06
Dic 17

El error de la izquierda y la derecha

Es un error popular usar la terminología de izquierda y derecha para ubicar posiciones en el espectro político; pero es más que un error si se usan en contextos que deberían ser más precisos, que los de un cuchubal.  Yo mismo he caído en ese vicio y mea culpa, mea gravisima culpa.

En el contexto de la Segunda guerra mundial y en el contexto de la guerra fría a la izquierda se la identificaba con el socialismo y el comunismo; en tanto que a la derecha se la identificaba con el fascismo y el nacismo.  Pero tras ser derribado el muro de Berlin y en pleno colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, los reaccionarios que querían conservar el sistema político eran identificados como de derecha, en los medios de comunicación masivos.  Esto es porque a la derecha se la identifica como la reacción, frente a los cambios.  Esta identificacion, sin embargo, es arbitraria porque, al régimen socialista revolucionario y bolivariano de Nicolás Maduro, nadie lo llama de derecha aunque sea conservador y reaccionario frente al cambio.

El caso es que izquierda y derecha, en realidad, son términos vacíos de contenido y se usan al antojo, son intercambiables, y el caso de Honduras es paradigmático.

Los Hondureños se enfrentan a dos opciones estatistas: la autoritaria y continuista del actual gobernante, Juan Orlando Hernández y la chavista opositora del candidato Salvador Nasralla.  Para el observador superficial este es un típico enfrentamiento de derecha versus izquierda, pero quien raspe un poquito más profundo encontrará que ambas opciones son pan con lo mismo: Los hondureños tienen que elegir entre un estatista y otro estatista.  Entre una forma de colectivismo y otra forma de colectivismo. Entre un manipulador y tirano potencial y otro manipulador y tirano potencial.  Entre un peligroso y otro peligroso, entre un violador de la Constitución y un potencial violador de la Constitución.  Ambas opciones son antirepublicanas.

La verdadera diferenciación en el espectro político no es entre derecha e izquierda (arbitrarias) sino entre individualismo y colectivismo.  Los políticos individualistas apoyan el respeto a los derechos individuales de todos por igual de tal modo que los intereses colectivos no prevalecen sobre los derechos individuales, en sus propuestas; en tanto que los políticos colectivistas, porque en sus prpuestas los intereses colectivos prevalecen sobre los derechos individuales, estos tienen poco, o ningún valor.  Por eso es que no todos los políticos son iguales, y es útil distinguirlos desde esta perspectiva.

En Honduras, Guatemala, Nicaragua, Venezuela y Bolivia, para citar cuatro ejemplos, los políticos colectivistas en el poder han modificado e invalidado las constituciones de sus países con tal de aferrarse en el poder; a veces haciendo uso de la democracia y muchedumbres de votantes clientelares; y a veces haciendo uso de jueces y diputados serviles.  Ningún político individualista haría algo semejante; pero, claro, no es que estos abunden; y abundan menos en el poder.

Lo que si hay demasiado son políticos colectivistas -ya sean socialistas, o fascistas- (que tienen raíces comunes, ajenas al individualismo).  Los Hernández, los Ortega, y los Morales, para citar tres, son coyotes de la misma loma. No sirve a bien alguno negar la evidencia de que caben en el mismo canasto, porque filosóficamente comparten valores, piensan igual y actúan igual.  Siempre en favor del poder, siempre en favor del poder personal, siempre irrespetando los derechos individuales, siempre pasando sobre sus constituciones y sus leyes. Sus estrategias y tácticas políticas -que incluyen el uso de la fuerza y hasta de la violencia cuando la juzgan necesaria- apuntan más apuntan más a la consolidación del poder estatal e incluso a la consolidación del poderío y la dominación personales, que a la consolidación de un sistema republicano, donde el poder político esté limitado y se repete no sólo a los mandantes y a los tributarios, sino los derechos individuales de todos por igual. Tanto los socialistas, como los fascistas son estatistas y destruccionistas.  Y no frieguen…Nasralla y los chavistas no son distintos a otros políticos que actuan como ellos.

Si no se entiende esta diferencia, no se entienden los fenómenos políticos que están asolando América Latina y que amenazan a Guatemala. La distinción no es entre derecha e izquierda; sino entre individualismo y colectivismo.

