06
Ene 18

El convite de Sumpango

El convite de Sumpango es uno de los más famosos en Guatemala, y como me gustan mucho los convites viajé a esa población el 23 de diciembre pasado.

Haz clic en la foto, para ver más fotos.

Tres cosas me llamaron la atención rápidamente: la gente es muy amable y platicadora, el lugar es fotogénico y los trajes del convite son de lo mejor.  Lamentablemente no pude quedarme al desfile; pero, en el salón municipal, pude apreciar muchos de los disfraces.   Pude, incluso, ver como se vestía La bestia, de La bella y la bestia.

Conseguí fotos encantadoras de arquitectura y campanas en la iglesia de la población, donde también vi una matraca, de esas que se usan para sustituir a las campanas en las fiestas donde no es costumbre tañer aquellas; es notable la cantidad de flores de pascua que había para la venta.

Desde una perspectiva distinta, y no menos fascinante, si ves las fotos que ilustran esta entrada, vas a ver niños y jóvenes con sus teléfonos móviles y tablets.  ¿Habrá algún jóven en Sumpango y en otras poblaciones parecidas, que no use teléfonos móviles, tablets y la Internet?

Pasé una mañana muy agradable en Sumpango y me gustaría volver este año para gozar del convite y su música.  Por cierto que este año, eran los Internacionales conejos los que iban a acompañar al desfile de personajes.


05
Nov 07

Los barriletes de Santiago Sacatepéquez


Cada año, en Santiago Sacatepéquez, en Sumpango y en otras poblaciones de Guatemala, en el Día de Todos los Santos la gente se reune en el cementerio para elevar barriletes.
.
La característica extraordinaria de los cometas que vuelan en estas poblaciones es su tamaño gigante. Yo nunca he ido, pero me gustaría mucho hacerlo, quizás el año que viene.
.
He aquí unas fotos que tomó mi cuate Luis Pedro Mirón.

02
May 07

Linchamiento: imágenes de horror y barbarie

Algunos piensan que la aplicación “el derecho consuetudinario” (al estilo de los vapuleos, latigazos y linchamientos que ocurren entre los indígenas guatemaltecos) tiene ventajas sobre la justicia de Occidente porque aquella es gratuita, es rápida y porque permite la participación democrática de la comunidad en el castigo a los delincuentes.

Cuando hace poquito más de un año ocurrieron el horror y la barbarie de unos linchamientos en Sumpango, me impresionaron mucho las imágenes que transmitió la televisión chapina de cómo “la comunidad” acababa, a golpes y en las llamas, con la vida de dos personas. Los vídeos que quiero compartir ahora muestran algo parecido, y no es bueno que usted los vea si no está dispuesto a ver algo repulsivo. Los comparto porque si bien es cierto que la “justicia comunitaria” es “rápida y democrática”; también es cierto que es brutal.

Las imágenes son las de la lapidación de una mujer de origen yazidi que fue apedreada en público por tener relaciones con un hombre sunita. Las imágenes fueron tomadas por un periodista kurdo. El periódico Kurdish Aspect tiene la historia; y también Amnistía Internacional. Gracias a Tom Palmer por el tip.

Los enlaces para los vídeos están aquí; y posiblemente tenga que bajar un Plug-in para verlos.


12
Abr 07

Justicia, ¿o qué?

En Santa Cruz del Quiché, cinco personas fueron capturadas y acusadas de extorsionar a comerciantes, vecinos y pilotos de mototaxis de aquella ciudad.

Ojalá que la ley caiga sobre estos delincuentes, que han tenido atemorizada a la población. No es justo que uno trabaje honradamente para ganar dinero, y que los pandilleros se lo arrebaten de esta forma, citó un piloto de mototaxi”.

El martes pasadola Policía aprehendió a los nicaragüenses mientras asaltaban y extorsionaban. Los pobladores llegaron al centro de detención de la localidad con intenciones de sacar a los presuntos delincuentes y hacer justicia con su propia mano, pero la fuerza pública se los impidió.

Al no lograr su cometido, los vecinos hallaron a 2 guatemaltecos quesupuestamente son compañeros de los nicaragüenses, y los vapulearon en la concha acústica. No puse foto de la golpiza porque no está en prensalibre.com.gt; pero sí está en la edición física del diario.

