20
Oct 16

¿Por qué defender el ultra-individualismo?

egoismo

¿Por qué es que uno debería defender el ultra-individualismo? ¿Por qué es que uno no debería tener pena en decir que el colectivismo apesta? Quien haya leído la columna de Raúl de la Horra titulada La biblia del individualismo, seguramente tendrá ganas de saber más sobre estos asuntos. Y se preguntará que por qué es que al columnista le incomoda el ultra-individualismo y por qué es que defender al héroe-individuo contra el colectivismo le parece algo estrambótico, estrafalario, o extravagante.

Partamos, por favor, de que es un error suponer (como suponen muchos) que el individualismo en el contexto que nos atañe se refiere al individuo aislado, o al individuo que se aísla (al modo de Robinson Crusoe, o de Simón el estilita).

El individualismo es el fundamento ético del Objetivismo, del liberalismo y hasta del libertarianismo e incluso en el neoliberalismo: Ayn Rand explica que El individualismo sostiene que el hombre posee derechos inalienables que no le pueden ser arrebatados por ningún otro hombre, ni tampoco por cualquier número, grupo o conjunto de hombres. Por lo tanto, cada hombre existe por su propio derecho y para sí mismo, no para el grupoEl colectivismo sostiene que el hombre no tiene derechos; que su trabajo, su cuerpo y su personalidad pertenecen al grupo; que el grupo puede hacer con él lo que le plazca, en la forma que quiera, por cualquier motivo que el grupo haya decidido que es su propio bien. Por consiguiente, cada hombre existe sólo con el permiso del grupo y en beneficio del grupo. ¿Ves por qué hiede el colectivismo? El Nacional-socialismo, el Socialismo real, el apartheid, el holocausto, la esclavitud (todas ellas aventuras fallidas que marcaron con sangre y dolor la historia humana) fueron posibles porque prevaleció la idea colectivista de que los intereses generales tienen prioridad sobre los derechos individuales.  Entendido esto, ¿por qué no debería heder el colectivismo? ¿Por qué no debería heder el estatismo cuando la legislación y el poder coactivo de los políticos y funcionarios sirven para que los intereses colectivos prevalezcan sobre la vida, la libertad, la propiedad y el derecho a la búsqueda de felicidad de los individuos?

Ayn Rand explica: Un sistema social es un conjunto de leyes [un tipo de vínculo] que los hombres observan con el objeto de hacer posible la convivencia. Dicho código debe tener un principio básico, un punto de partida, de lo contrario no puede ser elaborado. El punto de partida es la pregunta: ¿El poder de la sociedad es limitado o ilimitado? El individualismo responde: el poder de la sociedad está limitado por los derechos individuales del hombre. La sociedad sólo puede crear leyes que no violen estos derechos. El colectivismo responde: el poder de la sociedad es ilimitado. La sociedad puede crear las leyes que desee e imponérselas a cualquiera en la forma que quiera.

Desde aquella perspectiva el individualismo sostiene que tú, como individuo (y todos los individuos sin distinción de etnia, sexo y otras características), tienes derechos que nadie te debe quitar y menos cuando vives en sociedad; es decir, menos cuando te relacionas con otros para cooperar, intercambiar y prosperar pacíficamente.  El individualismo, ¿ves?, es el sistema ético que destierra el uso de la coacción y las amenazas, de las relaciones entre personas.

En su columna del sábado pasado, De la Horra insiste en que Howard Roark es un personaje frío y egocéntrico sin capacidad de empatía, con rasgos de sociópata y machista…bla, bla, bla; y la razón por la que voy a insistir en que es bueno leer El manantial antes de hacer comentarios como aquel es que -hasta para el lector más despistado- es evidente que toda la novela Roark se la pasa ayudando a Peter Keating, sacándole las castañas del fuego y haciéndolo quedar bien. Roark se enamora de Dominique Francon –como sólo puede enamorarse alguien que entiende el valor de amor romántico– y no es un personaje frío sin capacidad de empatía: Roark tiene muchos y buenos amigos, amigos en el sentido aristotélico y no en el sentido feisbuquiano. Howard Roark no desprecia la cooperación y la solidaridad; al contrario, vive, trabaja y florece en sociedad de acuerdo con un código moral en el cual las relaciones son voluntarias, pacíficas, de intercambio, precisamente de cooperación; y no de fuerza.

