05
Ene 15

No,no, Knox

Philander_C_Know-H&E

Había un tiempo en el que los guatemaltecos tenían dignidad.  En 1912 el secretario de estado de los Estados Unidos, Philander C. Knox se dejó caer por Guatemala para hacer lo que hacen los procónsules cuando visitan las áreas que tienen a su cargo: Para que se hiciera la voluntad de La metrópoli.

La Historia cuenta que el gobierno de Manuel Estrada Cabrera le complicó el viaje y Knox tuvo que acortar su visita de tres días y llevar a cabo una visita indiferente y superficial.  El enviado desembarcó en el Puerdo de San José el 14 de enero de aquel año y viajó en un tren especial a la ciudad de Guatemala.  Caminó por calles rodeadas de soldados, calles cubiertas de hojas de pino y aserrín de colores con arcos de bienvenida. Estuvo tres días muy festivos preparados por Estrada Cabrera.  Hubo demostraciones militares, banquetes, baile y visitas a instituciones de caridad.  El Secretario recibió un grado honorífico de la Universidad de San Carlos y asistió a una fiesta escolar en el templo de Minerva.  Knox fracasó en su misión, esto lo puedes leer en La época de Estrada Cabrera a través de testimonios inéditos orales, por Mauricio Pinto.

Knox fue hospedado en el Palacio Yurrita, la casa que ahora ocupa el Tribunal Supremo Electoral.  Según un nieto del general Francisco Mollinedo que era muy cercano a Estrada Cabrera, su abuelo le contó que la estrategia del Presidente era la de marearle la perdiz al Secretario de estado y hacer que fracasara su misión; y por eso lo tuvo de fiesta en fiesta.  En aquellos tiempos había dignidad.

Ernesto Viteri, en la tésis de Pinto, dice: don Manuel estaba bien con los Estados Unidos; pero no era un vendepatrias, eso sí hay que reconocerlo, no era un individuo incondicional de los Estados Unidos, tenía suficiente personalidad.  En aquellos días había dignidad.  Miguel Angel Asturias recordaba que los alumnos de su colegio, el Instituto Nacional Central para Varones se negaron a desfilar delante del visitante en el templo de Minerva, se presentaron sin uniformes y en el momento oportuno gritaron No, no Knox; No, no, Knox.

En aquellos tiempos había dignidad.

¿A qué viene esto? En diciembre pasado, el Gobierno de los Estados Unidos anunció  que su apoyo a Guatemala está condicionado a que se se haga su voluntad en cuanto a seguridad ciudadana en este país y que se haga su voluntad en asuntos judiciales y políticos propios de los Guatemaltecos, específicamente en el caso del juicio contra el expresidente Efraín Ríos Montt.  Para el record, a Ríos Montt posiblemente hay que juzgarlo por otras cosas; pero no por genocidio, delito cuya tipificación no corresponde a lo que los grupos interesados quieren que corresponda.

De cualquier manera, tanto la administración de Barack Hussein Obama, como cualquier otro gobierno extranjero que pretenda imponer sus criterios en asuntos propios de los chapines, no encontrarán ahora quien les cante su No, no Knox; ni quien le de su entretenete camote como en tiempos de don Manuel.  Ahora queda poca dignidad, y abunda el serivilismo.  ¡Hasta la intervención directa de una embajada, o dos, o tres, es bienvenida, si sirve a los intereses del establishment y de la nefasta oligarquía de los derechos humanos.

Y en última instancia si te interesa el tema de cómo es que la ayuda para el desarrollo y la ayuda exterior son lastre para los países como Guatemala, seguramente te interesan estos libros:

The Lords of Poverty, por Graham Hancock

El espejismo humanitario, por Jordi Raich

ONU historia de la corrupción, por Eric Frattini

The Impoverishing Effects of Foreign Aid, por Manuel F.  Ayau

Este no hay modo que lo lea; pero me lo han recomendado mucho: Blanco bueno necesita negro pobre, por Gustau Nerín.

¡Quédense con su ayuda…y dejen de actuar como imperio!

Foto: Philander C Knox-H&E por Harris & Ewing.  De dominio público via Wikimedia Commons.


09
Mar 14

El Tribunal Supremo Electoral, la democracia y la política

El jueves pasado a los diputados volvieron a mostrar el cobre en el contexto de la elección de magistrados para el Tribunal Supremo Electoral.  Las noticias reportaron que se cayeron los acuerdos entre al partido oficialista y sus aliados.  La llamada sociedad civil y la cúpula empresarial (¿Por qué es que la cúpula empresarial no es parte de la sociedad civil?) se incomodaron y los trapos sucios de tirios y troyanos fueron exhibidos para quien aguantara verlos.

