22
Ene 19

El encanto de “El encanto”

Cuando te internas en la niebla y huele a pinabetes, manzanillas, leña y bosque, cuando te abraza la paz y te encuentras con amigos queridos, estás en la finca El encanto.

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Cada año, y gracias a la generosidad de Rafa, un grupo de amigos y yo pasamos un fin de semana en El encanto, Tecpán.  Allá, la idea es celebrar la vida, comer sabroso, sentarse en el bosque, o frente al fuego y reirnos como micos.

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Una de las mejores cosas que se pueden hacer allá es platicar, leer y caminar por los senderos que te llevan por distintos tipos de bosque dependiendo de cuáles son los árboles que prevalecen.

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Siempre comemos rico. Este año la comida estelar fue un estofado tradicional de Tecpán, cocinado lentamente en perol de hierro y sobre leña.  Fue acompañado de tamalitos de canak, arroz y ensalada rusa, al modo de allá.


13
May 18

Pispisigaña, juguemos la araña…

¿Recuerdas el juego de niños que decía: Pispisigaña, juguemos la araña./ ¿Con quién la jugamos?/ Con la mano cortada…Ayer me acordé de eso y le pedí a mi madre que me recordara el texto. Hac clic en la foto para ver el vídeo.

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El texto completo va:

Pispisigaña, juguemos la araña.

¿Con quién la jugamos?

Con la mano cortada

¿Quién la cortó?

El rey y la reina.

¿Dónde están el rey y la reina?

Están comiendo huevo

¿Dónde están los huevos?

Se los comió el padre.

¿Dónde está el padre?

Está diciendo misa

Kikiriki, kikiriki

Quien quiera comer pan con miel

Que vaya a la puerta de san Miguel

Busqué en la Web y encontré que el juego tiene otros nombres: Pizpizigaña, Pispis y gaña, Pispirigaña y Pispirigallo para mencionar unos.  Igualmente el texto cambia entre poco y bastante.

Ya picados, con mi madre nos acordamos de otros juegos similares de niños.  Estos versos los decía mi madre cuando nos cortaba las uñas a mí y a mis hermanos.  Cada verso en cada dedo comenzando por el meñique y terminando por el pulgar en cada mano.

Este fue al mercado.

Este compró un huevo.

Este le echó sal.

Este lo puso a asar.

Y este picarote, se lo comió.

Al concluir el último verso, uno tenía que morder el dedo pulgar y siempre causaba mucha risa.

De aquellos versos pasamos a unos que aprendimos en Costa Rica y eran para un juego de cosquillas  Mi madre empezaba por la mano de alguno de los niños e iba avanzando poco a poco y al ritmo de los versos.  Primero la mano, luego el antebrazo y así en dirección de la axila para terminar haciendo las cosquillas.

Ahi anda un negrito

Vendiendo maní.

A todos les dió,

Menos a miiiiiii.

Y terminaba uno retorciéndose de la risa y pidiendo más.

En el mismo espíritu y con el mismo propósito eran estos otros versos:

Cuando vayas al mercado

No compres carne aquí,

Ni aquí,

Ni aquí,

Ni aquí,

Sóoooolo por aquiiiiiiií.

Con el último verso llegaba a la axila y ¡cosquillas! La ventaja de este sobre el anterior era que a fuerza de Ni aquí y Ni aquí el momento de las cosquillas podía ser diferido y la ansiedad anticipatoria hacía más divertidas la espera y el final.

Ayer nos reímos mucho recordando este tipo de juegos.


22
Abr 18

Paseo a la finca El Zapote

Un paseo a la finca El zapote, con amigos, es siempre una de las experiencias más agradables que uno se puede regalar en un fin de semana casi cualquiera.

Hay tres cosas que a mí me encantan del lugar: su magnífico jardín inglés, el ambiente propicio para relajarse y disfrutar de los amigos y de la buena comida de día de campo, y la proximidad del volcán de Fuego.

El zapote es la creación de Leif Lind Pettersen y su esposa, la artista, Carmen de Pettersen, que  diseñaron y sembraron 15 manzanas de jardín en 1958.  Al salir a caminar por los jardines encuentras un bello nacimiento de agua el cual alimenta la piscina natural, cuatro lagunas, e impresionantes flora y fauna que hacen de la finca un espectáculo, especialmente cuando el Volcán de Fuego está despejado y hace  erupción.  La finca tiene una larga historia de sembrar árboles de quina.

