11
Oct 10

Dos premios Nobel para celebrar

Normalmente, la concesión de los premios Nobel en Literatura y Paz me es inclusive, como dicen en mi pueblo; porque en Literatura tengo la idea de que son otorgados geográfica y de forma políticamente incorrecta, y en Paz porque ya ni gracia tienen desde que se los dieron a gente como Oscar Arias, Yaser Arafat, Jimmy Carter, Al Gore, a los expertos sobre el cambio climático y a Barack Obama.

Esta vez, sin embargo, el asunto llamó mi atención porque, en Literatura ganó Mario Vargas Llosa, un escritor al que respeto mucho, no sólo por su obra literaria sino por su pensamiento.  Vargas Llosa es autor de algunos de mis libros preferidos, entre los que se cuentan la sensualísima novela Los cuadernos de don Rigoberto; y la perturbadora novela La fiesta del chivo.  A mí La ciudad y los perros no me gustó porque es demasiado oscura; y tengo pendiente Conversación en la catedral.  El autor, además, es doctor honoris causa de la Universidad Francisco Marroquín, por sus contribuciones a la causa de la libertad.  He aquí una conferencia que Vargas Llosa ofreció sobre literatura, cuando visitó Guatemala y la UFM en 1983.

Adicionalmente, el Nobel de la Paz recayó en Liu Xiaobo, un distinguido luchador por los derechos humanos en China.  Al régimen de Pekin, claro, el premio para Liu le cayó muy mal; y como buena dictadura ha reaccionado violentamente contra ciudadanos chinos que celebraban el Nobel para su compañero y compatriota, así como contra la esposa de Liu ha quien el régimen ha aislado.

Mucha gente olvida que la de China es una dictadura como cualquiera.  Embobados por el crecimiento económico en aquella gran nación, muchos hasta creen que en ella ha habido reformas capitalistas; cuando en realidad lo que ha ocurrido es que el régimen ha abierto ventanas para los negocios y, generalmente, todo ello se hace al estilo mercantilista y clientelista.  Es decir, en un ambiente enrarecido en el que, en el fondo de todo, se mezclan los negocios con la política; y en el que los negocios sólo son posibles si cuentan con el permiso del régimen, y no porque haya libertad.  Permiso, no es igual a libertad.

Ilustra el espíritu totalitario del régimen de Pekin el hecho de que el Ministro de Relaciones Exteriores de China llamó al embajador noruego para expresarle la insatisfacción de su gobierno y el riesgo que corren las relacioens bilaterales entre ambos países por la concesión del galardón.  El régimen de Hu Jintao no puede distinguir entre el gobierno de Noruega y el Comité del Nobel, porque este tipo de distinciones no está en su horizonte totalitario.

En la foto, por Gustavo Castillo, están Manuel F. Ayau y Mario Vargas Llosa, luego de que el primero recibió la distinción honorífica en la UFM.


27
May 09

Chávez contra los chamos

En enero de 2009, docenas de jóvenes latinoamericanos se reunieron en La Antigua Guatemala, para un acontecimiento académico titulado Universidad Elcato-UFM.  Pocas cosas pueden ser más edificantes, esperanzadoras y alegres como una reunión de jóvenes interesados en la libertad, comprometidos con la libertad y apasionados por la libertad.


La actividad fue basada en la Cato University que cada año celebra el Cato Institute, sólo que en español.  Tanto Cato University como Universidad Elcato-UFM tienen un altísimo nivel académico y constituyen un punto de encuentro para jóvenes con muchas inquietudes intelectuales.  En 2004 tuve la dicha de participar en una Cato University, en Quebec City; y en enero estuve muy cerca de la Universidad Elcato-UFM.  Este año, en San Diego, California, Cato University tendá como tema Economic Crisis, War, and the Rise of the State.

Cuento todo esto porque, debido al éxito que tienen Cato University como Universidad Elcato-UFM, el Cato Institute y el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico por la Libertad organizaron Universidad Elcato-Cedice en Caucagua, Venezuela.  Y adivine usted qué.  Hugo Chávez intentó clausurar el seminario educativo por expresar ideas críticas al régimen.

Varias agencias del gobierno venezolano intentaron amedrentar a los organizadores y participantes. La Guardia Nacional, la televisión estatal y el Ministerio de Educación Superior irrumpieron en la actividad.  Alvaro Vargas Llosa, uno de los profesores del seminario fue detenido en el aeropuerto sin explicación alguna.  

Los ataques del gobierno a la libertad de expresión son un ejemplo más del abuso de poder en la Venezuela de Hugo Chávez, dijo Ian Vásquez, Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute desde Caucagua. Pero ellos hasta ahora no han logrado alterar las actividades del Cato Institute en Venezuela, y ojalá no lo harán, mientras que continuamos participando en más reuniones durante el resto de la semana.