Según la Policía, los nicaragüenses fueron entregados a la Dirección General de Migración, mientras que los guatemaltecos están en prisión a la espera de la acción judicial.

Como los chapines no llevan nombres indígenas (Gómez Urizar y Martínez Mungía), ¿será por eso que además de ser vapuleados en público fueron devueltos a la Policía? Porque lo que ocurre con personas indígenas es que sólo son golpeados y no tienen que enfrentar a las autoridades. Por otro lado, si no tienen nombres indígenas, ¿quiere decir eso que no son indígenas? Y luego, ¿cuál es el criterio de aplicación para el supuesto derecho consuetudinario entre los indígenas?

Esto es lo que escribí, hace poco, sobre el tema de los linchamientos y los vapuleos.

¿Y el gobierno?

Cuatro casas de supuestos mareros, en Palín, fueron quemadas por pobladores del lugar. Los incendiarios indicaron que decidieron actuar así debido a la ineficacia de las autoridades llamadas a protegerlos de los delincuentes organizados en maras.

Por si alguien no lo sabe, las maras son pandillas juveniles; y muchas de ellas son tristemente célebres por ser organizaciones criminales cuyos miembros extorsionan y pueden, incluso, hasta asesinar a comerciantes, transportistas y vecinos de las áreas donde operan. Muchos integrantes de maras son delincuentes. Eso es cierto. Como lo es, también, que igual que otros delincuentes, estos operan impunemente ante la ausencia de gobierno y de autoridad en Guatemala.

El de los presuntos pandilleros de Palín no es un caso aislado. Muchos vecinos en otros lugares actúan contra los mareros en formas menos escandalosas, pero efectivas. Por eso es que dicen que en solares aislados y en cunetas de aminos oscuros aparecen cuerpos de jóvenes tatuados, y sin vida.

El de los presuntos mareros de Palín está lejos de ser un caso aislado. Cinco días antes de las citadas quemas, en las que los hechores no dejaron que los bomberos apagaran los fuegos, un grupo de habitantes de Sumpango protagonizó el ominoso lichamiento de dos personas a las que acusaban de ser robaniños.

Repito, y sostengo, que cualquier presunto delincuente debería ser citado, oído y vencido en juicio antes de que se la aplique una pena preestablecida y proporcional al delito que hubiere cometido. Ni para mareros, ni para robaniños es justicia el linchamiento, de igual forma que no es justicia la destrucción de propiedad ajena, o el sacrificio de los derechos individuales, por los intereses colectivos. Pero claro, a aquello hemos llegado en buena parte porque en vez de gobierno tenemos una burocracia que, en vez de cumplir con el mandato constitucional de proteger a las personas y garantizarles la vida, la seguridad y la justicia, lo que hace es administrar intereses, asegurar privilegios y buscar acuerdos hasta dónde no hacen falta.

Vea usted, por ejemplo, lo que pasó con el levantamiento popular de hace poco más o menos una semana. Lo que iba a ser un alzamiento generalizado no fue más que pequeños grupos de acarreados tratando de pasar inadvertidos mientras bloqueaban los accesos a la ciudad de Guatemala. Preguntados en televisión a qué habían venido, la mayoría de participantes en el movimiento indígena, campesino y popular desconocía por qué estaba ahí. Unos decían que venían porque los habían traído, otros decían que venían acompañado a alguien, y los más enterados citaban los más diversos motivos para acuerpar el motín. Entre todos no eran más que un puñado de señoras llevadas ahí por una dirigencia irresponsable, abusiva y canalla. Pero eso sí, el comandante Stein salió al rescate del levantamiento, que era un fracaso evidente, y para ponerle fin, a algo que no estaba pasando, instaló una mesa de negociaciones y legitimó las pretensiones de los alzados. Ahora ya tenemos lo que no hacía falta: una mesa de negociaciones más, integrada por ese tipo de delincuentes que puede tomar la ciudad impunemente y que no representa absolutamente nada más que intereses políticos de lo más viles.

Lo dije arriba y lo repito: en vez de gobierno tenemos una burocracia dedicada a administrar intereses, asegurar privilegios y buscar acuerdos hasta dónde no hacen falta. Los gobiernos son esencialmente una negación de la libertad. En consecuencia debería haber algún motivo para tolerar tal negación. Ludwig von Mises nos lo da cuando explica que el gobierno “debe proteger a los individuos contra los ataques violentos y fraudulentos de los gangsters”. Ya sean estos mareros, robaniños, o revoltosos, para lo que queremos gobierno es para que nos proteja de ellos, no para que los deje en manos de las turbas, ni para que legitime sus demandas.