Que hubo negociaciones bajo la mesa, que hay connivencia entre el partido oficial y el grupo opositor más notorio, que las cosas las negocian las dirigencias, que hubo manipulación, que los diputados cayeron en comportamientos tradicionales, que hubo opacidad y discrecionalidad, y que no hubo criterios objetivos, tu ya te sabes la letanía.

Ahora bien, si los diputados cayeron en comportamientos tradicionales…como parece ser que fue, ¿por qué nos sorprende? Pero, peor aún, ¿por qué les parece malo y extraño a los fanáticos de la democracia?

La democracia es el gobierno de la mayoría y por eso les gusta tanto a los demócratas extremos. ¿Te das cuenta de que si el valor de la democracia es -precisamente- que es la voluntad de la mayoría- los diputados son una expresión política y casi indiscutible de aquella voluntad mayoritaria?  Tal vez las actuaciones de los diputados no se ajusten a las expectativas de los grupos de interés (como la sociedad civil); pero lo cierto es que los diputados tienen un mandato democrático conseguido en elecciones razonablemente democráticas.  O…¿habrá un grupo significativo de diputados que no llegó a sus curúles por medio de elecciones democráticas en los que la mayoría de los votantes les dio un mandato?

Tenemos un problema, ¿o no? Yo digo que tenemos varios.

En aquel estado de cosas, el argumento de que procesos como la elección de magistrados para el máximo organismo electoral no sean políticos me parece una ilusión ingenua.  El acto de decidir quiénes van a ser los árbitros en el proceso de repartición democrática del poder es un acto político.  ¡Porque tiene que ver con la repartición del poder!  Claro que el que sea político no quiere decir que sea politizado, ¿me entiendes? Para el futuro de la república es muy peligroso que el Tribunal Supremo Electoral sea politizado. Pero…ya sabemos que en este tipo de procesos los diputados caen en comportamientos tradicionales. ¿Por qué iba a ser diferente ahora? Quizás porque ha sido diferente en otras ocasiones.  Los primeros Tribunales Supremos Electorales eran ejemplares. ¿Por qué es que ahora tenemos la percepción de que no?  ¿Cuáles fueron los incentivos para que las cosas fueran distintas?

Los diputados que la gente elige democráticamente son lo que da la melcocha.  Son lo que hay.  Elegir diputados democráticamente (en vez de hacerlo a dedo, por ejemplo) es una práctica sana.  Pero…¿cómo podemos conseguir mejores diputados? ¿Depende de la oferta, o depende de los electores? ¿O de ambos? ¿Cómo hacemos para conseguir diputados que no caigan en comportamientos tradicionales (que además son predecibles).  El carácter democrático, ¿es suficiente para legitimar un mandato? Yo digo que no y que la democracia no sólo debe tener límites, sino estándares. Y digo que no se le puede pedir a la democracia algo que no puede dar.

Acabo de leer, en Twitter, la frase siguiente:  La adicción al hiperestado se sustenta sobre la (vana) esperanza de un estado mejor y sobre el miedo a alternativas que socaven el “statu quo”.  Debido a las ideas prevalecientes en nuestra sociedad, el hiperestado y la democracia están íntimamente relacionados; y que -en este caso- lo que se dice del hiperestado se aplica a la democracia.  la gente cree, en vano, que podemos tener una democracia mejor (al hacer la más democrática), y la gente le tiene miedo a explorar opciones que alteren el establishment.  ¿Por qué, entonces, nos extraña que en un proceso político y democrático los diputados caigan en comportamientos tradicionales y haya negociaciones bajo la mesa, oscuridad, arbitrariedad e incumplimiento de pactos así como búsqueda de posiciones de poder e influencia.

Hay filosofías sociales que enseñan que en las sociedades humanas las relaciones más importantes son las de poder, cuando no las de dominación.  ¿Qué tal si las abandonamos aunque hagan berrinches el statu quo y el establishment? ¿Qué tal si evitamos la politización de procesos como la elección de magistrado s para el TSE?


19
Jun 13

Filgua, Phillip Rearden y el dinero de otros

Aquí va la historia: El patrocinio de Montana es el primero que recibimos. Es mínimo: Q100 mil para un evento que cuesta Q2 millones, dijo la Presidenta de la Gremial de Editores, organizadora de la Feria Internacional del Libro de Guatemala. El comentario se refiere a que algunos cuestionan la aceptación de este apoyo financiero de parte de este tipo de empresas cuya presencia en el país no es bien vista por todos.

