  Embobados por el crecimiento económico en aquella gran nación, muchos hasta creen que en ella ha habido reformas capitalistas; cuando en realidad lo que ha ocurrido es que el régimen ha abierto ventanas para los negocios y, generalmente, todo ello se hace al estilo mercantilista y clientelista.  Es decir, en un ambiente enrarecido en el que, en el fondo de todo, se mezclan los negocios con la política; y en el que los negocios sólo son posibles si cuentan con el permiso del régimen, y no porque haya libertad.  Permiso, no es igual a libertad.

Ilustra el espíritu totalitario del régimen de Pekin el hecho de que el Ministro de Relaciones Exteriores de China llamó al embajador noruego para expresarle la insatisfacción de su gobierno y el riesgo que corren las relacioens bilaterales entre ambos países por la concesión del galardón.  El régimen de Hu Jintao no puede distinguir entre el gobierno de Noruega y el Comité del Nobel, porque este tipo de distinciones no está en su horizonte totalitario.

En la foto, por Gustavo Castillo, están Manuel F. Ayau y Mario Vargas Llosa, luego de que el primero recibió la distinción honorífica en la UFM.