La foto es por Oscar Toledo, de Prensa Libre.


14
Oct 06

Consuetudinario, o jacobino

1. Un muerto, y 28 casas y cinco automóviles quemados, fue el saldo que dejó el enfrentamiento entre los residentes de varias poblaciones que invadieron la aldea Tzucubal con el objetivo de capturar a un grupo de personas acusadas de vender niños. Así decían las noticias el 2 de octubre.

Para el 3, las cosas se pintaban peor; ya que para entonces, con el apoyo del alcalde del lugar e impedido el ingreso de la policía, 18 mujeres y cinco hombres fueron azotados y rapados.

Entre la actitud de este jefe edil y la del munícipe de Acatán, más los 12 casos de este tipo que en lo que va del año tiene registrados el Organismo Judicial, incluido el espeluznante caso de Sumpango, uno puede concluir, ¡otra vez!, en que el estado de Guatemala ha colapsado y que se está disolviendo en la anarquía.

¿Por qué no ocurrían tantas cosas de estas hace diez, o quince años? La hipótesis de un cuate es que la presencia del Ejército impedía estos desmanes entre la población indígena. “Los que estamos desubicados somos nosotros; porque, ¿de dónde sacamos que Guatemala es Occidente?”, dice el citado.

Y talvez sea cierto. Por cierto que según un mito tzutujil los K´ulantun winaq eran hechiceros cuyas costumbres malignas no tenían límites e incluían el robo de niños para el sacrificio (Stanzione, 2000). Mitos como este dan pie para que entre los indígenas, el simple rumor de un posible robo de niños puede desencadenar linchamientos. (Si me escribe a luisfi@intelnet.net.gt le mando un articulín que publiqué al respecto). Y si no, ¿qué explica hechos como el de Tzucubal, el de Sumpango, el linchamiento de aquellos turistas japoneses en Todos Santos y el ataque espantoso que sufrió June Weinstock, en San Cristóbal Verapaz?

Sin embargo puede que haya más. Mi hipótesis es que a aquellos grupos que se oponen a las adopciones y que andan por ahí asustando a la gente sencilla con historias sobre el robo de niños, se les ha ido la mano. Esas historias han revivido los mitos primitivos más profundos y han despertado demonios que estaban dormidos. Y como consecuencia, el estado de Guatemala se disuelve en la anarquía; entre una mezcla de intereses políticos retorcidos, algo de mumbo jumbo y el activismo (y la abulia) de elites irresponsables.

En medio del caos, los desmanes de la plebe se confunden con un supuesto derecho consuetudinario; haciéndose a un lado el hecho de que este se deriva de los precedentes judiciales y de la costumbre, siempre y cuando esta última sea repetida a lo largo de muchos años y que, por lo tanto, goce de un uso repetido y generalizado, al mismo tiempo de que, en torno, a ella exista una conciencia de obligatoriedad.

La quema de personas y de propiedad, los azotes y otras penas infamantes, puede que sean un fenómeno nuevo entre las comunidades indígenas, atribuible a la ausencia del estado como gendarme y como juez.

Entonces, si el derecho consuetudinario ha de desarrollarse entre los indígenas como una alternativa para restituir la legitimidad del estado, la dirigencia política y social que apoya ese camino debe establecer una diferencia inconfundible entre aquel, y el jacobinismo de las plebes y el de los alcaldes con alcances modestos y pretensiones napoleónicas.

Si no lo hicieran, uno podría pensar que, en realidad, las dirigencias populares que vemos en foros, o en ONG y que medran en los organismos internacionales, tienen poca, o ninguna conexión con las verdaderas dirigencias locales con las que las poblaciones indígenas sí tienen conexiones informales, pero efectivas, talvez por consuetudinarias.

2. Mojito: Un turista chapín entra a una tienda de música, en La Habana, y le pregunta al empleado: “¿Tiene la canción Morir de amor, por las hermanas Fabrisa, en 45 revoluciones?” A lo que el empleado le responde: “No, ese no lo tengo; pero sí tengo Morir de hambre, por los hermanos Castro, en una sóla revolución”.