Para los que no están en autos, Montana es una empresa minera…y tu ya sabes cómo reacciona el establishment cultural frente a las mineras.

La editora explica que lo que se cubre con este aporte es el 5% del presupuesto y agrega que se dio sin condicionamiento alguno. Nos lo dieron sin que tuviéramos que hacer mención de la minera, ni nos dijeron, por ejemplo, que no fuera a haber un foro donde se hablara contra la minería.   La Presidenta se quejó que la gremial que preside no recibe el apoyo que debería para la realización de esta feria; y añadió que en los 10 años de Filgua solo hemos contado con otro patrocinador privado, un particular que brindó Q5 mil. La actividad recibe un aporte de Q300 mil del dinero de los tributarios expoliado por el Ministerio de Cultura, que aún no les había sido entregado.

Los comentarios me hicieron pensar en cómo es que el establishment cultural no tiene empacho moral alguno para beneficiarse de dinero ajeno tomado por la fuerza (como es el de los tributarios que reparte el Ministerio de Cultura); y en cambio le da picazón recibir fondos voluntarios y pacíficos donados por una industria que crea riqueza y empleos.

¿Sabes qué me recordó? Me recordó a Phillip Rearden en esta escena de Atlas Shrugged, part I:


31
May 12

La Guatemala que no existe

La invisibilización de todo aquello que cuestiona el sistema, político, económico, social y cultural en nuestro país es una práctica cuyo telón de fondo es colocar en el imaginario nacional una Guatemala que no existe, o aquella que existe en el imaginario de unos grupos cuya hegemonía después de la conquista y la colonización la ejercen desde el Estado y desde todo el aparato ideológico dispuesto en favor de construir esas realidades falsas que han permeado la vida, el pensamiento, y el ser social, político y cultural de guatemaltecos y guatemaltecas.  Eso escribió la columnista, empresaria y Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú; y estoy de acuerdo.

¿Quiénes tienen visibilidad en Guatemala?  Las multitudes que bloquean carreteras y calles.  Los políticos y funcionarios venales que toman el dinero de los tributarios y lo gastan en medicinas, fertilizantes, puentes, y otros bienes y servicios sobrevaluados y de dudosa calidad.  Los exguerrilleros que integran comisiones para reformar la Constitución con quién sabe qué intensiones, comisiones para perpetuar la conflictividad en temas de desarrollo como el de la construcción de hidroeléctricas.  Los grupos de presión que exigen más y más dinero de los tributarios para satisfacer sus demandas.  Los grupos que exigen privilegios.  La oligarquía de los derechos humanos, la de los impuestos y la del miedo-ambiente, entre otras.   La dirigencia popular que perdería su razón de ser si los pobres ya no fueran pobres.  Este es el  sistema, político, económico, social y cultural incuestionable que acapara escenario y hace invisible cualquier intento por cambiar las cosas.  Este es el establishment cuya hegemonía es políticamente incorrecto cuestionar.

¿Y cuál es la Guatemala invisibilizada?  La que pide igualdad de todos ante la ley; esa no consigue primeras planas, ni reportajes extensos en la tele.  La que pide respeto a la vida, la libertad y la propiedad de todos; a esa ni una gacetilla.  La que pide acabar con los privilegios; a esa se la oye, como oír llover.  La que pide leyes generales, en vez de legislación específica y particular; a esa solo se la sienta a la mesa para legitimar las pretensiones de las oligarquías citadas arriba.  La Guatemala que no existe es la que pide una oportunidad para crear más riqueza.

 


20
Jun 11

Burgos, la democracia y la arrogancia

Hoy, Amilcar Burgos, exdirigente democrata cristiano, nos ofrece una fotografía política para el recuerdo; una que no hay que dejar pasar inadvertida.

Nos cuenta, por ejemplo, que no queríamos que los ideólogos y la gente pensante quedara fuera del Congreso, aunque no fuera necesariamente popular; y que por eso es que las listas nacionales de candidatos a diputados estaban vinculadas a los votos que los partidos recibieran en la elección presidencial.

Es fascinante esta declaración de Burgos; porque el ingeniero quería un proceso que produjese un producto que era voluntad política libremente expresada por los ciudadanos; pero al mismo tiempo quería imponer diputados aunque no fueran necesariamente populares.  Y si los de las listas nacionales impuestos fueron los pensantes, como les llama Burgos,  ¿quiénes fueron los de las otras listas? ¿Los no pensantes? ¿Los populares y no los elitistas?  A la gente, ¿le dieron a elegir sólo entre los no pensantes? ¿Por qué?

