21
May 20

San Antonio Palopó y los Maudslay

De su visita a San Antonio Palopó, a orillas del lago de Atitlán, Ann y Alfred Maudslay cuentan: Subimos por los senderos estrechos y empinados hasta el cabildo, donde propusimos pasar la noche, y encontramos la veranda frente al edificio repleta de viajeros indios y sus cargas. Solo había dos habitaciones, una utilizada como prisión, que estaba abarrotada de delincuentes, que extendían sus manos a través de la pesada puerta enrejada y rogaban limosna; el otro se usaba como “Sala Municipal”, que era pequeña y sucia: sin embargo, estábamos listos para aprovecharlo como alojamiento, cuando se nos informó que, como el Secretario estaba fuera, nadie podía darnos permiso para usarlo. Un poco desanimados, seguimos andando, en busca de un lugar de descanso, más allá de la iglesia, sin techo debido a los golpes de muchos terremotos, y llegamos al pie de un alto tramo de escaleras, torcidas y pintorescas, en la parte superior de las cuales se encontraba el escuela. Esta era nuestra oportunidad: buscamos al maestro ladino; Gorgonio y él se hicieron amigos rapidamente, y la habitación utilizada como escuela de niñas fue puesta completamente a nuestra disposición. La habitación tenía piso de barro y estaba amueblada con una pizarra, muy útil para colgar la ropa, una mesa y algunos bancos de madera. No había ventanas, y la puerta tenía que mantenerse abierta para admitir luz y aire, para deleite de unos pocos erizos que se demoraban en los escalones y observaban furtivamente nuestros movimientos.

“A Glimpse at Guatemala”, por Anne y Alfred Maudslay.

Mi más reciente visita a San Antonio no fue afortunada; pero tengo bonitos recuerdos de mis caminatas hacia ese pueblo cuando era niño y preadolescente.

Antecedentes de esta serie de entradas

Hace como cinco años me dieron ganas de compartir las fotos deA Glimpse at Guatemala(1899); un libro publicado por Ann Carey Maudslay y Alfred Percival Maudslay, viajeros británicos que estuvieron en Guatemala en tiempos de Naná Camota.  Había dejado a un lado el proyecto que voy a retomar en estos días propicios para priorizar y valorar no sólo lo que tenemos, sino a quiénes tenemos.


04
Abr 20

Panajachel, aguacates y cebollas en los Maudslay

“A Glimpse at Guatemala”, Ann y Percival Maudslay.

Aah, en otros tiempos, hoy hubiera amanecido en Panajachel para pasar allá el resto de la temporada, gracias a mi tía Adelita, por supuesto. Con respecto a aquella población, sus aguacates y sus cebollas, los Maudslay escribieron:

Los aguacates, o peras cocodrilo, que se cultivan aquí son célebres en toda la República, la delicadeza cremosa de su pulpa está más allá de mis poderes de descripción; y solo puedo decir que me sentí  en la tierra de la familia suiza Robinson, cuando encontré una ensalada deliciosa con un aderezo de mayonesa perfecto, ligeramente aromatizado con pistachos mezclados con aquella fruta en forma de pera, que cuelga de las ramas de árboles de buen tamaño. Sin embargo, para el indio, la principal gloria de Panajachel no son sus aguacates, sino sus cebollas, que crecen en una exuberante profusión, y que lleva en cajas a todos los mercados de los Altos.

Oh, si; oh, si. Los aguacates y las cebollas de Pana son célebres, y casi puedo decir que, mi primer recuerdo de aguacates es comiendo uno, en la Casa Contenta, acompañado por mi padre un día que cayó por allá cuando yo pasaba una temporada con mi bisabuela, Adela de Morales, y tenía unos 6 años de edad.

¿Te diste cuenta de algo? Los británicos de fin del siglo XIX conocían a los aguacates como alligator-pears. Nombre que data desde los años 1600 y que posiblemente tiene que ver con la forma de pera de la fruta y con una mala pronunciación de la palabra aguacate.  Vaya uno a saber.

