05
Ene 17

Semuc Champey y el Sumidero, tercera etapa del viaje de fin de año

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El Sumidero del río Cahabón

No importa cuántas fotos de Semuc Champey hayas visto, ¡nada le hace justicia a ese portento de la naturaleza!; y yo quedé pasmado cuando llegué al Sumidero y vi cómo el poderoso río Cahabón bajaba entre la selva y las piedras para esconderse bajo la tierra.

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Agarramos camino para Semuc Champey el 28 desde Utopía.  Ya sabes…esos caminos lodosos que a veces parecen hechos para cabras; pero toda la agitación vale la pena.  El paso por los valles verdes y profundos salpicados de ermitas, y las hermosas plantaciones de cardamomo y de cacao principalmente.

Yo digo que uno nunca está preparado para el primer encuentro con las docenas de riachuelos, las pozas, la selva y las alucinantes tonalidades del color yax que exhibe Semuc Champey. Yax es el nombre maya para el azul verdoso, y el verde azulado de la jungla, los ríos, los cenotes y los lagos. Meter los pies en las pozas y sentir las caricias del agua es una experiencia encantadora.  Y como el ojo no se harta, supongo que no hay tiempo suficiente para apreciar e integrar los miles y miles de detalles en ese lugar cautivador.

Pero si las pozas de dejan papo, río arriba -a pocos metros- está el Sumidero.  Este es un fenómeno geológico magnífico que ocurre cuando el río Cahabón sale de la selva, se mete bravo entre las piedras para luego esconderse o sumirse bajo la tierra y desaparecer sobre las pozas, para volver a salir más adelante.  Yo creía que las pozas eran formadas por el Cahabón que perdía velocidad; pero en realidad son alimentadas por docenas de riachuelos.  El Sumidero impresiona mucho por su naturaleza, su fuerza, su estruendo y todo.  Por todo.

Al mirador de Semuc Champey no subimos porque es muy empinado y las piedras estaban muy resbalosas. Fue una buena decisión porque nos permitió relajarnos en las pozas y disfrutar serenamente de la belleza que nos envolvía.

En el sitio me llamó la atención que los caminamientos están en relativamente buen estado.  Cuando vayas lleva traje de baño y unos buenos tenis para mojar (no water shoes).  Hay lockers; pero debes llevar tu propio candado.  Lleva algo para comer y bastante agua.  Hay bastante seguridad y casi, casi no encontramos basura.  La que había es porque nunca falta la gente sucia y descuidada.

A inmediaciones del puente amarillo, justo antes de entrar a Semuc Champey, los niños del área venden chocolate artesanal que es muy sabroso.  Uno está en la tierra del cacao y hay que deleitarse con el sabor de ese alimento sagrado de los mayas.  Compra de niños distintos porque no todos los chocolates son iguales.

¿Qué hay que mejorar? El ingreso.  Algún burócrata aplastado en un escritorio en la capital dispuso que, cuando pagan, a los vistantes hay que darles un recibo con nombre, dirección, preferencias en Netflix y uno, o dos datos más.  ¡Y por lo tanto hay cola para entrar!  No es culpa de la chica que atiende, que por cierto es muy amable y diligente. Cuando le dije que no me diera recibo…para ver qué pasaba, me contestó que tenía que darlo porque era dinero el que estaba recibiendo ella.  Así que llenó mi recibo, con primor, mientras crecía la cola.

De verdad este es un lugar espectacular.


03
Ene 17

El Cahabón y la jungla, segunda etapa del viaje de fin de año

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Salimos de Cobán temprano y agarramos camino en busca de la jungla a través de bosques, montes y valles verdes y profundos, salpicados de ermitas blancas.  ¿Has oído ese cliché que dice que este paisaje, o aquel parece Nacimiento? Pues…si…¡que geografía más impactante!  Llegamos a Lanquín donde nos esperaba el tranporte 4 x 4 en el que atravesaríamos los últimos 10 kilómetros del viaje que son los más agrestes, para luego llegar al hotel.

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Si no tienes un todoterreno, Utopía Eco-Hotel provee transporte de forma conveniente.  Mi consejo, sin embargo, es que pidas un pick-up de doble cabina, el caso es no ir rebotando en la palangana, aunque tengas que pedir más de un vehículo.

Llegamos al hotel que es encantador en medio de la selva y junto al río Cahabón.  Hay alojamientos para todos los presupuestos y nosotros pedimos una cabaña frente al río que es la mejor opción en términos de comodidad y belleza.  Luego del encanto del lugar, lo primero que impresiona es la organización.  También impresiona la puntualidad. Te reciben cordialmente y un miembro del equipo de ayuda a planificar las actividades y a adaptarlas a tus necesidades…siempre tomando en cuenta que estás en la jungla. Estábamos en el día 27 y decidimos descansar.  Para mí fue día de almorzar pizza y ramen (muy sabrosa), para luego emprender una caminata río abajo.  Luego siesta y Yo, Claudio en el balcón con vista al Cahabón.  La cena no merece mención; pero dormimos como tiernos con el sonido del río y los sonidos de la selva envolviéndonos y arrullándonos….y al día sigueinte nos esperaba Semuc Champey.