Mi hipótesis es que aquel diseño responde a una mentalidad ingenieril propia del socialismo en cualquiera de sus ramas socialdemócrata, socialcristiana, nacionalsocialista o socialista científica.  Lenin, por ejemplo, al darse cuenta de que el proletariado no se depauparizaba en Inglaterra, y que por lo tanto no encabezaría revolución alguna, inventó el concepto de Vanguardia, que eran los ideólogos y la gente pensante que, con la conciencia de clase de la que carecían los obreros ingleses, sí encabezarían la revolución.  La idea de Burgos y de su equipo tiene pedigree.

Burgos se contradice cuando dice que querían darles reglas a los partidos para que fueran democráticos; pero desconfía del buen juicio de los ciudadanos cuando dice que debería haber una elite que no estuviera sujeta a ser popular.

Talvez por eso es que a Burgos no le gusta que actualmente haya un sistema de mercado.  En el mercado, los consumidores son los que eligen.  Uno va y elige qué cereal quiere comprar, de acuerdo con la información que tiene.  ¿Habrá quienes, en el supusto de que la gente elegirá mal, porque es ignorante, prefieren un proceso en el que ellos, ¡la élite pensante! le digan a la gente qué es lo que deben elegir?  ¿Es eso, democrático?

¿Y qué tal si hay a quienes les molesta que el sistema sea de mercado en el sentido de que dependa de tener dinero, o no?  Las cosas han tomado un giro.  Si antes los candidatos tenían que ir a donde las élites económicas a pedir recursos, ahora ya hay quienes tienen billeteras más grandes que las de los ricos de siempre.  Ahí están los narcos que tienen billeteras que parecen barriles sin fondos; no porque les reboten los cheques, sino porque parecen infinitas.

Por otro lado, con la experiencia de Sandra Evita Torres, debería a empezar a estar claro que el dinero no lo es todo para posicionar a un mal candidato, o para eludir el voto de castigo.  Sandra Evita lleva cuatro años de campaña, gastándose el dinero de los tributarios y no hay cantidad de millones de quetzales que la acerquen al canditato que encabeza las encuestas.

De vuelta a la entrevista con Burgos, la suya parece una confesión de cómo es que, en realidad, muchos políticos que se dicen democráticos no creen en la democracia.  Y de que en realidad, lo que hacen es diseñar sistemas que garanticen que el establishment permanezca en el poder.  En realidad, desprecian y desconfían de las decisiones democráticas hechas por electores, que, a su juicio no saben que deberían elegir élites pensantes, y sólo votan por candidatos populares.  Y habiendo dicho lo que dijo, con tejado de vidrio, Burgos tira la primera piedra contra el Ejército, acusándolo de no ser democrático.

!Que huevos!, dijo Cándido, al sorber su café con leche.


17
Jun 10

¿Por qué me dan rabia los fabricantes de miseria?

El hijo de un mi compadre, en Sololá, necesita urgentemente algo que se llama acido valproico en ampollas, porque eso le recetaron los médicos de allá. Pero el tal medicamento no lo encuentra su familia allá, ni siquiera en un hospital privado y menos en el hospital estatal…y tampoco lo venden aquí en las farmacias a las que he llamado aquí en Guatemala. Me dicen, en las farmacias, que en ampollas sólo se lo venden a hospitales y que al público sólo lo venden en pastillas. Pero el paciente está inconsciente y no puede tragar. Y la familia está muy angustiada.

¿Por qué chingados es que esos médicos le recetan cosas que no hay, o no se pueden comprar, a gente muy sencilla que tiene dificultades para conseguirlas? ¿Por qué no hay?

Afortunadamente, un amigo médico que tiene un corazonote consiguió el medicamento y mañana estará en manos del paciente que lo necesita. ¿Qué pasa cuando la gente no cuenta con la ayuda generosa que recibió este paciente? ¡Que desesperación debe sentir una familia frente a una situación como aquella! Por cosas como esta es que me dan tanta rabia los fabricantes de miseria. Por cosas como esta es que me dan tanta rabia los que defienden al establishment y lo perpetúan.


11
Mar 10

Tres críticas contra ProReforma

Me llamaron la atención tres críticas al proyecto de reforma constitucional, ProReforma, que me gustaría comentar. Son de Hugo Us, Samuel Pérez, y Martín Rodríguez.