Antecedentes de esta serie de entradas

Hace como cinco años me dieron ganas de compartir las fotos de A Glimpse at Guatemala(1899); un libro publicado por Ann Carey Maudslay y Alfred Percival Maudslay, viajeros británicos que estuvieron en Guatemala en tiempos de Naná Camota.  Había dejado a un lado el proyecto que voy a retomar en estos días propicios para priorizar y valorar no sólo lo que tenemos, sino a quiénes tenemos.


22
Mar 20

Los Maudslay en Esquipulas…y yo, años después

El relato sobre la visita a Esquipulas, por parte de Percival y Ann Maudslay es encantador:

A veces nos despertaba antes del amanecer por el sonido distante de la voz aguda de un niño que cantaba algunos compases de una melodía, que era captada por un coro de voces de hombres un quinto más bajo, y se repetía una y otra vez cuando el sonido se acercaba rápidamente a nuestra tienda, y luego se desvaneció en la distancia. Era el himno matutino de una compañía de peregrinos indios que regresaban del santuario del Cristo Negro en Esquipulas, que se encuentra distante durante muchos días hacia la frontera de Honduras. La gran fiesta del año se celebra en enero, y luego durante una semana o más, el pequeño pueblo de Esquipulas, generalmente medio desierto, está repleto de peregrinos. En los viejos tiempos, su fama era tan grande que atrajo a fieles desde México y Panamá, y la feria que se llevó a cabo al mismo tiempo fue el gran evento comercial del año. Allí, los comerciantes ingleses de Belice trajeron sus mercancías y continuaron con lo que era prácticamente todo el negocio extranjero de Honduras, Salvador y Guatemala, tomando a cambio el añil nativo. Durante algunos años, el trabajo de las minas vecinas de Alotepeque ayudó a mantener el negocio, pero ahora los barcos de vapor y los ferrocarriles han cambiado tanto el rumbo del comercio que la feria no tiene más importancia local. Sin embargo, el indio amante de las costumbres todavía hará un viaje de un mes alegremente, con su cacaste, para rendirle culto al Cristo Negro, y la gran iglesia todavía se mantiene en buen estado, aunque no hace muchos años fue despojada de su rico tesoro de ofrendas votivas de oro y plata por parte de una tropa de caballería guatemalteca que había sido enviada para defender la frontera contra un ataque de Salvador, y se recompensó por sus servicios patrióticos saqueando una de sus iglesias.  Los soldados ladinos regresaron a la capital con pañuelos llenos de pequeños brazos y piernas dorados  atados a sus sillas de montar, y distribuyeron libremente el botín entre sus amigos y admiradores, quienes abarrotaron  las calles para darles la bienvenida a casa.

Nótese el tamaño de la pequeña villa de Esquipulas y lo despoblado del lugar.

Durante esta y la semana siguiente nos encontramos con muchas compañías de peregrinos regresando de Esquipulas a sus pueblos cargados con los bienes que habían comprado, y con un paquete de cohetes atados al cuerpo de cada hombre, para ser despedido fuera en celebración de su regreso a casa seguro. Los peregrinos a menudo se detienen para cubrir las cruces en el camino con flores, ramas y hojas verdes, y para esparcir el suelo a su alrededor con agujas de pino frescas, y cada hombre arranca una rama verde de un árbol y golpea su pierna bruscamente con ella, para garantizar una buena salud en su viaje. A veces los indios de la colina, cuando viajar a las llanuras, unen un pequeño manojo de palos y los depositan al costado del camino, si es posible cerca de una fuente termal, como un encantamiento contra las fiebres.

Me parecieron particularmente valiosas las observaciones sobre el comercio con los ingleses de Belice y el rol del añil, así como el de la minería. En el relato del saqueo de las ofrendas votivas, ¿se halla el origen de los adornos tan particulares que usan los romeristas en Esquipulas? Como todas las guerras aquella debe haber sido horrible para los habitantes del lugar y no deja de ser curioso el rol de las supersticiones y los amuletos contra las fiebres.