19
Jun 08

Mansueti habla sobre el neosocialismo del siglo XXI

En esta conversación, Alberto Mansueti, del movimiento Rumbo Propio, de Venezuela; y del Instituto de Libre Empresa, en Perú habla sobre el neosocialismo del siglo XXI.

Este se basa en el socialismo del siglo XIX de los socialistas utópicos y de los socialistas cristianos ; en los héroes nacionales como Bolivar, Martí, o Sandino; en los neomarxistas como Gramsci y Marcuse; y en lo políticamente correcto como el indigenismo, el feminismo y el ambientalismo.

Distingue entre los socialistas practicantes y los no practicantes; que Alvaro Vargas Llosa llama socialistas carnívoros y los socialistas vegetarianos.

Mansueti también habla sobre la defensa moral del capitalismo, y distingue entre quienes se hacen ricos sirviendo a los consumidores y satisfaciendo las necesidades de la demanda en un mercado libre competitivo; y entre quienes se enriquecen gracias a los favores de los gobiernos, por ejemplo.


14
Jul 07

Tu playera no es chilera

El nieto del Ché, Canek Sánchez Guevara, escucha con entusiasmo Porno para Ricardo, un grupo punk cubano que critica y denuncia, sin eufemismos, la dictadura totalitaria de Fidel Castro. Canek describe a su abuelo como un hombre de su tiempo, y dice que tiene mil críticas que hacerle. “No me gusta su concepción del hombre nuevo, su concepción del socialismo del Estado, de dictadura del proletariado”.

Así lo leí en el Diario de Mallorca del 9 de mayo pasado. Lo anterior lo dijo Sánchez en compañía de Jorge Masetti, hijo del guerrillero guevarista Masetti. Jorge dice que el Ché era autoritario y que trató de crear un sistema autoritario.

Pero autoritario, claro, no es lo mismo que asesino. Y Ernesto Guevara era una “maquina de matar”. Cito a Alvaro Vargas Llosa cuando relata que en abril de 1967 y hablando de su experiencia, Guevara resumió su idea homicida de justicia en su Mensaje a la Tricontinental: “El odio como elemento de la lucha; el odio inflexible contra el enemigo, que empuja al ser humano más allá de sus limitaciones naturales, haciendo de él una efectiva, violenta y selectiva máquina de matar, con la sangre fría”.

En una carta a Jacobo Arbenz, Guevara escribió que “fue divertido que, con bombas, discursos y otras distracciones, se rompiera la monotonía en la que estaba viviendo”. En otra carta, a su esposa, dijo estar “aquí en la jungla cubana, vivo y sediento de sangre”. En su diario, en la Sierra Maestra, al referirse a un problema con un delator, dice: “Resolví el problema con una pistola calibre .32 en el lado derecho de su cerebro…sus pertenencias ahora son mías”. Según Humberto Fontova, citando a Enrique Ros, Guevara explicó el triunfo de la Liberación, en Guatemala, a que “Arbenz no fusiló a suficientes personas”.

Con el triunfo de Castro, cuando el Ché estuvo a cargo de la prisión La Cabaña y tenía la misión de defender la revolución contra la infección. “Las ejecuciones tenían lugar de lunes a viernes a la media noche”, dice un testigo. Guevara sabía lo que hacía y recomendaba: “Siempre interroga a tus prisioneros de noche, de noche es más fácil doblegar a un hombre porque su resistencia está más baja”.

No se sabe exactamente cuántas fueron las víctimas del Ché y algunos hablan de hasta 2000; sin embargo, un estudio documentado, de Armando M. Lago, cita 14 en la Sierra Maestra; 23 en Santa Clara; y 164 en La Cabaña. A eso, claro, habría que añadir a los muertos en combate, fuera de Cuba.

Ernesto Guevara fue ministro de Economía, relata Fontova; y a los pocos meses el peso cubano, que estaba a la par del dólar de los Estados Unidos de América y estaba respaldado por las reservas de oro cubanas, era prácticamente inútil. Luego fue ministro de Industrias y consiguió que su país, que antes tenía un ingreso per capita más alto que los de Austria y Japón, que tenía un elevado ingreso de emigrantes y que era el tercer consumidor de proteínas en el hemisferio, se convirtiera en un país en el que había racionamientos de comida, cierre de fábricas, y en del cual la gente huía despavorida.

