18
Abr 24

Del Sol al plato, via El Soch

Hace casi 5,000 millones de años se inició una cadena de energía que terminó en la miel de panela que endulzó mis waffles con tocino. Parte de aquella cadena fascinante son el talento y las manos que cultivaron la caña, la pasaron por el trapiche, convirtieron el jugo en panela o rapadura, y la panela en jarabe.   ¿Así, o más fascinante?

Desayuno con waffles y tocino y jarabe de panela, de El Soch.

Del Sol y de sus erupciones de plasma viene la energía que se traduce en miel de panela, tocino,  waffles, jugo de naranja, café y leche.  El Sol y la vida están conectados íntimamente.

Panela, de El Soch.

Parece cosa de nerdos, pero hace años, mi amiga Carmen, me obsequió una mermelada de moras que había preparado y me dijo: Cuando la comas, cierra los ojos y piensa que es como comer rayos de Sol. ¡Y, pues, sí!  Ese mismo efecto me lo transmite la miel siempre; y el fin de semana pasado me lo transmitió el jarabe de panela.  El de El Soch y la finca El Recuerdo- específicamente- porque conocí la tierra en la que se cultivan las cañas, cargué cañas relacionadas con las que hicieron posible el jarabe sobre mis waffles, conocí y estreché las manos de quienes hicieron posible aquel cultivo y todo el proceso de producción de la panela.  Y vi como Raúl convertía la panela en jarabe.

Panela a punto de convertirse en jarabe para los waffles.

En El Soch comimos melcocha preparada por las manos de doña Nohemí, don Julio nos obsequió cañas y ambos nos regalaron un trozo de panela.  De la melchocha todavía tenemos un pedacito en casa; con las cañas terminamos rápidamente y pude compartir unos pedazos con mis compañeros en la oficina.  Y el jarabe de panela nos lo hemos gozado mucho. Además, la caña siempre me recuerda De la caña se hace el guaro, una canción infaltable en las fiestas de la casa de mis padres. 

Caña de azúcar en nuestra cabaña en el Soch. Foto por Raúl Contreras.

Caña de azúcar lista para comer en casa.

En casa hacemos los waffles en la waflera marca Universal, de ca. 1924 que era propiedad de mi bisabuela, Adela.  Es un placer, por sí mismo prepararlos en ese aparato porque es una antigüedad y me conecta en la historia con mi familia. Además, ha sobrevivido a más de 90 años de mudanzas y calamidades. Y tiene un detalle encantador, además de su diseño: los cuadritos de los waffles son pequeños; no grandes, como los de las wafleras de ahora. Y eso, aunque no lo parezca, tiene su encanto.

La waflera de Mami.

En casa, los waffles los hacemos con la receta de mi bisabuela, Adela, receta a la que le añadimos un poco más de Crisco, por consejo de nuestros amigos, Grete y Rodrigo, con muy buenos resultados.

El tocino es importante porque provee el balance salado necesario para que los waffles endulzados no sean empalagosos.  En casa usamos el tocino con pimienta, de Astoria.

Melcocha de doña Nohemí.

¿Y finalmente? Café del mejor, que en esta ocasión fue producido por nuestra cuata, Tona y leche de la finca Carmona.


17
Oct 22

Mi bisabuela, Mami

 

¿Alguna vez te has resguardado bajo la sombra de una ceiba, o de un cedro? Con sus dimensiones majestuosas, sus ramas generosas y con su tronco imponente, ese tipo de árboles cobijan de una forma especial.  Contra al sol abrasador, la sombra de una ceiba, o la de un cedro te permiten encontrar reposo, gozar de la brisa y sentirte protegido.

Eso fue mi bisabuela, Adela, Mami, en mi vida; y sobre todo en mi adolescencia.  Mami fue el árbol protector bajo cuya sombra siempre encontré cobijo.

Adela S. de Morales. Foto familiar, vía Wikimedia Commons, CC BY-SA 4.0.

De ascendencia alemana y hawaiiana, Mami era una mujer grande para los estándares chapines y para cualquier estándar.  De niño la recuerdo alta e imponente; pero incapaz de inspirar miedo.  Más bien inspiraba admiración, seguridad y bondad.

Mami nació y se crió en Honolulu; pero vino a Guatemala -secuestrada por su padre- cuando todavía era niña. Fue empresaria hotelera, mujer independiente, cocinera magnífica, criadora de caballos de carreras, productora de vestidos para mengalas (durante la crisis de los años 30), importadora de animales productivos y de mascotas.