Normalmente visito la finca cuando el Museo Ixchel organiza su día de campo anual; pero este año no pude asistir; y fue buena idea que un grupo de amigos dispusiera ir de pic nic ayer.  La experiencia de tener sólo para uno aquellos jardines, es distinta a la de disfrutarlos con más gente.  Además comimos delicioso porque todos nos esmeramos con los alimentos y las bebidas.

Marzo y abril son dos de los mejores meses para ir porque la naturaleza -que ya de por sí es exuberante- está en su apogeo y la variedad de sonidos y colores es espectacular.

Algunas de las flores que puedes ver en el jardín son, Heliconia rostata:

Zingibarezia sp:

Peperonacea sp:

Huevos de mono:

No fue posible ver el volcán de Fuego porque estaba cubierto por las nubes; pero lo vimos en el camino entre Escuintla y la finca y escuchamos cuatro retumbos impresionantes de esos que despiertan la imaginación y maravillan a cualquiera que sepa disfrutarlos.

Yo no me meto en aguas frías, pero parte de la diversión es la piscina natural y ver como la disfrutan aquellos que pueden disfrutar de las aguas gélidas.  La foto de abajo, por cierto, es de un sapo que andaba en las inmediaciones.  A mí me caen en gracia los sapos; y como al inframundo maya se entra por medio de cuevas, o cuerpos de agua, estos personajes son mensajeros del inframundo.

Es una lástima que no haya podido tomar foto de alguno de los pájaros que amenizan el paseo, durante el cual uno encuentra abundancia de rincones encantadores, como este puente de troncos.Ya quiero regresar porque a pesar de las varias veces que he ido, no conozco la catarata y nunca he visitado la plantación de quina, ni he visto el proceso de ese producto tan importante.  ¿Sabes? La quina se usa contra la malaria, y se usa en la fabricación de bebidas (como la que usas para tu Gin and tonic), para el Amargo de angostura, que tanto me gusta; para el Campari, que no me gusta;  y para elaborar el Calisay, un licor que no es muy conocido por aquí y que era muy sabroso (y cuya receta estropearon los fabricantes), y también sirve para otros propósitos.


14
Abr 18

El III Festival del Aguacate

No te imaginas lo feliz que me hace participar en el Festival del aguacate que organiza la Casa Popenoe en La Antigua Guatemala.

Si visitas este espacio, quizás ya leíste que en mi casa es muy raro que no haya aguacates para los almuerzos de los sábados.  Me gustan sólo con sal, en guacamol, con algún aderezo, en tortillas, sobre panes con ajo, me gustan los fuertes, los Hass, los de la costa, los de Panajachel, los de La Antigua, los de Petén.  Me gustan los que son pura mantequilla, los aperados, los redondos, los de cáscara verde claro, y los de cáscara verde oscuro, los de cáscara casi morada, los que se pelan y los que no.

Cuando estudiaba en la universidad solía ver un programa de televisión al medio día acompañado por un aguacate; o o por una, o dos tortillas con alguna hierba como macuy, puntas de güisquil, o algo así.  Mi primer recuerdo de aguacates es durante un almuerzo con mi padre -en la Casa Contenta, de Panajachel- a mediados de los años 60.

Por eso es que cuando me invitan a ser juez en el Festival del aguacate, soy feliz como una perdiz, y este año es la segunda vez que tengo aquel honor. Los otros jueces fueron Ana Carlos, de El sabor de mi tierra;  y Ricardo Schlosser, de Idea Verde.

La actividad consistió  en una degustación y concurso de platillos, preparados por algunos de los mejores chefs de La Antigua, que elaboraron sus recetas más exquisitas.

Mis favoritos de este año fueron:

En platillos dulces:

En platillos salados:

Más de cien años después de la primera expedición de Wilson Popenoe a Guatemala, el III Festival del aguacate se se celebró en la Casa Popenoek de la Universidad Francsico Marroquín; una residencia que compró Wilson en 1930, conocida para entonces como la casa del Capuchino por el ciprés capuchino que aún preside el patio principal. Wilson Popenoe fue un botánico, agrónomo y docente estadounidense experto en frutas y aguacates. Desde 1914 trabajó para el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, exploró la flora de Centroamérica y del mundo, trabajó para la United Fruit Company y fundó la Estación Experimental Valle de Lancetilla.

La foto es por Así es la vida.

 


07
Ene 18

Fin de año en Monterrico

Siempre me agrada volver a Monterrico con cinco propósitos: que me revuelque el mar, participar en la liberación de tortugas, visitar el tortugario, relajarme en El pez de oro y disfrutar de su flan delicioso y cenar en el Divino Maestro, un magnífico pez sierra fresco.