Yo mismo he usado el término izquierda para identificar a los socialistas; como he usado democracia cuando debí usar república, o he usado ciudadanos cuando debí decir mandantes. Pero siempre se puede rectificar, ¿verdad?


13
Nov 17

¿Por qué habría que valorar el individualismo?

Samuel Pérez-Attías anda con la cosa de que la promoción del individualismo es un error y que es la causa de algo que el llama la atomización de la sociedad. Creo que Samuel opina eso porque no está claro qué quiere decir individualismo.

Escucha el podcast aquí.

Antes de seguir, sin embargo, no está de más explicar por qué tendría que estar claro qué quiere decir individualismo.  Desde una óptica epistemológica -y como el propósito de los conceptos es facilitarnos la clasificación y organización cognitivas, así como facilitarnos conocer y pensar-  la palabra individualismo es un símbolo que denota un concepto, es decir que representa algo concreto y de cierto tipo, algo que se diferencia, por ejemplo, del concepto colectivismo.

Entonces, si hablamos de individualismo, desde una falacia como la del hombre de paja (que es criticar algo no por lo que es, sino por una fabricación ad hoc que el crítico hace para servirse de ella), la conversación no tiene sentido ya que el hombre de paja distrae y borra al concepto legítimo.

Individualismo, pues, no es la creencia de que las personas deberían vivir aisladas al margen de la sociedad, o de espaldas a ella. Simón el estilita, que vivió encaramado en una columna, no era individualista. Tampoco es la creencia de que las personas deberían ser islas inconexas unas con otras.  No es la negación de la división del trabajo, ni la negación del valor de la cooperación social, ni la negación de la dispersión del conocimiento, ni la del valor de la vida en sociedad (que es una forma de hacer las cosas) y el individualismo no excluye las acciones en grupo.  Eso sí, el individualismo es opuesto al colectivismo; y no es entusiasta del tribalismo.

¿Qué, entonces, es el individualismo?

Propiamente dicho, el individualismo tiene dos perspectivas que quiero destacar en esta entrada.  Por un lado el individualismo sostiene que las personas individuales (de ahí el nombre) tenemos derechos inalienables que no nos pueden ser arrebatados por ninguna otra persona, ni por cualquier grupo, o conjunto de personas.  Por lo tanto, cada persona existe por su propio derecho y para sí mismo, no para el grupo.  Los individuos, pues, no somos ni piezas de una máquina, ni peldaños de una escalera, ni herramientas para ser usados.  Por esas razones, y de acuerdo con el individualismo, el poder de la sociedad debe estar limitado por los derechos individuales de las personas; y quienes ejercen el poder en la sociedad sólo pueden crear leyes que no violen aquellos derechos individuales.  En un sistema individualista, todas las personas son iguales ante la ley, en todas las oportunidades; y cada uno tiene los mismos derechos ya sea que se encuentre sólo, o que lo acompañe un millón de personas más.

¿Es posible no estar de acuerdo con estos principios si lo que se quiere es una sociedad sana, basada en relaciones pacíficas y voluntarias?

Para entender mejor el individualismo en esta perspectiva, vale la pena compararlo con lo que se le opone, que es el colectivismo.  Este sostiene que las personas no tienen derechos; y que su cuerpo, su personalidad y su trabajo le pertenecen al grupo, comunidad, colectivo, clase social, etnia o a la sociedad.  Por eso es que el grupo, comunidad, colectivo, la vanguardia, la etnia o la sociedad pueden hacer con él lo que le plazca, en la forma que quiera y por cualquier motivo que el grupo haya decidido que es su propio bien.  En esas condiciones, cada persona existe sólo con el permiso del grupo y en beneficio del grupo. Por esas razones, y de acuerdo con el colectivismo, el poder de la sociedad (que es el colectivo supremo) es ilimitado y la sociedad puede crear las normas que desee e imponérselas a cualquier persona en la forma que quiera. En un sistema colectivista, las personas tiene que agruparse unas con otras para obtener privilegios.  Y los que pertenezcan a los grupos más grandes, más bulliciosos, o más violentos son los que tienden a obtener más y mejores privilegios.

¿Es posible tener una sociedad sana, basada en relaciones pacíficas y voluntarias, en aquellas condiciones? Yo digo que no.

