15
Oct 15

No hay tal pacto fiscal

billete-luis-figueroa

Ve pues: de las ocho líneas del Pacto Fiscal, la que se refiere a mejorar la calidad del gasto es la que menos empuje ha tenido desde que se suscribió aquel convenio. ¿Estuviste ahí para la suscripción? ¿No? Yo tampoco…es que el tal pacto se suscribe entre grupos de interés, y ya sabes: el presupuesto del estado es una forma de transferir recursos de los grupos no organizados de la sociedad, hacia los grupos organizados.

Por medio del Pacto Fiscal, aquellos grupos se enfocan en elevar la capacidad de los políticos y funcionarios para extraer dinero de los tributarios para luego redistribuirlo políticamente; y claro, ¿por qué iba a interesarles la mejora de la calidad del gasto? Si esto ocurriera, ¿de dónde iba a salir dinero para los diputados que son contratistas del estado? ¿De dónde iba a salir para privilegios? ¿De dónde iba a salir plata para comprar lo que no se necesita, comprar caro y subsidiar los intereses particulares de los que está plagado el presupuesto?

¡Sin que se resuelva la calidad del gasto no se debería avanzar un paso más en pacto alguno!  Sin que se resuelva la calidad del gasto, ningún político y funcionario debería atreverse a hablar de apretar a los tributarios,  distraer más recursos del sector voluntario de la economía hacia el sector coercitivo, o de drenar dinero del sector productivo hacia el malgasto, el desperdicio, y la corrupción del sector estatal.

Luego del destape de La Línea y de que se hiciera más evidente que la corrupción no es cosa de gatos en el gobierno, sino que llega hasta la Presidencia y Vicepresidencia de la República, ¿por qué creerán los fanáticos de los impuestos que a los tributarios les interesaría entregar más de lo que les cuesta trabajo ganar? Y eso que todavía no sabemos qué podredumbre hay en los ministerios de Comunicaciones, Educación y Salud, para mencionar sólo tres.  Y eso que no hemos atisbado en la corrupción en los organismos Legislativo y Judicial.  Y eso que no hemos escarbado en la corrupción de las entidades descentralizadas y autónomas. Cuando aquello pase vas a ver por qué es que hay que empezar por controlar la calidad del gasto.


27
May 10

Hay dirigentes de dirigentes

Si fuera yo, me levantaría de la mesa y no avalaría el abuso de autoridad del gobierno, porque el diálogo es en vano, opinó Carlos Enrique Zúñiga, expresidente de la Cámara del Agro y dirigente empresarial por 25 años, al referirse a la noticia de que el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales y Financieras continuará jugando al Pacto Fiscal, a pesar de que a la Administración le vino del Norte su oposición al paquetazo fiscal y al endeudamiento por Q4 mil 500 millones.


Aplaudo la posición de Zúñiga; y a todos los que participan en aquel Pacto Fiscal les dejo unas palabras de Ayn Rand, mi filósofa favorita; esto es algo que ella escribió en Capitalism: the unknown ideal (Capitalismo: el ideal desconocido). En el capítulo denominado La Anatomía del Compromiso, Rand describe algunas reglas acerca de trabajar con principios en la práctica y acerca de la relación de aquellos con objetivos concretos.

1.
En todo conflicto entre dos hombres (o dos grupos) que comparten los mismos principios básicos, gana el más consistente.

2. En toda colaboración entre dos hombres (o grupos) que se apoyan en diferentes principios básicos, es el más maligno, o irracional, es el que gana.

3. Cuando los principios básicos opuestos están abierta y claramente definidos, eso obra en ventaja del lado racional; y cuando no están claramente definidos, sino que están ocultos o difusos, eso obra en ventaja del lado irracional.


13
Nov 07

¡No más impuestos!

La comisión técnica del pacto fiscal se pronunció oficialmente a favor de la ampliación del Impuesto Extraordinario Temporal de Apoyo a los Acuerdos de Paz por un año más.

Yo digo que un pacto fiscal en el que no se discute primero -y antes que nada- la calidad del gasto, es un pacto ilegítimo e inmoral.