Haz clic en la foto para ver más fotos.

Aunque Monterrico se ha poblado mucho y ya no es la playa remota y encantadora que era en los 90; sigue teniendo carácter y me gusta volver ahi de cuando en cuando.  En realidad es mi playa chapina favorita en el Pacífico.

Como desde niño me ha fascinado el mar, aunque me fastidie el calor de la playa, una buena revolcada en las olas, o varias revolcadas siempre me divierten mucho.  Le tengo respeto a los peligros del mar; pero no me puedo resistir a el agua, la sal, la espuma y las olas.

En Monterrico hay un tortugario en el que se cuidan y ¿empollan? huevos de tortugas; también se cuidan y conservan variedades de quelonios, caimanes, iguanas y machorras.  También hay variedad de flora y árboles, incluida una Ceiba pentandra con sus espinas características que, incluso, inspiran cierta alfarería maya. Es un lugar particularmente divertido si viajas con niños.  En temporada de tortugas es costumbre liberar tortugas recién nacidas a las 5 de la tarde, en la playa frente al tortugario. Por Q10 te dan tu tortuga y tienes el gusto de ponerla en la arena para que inicie su peligroso viaje en el océano.

A mí me gusta hospedarme en El pez de oro, un hotel agradable, sin pretenciones, donde se come bien y la gente que atiende es divertida y agradable.  Tienen, además, un flan delicioso cuya calidad se ha manetenido por años. Es tradición, también, hacer por lo menos una cena en El divino maestro, uno de los comedores que está en la calle principal del pueblo; a mano izquierda si vas en camino a la playa.  El lugar es pequeño y sencillo; pero no te engañes, tienen el mejor pescado frito de este lado de la Vía Láctea, que acompañan con arroz bien hecho (como pocos), papas fritas y ensalada de pepinos.  Ese plato, con una, o dos chelas es una experiencia playera que valoro mucho.  También es un lugar que ha mantenido su carácter y su calidad a través de los años.

No pasamos la fiesta del fin de año en Monterrico, pero fue un par de días que disfruté mucho.


20
Mar 17

Fiesta, mercado y cosecha en Bejo

El Día de mercado en la finca Bejo es una fiesta para los sentidos.  Mi experiencia sensorial suele empezar con el aroma de los vegetales y las legumbres que se va intensificando en la medida en que me acerco a la parte de la finca en donde están los cultivos.  ¡Amo ese aroma!

Mi experiencia sensorial -y ya para entonces también es emocional- continúa por medio de mi vista y de la variedad de colores y formas que ofrecen las zanahorias, los apios, los tomates, las lechugas, las remolachas, los chiles, los colinabos, los puerros, las coliflores, los romanescos, los rábanos, los radicchios, los pepinos, los zuchini, las coles de bruselas y todo lo demás; incluidas las flores que adornan el lugar y elevan la calidad de la experiencia.  Luego es un torrente de sensaciones y de emociones.  ¡Los sabores y las texturas!  A mí me encanta, por ejemplo, sacar una zanahoria de la tierra, sentir el aroma de ambas, pelar la zanahoria con mi navaja y comérmela ahí mismo, escuchar el sonido de las mordidas y hacerlo ahí parado, rodeado por las risas de los niños que disfrutan sus cosechas. ¿Has visto la cara de un niño sacando papas de la tierra?, o ¿has visto la cara de una abuelita viendo a su nieto cosechando verduras?

El Día de mercado, en Bejo y gracias a la familia España, es una fiesta familiar llena de experiencias.  Una fiesta de contacto con la tierra.  Una en la que se comparte el gozo de compartir.

En mi caso, el paseo siempre concluye con un buen churrasco de doña Paula y su equipo.  Es una experiencia que combina los sabores de la tierra con la habilidad en la parrilla y con la olla. Al final, la existencia de una remolacha sería algo triste si no pudiera convertirse en curtido para enchilada, y si no pudiera sacarle una sonrisa a alguien.

Lo que se recauda ese día, por cierto, es a beneficio de la Fundación Centro Educativo Agrícola Guatemala Melanie Beemsterboer; que provee educación básica a niños de entre 12 y 15 años, de  familias dedicadas a la agricultura que  no tienen medios para seguir una formación académica, en beneficio del sector agrícola para el mejoramiento de las condiciones de vida en el campo.