La otra perspectiva desde la que hay que entender el individualismo, y que quiero comentar aquí, es la del individualismo metodológico (o método compositivo) como el método de las ciencias sociales que sostiene que todos los fenómenos sociales son explicables a partir de las acciones individuales de los seres humanos individuales (de ahí su nombre).   El individualismo metodológico descarta la creencia de que los grupos, comunidades, colectivos y sociedades sean organismos que pueden tomar decisiones y actuar propiamente dicho.  Una forma de ponerlo es que así como el grupo, la comunidad, el colectivo, o la sociedad no tienen un estómago como para decir apropiadamente que el grupo se comió X cantidad de hamburguesas el año pasado; tampoco se puede decir apropiadamente que el grupo haya decidido, o haya actuado, porque el grupo no tiene cerebro, ni mente para tomar decisiones, o para actuar. Las personas individuales que forman el grupo son las que comen hamburguesas, y son las que deciden y actúan.  El individualismo metodológico descarta la creencia de que la clase social, la étnia, la nacionalidad, el sexo, u otros elementos sean determinantes en las decisiones individuales que toman las personas individuales, para actuar individualmente, o en coordinación con otros.

El individualismo metodológico no sólo no descarta que un, o unos individuos actúen en coordinación con otros individuos desde la división del trabajo y la cooperación social. Sino que sirve para entender la naturaleza de estas formas de cooperación, desde la que hay entre dos personas individuales, hasta la cooperación social pasando por formas menos complejas de asociación como empresas, tribus, comunidades y otras formas de organización. Quien entiende el individualismo metodológico y la división del trabajo, entiende por qué es que integramos la sociedad, precisamente para perseguir y alcanzar mejor nuestros fines individuales.  La sociedad, desde esta perspectiva es una forma de hacer las cosas.

En el contexto político -y por eso es que el individualismo incomoda mucho a los que les gusta el poder- Raimondo Cubeddu cita a Friedrich A. Hayek y explica que “la característica esencial del verdadero individualismo” consiste en que es ante todo “una teoría de la sociedad, un intento de comprender las fuerzas que determinan la vida social del hombre y, sólo en un segundo momento, un conjunto de máximas política derivadas de esta concepción de la sociedad”.  De lo que resulta claramente que la política no es la ciencia arquitectónica de la asociación civil, y ni siquiera un conjunto de máximas que deben calar en la sociedad a fin de transformarla en la perspectiva de los valores éticos, políticos, o económicos que se considera racional, o justo alcanzar; sino la consecuencia de una teoría general de la acción humana.  De paso, ¿sabes cuál iba a ser el título de La acción humana, por Ludwig von Mises (un individualista irredento)? El título iba a ser Cooperación social.

El individualismo nada tiene que ver con la atomización de la sociedad.  Al culpable de este fenómeno seguramente habría que buscarlo en el uso del estado, por parte de algunos actores sociales (muchos detractores del individualismo) a modo de aquella gran ficción por medio de la cual todo el mundo se esfuerza en vivir a expensas de todo el mundo, contra la que advirtió Fréderic BastiatEsa pretensión sí atomiza a la sociedad porque en vez de fomentar la cooperación, lo que alimenta es no solo la competencia por privilegios, sino el irrespeto a los derechos individuales.  Al culpable del fenómeno de atomización seguramente habría que buscarlo en el tribalismo, esa pretensión colectivista que egulle a las personas individuales y las funde en una masa en la que todo es sacrificable en el altar que manden los que controlan al colectivo. Y de esa pretensión, no es extraño que las personas quieran escapar y hasta cierto punto, atomizarse.

Si te interesó el tema, quizás quieras leer algo ¿Por que defender el ultra-individualismo?


07
Ago 15

Corrupción e ideología

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Anda por ahí la creencia de que la lucha contra la corrupción no tiene ideología; y eso es cierto en el contexto de que el objetivo de acabar contra aquel flagelo es compartido por tirios y troyanos.   Pero hasta ahí.

Tirios y troyanos, colectivistas e individualistas, no diferimos en los objetivos, sino en los medios.  Coincidimos en que hay que acabar con la miseria y reducir lo más posible la pobreza, por ejemplo. En lo que diferimos es en cómo y ese es el mundo de las ideologías.