Cuando niño todavía comí de sus tamales, hechos con sus manos.  Las recetas de wafles y de panqueques que hacemos en casa son las suyas. Recuerdo que una vez la vi haciendo cocadas. A hungry traveler in Spanish-speaking Guatemala can refresh himself by partaking of Hawaiian curry, hula hula pie and Austrian pig`s knuckles. It`s not hard to find the place that serves these delicacies for the Casa Contenta resort of doña Adela on Lake Atitlan, some 40 miles west of Guatemala City, is famed throughout the land, escribió de ella el Omaha World Heraldc. 1945.

Yo disfrutaba mucho de su compañía, de dormir junto a ella una siesta, de sus conversaciones, de pasear por el jardín, de jugar con sus grandes manos de viejita y ¡Hasta de jugar dos, o tres manos de Spite and Malice!, yo que no soy aficionado a los juegos de mesa y de barajas.

Mami fue muy afectuosa y materialmente generosa conmigo y gracias a eso duermo en la que fue su cama casi todas las noches.  A veces la escucho diciéndome por teléfono, o en persona, que estudie, que obedezca a mis padres y que no la olvide.   Y yo estudiaba con mucho gusto…lo que me interesaba, obedecía a mis padres cuando quería y nunca la he olvidado.

Al final de sus días solía olvidar, o confundir nombres de personas; pero nunca olvidó, ni confundió el mío.  Siempre se aseguraba de que yo hubiera comido (como si hubiera que asegurarse de eso) y varias veces al día me preguntaba si yo había desayunado, almorzado, o cenado.  Cuando me veía con zapatos raídos, propios de la adolescencia, me preguntaba si mis padres no me daban dinero para comprar zapatos, y me daba un billete.

Mami olía a agua de violetas, o a Emeraude, de Coty.

Mi adolescencia, por cierto, no fue peor que la del promedio; y a pesar de mi, siempre conté con mis padres y mis abuelas; pero Mami era otro nivel.  Sus brazos y su mirada amorosa fueron siempre lugares seguros más allá de los lugares seguros; y estoy seguro de que si los grandes árboles pudieran abrazar, lo harían como abrazaba Mami.


08
Ago 22

“Dudie”, mi tío bisabuelo el “beachboy”

 

Hermano de mi bisabuela, Adela, Edward Kaleleihealani Hart Miller, Dudie, fue uno de los beachboys originales en la playa de Waikiki, Hawaii.

Edward Dudie Miller, primero de izquierda a derecha. Foto de Luis Andrés Schwartz.

Playero original de Waikiki, fue el primer capitán del Hui Nalu Club formado en 1908; fue propietario del puesto de comida en el Moana Hotel, el primer gran centro turístico de Waikiki. Además de ser surfista, pescador y canoero de primer nivel (fue idea suya llevar a los turistas a las olas en canoas con estabilizadores), Miller, parcialmente hawaiano, era uno de los mejores músicos de las islas; tocaba el piano, escribió un folleto popular sobre el ukelele, dirigió la Dudie Miller Band en el Moana y fue invitado en 1929 a actuar en Nueva York.

Fue Dudie quien le dio el nombre de Queens a uno de los mejores lugares para surfear en Waikiki, una elección fácil, dado que el lugar estaba ubicad frente a la casa de la playa de la reina Liliuokalani. [Isaac Hart, abuelo de Dudie y de mi bisabuela, Adela, fue el arquitecto que diseñó el Iolani Palace original].

Edward Dudie Miller, hermano de mi bisabuela, Adela.

Las funciones oficiales del sistema de beachboys en Waikiki -que les brindaban a los turistas una experiencia segura; pero emocionante del océano- mantenía limpias las playas y permitía que los beachboys actuaran como embajadores casuales frente al mar. Ese sistema fue, en gran parte, inventado por la Moana Bath House, dirigida por la pandilla de Dudie. Cuando Miller murió en 1935, a la edad de 49 años, sus amigos playeros hicieron una enorme tabla de surf con flores de jengibre blanco y la colocaron junto a su tumba.

Gracias a Luis Andrés Schwartz por el texto y las fotos.


17
Ene 19

¡El caldo de huevos 2019!

En casa (desde tiempos de mi abuela, Frances) es tradición -luego del Día de Gracias, o de la Nochebuena cuando en la cena reina el pavo- que aprovechemos hasta lo último del ave.  La carne que queda adherida a los huesos es separada y convertida en ensalada de pavo, que a mí me gusta mucho comer en sandwichs.   Pero lo mejor de todo es el caldo de huevos que se hace con los huesos del pavo, con lo que sobró de relleno y con lo que quedó del gravy.  El sábado pasado comimos el caldo de huevos en casa, con familia y un amigo.