Hugo Us asegura que el proyecto se contradice porque los que apoyan ProReforma         despotrican contra la democracia porque argumentan que este sistema no ha funcionado… y puede fomentar la tiranía de la mayoría …; y luego, en su desesperación, piden que la iniciativa sea sometida, sin más trámite, a consulta popular o que bastan las 5,000 firmas que lo avalan para que eso sea así.

 
Lo primero que llama la atención es que Us cita a defensores del proyecto; pero no tiene la bonhomía de mencionarlos. Usted dirá que eso es una sutileza, pero yo creo que es como tirar la piedra, y esconder la mano.
 
Luego, ¿ya se dió cuena Us de que lo de las 5,000 firmas en realidad son 70,000? Digo, porque si bien es cierto que él y otros como él tratan de desacreditar intelectualmente a los firmantes, acusándolos de sólo responder a la propaganda, lo cierto es que fueron 70,000 y aunque algunos de ellos no sepan leer, ni tengan los grados académicos que tiene Us, yo no me atrevería a ningunearlos así nomás. ¿Cuál es el propósito de pintarse como paladín de la democracia y luego desconfiar de la gente?
 
Adicionalmente, lo de las firmas no es algo desesperado de última hora. Es parte fundamental del plan, ¡desde el mero principio!; y es en respuesta a una novedad constitucional que debería empoderar a los ciudadanos. Es cierto que se usa publicidad para promover ProReforma; pero ¿no es eso normal en cualquier proceso de persuasión pública? Además, ¿me va a decir, el lector que apoyó ProReforma, que usted necesitaba de una valla para entender que el sistema está podrido y que hay que reformarlo? ¿Me va a decir, el lector, que necesitaba de vallas para comprender que los principios de ProReforma son mejores que los principios prevalecientes, o que los que no sostienen las reformas inexistentes que nunca proponen algunos críticos de ProReforma?
 
Yo entiendo las quejas contra la democracia qua sistema de gobierno en el que se hace lo que la mayoría quiere; empero, ¿quién en sus cinco sentidos despotricaría de la democracia como un medio pacífico para tomar decisiones y elegir autoridades, o como herramienta para garantizar la libertad, o como instrumento para la formación cívica? Es más, los proponentes de ProReforma son tan, tan, tan, tan democráticos que piden que el proyecto sea sometido a una consulta popular. ¿Que puede ser más democrático que eso? ¡Que la gente diga si sí, o si no! Esto es, opuesto a que lo decida un grupo de élite política, que es lo que está ocurriendo ahora, precisamente, gracias a gente como Us; porque, como escribió Ludwig von Mises, la democracia garantiza un gobierno acorde con los deseos de la mayoría; lo que, en cambio no puede impedir es que la propia mayoría sea víctima de ideas erróneas y que, consecuentemente, adopte medidas equivocadas.
 
Por eso es que la discusión de ProReforma es muy importante. Forma parte de aquel proceso de formación cívica al que me referí arriba. Ya sabemos que la Constitución facilita que los ciudadanos propongan reformas a la Carta Magna; pero ya sabemos, también, que el establishment hará todo lo posible porque eso no se haga realidad. ProReforma reta las ideas prevalecientes y las pone a discusión. ¿Por qué no apoyar un artículo constitucional que prohiba expresamente los privilegios? ¿Por qué no romper paradigmas y establecer un sistema legislativo que separe al cuerpo que hace leyes como normas generales y abstractas, del cuerpo legislativo que hace reglamentos y normativas específicas y concretas? ¿Por qué?
 
Esto me lleva a la segunda crítica que vale la pena comentar. Esta es la de Samuel Pérez en la que reconoce que los sistemas bicamerales en otros países tienen problemas de corrupción y de privilegios; pero hace parecer como si el sistema de ProReforma fuera igual a otros sistemas bicamerales en los que hay una Cámara Alta y una Cámara Baja, y en los que una y otra se fiscalizan y balancean mutuamente. Si Pérez leyera ProReforma, descubriría que esta no es la relación que hay entre el Senado y la Cámara de Diputados. Entonces, ¿por qué? ¿Por qué si confundir deliberadamente lo que no puede ser comparado porque es de naturaleza distinta? ¿Por qué no hacer la diferencia que hace ProReforma?
 