De ahí que los tirios podrían querer acabar con la corrupción mediante el incremento del número de controles y de controladores de los procesos; reducir el sector voluntario de la economía y las esferas de acción privada de las personas, y ampliar el sector coercitivo y la esfera de acción estatal; establecer un sistema en el que los intereses colectivos prevalezcan sobre los derechos individuales, repartir privilegios y/o encargarle a una comisión internacional que asuma la responsabilidad propia de los contribuyentes y súbditos.

Los troyanos podrían querer acabar con la corrupción mediante la eliminación de toda posibilidad de decisiones arbitrarias y otros incentivos perversos en el gobierno; reducir el sector coercitivo de la economía y la esfera de acción estatal, y ampliar el sector voluntario de la economía y las esferas de acción privada de las personas; facilitar un sistema en el que los derechos individuales prevalezcan sobre los intereses colectivos; eliminar privilegios y/o facilitar que los tributarios y mandantes asuman la responsabilidad de velar por la probidad.

¡Y aquí estamos en el mundo de las ideas y de las filosofías que nos dividen!  Y hay que elegir porque, como escribió Leonard Peikoff: La mayoría antifilosófica entre los hombres es la más dependiente de las ideas prevalecientes en su época. En tiempos de crisis, aquella necesita la guía de algún tipo de teoría; pero al no estar familiarizada con el campo de las ideas, no sabe que hay opciones frente a las teorías populares. Ella sólo conoce lo que siempre le han enseñado.   De ahí que la lucha contra la corrupción no escape a la batalla de las ideas.

Columna publicada en elPeriódico.


22
Nov 14

¿En qué está pensando Bergoglio?

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Jorge Mario Bergoglio afirmó que la lucha contra el hambre y la desnutrición se ve obstaculizada por la prioridad del mercado y la preeminencia de la ganancia.  Criticó el sistema económico que, según él, ha reducido los alimentos a una mercancía cualquiera, sujeta a especulación, incluso financiera.

Como Bergoglio tiene una idea retorcida de lo que es el individualism0; para él  la falta de solidaridad  es un reto en una sociedad donde crece el individualismo.  ¿Qué es lo opuesto al individualismo?

El individualismo sostiene que el hombre posee derechos inalienables que no le pueden ser arrebatados por ningún otro hombre, ni tampoco por cualquier número, grupo o conjunto de hombres. Por lo tanto, cada hombre existe por su propio derecho y para sí mismo, no para el grupo.  El colectivismo sostiene que el hombre no tiene derechos; que su trabajo, su cuerpo y su personalidad pertenecen al grupo; que el grupo puede hacer con él lo que le plazca, en la forma que quiera, por cualquier motivo que el grupo haya decidido que es su propio bien. Por consiguiente, cada hombre existe sólo con el permiso del grupo y en beneficio del grupo.

Estos dos principios son las raíces de dos sistemas sociales opuestos. El problema básico del mundo hoy en día es la elección entre estos dos sistemas.  ¿De verdad es que Bergoglio cree que el individualismo tiene que ver con lo que él llama falta de solidaridad?

Hay otra perspectiva desde la cual se puede entender el individualismo; y esta es la del individualismo metodológico en las ciencias sociales o método compositivo.  El mismo sostiene que los fenómenos sociales son explicables desde los individuos y sus acciones, sus preferencias, sus valoraciones, sus metas y los medios que eligen para perseguirlas.  El individualismo niega que los grupos o colectivos actúen, prefieran, valoren, tengan metas y elijan medios.  Desde esta perspectiva, lo que conocemos como acciones colectivas, son consecuencias de los agragados de las decisiones y acciones de los individuos que componen los grupos.

¿Qué querrá decir Bergoglio cuando afirma que ningún sistema de discriminación, de hecho o de derecho, vinculado a la capacidad de acceso al mercado de los alimentos, debe ser tomado como modelo de las actuaciones internacionales que se proponen eliminar el hambre?  ¿Querrá decir que las necesidades tienen que prevalecer sobre los derechos? ¿A qué tipo de acciones se refiere?

El discurso populista y colectivista de Bergoglio me recuerda a los de Chávez, Maduro, Mujica, y otros de esa talla.  ¿A ti no?

Estas declaraciones de Bergoglio deben ser analizadas a la luz de estas; y de estas otras.  En unas el Vaticano va a por una autoridad económica mundial y en las otras Bergoglio va a por la redistibución de la riqueza.

