A los niños de la Escuela Oficial Rural Mixta, Rafael Alvarez Ovalle, de San Martín Jilotepeque, Chimaltenango, ¿qué les mandó el estado para la refacción escolar? ¡Veintidos bolsas de kétchup!
Las 22 bolsas de kétchup fueron consumidas porque a los padres de familia se les ocurrió comprar tostadas de maíz y aderezarlas con la salsa de tomates. ¿De qué tamaño eran las bolsas?
El año pasado, a esa escuela, donde las clases empiezan en enero, los políticos y funcinarios que controlan la educación estatal -y la refacción escolar estatal- les mandaron los útiles escolares en agosto y los maestros no recibieron la Valija didáctica que, supuestamente, debería servir para preparar sus clases.
Los políticos y funcionarios que controlan la educación estatal les enviaron los productos de limpieza para la escuela…¡en junio!
Si hay una escuela donde hicieron eso, ¿habrá otras en esas circunstancias?
Si en un colegio privado, a los niños les dieran cucharadas de kétchup para la refacción, ¿te imaginas el clamor y el escándalo? Si en un colegio privado no hubiera material didáctico hasta agosto, ni material de limpieza hasta junio. ¿Te imaginas el clamor y el escándalo?
Pero allá en San Martín Jilotepeque y quién sabe dónde más, como se trata de niños pobres -a los que debe atender el estado- ¿a quién le importan las cucharadas de kétchup? Allá donde viven y tratan de estudiar los más pobres y vulnerables, donde la dirigencia popular defiende a capa y espada la educación estatal, qué mas da si lo que hay para refaccionar es un bodoque de kétchup sobre una tostada. ¿Al estatismo y al socialismo?