10
Ene 17

Pinabetes y el bosque de la lluvia horizontal

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Arriba en las montañas -entre pinabetes y árboles de manzanilla- al calor de la chimenea y del orujo y compañía de amigos queridos.  Un ambiente propicio para la introspección y para terminar de cargar baterías.

Más fotos aquí.


22
Nov 16

El II Festival del aguacate

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En casa es muy raro, pero muy raro que no hay aguacates para los almuerzos de los sábados.  Cuando estudiaba en la universidad solía ver un programa de televisión al medio día acompañado por un aguacate; o o por una, o dos tortillas con alguna hierba como macuy, puntas de güisquil, o algo así.  Mi primer recuerdo de aguacates es durante un almuerzo con mi padre -en Panajachel- a mediados de los años 60.

¡Me encantan los aguacates!

Por eso me dio mucho gusto participar como juez en el II Festival del aguacate que se celebró en la Casa Popenoe, en La Antigua Guatemala. Durante el mismo degustamos deliciosas y hermosas creaciones culinarias que involucraban aquella fruta maravillosa.  Platillos creados por chefs profesionales y reconocidos en la comunidad antigüeña y nacional; así como por estudiantes de Gastronomía nutricional y empresarialidad, en la Universidad Francisco Marroquín.  El festival fue una fiesta para los sentidos.

Los otros jueces fueron Ana Carlos, Mario Gallio y Ricardo Schlosser.

Mario Campollo, chef ejecutivo del Hotel Casa Santo Domingo, obtuvo el primer lugar en la categoría general, con un Mousse de chocolate con cubos de aguacate salteados con sirope-esponja de cilantro-crumble de chocolate, gel de yogourt y de aguacate, poporopos de cacao y aceite de oliva al limón. También ganó en las categorías de creatividad, armonía entre sabores y presentación. El segundo lugar fue para Jean Francois Desmoulins, de restaurante Tartines Antigua, y el tercer lugar para un equipo integrado por Sofía Chavarría, Ayleen Rosenberg, Cristian Brenner, Alessandra Wagner, Susana Selle, estudiantes de la UFM.

Más de cien años después de la primera expedición de Wilson Popenoe a Guatemala, el II Festival del aguacate se se celebró en la Casa Popenoe; una residencia que compró Wilson en 1930, conocida para entonces como la casa del Capuchino por el ciprés capuchino que aún preside el patio principal. Wilson Popenoe fue un botánico, agrónomo y docente estadounidense experto en frutas y aguacates. Desde 1914 trabajó para el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, exploró la flora de Centroamérica y del mundo, trabajó para la United Fruit Company y fundó la Estación Experimental Valle de Lancetilla.

Foto por la Escuela de Nutrición, de la UFM.


15
Mar 16

Día de mercado en Bejo, 2016

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El domingo  me di cuenta de que lo que más, más me emociona en el Día de mercado en la finca Bejo son los aromas.  Los aromas de la tierra y de los vegetales.  Paso por el área de apios, de cebollas, de chiles pimientos, de chiles jalapeños, de zanahorias y de remolachas, por ejemplo, y los aromas de la tierra mezclados con los que son propios de cada una de aquellas delicias me envuelve e ingresa a mi cuerpo y a mi mente.  Es como un viaje fantástico que me lleva y me trae por caldos, guisos, encurtidos, y recuerdos.

No es que no me goce cosechar los vegetales, cortar los tomates y los chiles, desenterrar las zanahorias y las remolachas; pero lo de los aromas pone a mil mis sentidos y mi mente.  Ah, y no digamos los aromas y sabores que me atraen a los asadores donde doña Paula y su equipo preparan sus deliciosos churrascos y otras delicias.

En general, el Dìa de mercado, en Bejo, es una fiesta para todos los sentidos.  El tacto goza con las texturas de la tierra y de los vegetales; la vista se deleita con los colores y las formas; el oído se divierte con las risas de los niños y con los comentarios de la gente que -a veces- no termina de entender de qué se trata la experiencia; el gusto y el olfato -o más bien mi gusto y mi olfato- son los que más gozan, se deleitan y se divierten.

Esta experiencia anual me recuerda que uno siempre puede maravillarse y que uno siempre puede hacerse un poco niño.