La foto la tomé de Facebook.


13
Dic 10

¿Y si hubiera un WikiLeaks chapín?

Luego de casi dos años después de que la Ley de Acceso a la Información fue aprobada en Guatemala, las oficinas públicas obligadas a facilitar documentos e información, a quien la solicite, siguen ofreciendo resistencia.

¿Cómo reaccionarían los pipoldermos guatemaltecos si hubiera un WikiLeaks chapín?

Yo lamento y veo muy peligroso que WikiLeaks sea usada para debilitar y para hacer vulnerable a Occidente frente a sus enemigos; pero, ¿qué tal si esa práctica fuera usada para debilitar y hacer vulnerables a las dictaduras y a los regímenes colectivistas en el mundo.  Circula en Twitter la siguiente reflexión: Si los fundadores de WikiLeaks fueran chinos, se les trataría como a disidentes y se les ofrecería un Premio Nobel.

Dicha reflexión superficial ignora que no son moralmente iguales los regímenes en los que prevalece el individualismo, a los que se basan en el colectivismo.  Lo moralmente cuestionable de lo que está ocurriendo con WikiLeaks no es que esté siendo expuesta la información secreta de quienes están en el ejercicio del poder; sino que no se discrimina entre la información que es revelada.

Aquí, por cierto, hay que recordar que todo medio de comunicación decide qué publica y qué no, así como qué importancia le da a lo que publica.  Cada día -y no por censura-, sino porque los medios de comunicación responden a los valores de sus propietarios y de sus ejecutivos y trabajadores, los medios de comunicación dejan mucha información sin publicar, y destacan otras informaciones.  Los medios masivos de comunicación, por ejemplo, suelen ningunear las informaciones que contradicen la mitología del cambio climático, por ejemplo; pero no dudan en destacar casi todo el mumo jumbo acerca de aquel tema.

La práctica de WikiLeaks, pues, no es mala, ni buena per se; y, como todo instrumento, depende del uso que se le de.  Si WikiLeaks sirviera para acabar con regímenes como aquellos que ignoran, o violentan consistentemente los derechos individuales y la igualdad de todos ante la ley, no tendría por que no ser un instrumento que sirva para el bien.  En cambio, si es usada para servir a los intereses de aquellos regímenes que no sólo ignoran y violentan constantemente los derechos individuales y la igualdad ante la ley; sino que repudian el individualismo, la razón, la libertad, el capitalismo, las ciencias,  la tecnología, el estado de derecho, y otros valores que hacen posible la civilización, entonces sirve al mal.  A fin de cuentas, WikiLeaks es un arma de espionaje; y como toda arma, puede ser usada contra inocentes, o contra culpables.

¿Qué pasaría si, en vez de exponer las debilidades de Occidente, miles y miles de personas que tienen acceso a información secreta de gobiernos y regímenes colectivistas expusieran a los políticos y funcionarios que tienen sometidas a millones y millones de personas?

¿Qué pasaría si las personas que tienen acceso a información secreta de gobiernos corruptos expusieran a los políticos y funcionarios que se enriquecen a costa del trabajo (y de la falta de empleo) de los tributarios?


26
Nov 10

¿Qué no es, y qué sí es el Individualismo?

Anda, por ahí, la creencia errónea de que el Individualismo es una práctica que se basa en el aislamiento del individuo frente a la sociedad, o frente a los grupos sociales.  Anda, por ahí, la creencia equivocada de que el Individualismo recomienda perseguir los objetivos propios sin tomar en cuenta los derechos ajenos, o los fines ajenos.  Anda por ahí la creencia falsa de que el Individualismo debilita a las personas; porque las acciones colectivas son más eficientes y poderosas.

Sin embargo, el Individualismo no riñe con la vida en sociedad; no ignora los derechos de terceros, ni sus fines; ni excluye las acciones en grupo.  Sólo un análisis superficial hace posible aquellas apreciaciones sobre el Individualismo.