Es cierto que en la Universidad Francisco Marroquín valoramos las ideas objetivistas como no se valoran en ninguna otra universidad de Guatemala, o de Centroamérica, o de América Latina; pero también valoramos la Ilustración escocesa (hay una Plaza Adam Smith); la escolástica de Salamanca (hay un edificio de estacionamientos dedicado a Covarrubias, De Mariana y Azpilcueta); la escuela austríaca (la biblioteca lleva el nombre de Ludwig von Mises, hay un auditórium con el nombre de Friedrich A. Hayek, y un salón que lleva el nombre de Carl Menger); hay un auditórium Milton Friedman y una terraza Rose Friedman; hay un pasaje Catón el joven; todo ello como en ninguna otra universidad.  Y la lista puede seguir y seguir. ¡Toda la tradición individualista de Occidente es celebrada en la UFM!; pero De la Horra no les cuenta todo esto a sus lectores.

De la Horra no ve motivos para cuestionar y hasta luchar contra las intervenciones paternales del estado; quizás porque es un error comparar al estado con las familias.  En una familia sana los jefes de la familia no toman recursos de unos hijos -por la fuerza- para dárselos a otros; cosa que sí ocurre en el estado, donde los gobernantes tratan a los mandantes como si fueran súbditos y tributarios; y no sólo toman recursos de unos para dárselos a otros, sino que se quedan ellos con una buena porción de aquellos recursos. ¿Me vas a decir que no es moralmente legítimo luchar contra el “el estado benefactor”, que es como se le llama a aquel estado de cosas?

De la Horra trata de escandalizar a sus lectores cuando les habla de un mundo donde el egoísmo es la virtud máxima y el altruismo la peor inmoralidad.  Y el lector agarrado así, en frio y sin contexto, se horroriza.  Pero, ¿qué es el egoísmo? Es la ética que sostiene que el actor siempre debe ser el beneficiario de sus acciones y que el hombre tiene que actuar en favor de su propio interés “racional”. Pero su derecho a actuar así deriva de su naturaleza de ser humano y de la función de los valores morales en la vida humana; en consecuencia, es aplicable únicamente en el contexto de un código de valores morales racional, demostrado y validado de manera objetiva, que defina y determine sus auténticos intereses personales.  No es un permiso para “hacer lo que se le antoje”, y n es aplicable a la imagen del altruismo de un bruto “egoísta”, ni a cualquier hombre motivado por emociones, sentimientos, urgencias, deseos o caprichos irracionales.  Así lo explica Rand y así se explica por qué es que el individualismo y el egoísmo van de la mano.  Y tú, que te preocupas por tus intereses personales y por los de las personas que valoras, entiendes el valor del egoísmo.

Entonces, ¿qué es el altruismo? No se vale confundir el altruismo con la filantropía, la caridad, bondad, o con la benevolencia. En el contexto objetivista, la palabra altruismo se refiere a una idea de Augusto Comte para describir la ética cuyo principio básico es que las personas no tienen derecho a existir por sí mismas, que el servicio a otros es la única justificación de su existencia y que el autosacrificio es su más elevado deber moral, su más elevada virtud y su más elevado valor.   Dice Rand: El altruismo declara que toda acción realizada en beneficio de los demás es buena y toda acción realizada en beneficio propio es mala.  Así resulta que el “beneficiario” de una acción es el único criterio de comparación del valor moral de esta, y mientras el beneficiario sea cualquiera, salvo uno mismo, todo está permitido. Tú, que te preocupas por tus intereses personales y por los de las personas que valoras, entiendes la inmoralidad del altruismo.  No la inmoralidad de la filantropía, la caridad, la bondad, o la benevolencia, sino la del altruismo. ¿Verdad?  El nacionalsocialismo, en el que el individuo existía en función de la raza superior; el socialismo en el que el individuo existe en función de la clase superior; el racismo, en el que el individuo existe en función de la raza superior, todas esas son expresiones del altruismo…ah, y del colectivismo.