Muchos jóvenes llevan playeras con la imagen de Guevara como símbolo de rebeldía. Esos mismos jóvenes hubieran terminado en campos de trabajo forzado, si se hubieran topado con el Che. En un discurso de 1961, Guevara denunció todo “espíritu de rebelión” como “reprobable”. “La juventud debería evitar todo cuestionamiento de los mandatos del gobierno”, dijo. “En vez de eso, deberían dedicarse a estudiar, a trabajar y al servicio militar”. “La juventud”, escribió Guevara, “debería aprender y a actuar como masa”. Así lo relata Fontova en su Carta a Johnny Depp acerca del verdadero Che Guevara.

Eso ya pasa, claro, porque muchos jóvenes pueden decir, ¿con orgullo?: “Llevo una playera del Che, y no se por qué”. Yo, por mi parte, me he unido a un grupo de Facebook que se llama Che Guevara was a murderer, and your T-shirt is not cool; o sea “El Ché Guevara era un asesino, y tu playera no es chilera”.

Publicada en Prensa Libre el sábado 14 de julio de 2007


30
May 07

El crimen de Rosita, una historia sobre la migración

“No pasa una semana sin que, de pura casualidad, me tope con algún inmigrante ilegal aquí en Washington; y eso que la capital no es en modo alguno el área que más indocumentados concentra en los Estados Unidos. Las historias que me cuentan son siempre conmovedoras.

Hace algunas semanas, Rosita, una boliviana cuarentona, me contaba cómo, en el trayecto hacia los Estados Unidos, fue violada en Guatemala y timada en México, antes de atravesar el desierto de este país, donde perdió a un hermano que rehusó pagar al coyote una retribución mayor que la previamente acordada”, así relata Alvaro Vargas Llosa una historia que vale la pena leer.

La comparto con ustedes porque hace poco vi el documental De nadie, acerca del calvario que pasan los migrantes en su camino a los Estados Unidos de América. Y lo que me llamó la atención acerca del documental y de la historia de Rosita no es el maltrato que sufren los migrantes en aquel gran país del norte; sino los vejámenes que “nuestra gente” padece en “nuestros países”.


15
May 07

Mi amiga la oligarca

Mi amiga, la oligarca Marta Yolanda Díaz-Durán, acaba de salir de mi oficina. Vino a protestar porque la había quitado de la foto que tenemos con Alvaro Vargas Llosa; y para que no siga alegando…, pues aquí está la foto.


14
May 07

El regreso del perfecto idiota, comentado

Del cuate peruano, Héctor Ñaupari, he recibido los siguientes comentarios acerca de El regreso del perfecto idiota latinoamericano, obra de Carlos Alberto Montaner, Alvaro Vargas Llosa y Plinio Apuleyo Mendoza.

Se ha publicado El regreso del idiota, de Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa (Random House/Mondadori, México, 2007, 343 páginas) tercera entrega de estos destacados defensores de la libertad, el progreso y bienestar, valores tan esquivos como urgentes en nuestros países, y que causara, como es lógico, ácidos e insultantes comentarios por parte de la divine gauche latinoamericana.

Lo novedoso es que todos estos presurosos pero desacertados “críticos” cometían el grave yerro –como hicimos notar en su oportunidad– de no haber leído el libro, que todavía no había salido a la venta, un rotundo y al mismo tiempo grave caso de deshonestidad intelectual, amparado en el siniestro silencio de sus compañeros de ruta y de otros ingenuos en la academia y la cultura, de un lado a otro del continente.

Como seguramente estos aviesos y poco serios comentarios continuarán, nos apresuramos a recomendar este magnífico libro e insistir en su inmediata lectura. En sus inquietantes páginas, nuestros autores pasan revista a la actualidad de América Latina y, en su análisis, sorteando las zigzagueantes coyunturas de nuestros países, rastrean, en primer término, la genealogía intelectual y política de los “nuevos” izquierdistas de esta parte del continente.

En el libro queda claro que el neosocialismo o “socialismo del siglo XXI” latinoamericano está viviendo un autoengaño: se considera a sí mismo pleno de vitalidad, cuando en realidad se ha fosilizado, exponiendo su oscura decrepitud a la realidad solar e inmisericorde de nuestros tiempos, y dilapidando inexorablemente el poco capital espiritual que todavía le queda. “Nietas de Marx, hijas de Lenin y sobrinas de Freud”, como sostienen los escritores, el último héroe de las izquierdas, Ernesto Che Guevara, lleva muerto más de cuarenta años, y casi nadie conoce su verdadero pensamiento –resumido en esa terrible frase suya: “ser… una fría máquina de matar”– ni sus crueldades y asesinatos a sangre fría, teniéndosele más como un fenómeno chic antes que como un verdugo a mansalva de adolescentes, lo que fue en realidad.

