03
Ene 14

La amistad

Mis primeros amigos fueron Francis y Bernard, vecinos de la casa de mis abuelos Juanita y Jorge. Con más precisión, Fankie era mi amigo, y Bernie era amigo de mi hermano; pero igual…los cuatro jugábamos y nos peleábamos siempre que podíamos. Yo no tendría más de cinco años en aquellos tiempos y…¿por qué me acordé de aquello?

En 1979 mi abuela, Frances, me obsequió su Harvard Classics: The Five-Foot Shelf of Books; y una de las gracias de esa colección es que tiene una guía de lectura para cada día del año. Si uno lee las selecciones de esa guía, durante 15 minutos cada día, da un paseo intelectual por literatura de todos los tiempos. ¿Cuál crees es el tema para hoy? El de la amistad. Y la lectura sugerida es el ensayo de M. T. Cicerón sobre ese tema.

Dice Cicerón que quien contempla a un verdadero amigo, contempla un retrato de sí mismo; y añade que la amistad ha sido dada por la naturaleza como ayudante de las  virtudes, no como compañera de los vicios.

En año electoral es digna de atención esta observación de Cicerón: Las verdaderas amistades se encuentran dificilísimamente en aquellos que se encuentran en los honores y la cosa pública; pues, ¿dónde encontrarás a ese que anteponga el honor del amigo al suyo?.  Digna de atención, digo, porque en la sociedad guatemalteca la vinculación entre el honor y el manejo de la cosa pública se disolvió hace muchísimos años. No solo porque ¿qué honor puede haber en la administración de la cosa pública si gobernar es gravar para gastar?, sino porque a la expoliación tan propia del acto moderno de gobernar se le añaden los actos de corrupción y latrocinio a los que ya estamos acostumbrados.

Me pregunto…¿cuántos de nosotros tenemos un amigo que hizo su casa en la playa gracias a una compra de medicinas, a unos kilómetros de carretera, o gracias a alguna canonjía? ¿Cuántos de nosotros brindamos con ese amigo en la noche del Año Nuevo? ¿En nuestra mesa? ¿Tenía razón Cicerón, cuando escribió que quien contempla a un verdadero amigo, contempla un retrato de sí mismo?

¡Te deseo lo mejor en 2014!; y como decían los viejitos cuando uno era niño: Cuidado con las juntas.

Columna publicada en El periódico.