Pérez se pregunta que cómo es que se va a garantizar que los senadores sean representantes de los diferentes departamentos de Guatemala, como los senadores gringos son representantes de sus estados. ¡Como si eso fuera importante! En los EUA se supone que los senadores iban a defender los intereses de sus estados, frente a la Federación; lo cual, aquí, no tendría sentido alguno porque aquí no hay estados. ¡Guatemala es un sólo estado! Yo no puedo creer que estos detalles se le escapen a alguien como Pérez. Los senadores chapines no representarían a departamentos, sino a los electores. Yo estoy seguro de que si la gente que va a cumplir 50 años de edad en Quetzaltenango, en Alta Verapaz, en Escuintla o en Zacapa, para poner unos ejemplos, va a tener la oportunidad de elegir senadores una sóla vez en su vida, seguramente van a aprovechar la ocasión y van a tratar de elegir senadores. ¿Por qué no? Los distritos electorales, sólo servirían para propósitos administrativos, pero los senadores representarían a sus electores, no a esas abstracciones que son los distritos. Yo no puedo creer que cosas así se le escapen a Pérez.
 
El columnista tiene razón, eso sí, cuando dice que los cambios no implican mejoras. Ningún sistema puede ofrecer tal garantía; pero, como escribió el buen Mises si la mayoría de la nación sostiene ideas equivocadas y prefiere candidatos indignos; y yo añado que si también prefiere conservar el sistema que no está funcionando, no hay más solución que hacer lo posible por cambiar su mentalidad, exponiendo principios más razonables. Y para eso es ProReforma, para tratar de persuadir a la mayoría de la nación de que hay mejores principios que aquellos sobre los cuales está el sistema que nos tiene acorralados en la inseguridad y en la miseria. ¿Por qué no probamos otros principios? ProReforma existe porque unos preferimos buscar las mejoras mediante la persuasión, en contraste, por ejemplo, con aquellos que las buscan mediante la coerción.
 
La última crítica que voy a comentar hoy es la de Martín Rodríguez. Martín está tranquilo porque ProReforma podría quedar para después; y, en consecuencia, el sistema actual continuará incólume. El establishment está a salvo frente a la supuestamente excluyente propuesta de que ProReforma sea sometido a la consideración de ¡todos! los ciudadanos. Sinceramente, a mí la lógica de Martín siempre me deja confundido. El politólogo, Martín, invita a los proponentes de ProReforma a que organicemos un partido político; ¡como si esa fuera la única forma admisible para participar cívicamente en la persecusión de un mejor país! La política partidista es una buena forma de hacerlo; pero hay que ser algo miope como para creer que sea la única.
 
El mismísimo periodismo de opinión, actividad en la que él se luce cada vez que puede, es una forma de influir en las ideas prevalecientes; y es, conforme a esas ideas prevalecientes, que responden los políticos. Por eso es que las ideas de Us, Pérez y Rodríguez merecen ser comentadas. Es gracias a ellas que prevalece el establishment.

24
Ago 09

¿Por qué hay alguna hostilidad contra ProReforma?

Desde hace varias semanas, casi no hay día en el que no haya un artículo de opinión que comente ProReforma; lo cual es buenísimo. Los temas que aborda el proyecto llaman a mucha reflexión de modo que su cuestionamiento y su discusión son muy valiosos. Empero, hay comentarios que no pasan de ser simplemente ataques, y estos generalmente vienen de parte de grupos de interés. Y lamentablemente muchos de esos ataques son por lo que los atacantes dicen que es ProReforma, y no por lo que es el pryecto. Los indigenistas lo atacan porque no se ocupa de sus intereses; los ecologistas hacen tres cuartos de lo mismo; algunos militares creen que es la semilla del anarquismo, la intelligentsia se incomoda porque el proyecto demanda integridad, porque no se parece a nada conocido, o porque no ha sido diseñado por ellos; la plutocracia criolla trata de hacer como si no existiera y más de un cura se ha expresado del proyecto, como si hubiera sido hecho por inspiración de Satanás. Los exguerrilleros lo atacan con rabia. Y, sin embargo, más de 70,000 personas prestaron sus firmas para respaldar el proyecto, y el día que fui con un equipo a buscar firmas a la población de Comalapa, la gente hacía fila para apoyar con su rúbrica.

Cuando noté esta peculiar alianza de los más dispares compañeros de cama, pensé que el mapa chapín de relaciones sociopolíticas estaba cambiando. Era evidente que si la plutocracia, los militares y la iglesia estaban del mismo lado que la exguerrilla, el viejo paradigma de izquierda y derecha (así con brocha gorda) era inadecuado para explicar las nuevas redes y las nuevas alineaciones. Pero ni siquiera un pincel más fino, como el de izquierda/colectivismo y derecha/individualismo resultó suficiente para los nuevos trazos que requería el nuevo mapa.