Sin correr la suerte de Guevara, –como puntualiza brillantemente el libro comentado– fuera de las costas de Cuba, el viejo y enfermo Comandante que la tiraniza no inspira los enfebrecidos entusiasmos de hace cuatro décadas, repetidos hasta el hartazgo en proclamas, poemas, odas y canciones de nueva trova. Más bien, queda patente que es, para todas las democracias en el mundo, una gran incomodidad, por sus sostenidas violaciones a todos los derechos humanos, su saudita riqueza, su olímpico desprecio a la libertad de pensamiento, prensa y expresión, y, sobre todo, por llevar el triste título de ser el dictador más antiguo de América Latina.

Del mismo modo, convienen los autores en que muy poco sensato ha de ser tener como adalides a líderes indigenistas, nacionalistas y tropicales bolivarianos –los “izquierdistas carnívoros”– que repiten los mismos clichés de hace cuando menos un siglo y medio; y, peor aún, cuando se sabe que comparten también los mismos apetitos de poder desaforado y supremo. En realidad –como comprueba el libro– en sus discursos y metodologías, nuestra izquierda se ha detenido en el tiempo. Un clarísimo ejemplo de ello es Silvio Rodríguez. Como señala con indudable acierto el destacado crítico literario peruano Gustavo Faverón –a quien nadie puede acusar, por cierto, de neoliberal– “Silvio Rodríguez canta la revolución y es un ejemplo estrepitoso de conservadurismo. Su música es la eterna repetición edulcorada y entristecida de las mismas tres notas; sus letras son tan nuevas como pueda ser nuevo a estas alturas alguien que parece no haber leído en su vida nada más que a Bécquer y al Che Guevara. Ni siquiera su guitarra parece haber sido afinada en los últimos treinta años. Uno tiene la impresión de que afinarla sería un acto demasiado experimental para Rodríguez: es imposible detectar ningún tipo de evolución en sus discos: su primera época y la última son lo mismo”[1].

Es por eso que, acorde con los nuevos tiempos, como destacan Mendoza, Montaner y Vargas Llosa, hay una izquierda renovada en América Latina, la cual ha abordado el tren de la historia, porque ha comprendido la realidad del mercado sin anteojeras ni corsés ideológicos, lo mismo que el respeto a los derechos esenciales de las personas y la democracia, sin perder por ello sus preocupaciones sociales.

Si algo podemos concluir de esta “izquierda vegetariana” –como se la denomina en el libro– es que resulta mejor y más práctico convencerles de la naturaleza bienhechora del mercado, que lograr que algunos liberales tengan en cuenta las evidentes desigualdades que padece nuestra región. No obstante, ése no es el caso de los autores de El regreso del idiota, pues, si una evidencia resalta en el libro, es el reconocimiento de la pobreza y las divergencias sociales de Latinoamérica, y su solución a través de la libertad y el emprendimiento empresarial sin cortapisas, propuestas que, a fuerza de insistir, y reforzadas por el peso de la realidad, vienen siendo acogidas en diversos países.

Asimismo, en el libro se explica al gran público el complejo de Fourier, mal psicológico descrito por un venerable economista austriaco, Ludwig von Mises, el cual aqueja a las izquierdas latinoamericanas y europeas por igual –configurando un rarísimo caso de igualitarismo psiquiátrico, donde el denominador común está representado por un “sueño [que] es… un escape a anhelos reprimidos…”– y que consiste en descargar en el otro –la burguesía, el imperialismo, el neoliberalismo hambreador y genocida– sus amargas frustraciones, bajo la coartada de “reivindicaciones sociales”, en una “providencial transferencia de la culpa”, como destacan los autores. Resolver este mal latinoamericano es una tarea pendiente si se quiere alcanzar realmente el desarrollo para la región, y que las reformas no queden simplemente en modernizaciones cosméticas, tragedia que ha ocurrido en el pasado, también analizada escrupulosamente en El regreso del idiota.

Finalmente, en su último capítulo, este libro quiebra uno de los mitos que más ha vendido la izquierda en ambos lados del Atlántico: el monopolio de la autoridad moral de sus intelectuales. Cuando leemos la conspiración del silencio urdida contra Hayek, y su posterior vindicación; la odisea de Popper, huyendo del totalitarismo nazi, lo mismo que Ayn Rand y su dramático escape del comunismo emergente en su Rusia natal; o, los insultos proferidos contra Carlos Rangel, tenemos la certeza que hay una historia paralela, de heroísmo y compromiso, de sacrificio y virtud, en los intelectuales liberales, que debe ser escrita. Estimo que el homenaje rendido a estos paladines en este libro sea el punto de partida para contarla. Ése es mi deseo y mi esperanza.

[1] Faverón, Gustavo. Dean Reed y los héroes quietos. Revolución conservadora (invitado especial: Silvio Rodríguez). Blog Puente Aéreo, del autor. Mayo, 2007.

En la foto estamos Alvaro Vargas Llosa, y su servidor.