Utopía tiene un ambiente internacional y relajado. Igual conversamos con una familia de Chicago, como cenamos acompañados por dos primas francesas, y por un trío de chicas de Marruecos, Francia y Sudáfrica. El inglés y el español son las lenguas francas.

En el área del hotel hay papayales con hasta 60 papayas cada uno; hay árboles de cacao hermosos y se ofrece un tour del chocolate en el que la gente elabora sus propios chocolates.  Una de las mesas está decorada con hierbas aromáticas como apazote y albahaca, y un pequeño arbol de aguacates.  Desde el área común se aprecian una ceiba majestuosa, variedad de pájaros de muchos colores, la selva y el río.  Siempre el río.

No hay buen Wifi y es mejor así.  ¿Por qué fregados querrías estar en un lugar encantador, si vas a estar pegado a la pantalla? En la parte alta del hotel hay conexión si de verdad necesitas comunicarte; pero hay que subir y caminar.  La falta de Wifi, además, invita a conversaciones con gente aventurera, que ha viajado mucho y tiene experiencias de vida más que interesantes.

Utopía fue nuestra base para las actividades.  Con personal muy eficiente, amable, con sentido del humor, puntual y confiable; y ducha caliente y cama razonable (yo siempre viajo con mi almohada y nunca me arrepiento).  Como no soy vegetariano, su lado flaco es el menú de esa naturaleza. Empero, los desayunos son bien sabrosos, ya mencioné el ramen y la pizza que son ricos, y una noche cenamos un pad thai sabrosón.

El 30 volvimos a Cobán, muy contentos de haber ido a Utopía…y gracias a mi cuata Karen, por la recomendación.


02
Ene 17

Cobán, la primera etapa del viaje de fin de año

gobernacion-coban

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Rumbo a las pozas de Semuc Champey y las cuevas de Lanquín, lo sensato es detenerse an Cobán para pasar la noche.  Eso hicimos el 26 de diciembre.

Cuando yo era orquideólogo (una época que recuerdo con mucho cariño), tres veces fuimos en grupo a la exhibición de orquiídeas de allá con los cuates de la Asociación Guatemalteca de Orquideología.  Pasábamos unos días en Cobán, los cuales aprovechábamos para enmontarnos y pasear por los bosques en busca de especímenes raros.  Nos alojábamos en La posada y nos divertíamos como micos.

Yo tenía muy buenos recuerdos de la Ciudad imperial  de Carlos V y de La posada, y no fueron defraudados. La posada está en proceso de renovación; y sus propietarios conservaron el carácter propio de ese lugar encantador.  La arquitectura, el jardín, los muebles y la cordialidad de las personas que trabajan en ese lugar casi, casi te hacen viajar en el tiempo. Los desayunos siguen siendo muy sabrosos; y el café es digno de la región.

Para almorzar, de ida hacia Semuc Champey, en Cobán, elegimos Casa D´Acuña por recomendación del cuate Edgar.  ¡Que buena recomendación!  Yo diría que comí la mejor pizza Margarita que he probado y también unos deliciosos camarones asados en salsa de chile de Cobán.  El lugar, además, tiene una exhibición permanente de orquídeas nacionales y extranjeras.  La atención es muy buena.  El café está a  la altura.

Esa noche no salimos a cenar porque llevábamos los tradicionales sandwichs caseros con ensalada del pavo de la Nochebuena.

¿Sabes qué otra cosa me impresionó? Cobán es una ciudad muy limpia, lo que no es el caso de otras poblaciones en Guatemala.  Es una ciudad vibrante, con arquitectura propia y elegante…con excepción del Júpiter 2 en el Parque Central.  Llamo así al quiosco (seguramente setentero) que es tan feo que tiene gracia.   En fin, si hay basura en las calles es porque la gente es sucia y descuidada; pero es evidente que hay un esfuerzo deliberado de las autoridades por mantener limpia la población.

Al día siguiente agarramos camino para Lanquín donde nos esperaría el transporte hacia la jungla y hacia nuestro destino: Utopía Eco-Hotel.  El camino es embellecido por montones de Epidendrum ciliare, unas orquídeas rojas muy chulas; y lo malo es que una vez entramos a la parte de terracería nos encontramos con dos parejas  de esos extorsionistas que dicen estar reparando el camino y te cruzan un lazo para que no pases.

A Cobán volvimos el 30 cuando retornábamos a Guatemala.  ¡Por supuesto que nos volvimos a quedar en La posada! y regresamos a cenar a D´Acuña.  PIzza y lomito asado fue la elección de esa noche  (la parrilla de D´Acuña tiene buena reputación y bien merecida).  La joya culinaria de ese día, sin embargo la descubrimos en el almuerzo en XKape Kob´an.  Allí compramos el copal mágico que yo tenía mucha ilusión de traer y vimos que estaban preparando caldo de gallina.  Decidimos a comer allí y fue una decisión estupenda.  El caldo estaba delicioso y nos fue servido con arroz y un guiso regional llamado Tiú; que me dejó encantado.  Ya en confianza comimos tamalitos lanquineros de orejas de marrano que estaban de chuparse los dedos.  Todo acompañado por horchata caliente de amaranto, muy reconfortante, y un refresco riquísimo de naranjillas, frutas que yo no conocía.

De regreso también pasamos por el mercado de Tactic, un pequeño paseo muy agradable.

Me traje recuerdos gratísimos de Cobán.