En su columna de la semana pasada De la Horra afirma que en un mundo egoísta (en uno donde tú te preocupas por tus intereses personales y no sacrificas a nadie, ni te sacrificas), no existirían los derechos positivos y en esto tiene razón.  ¡Mucha razón!  Esto es porque los mal llamados derechos positivos, por ejemplo mi supuesto derecho al trabajo, implican que tú, o alguien más debe ser forzado a darme empleo. Implican que yo puedo sacrificarte, y sacrificar tu libertad y tu propiedad para que me des trabajo.  Implican que tu no puedes ocuparte de tus intereses personales (como el de racionalizar tus recursos para velar por tu familia) y que tienes que sacrificarlos para que yo pueda satisfacer mis intereses personales.  ¿Ves? Implican que tienes que contribuir a mi empleo, o darme trabajo por la fuerza.  ¿Ves? Los llamados derechos positivos en realidad son necesidades económicas que se solucionan mediante acciones económicas; pero cuando se las trata de convertir en derechos, su ejercicio implica la violación descarada de los derechos individuales.  No hay tales derechos a la vida, la libertad, la propiedad y la búsqueda de la felicidad, si otros tienen la facultad de violarlos cada vez que tengan una necesidad.

El Objetivismo no es angelical, y en eso también tiene razón De la Horra. ¡Mucha razón!  El Objetivismo es una filosofía para vivir la vida en la tierra, para prosperar y buscar la felicidad en sociedad, sin coacción arbitraria.  Por eso inquieta tanta alusión del columnista a cosas angelicales, a biblias, catecismos y religiones.  ¡Que obsesión! ¿Será posible que el famoso Raúl de la Horra no sepa distinguir entre religión y filosofía?  La religión, explica Rand, es creencia ciega, creencia que no se apoya, o que es contraria a los hechos de la realidad y a las conclusiones de la razón.  Creer sin ver es una virtud religiosa. La fe es una virtud religiosa. La filosofía, en cambio, no se basa en explicaciones místicas, ni se basa en la fe.  La filosofía demanda racionalidad para identificar la realidad, integrarla y prosperar en ella.

La cuestión es: ¿vas a hacer esa búsqueda con autenticidad, o no? ¿Vas a actuar como individuo pensante, o vas a actuar en rebaño? El sistema social en el que vives, ¿te va a facilitar aquella búsqueda, o te la va a impedir?

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Por cierto y si te interesan estos temas, Warren Orbaugh publicó dos columnas al respecto:

La ilustración la tomé de Facebook.


14
Oct 16

Para una vida con autenticidad

el-manantial

Dada la complejidad y profundidad del Objetivismo, uno querría (o a mí me gustaría) que cuando algunos columnistas abordaran ese tema, lo hicieran de primera mano, en vez de aproximarse a él de oídas, a tientas, y quizás sin prejuicios.

Hace unos días, Raúl de la Horra trató de hacer creer a sus lectores que en la obra de Ayn Rand existe una dicotomía tensa entre el individuo y la sociedad; empero, siendo que desde una perspectiva objetivista la sociedad es el tipo de vínculo que nos facilita cooperar, intercambiar y prosperar, ¿qué dicotomía cabría allí?  De la Horra engaña a sus lectores cuando afirma que en la Universidad Francisco Marroquín, la novela El manantial es una biblia que todos los estudiantes deben leer.  Uno sabe que esta afirmación no es de primera mano y no es inocente porque aquello es mentira. ¡Sólo los estudiantes de arquitectura leen esa obra!  No sólo porque el protagonista es un arquitecto, sino porque aborda la necesidad humana de vivir uno su vida con autenticidad y hacer de esta algo extraordinario, como lo explica Warren Orbaugh, el profesor que comparte aquella obra con sus estudiantes, [autor de Objetivismo, la filosofía benevolente].

¿Es aquella una idea estrambótica, como afirma el columnista? ¿Qué sugiere de la Horra?  ¿No deberíamos vivir la vida con autenticidad, ni hacer de vidas algo extraordinario?  Lector, ¿preferirías vivir una vida falsa y hacer de ella algo insignificante? ¿Qué clase de maestro no quisiera que sus estudiantes vivieran vidas auténticas y magníficas? Cuando leas El manantial, por favor cuéntame si preferirías ser Howard Roark, o Peter Keating.

¿Qué otras ideas nos comparte Roark?  El hombre no puede sobrevivir, salvo mediante su propia mente…todo lo que tenemos procede de un solo atributo del hombre: la función de su mente razonadora. No se trata de elegir entre autosacrificio y dominación, sino entre dependencia e independencia. La mente que razona no puede trabajar bajo ninguna forma de coerción. El hombre que vive para ser siervo de otros es el esclavo.  Si la esclavitud física es repulsiva, ¿cuánto más repulsivo es el servilismo del espíritu? Esas ideas, ¿te parecen estrambóticas?