¡Gracias, muchas, a mis amigos Los España por habernos invitado otro año a esta experiencia tan rica!, y gracias al equipo de Bejo por facilitar la cosecha. Cada año, en marzo,  Bejo organiza el Día de mercado en su finca de Parramos, Chimaltenango. Durante ese día uno puede conocer el surtido de variedades hortícolas; y los interesados pueden intercambiar opiniones con expertos, agricultores, compradores, procesadores y exportadores; y seleccionar sus variedades de acuerdo a las necesidades de su mercado.  Pero lo más hermoso de todo, además de los productos frescos y bellos, es ver a las familias gozando de un día agradable.

Lo que se recauda ese día, por cierto, es a beneficio de la Fundación Centro Educativo Agrícola Guatemala Melanie Beemsterboer; que provee educación básica a niños de entre 12 y 15 años, de  familias dedicadas a la agricultura que  no tienen medios para seguir una formación académica, en beneficio del sector agrícola para el mejoramiento de las condiciones de vida en el campo.

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22
Mar 15

Día de mercado 2015 en la finca Bejo

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¡Me encanta, y no sabes cuanto, el aroma de la tierra generosa y meter mis manos en ella y sacar de ahí sus frutos!: zanahorias y remolachas, por ejemplo.  ¿Sabías que hay remolachas anaranjadas y zanahorias moradas?  Me encanta el Día de mercado anual en la finca experimental Bejo porque siempre me encuentro con buenos amigos, porque disfruto mucho cortando tomates y descubriendo verduras que nunca antes había probado.

¡Gracias, muchas, a mis amigos Los España por habernos invitado otro año a esta experiencia tan rica!  ¡Gracias al equipo de Bejo por hacer que el día sea tan agradable y gracias a doña Paula y su equipo por todas las cosas sabrosa que prepara!

Cada año, en marzo,  Bejo organiza el Día de mercado en su finca de Parramos, Chimaltenango. Durante ese día uno puede conocer el surtido de variedades hortícolas; y los interesados pueden intercambiar opiniones con expertos, agricultores, compradores, procesadores y exportadores; y seleccionar sus variedades de acuerdo a las necesidades de su mercado.  Pero lo más hermoso de todo, además de los productos frescos y bellos, es ver a las familias gozando de un día agradable.

Este año la novedad fueron los tomates Mountain Magic que son más pequeños que un tomate Roma y más grandes que uno cherry; y su sabor ligeramente dulzón les da un carácter tan propio y delicioso que no quieres dejar de comerlo.   ¡Como me gustaría hacer el bacalao de este año con este tipo de tomates!  Los que me conocen no podrían imaginarme disfrutando uno de esos batidos de vegetales que están tan de moda; pero hoy probé uno de kale e hinojo que me pareció algo verdaderamente delicioso, algo riquísimo que si podría tomar con gusto.  Y por supuesto que traje mis remolachas con hojas para disfrutar de la tortilla de hojas de remolacha que tanto me gusta.

Cuando uno va a Día de mercado, de Bejo, uno quisiera regresar cargado con todo tipo de hortalizas: cebollas, puerros, apios, chiles, papas, broccoli, romanesco, coliflor, repollo, apio, culantro y más.  Yo quisiera comer todo el menú del almuerzo: carne asada, carnitas, frijolitos colados, tostadas, enchiladas, salsa de tomate y chirmol, ensaladas, dobladas y un atol de arroz con leche que me hace suspirar.  ¿Y de refresco? Jugo de zanahorias con piñas.  ¡Ya te imaginas esas salsas hechas con tomates, cebollas y hierbas del lugar!  ¿Te imaginas las enchiladas hechas con todo fresquísimo?  Todo ello en compañía de amigos queridos.

Lo que se recauda ese día, por cierto, es a beneficio de la Fundación Centro Educativo Agrícola Guatemala Melanie Beemsterboer; que provee educación básica a niños de entre 12 y 15 años, de  familias dedicadas a la agricultura que  no tienen medios para seguir una formación académica, en beneficio del sector agrícola para el mejoramiento de las condiciones de vida en el campo.

Algo que siempre me llama la atención es ver a los niños maravillados con las verduras.  ¿Quién, más que un niño que lo hace por primera vez, puede maravillarse tanto al extraer zanahorias, remolachas y papas de la tierra?  ¿Sabes quienes? Los ancianos.  Los ancianos también gozan mucho con esta experiencia.  Cuando uno llega le dan la bienvenida los aromas de la tierra y de sus frutos, familias enteras recorriendo el campo y arrastrando, o cargando sus preciosos cargamentos de variados colores, aromas, texturas y sabores.  Cada año espero este día con mucha alegría y nunca me defrauda.  Regreso cansado, pero tan contento.