Se me ocurrió, entonces, que hay un establishment que ve en ProReforma una amenaza para sus intereses, para el estado patrimonial en el que operan, para su visión del mundo y para su lugar en el mundo. Pensé que si había personas que habían pasado todas sus vidas aprendiendo a vivir y a controlar el sistema -y que incluso habían estado dispuestas a matar y a dejarse matar-; ciertamente que esas personas verían a ProReforma como una amenaza para el statu quo y para su posición hegemónica, para sus privilegios, o para su modus vivendi. Seguramente que esas personas sentirían que, cuando al fin se sabían todas las respuestas, les íbamos a cambiar las preguntas.

…Y descubrí el agua azucarada.

En 1998, y en un libro que se llama The future and its enemies, Virginia Postrel explicó que las viejas etiquetas ya no funcionan e identificó a dos grandes grupos. Los devotos de la stasis o sea los que no quieren cambios y prefieren sociedades controladas y uniformes que sólo cambian con el permiso de alguna autoridad centralizada; y los dynamists que prefieren sociedades con fines abiertos en los que la creatividad y el emprenderurismo operan sobre reglas impredecibles y generan el progreso de forma impredecible.

Sólo en aquella stasis es posible la colaboración cómoda de plutócratas que creen que el país debería ser gobernado como se administra una empresa; militares que creen que el país debería ir hacia un solo objetivo común, como si fuera un ejército; exguerrilleros que creen que el país debería marchar por el camino que trazaron Marx, Lenin, o Mao; indigenistas que creen que su cosmovisión es superior a cualquiera otra; y de tecnócratas e intelectuales que creen que deberíamos tener un interés nacional multi e interclasista en el que tengamos tareas específicas a desempeñar como parte de un plan con fases que nos incorpore a todos.

Los dynamists, en cambio no están unidos por una agenda política común, sino por el entendimiento de que la sociedad es un orden complejo de procesos evolutivos tales como la investigación científica, la competencia en el mercado, el desarrollo artístico, y los inventos tecnológicos.

El libro de Postrel lo conocí gracias a mi amigo Bert, que un día de estos tuvo la paciencia de escuchar mi hipótesis acerca delestablishment. Como es buena onda no me dijo que lo que yo había descubierto, ya había sido descrito en The future and its enemies; pero en la medida en que me comentaba lo que había escrito la autora; y en la medida en la que avanzo en la lectura de la obra, en esas medidas mucho se ha aclarado. ¡Este era el pincel fino que nos hacía falta para no chorrear el análisis de lo que está ocurriendo en la sociedad chapina! Los que le tienen miedo al futuro y al cambio, están enfrentados con los que sabemos que todo cambia, y que podernos ser parte del cambio. Están enfrentados con los que en vez de aferrarnos a lo conocido, no tememos explorar lo ignoto. Están enfrentados con los que ya nos dimos cuenta de que si seguimos haciendo lo de siempre, fracasaremos como siempre.

Los stasists tienen miedo y por eso han reaccionado como lo han hecho frente a ProReforma.


22
Ago 09

El gato en las postuladoras debe ser impugnado

El acta de las reuniones recogerá en forma íntegra las votaciones y los integrantes de la comisión deberán procurar todos los medios para cumplir su objetivo de la forma más transparente posible; así dice la Ley de Comisiones de Postulación. Leo mi amansaburros y me entero de que íntegro quiere decir no sólo que tiene todas sus partes y como todos los medios no quiere decir algunos medios, no encuentro justificación alguna para que los miembros de las comisiones postuladoras violen la ley y dispongan que no cumplirán con el requerimiento de transparencia que hace el artículo citado.