Columna publicada en elPeriódico.


02
Feb 16

Celebramos el Día de Ayn Rand

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Puedes escuchar el podcast aquí.

El 28 de diciembre de 2015 visité los cenotes de Candelaria en Huehuetenango; y la belleza, el silencio, la paz y el encanto del lugar invitan a pensar; particularmente en todas las cosas buenas que uno tiene,o recibe en la vida.  En las personas que con su amor y su amistad enriquecen la vida y en la dicha de sentirse orgulloso de uno mismo.

¡Hoy es el Día de Ayn Rand o Día del egoísmo! y celebramos el 111 aniversario del nacimiento de aquella filósofa y novelista cuyas obras han influido mucho en mi vida.

En este Día de Ayn Rand aprovechemos para desafiar cualquier premisa basada en el deber, para reafirmar el amor por nuestros valores, y para honrar el principio de que la alegría de vivir es un fin en sí mismo.

Entonces: ¡Feliz y egoísta Día de Ayn Rand!

Ayn Rand, filósofa y novelista, es la creadora del “Objetivismo” – la filosofía del egoísmo racional, una filosofía “para vivir en la Tierra” — y autora de best-sellers como “La Rebelión de Atlas“ y “El Manantial“.

El significado del Día de Ayn Rand es “egoísmo”. Para celebrar el Día de Ayn Rand, haces algo que normalmente no haces en ningún otro día de fiesta: te das un regalo a ti mismo. El Día de Ayn Rand es para que obtengas ese objeto de lujo que anhelas pero que normalmente no compras, o para realizar esa actividad que siempre dejas para más adelante, esa actividad que te encantaría hacer y para la que nunca tienes tiempo.

El Día de Ayn Rand [o Día del egoísmo] es para que recordemos que el placer es una necesidad real, una exigencia psicológica de una consciencia volitiva. Para el hombre, la motivación, la energía y el entusiasmo no son algo que podamos dar por hecho; la depresión patológica no sólo es posible, sino que está creciendo de forma alarmante en nuestra cultura, una cultura que predica el deber y la auto-denigración. La alternativa no es una diversión superficial de corto plazo, sino un placer real, profundo y auto-gratificante. En el Día de Ayn Rand, si haces algo que normalmente considerarías “divertido” o “entretenido”, hazlo bajo una premisa diferente y con un significado más profundo: aceptando el hecho que necesitas placer, que te lo mereces, y que el propósito y la justificación de tu existencia es conseguir lo que quieres – lo que realmente quieres – con plena consciencia y dedicación.

En “El Manantial”, Peter Keating llega a darse cuenta de esto:

“Katie, yo quería casarme contigo. Era la única cosa que realmente quería. Y ese es el pecado que no puede ser perdonado: que no hice lo que quería. La sensación que tengo es tan sucia, tan inútil y monstruosa, como lo que uno siente sobre la locura, porque no tiene ningún sentido ni dignidad, es sólo dolor, y dolor en vano. . . . Katie, ¿por qué siempre nos enseñan que es fácil y malo hacer lo que queremos, y que necesitamos disciplina para refrenarnos? Es la cosa más difícil del mundo, hacer lo que queremos. Y se necesita el mayor tipo de valor. Quiero decir, lo que realmente queremos. Como el que yo quisiera casarme contigo. No el que quiera acostarme con cualquier mujer, o emborracharme, o que mi nombre aparezca en los periódicos. Esas cosas… no son ni siquiera deseos… son cosas que la gente hace para escapar de los deseos, porque es una responsabilidad tan grande, el realmente querer algo”. [pp. 599-600]

No seas un Peter Keating de esos que abundan. Desafía cualquier premisa basada en el deber, y reafirma el amor por tus valores para honrar el principio de que ¡la alegría de vivir es un fin en sí mismo!  Lo celebraré con algo bueno…pero todavía no he decidido con qué. ¿Cómo vas a celebrarlo tu?

Para ilustrar esta nota compárto el grito de La rebelión de Atlas que hice en uno de los cenotes de Candelaria.

El texto en itálicas es por Harry Binswanger, publicado en HBL en el aniversario del nacimiento de Ayn Rand; y lo tomé de objetivismo.org.