La Comisión de Finanzas ya aprobó una orgía de presupuesto de Q42 mil millones 535 mil para 2008. Pero no se ve, por ningún lado, que los gastos sean evaluados y priorizados. El presupuesto sigue al servicio de grupos de interés particulares en perjuicio del bien común.

La ilustración es de los chicos chispudos de Bureaucrash.


14
Abr 07

Mi hija, y el señor

Tomar dinero ajeno por la fuerza es robo, aquí y en la Cochinchina. La gente normalmente se opone a este tipo de despojo, a menos que aquella expoliación ocurra como consecuencia de una decisión política (a cargo de los mismos políticos que la gente critica por corruptos e ineptos). Sin embargo, no deja de sorprender que la gente crea que está obligada a pagar impuestos, sin más.

Ahora que leo que el Fondo Monetario Internacional ha exhortado a la administración chapina para que impulse una reforma fiscal, en este año, con el objetivo de aumentar impuestos; y que la Comisión de Seguimiento del Pacto Fiscal anda muy activa, vale la pena hacer algunas reflexiones sobre el tema impositivo.

En mi humilde opinión, como tributario y como elector, ninguna reforma impositiva debería dar un paso más sin resolver los siguientes puntos:

Ni un solo centavo de los impuestos que pagamos debe servir para favorecer, promover, incentivar, financiar, subvencionar, proteger, ni fomentar intereses particulares, ni privilegios.

Hasta el último centavo de los impuestos que pagamos debe ser utilizado única y exclusivamente para el bien común. Entendido este como el bien de todos, no como el bien de algunos, ni como el bien de muchos.

Leo que de 332 municipalidades, 275 no pasan por la fiscalización de sus presupuestos por parte de la Contraloría de Cuentas; y quién sabe que cosas parecidas ocurren a todo lo ancho y todo lo largo de la administración. Luego, hasta el último centavo de los impuestos que pagamos debe ser fiscalizado de forma transparente.

Recuerdo que antes las facturas detallaban cuánto es que uno pagaba de Impuesto al Valor Agregado; posteriormente, ese detalle importante fue ocultado en las facturas para que la gente no estuviera consciente de que está pagando un tributo. Luego, todo habitante de la República debe cargar con su parte alícuota del costo de tener gobierno. Así, estoy seguro de que seríamos más cuidadosos con permitirles, o no a los políticos, usar nuestro dinero para favorecer los intereses particulares y los privilegios de quienes no ven nada malo en usar, para sus negocios y sus fines, dinero ajeno tomado por la fuerza.

Antes de que el más mínimo aumento de impuestos sea llevado a la mesa, siquiera, la administración debe garantizar plenamente que: no se usa el dinero de los tributarios para beneficiar a nadie en particular; todos cargamos con el costo de tener gobierno; el dinero de los tributarios no se desperdicia y no se pierde en corrupción; y se hace todo lo posible por recaudar eficientemente. Si así fuera, así sí baila mi hija con el señor.

Sólo en estas condiciones es posible admitir, con mucha cautela, que tomar dinero ajeno por la fuerza tiene alguna justificación: si todos contribuyen por igual, sin se usa para el bien de todos y si se administra honradamente.

Esto es, no sólo porque robar es muy malo; sino porque los impuestos tienen efectos que no son muy evidentes y que son perjudiciales. Por medio de los tributos (por altos, o por complejos) el gobierno puede destruir la base productiva que hace posible el desarrollo económico.

A estas alturas alguien dirá que exagero cuando digo que el cobro de impuestos es violento; pero, ¿habrá quien niegue que se llaman impuestos, precisamente porque no son donaciones voluntarias? ¿Habrá quién no recuerde que si uno no paga sus impuestos corre el riesgo de irse enchachado a la cárcel? El uso de la fuerza para tomar el dinero ajeno está ahí presente, aunque se nos olvide.

Pasadas aquellas precondiciones, sólo queda tomar en cuenta que, para que los impuestos no erosionen la capacidad productiva y competitiva de la población económicamente activa, deben ser neutros, lo que significa que no deben afectar los precios relativos para que no cambien la manera en que las personas valúan las cosas y toman sus decisiones. Y dicho lo anterior, el primer tributo que debería desaparecer, entonces, es el impuesto a los rendimientos del capital.

Publicada en Prensa Libre el sábado 14 de abril de 2007