Aquellos tres ingredientes se cuecen y luego se cuelan.  Y ese caldo se sazona con crema de tomate (en sobre, o en lata); y se sumerge en ese caldo un ramo generoso de apazote.  Cuando el caldo toma el sabor del apazote, esta hierba es retirada.

Los huevos se cuecen en el caldo, en cada una de las porciones individuales, y los platos se sirven con crema, queso parmesano y chile (si te gusta el picante).

Este caldo de huevos es uno de mis platos favoritos en todo el universo mundo; y me gusta esperar todo el año para tomarme dos, o tres platos, acompañado por pan de horno de leña y un buen vino, o una buena cerveza.  Me gusta destacar que, para llegar al momento en el que uno se toma un plato de esta delicia -que es receta de mi bisabuela, Adela– antes se tuvo que preparar el relleno del pavo y hornear el ave con toda su sazón y complejidad; y por eso es que este caldo de huevos es superior a cualquiera otro que hayas probado.

Ah, y con respecto a la ensalada de pavo, mi favorita se prepara con cebolla y apio picados, mayonesa, un toque de salsa worcestershire y se sirve en pan de cebolla con una rodaja de cheddar ahumado. La receta de la ensalada es de mi madre, pero la del sandwich es algo que yo comía en la Food Coop de la University of Maryland en College Park.


15
Ene 17

Caldo de huevos…el legado del pavo

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En casa es tradición -luego de la Nochebuena, o del Día de Gracias cuando la cena involucra pavo- que aprovechemos hasta lo último del animal.   La carne que queda adherida a los huesos es separada y convertida en ensalada de pavo, que a mí me gusta mucho comer en sandwichs.  Este año nos llevamos esos sandwichs en el viaje a Alta Verapaz.  Pero lo mejor de todo es el caldo de huevos que se hace con los huesos del pavo, con lo que sobró de relleno y con lo que quedó del gravy.  Ese fue el almuerzo y la cena de ayer.

Estos tres ingredientes se cuecen y luego se cuelan.  Y ese caldo se sazona con crema de tomate (en sobre, o en lata).  Luego se añade sal, si hiciera falta y se sumerge en ese caldo un ramo generoso de apazote.  Cuando el caldo toma el sabor del apazote, esta hierba es retirada.

Los huevos se cuecen en el caldo, en cada una de las porciones individuales, y los platos se sirven con crema, queso parmesano y chile.

Este caldo de huevos es uno de mis platos favoritos en todo el universo mundo; y me gusta esperar todo el año para tomarme más de un plato, acompañado por pan de horno de leña y un buen crianza, o una buena cerveza.  Me gusta destacar que, para llegar al momento en el que uno se toma un plato de esta delicia -que es receta de mi bisabuela, Adela- antes se tuvo que preparar el relleno del pavo y hornear el ave con toda su sazón y complejidad; y por eso es que este caldo de huevos es superior a cualquiera otro que uno haya probado.

Ah, y con respecto a la ensalada de pavo, mi favorita se prepara con cebolla y apio picados, mayonesa, un toque de salsa worcestershire y se sirve en pan de cebolla con una rodaja de cheddar ahumado. La receta de la ensalada es de mi madre, pero la del sandwich es algo que yo comía en la Food Coop de la University of Maryland en College Park.


09
Oct 16

Desembarco en Guatemala, por los Maudslay

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Mi bisabuela, Adela, contaba una historia similar a la de los Maudslay, de cuando vino a Guatemala por el Puerto de San Jose: We anchored in the open sea and when the time came to go ashore we were each in turn swung over the ships side in a chair and deposited with a bump on top of the other passengers and piles of baggage in a large lighter which swayed alongside.  The operation was reversed when we neared the shore, and a cage was lowered from the iron pier which loomed prodigiously and alarmingly hight above us, and we were swing in safety…even though landing was an unpleasant experience.

La foto es de de A Glimpse at Guatemala (1899);un libro publicado por Ann Carey Maudslay y Alfred Percival Maudslay, viajeros británicos que estuvieron en Guatemala a finales del siglo XIX.  Por cierto que mi copia de A glimpse...era de mi bisabuela, Adela.

La foto, es por A. P. Maudslay y el grabado es por la Swan Electric Engraving Co.


21
Ago 16

Los panqueques de Mami

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Los panqueques de mi bisabuela, Adela (Mami), eran famosos en el Hotel Casa Contenta, de su propiedad.  Hoy hizo mención de ellos la escritora Ana María Rodas en un artículo titulado Les presento a mi padre.