15
Oct 14

En recuerdo de Leonard Liggio

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Conocí a Leonard Liggio durante la celebración del Mont Pelerin Society Meeting que se celebró en Guatemala en 2006.   Lo precedía su fama de intelectual honesto, de caballero gentil y de campeón de la libertad.  Y ninguna de las tres le quedó grande.  El doctor Liggio dejó no sólo una obra monumental en favor de la libertad, sino un recuerdo entrañable entre quienes lo conocimos. Yo volvería a encontrarme con él, aquí en Guatemala en 2009, y en esa ocasión hablamos -entre otras cosas- sobre la crisis financiera y la importancia de los sistemas moral y ético, siendo que una de sus áreas de expertaje era la Historia legal.  En esta última ocasión vino para el encuentro de la Association for Private Economic Education.

En los años 50, Liggio fue miembro del grupo Students for Taft, en la Georgetown University donde  fundó un club de cine que, cada año, proyectaba la película The Fountainhead. Formó parte del seminario de Ludwig von Mises, en Nueva York y asistía a las reuniones del Colectivo de Ayn Rand en esa ciudad.  Hasta ahora me enteré de esto que hizo que mi aprecio y respeto por esta gran liberal se elevaran.

El doctor Liggio fue presidente de la Sociedad Mont Pelerin, y del Institute for Humane Studies. Fue profesor en la George Mason University, profesor visitante en la Universidad Francisco Marroquín, directivo del Competitive Enterprise Institute, vicepresidente ejecutivo de la Atlas Network y fiduciario del Liberty Fund. De la UFM recibió un doctorado honoris causa en 1990.

¡Adiós a Leonard Liggio…un grande de la libertad!


03
Sep 13

Conversación con Yaron Brook: egoísmo, altruismo y racionalidad


Hace un mes tuve esta conversación (en inglés), con Yaron Brook, sobre el concepto más malentendido del objetivismo.  ¡Sorpresa!, es el del egoísmo.

En términos populares, el egoísmo es hacer lo que uno quiera a cualquier costo; pero en contexto objetivista el egoísmo se refiere a los valores y virtudes que te permiten tener una vida buena en el largo plazo y la felicidad.  A algunas personas les cuesta superar la idea que tienen acerca del egoísmo en un contexto coloquial, y por eso es que ese concepto es malentendido. Otras personas piensan que el problema del egoísmo -en la cultura popoular- y egoísmo -en la filosofía objetivista- es sólo una cuestión semántica; pero Yaron explica por qué es que la diferencia es de fondo, y no algo superficial.  Otro tema que aborda es el del altruisimo, que no es lo mismo que la benevolencia.  Este es otro tema en el que el que hay malentendidos debido a que algunas personas tratan los conceptos filosóficos fuera de contexto.

Finalmente Yaron habla de cómo es que ser egoísta y racional no es algo fácil; y habla de la importancia de la honestidad requerida para ser verdaderamente egoísta y racional.  Si te interesa conocer qué es ser individualista y egoísta racional, Yaron recomenda El manantial.

Por cierto…¿notaste el pequeño Atlas libertas en el fondo durante la entrevista?


02
Jun 11

“The Fountainhead”, en cine foro

La película The Fountainhead, basada en la novela homónima de Ayn Rand, será exhibida y discutida durante un cine foro mañana, viernes 3 de junio, a las 5:30 p.m. en el Auditorium Friedrich A. Hayek de la Universidad Francisco Marroquín.  La entrada es gratuita y organizada por el Centro del Capitalismo.

La película fue estrenada en el año 1949 y contó con famosos actores en su elenco: Gary CooperPatricia NealRaymond Massey. La novela, fue filmada con el apoyo de la señora Rand.  La dirección estuvo a cargo de King Vidor y el trabajo final recibió muchos aplausos.

Si no puedes venir, la peli está en Take One, la tienda de vídeos en Plaza Futeca de la zona 14.


20
Ago 10

La rebelión de Atlas y El manantial, ¡preferidas!

Según los lectores, en The Modern Library, La rebelión de Atlas y El Manantial, por Ayn Rand, ocupan los dos primeros lugares entre las 100 mejores novelas. Himno y Los que vivimos, de la misma autora, están entre los primeros 12 puestos, en compañía de Catch 22, Ulysses, Fear, Mission Earth, To Kill a Mockingbird, The Lord of the Rings, y Battlefield Earth.