La decisión de votar en secreto debe ser impugnada porque es violatoria de la ley: impide que las actas recojan en forma integra las votaciones, ya que algunas partes de las partes -la de quién votó por quién y la de la la responabilidad personal- no pueden ser recogidas; y porque, si bien es cierto que la impugnación podria retrasar el proceso, también lo es que si no se va a cumplir con la ley, entonces, ¿para qué fregados está la ley? Es absurdo que haya leyes y que aquellos a quienes se les aplica -¡sobre todo si están ejerciendo una función pública importante!- pueden decidir que no van a cumplir con ella para no tener que ser accountable. La decisión de los postuladores debe ser impugnada para dar el ejemplo de que no porque haya prisa, ni porque algo sea políticamente conveniente, se va a pasar por alto con el cumplimiento de la ley. Si la decisión no es impugnada, el mensaje para los actores políticos será el de siempre: No se preocupen, pueden incumplir con la ley a su antojo, siempre y cuando hagan las cosas tan a útima hora que lo urgente termine teniendo prioridad sobre lo importante.
Valga la analogía, el bien jurídico tutelado por el artículo 9 es la transparencia en las decisiones de los postuladores. Y, ¿qué transparencia va a haber si los postuladores ocultan por quién votaron? ¿Cómo será posible que el acta recoja todas las partes de las votaciones, si es imposible recoger por quién votaron los postuladores?
No es cierto que la secretividad contribuya a la libertad de los postuladores. Como saben hasta las piedras, la libertad y la responsabilidad son dos caras de la misma moneda; y siendo que la intención de esta ley es que hombres probos, honrados y rectos elijan de forma transparente a los candidatos para magistrados, es fundamental que los postuladores sean responsables y accountable por sus decisiones. Dicho en otras palabras, la gracia es que se sepa por quién votaron porque por sus frutos los conocereis. ¿Cómo van a ser responsables y a entregar cuentas, si nadie sabe qué hicieron en realidad?
Es impropio comparar la secretividad propia de las votaciones en los comicios generales con la secretividad sucia de las votaciones en las comisiones de postulación.
La primera secretividad es en el contexto del ejercicio de un derecho cívico en el cual el elector asume libremente y ante sí la responsabilidad de elegir autoridades; y su responsabilidad y accountability es con su conciencia de ciudadano. La secretividad en ese contexto significa que nadie debe obligar a otros a revelar su voto y que nadie está obligado a revelarlo; pero, incluso, no quiere decir que uno no pueda revelarlo.
La segunda secretividad es en el contexto de una obligación legal que tiene características legales bien definidas: debe ser tan transparente que el acta que la recoja debe mostrar todas sus partes. El postulador no ejerce un derecho, sino que cumple con una obligación específica; y su responsabilidad y su accountability no son consigo mismo, sino con aquellos que le impusieron la obligación de tomar decisiones con transparencia. Por eso es una secretividad sucia, ya que enturbia la necesaria transparencia que hay en la naturaleza de este proceso.
La primera secretividad protege al votante en el ejercicio de un derecho; en tanto que la segunda oscurece el proceso, en el ejercicio de una obligación. La segunda secretividad es un gato metido para beneficio del establishment.
Si los postuladores incumplen con aquella obligación legal, incurren en ilegalidad.
La foto es por Raúl Contreras, en La Recoleta.

21
Ago 09

Establishment 3, Transparencia 0

Con la aprobación del voto secreto en la Comisión Postuladora de la Corte Suprema de Justicia, el establishment se anotó un punto más y el marcador ahora es así: Establishment 3, Transparencia 0.

Como la Comisión Postuladora de magistrados de la Corte de Apelaciones también se recetó secretividad; y como la de la CSJ no hará pública la información de los candidatos, la costra nostra ha empezado a cundir en aquellas comsiones.
Usted dirá que no hay que ser pesimista; pero sostengo que si los postuladores tienen la facultad de mantener en el secreto y en la oscuridad sus decisiones, entonces no son responsables ni accountable por ellas. Sostengo que entonces, el establishment y tiene las de ganar y que todo seguirá como siempre. ¡Sostengo que sin responsabilidad, ni accountability, no hay transparencia!; y sostengo que, en consecuencia, los buenos servirán para refrendar las maniobras de aquellos que medran en el secreto y en el anonimato.
Por cierto, van mis respetos para los postuladores Estuardo Gálvez, Hugo Maúl, Angel Barrios, Amada Guzmán y Guillermo España, que votaron contra la votación secreta.
No faltará quien crea que la secretividad protege a los postuladores; y hay uno que sostiene que cuando se traten de comprar los votos, más de un postulador podrá jugarles la vuelta a los compradores. Pero la más perturbadora (y surreal) de todas las excusas fue la de Hugo Rolando Escobar, que dijo: Yo no me fijé, No recuerdo que hablaran de voto secreto. ¡Aliviados estamos!
En este mismo contexto, llama la atención que 34 grupos se hayan unido para fiscalizar las postulaciones; y yo pregunto: Si la información de los postulantes va a ser secreta; y si los votos de los postuladores van a ser secretos, ¿qué fregados van a fiscalizar? Otra cosa sería si aquellos grupos se organizaran para demandar que se hagan públicos los datos de los aspirantes; y que los postuladores se hagan responsables y sean accountable de sus decisiones.
De otra forma, todo esto empieza a parecer papas y pan pintados.