En su artículo, Rodas cuenta que, cuando era niña iba con su padre a Panajachel y recuerda los panqueques de la Casa Contenta.

Recuerdo perfectamente aquellos panqueques gruesos, esponjosos y firmes, perfectamente dorados.  Me gustaban, especialmente, cuando se los servía con mantequilla y miel de hojas de higos y recuerdo que mi padre, aveces, los comía con mantequilla y mermelada de fresas (también hecha en el hotel).

Mami era una reconocida cocinera extraordinaria. A hungry traveler in Spanish-speaking Guatemala can refresh himself by partaking of Hawaiian curry, hula hula pie and Austrian pig`s knuckles. It`s not hard to find the place that serves these delicacies for the Casa Contenta resort of doña Adela on Lake Atitlan, some 40 miles west of Guatemala City, is famed throughout the land, escribió de ella el Omaha World Herald, c. 1945.

En Panajachel, la tradición de los panqueques la recogió el Hotel Cacique Inn; y en mi familia fue recogida por mi hermano Juan Carlos.  A él le salen perfectos y hacen que yo viaje en el tiempo al restaurante y a la cocina del legendario Casa Contenta.  A mi, en cambio, no se me dan los panqueques. Todavía uso la wafflera de Mami y soy el rey de los waffles (gracias a la receta de Mami y a los consejos de mis cuates Grete y Rodrigo); y las tostadas a la francesa me salen francamente deliciosas.

Hoy, precisamente, hice tostadas a la francesa.

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19
Abr 15

¿Y para el desayuno? Waffles

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Hoy, para el desayuno, hice waffles con la receta de mi bisabuela (Mami) y en su waflera art deco.   El aparato es una waflera de marca Universal ca. 1924 que extraña y afortunadamente sobrevivió a más de 90 años de mudanzas y calamidades.

Ya domino el arte de hacer waffles (gracias a consejos de mis cuates Grete y Rodrigo)  y en esta ocasión los comí con miel pura de maple y con Spam. Me enteré, por cierto, que en español a los waffles se les dice gofres; pero sospecho que esa es una palabra que no usaré mucho ya que no me conecta con mi niñez, ni con los domingos de waffles en casa de mis padres. Tenía añales de no comer Spam; pero la semana pasada compré una lata y me lo he estado disfrutando poco a poco. También es algo que me trae muchos buenos recuerdos.

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29
Dic 14

¡Caldo de pavo y huevos!

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Uno de los platos de temporada que más disfruto -y que es tradicional de mi casa- es el caldo de pavo y huevos.  Es una receta de mi bisabuela, Mami.

La carne del pavo que queda adherida a los huesos es separada y el caldo de huevos se hace con los huesos del pavo, con lo que sobró de relleno y con lo que quedó del gravy luego de que la mayoría de la carne sobrante fuera usada para preparar ensalada de pavo.

Aquellos tres ingredientes se cuecen y luego se cuelan.  Y ese caldo se sazona con crema de tomate (en sobre, o en lata).  Luego se agraga sal, si hiciera falta y se sumerge en ese caldo un ramo generoso de apazote. Cuando el caldo toma el sabor del apazote, se retira el ramo.

Los huevos se cuecen en el caldo, en cada una de las porciones individuales, y los platos se sirven con crema, queso parmesano y chile.

Me gusta destacar que, para llegar al momento en el que uno se toma un plato de esta delicia  antes se tuvo que preparar el relleno del pavo y hornear el ave con toda su sazón y complejidad; y por eso es que este caldo de huevos es superior a cualquiera otro que uno haya probado.

Este año lo comimos acompañado con unos aguacates estupendos y cerveza.


23
Oct 14

“Desembarcando en San José”

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Me dieron ganas de compartir las fotos de A Glimpse at Guatemala (1899); un libro publicado por Ann Carey Maudslay y Alfred Percival Maudslay, viajeros británicos que estuvieron en Guatemala a finales del siglo XIX.  La primera es esta de un grupo de viajeros desembarcando en el puerto de San José.  No sólo es una de las primeras del libro, sino que recuerdo que mi bisabuela, Adela, me contó que así la bajaron del barco cuando ella vino a Guatemala unos años después.

Dicen los Maudsley: We anchored in the open sea, and when the time came to go ashore we were each in turn swung over the ship´s side in a chair and deposited with a bump on the top of the other passengers and piles of baggage in a large lighter which swayed alongside.

La ilustración por Ada Hunter es a partir de una fotografía.