Propiamente dicho, el Individualismo tiene dos perspectivas que quiero destacar en esta entrada.  Por un lado el Individualismo sostiene que las personas individuales (de ahí el nombre) tenemos derechos inalienables que no nos pueden ser arrebatados por ninguna otra persona, ni por cualquier grupo, o conjunto de personas.  Por lo tanto, cada persona existe por su propio derecho y para sí mismo, no para el grupo.  Los individuos, pues, no somos ni piezas de una máquina, ni peldaños de una escalera, ni herramientas para ser usados.  Por esas razones, y de acuerdo con el individualismo, el poder de la sociedad debe estar limitado por los derechos individuales de las personas; y quienes ejercen el poder en la sociedad sólo pueden crear leyes que no violen aquellos derechos individuales.  En un sistema individualista, todas las personas son iguales ante la ley, en todas las oportunidades; y cada uno tiene los mismos derechos ya sea que se encuentre sólo, o que lo acompañe un millón de personas más.

¿Es posible no estar de acuerdo con estos principios si lo que se quiere es una sociedad sana, basada en relaciones pacíficas y voluntarias?

Para entender mejor el Individualismo en esta perspectiva, vale la pena compararlo con lo que se le opone, que es el Colectivismo.  Este sostiene que las personas no tienen derechos; y que su cuerpo, su personalidad y su trabajo le pertenecen al grupo, comunidad, colectivo, o sociedad.  Por eso es que el grupo, comunidad, colectivo, o sociedad pueden hacer con él lo que le plazca, en la forma que quiera y por cualquier motivo que el grupo haya decidido que es su propio bien.  En esas condiciones, cada persona existe sólo con el permiso del grupo y en beneficio del grupo.  Por esas razones, y de acuerdo con el Colectivismo, el poder de la sociedad (que es el colectivo supremo) es ilimitado y la sociedad puede crear las normas que desee e imponérselas a cualquier persona en la forma que quiera. En un sistema colectivista, las personas tiene que agruparse unas con otras para obtener privilegios.  Y los que pertenezcan a los grupos más grandes, más bulliciosos, o más violentos son los que tienden a obtener más y mejores privilegios.

¿Es posible tener una sociedad sana, basada en relaciones pacíficas y voluntarias, en aquellas condiciones? Yo digo que no.

La otra perspectiva desde la que hay que entender el Individualismo, y que quiero comentar aquí, es la del Individualismo metodológico como el método de las ciencias sociales que sostiene que todos los fenómenos sociales son explicables a partir de las acciones individuales de los seres humanos individuales (de ahí su nombre).   El Individualismo metodológico descarta la creencia de que los grupos, comunidades, colectivos y sociedades sean organismos que pueden tomar decisiones y actuar propiamente dicho.  Una forma de ponerlo es que así como el grupo, la comunidad, el colectivo, o la sociedad no tienen un estómago como para decir apropiadamente que el grupo se comió X cantidad de hamburguesas el año pasado; tampoco se puede decir apropiadamente que el grupo haya decidido, o haya actuado, porque el grupo no tiene cerebro, ni mente para tomar decisiones, o para actuar.  Las personas individuales que forman el grupo son las que comen hamburguesas, y son las que deciden y actúan.  El Individualismo metodológico descarta la creencia de que la clase social, la étnia, la nacionalidad, el sexo, u otros elementos sean determinantes en las decisiones individuales que toman las personas individuales, para actuar individualmente, o en coordinación con otros.

El Individualismo metodológico no sólo no descarta que un, o unos individuos actúen en coordinación con otros individuos. Sino que sirve para entender la naturaleza de estas formas de cooperación, desde la cooperación entre dos personas individuales, hasta la cooperación social pasando por formas menos complejas de asociación como empresas, tribus, comunidades y otras formas de organización.  Entiende que integramos la sociedad, precisamente para perseguir y alcanzar mejor nuestros fines individuales.

En el contexto político -y por eso es que el Individualismo incomoda mucho a los que les gusta el poder- Raimondo Cubeddu cita a Friedrich A. Hayek y explica que “la característica esencial del verdadero Individualismo” consiste en que es ante todo “una teoría de la sociedad, un intento de comprender las fuerzas que determinan la vida social del hombre y, sólo en un segundo momento, un conjunto de máximas política derivadas de esta concepción de la sociedad”.  De lo que resulta claramente que la política no es la ciencia arquitectónica de la asociación civil, y ni siquiera un conjunto de máximas que deben calar en la sociedad a fin de transformarla en la perspectiva de los valores éticos, políticos, o económicos que se considera racional, o justo alcanzar; sino la consecuencia de una teoría general de la acción humana.