En marzo de 2009, La rebelión de Atlas (Atlas Shrugged) estuvo en los primeros lugares en ventas.
¿Qué tiene, esta novela, que apasiona a la gente aún 50 años después de haber sido publicada? A lo mejor usted quiere averiguarlo y leerla. ¿Por qué la recela tanto el establishment? No se quede con la duda.

13
Ago 10

"Read Ayn Rand" es el texto más grande con GPS

Read Ayn Rand es el texto más grande del mundo escrito con GPS. Un hombre llamado Nick Newcomen condujo 19,695 kilómetros a lo largo y ancho de los Estados Unidos de América para escribir el texto que se puede ver en Google Earth.

Rand es mi filósofa favorita y es la autora de La rebelión de Atlas y de El manantial. Para más información sobre Rand y su obra, visite objetivismo.org
Gracias a los amigos Mayra, Oscar y Peter por la pista.

01
Mar 09

El anís y una tradición chapina perdida

La botella de la foto es de un licor de anís libanés; y es muy diferente a cualquiera otro que haya probado antes.

Estoy acostumbrado a los anices dulces como el Anís del Mono, y como el Pastis, e incluso como el Pernod (que no es anís propiamente); pero este no lo era, así que fue interesante probarlo. Intersante como cuando, hace ratos, probé el Kümmel que es un licor de cominos. Lo probé, por cierto, en casa de mi amiga Queti el día en que me regaló su The Fountainhead, ¡de 1944!

Los anises eran parte de la tradición chapina. Contaba mi abuelita Juanita que en casa de sus abuelos, cuando llegaban las visitas, lo que se ofrecía para beber era anís y talvez Jeréz; de acuerdo con las costumbres españolas que prevalecían en la sociedad chapina. Luego ocurrió el afrancesamiento y con él lo que se ofrecía era Cognac, o Brandy. Y así pasó un buen tiempo hasta que la II Guerra Mundial trajo a los estadounidenses y lo que empezó a prevalecer fue el Whisky. Yo nací en esa etapa que duró hasta que, a mediados de los años 80, el vino empezó a desplazar a la bebida escocesa y es lo que prevalece ahora.

Sobre todo en las noches de calor, me gusta mucho disfrutar de un Pastis bien frío; y de cuando en cuando preparo una pasta deliciosa con eneldo, Pastis y camarones.

Gracias a mis amigos Sylvia y Moi, por haberme dado a probar el licor libanés.


Digg!

22
Jun 08

Fin de semana kewl

El sábado descubrí que el Circus Bar de Panajachel tiene una sucursal en la Zona Viva. Fui y no sólo me divertí mucho, sino que comí delicioso; exactamente como se come allá.

Los spaghetti perfectamente al dente. Y los sabores intensos del Caroli, el Salomé y la Bolognesa que pedimos en la mesa, son tan buenos como los de allá. Acompañados de música flamenca y sudamericana, por supuesto; seguida del espiritual ritual del sombrero. Esto es, que los músicos pasan el sombrero para que uno les rinda el debido homenaje poniendo unos pesos.

Para mí -y seguramente para muchos de mi generación- el Circus Bar es una fuente casi inagotable de recuerdos y de extraordinarias noches de parranda.

Conocí el Circus antes de que fuera el Circus; y cuando se llamaba La Posada del Pintor. Justo al final de la época de los hippies y cuando en Panajachel aún había calles de tierra, y todavía era un refugio excitante para los 5 sentidos. Entre aquel momento y lo peor de la agresión de la guerrilla, los primeros años del Circus Bar coincidieron con la época más parrandera de mi vida: los años 80.

Ahora no pediría un trago de cada licor del el bar, como lo hice una vez; ni saldría del bar después de que el sol asomara por el horizonte, como lo hice muchas veces; ni expondría mis (malas) dotes de bailaor. Pero… ¡Celebro que pueda disfrutar del Circus Bar a distancia caminable!

Este fin de semana tuvo un no se qué. Comenzó con un potluck para ver The Fountainhead con un grupo agradabilisimo. Siguió con un recital de arias y boleros; continuó con la cena en el Circus Bar; y concluyó con el partido entre Italia y España, en el Club Italiano, en magnífica compañía.

Claro que perdimos, pero ¡qué bien la pasamos! y bueno…de eso se trata la vida…de gozarla y disfrutarla. ¡Lahaim!