Luisfi y Esquipulas

Mis padres viajaban anualmente a Esquipulas y cuando mi hermano y yo éramos muy pequeños nos dejaban en casa de mi abuelita Juanita y mi tía abuela, La Mamita.  Ahí escuché, por primera vez, de voz de La Teshita, la historia de un hombre ciego y rico que había dejado una cadena de oro como ofrenda y que había recuperado la vista; solo para volverla a perder y encontrar en su bolso la cadena luego de renegar de la visita al templo.  También escuché (¿Y no estaba muy niño como para oír historias como esa?), la leyenda de la  piedra de los compadres; que eran, ni mas ni menos, los cuerpos de un hombre y una mujer, convertidos en piedra porque, siendo compadres, se habían metido uno con la otra durante la peregrinación. Mis padres siempre volvían con amuletos, incluido mi favorito que era una pata de conejo.

Poco tiempo después, un par de veces, mis padres se iban el sábado con mi abuela, Frances; y el domingo mi tío Freddy  y otros miembros de la familia nos llevaba a mi hermano, y a mí para regresar todos juntos el domingo.

¡Pero lo mejor vino cuando yo tenía unos 9 y 10 años, ocasiones en las que nos levantábamos muy de madrugada, nos bañaban, nos vestían y nos metían al carro medio dormidos para salir rumbo a Esquipulas.  Desayunábamos en el camino, seguramente en un lugar célebre llamado…¡Chispas, se me olvidó como se llamaba!…y luego llegábamos a la iglesia, para luego almorzar, hacer alguna siesta y emprender el regreso.

A Esquipulas volví, años después en una excursión con un grupo de estudiantes y un amigo, de la Universidad y esa vez acampamos junto al cementerio de la localidad.  Fue gracioso que, en esa ocasión, el líder del grupo (el grupo era del Opus Dei) trató de convencerme de que debía confesarme.  Al negarme a hacerlo las cosas se pusieron un poco tensas, pero no mucho, y logré sobrevivir a la aventura.  En ese viaje también acampamos en la playa, de Mariscos, Izabal, y conocí Copán, en Honduras. Y ca. 1982 acompañé la caravana del Movimiento de Liberación Nacional durante la campaña electoral de aquel año.

Otro tanantal de años después volví con Raúl y el Ale durante un viaje que hicimos por el oriente del país con el propósito de visitar Copán, el Lago de Izabal, Río Dulce y Quiriguá.

Antecedentes de esta serie de entradas

Hace como cinco años me dieron ganas de compartir las fotos de A Glimpse at Guatemala(1899); un libro publicado por Ann Carey Maudslay y Alfred Percival Maudslay, viajeros británicos que estuvieron en Guatemala en tiempos de Naná Camota.  Había dejado a un lado el proyecto que voy a retomar en estos días propicios para priorizar y valorar no sólo lo que tenemos, sino a quiénes tenemos.


15
Mar 20

Atardecer en Atitlán, por los Maudslay

Al observar un atardecer en el lago de Atitlán, Alfred y Ann Maudslay escribieron: The clouds seemed to be bewitched: they came down on us in alternate black and sunlit masses, terrible in their majesty; then rolled aside to show us all the beauty of a sunset sky, tints of violet that shaded into pink, and pink that melted into the clearest blue, whilst far away beyond the mountains seaward rolled vast billowy masses, first red and yellow, and then pink, fading to the softest green. Again and again would the clouds roll down upon us, the mist at times so thick that we could not see beyond a hundred yards; then just as quickly it would roll away and reveal a completely new phase of this ever-shifting scene of beauty. It is a poor simile, but I can compare it to nothing but the falling and rising gauzes of a Christmas transformation scene, with a wealth of colour and effect that Covent Garden may despair of ever attaining. As the sun sank behind San Pedro, all turned again to dark and angry purple, with contrasts and reflections like the sheen of a shot silk. Slowly the mists melted away with the fading daylight. Venus sunk for a while as a splendid jewel in the air, and the  mountains turned again to shadowy masses, outlined against a crystal sky.

¡Ah, quien ha visto un ocaso en aquel lago estará de acuerdo con la descripción que hicieron aquellos viajeros del siglo XIX!

Hace como cinco años me dieron ganas de compartir las fotos de A Glimpse at Guatemala(1899); un libro publicado por Ann Carey Maudslay y Alfred Percival Maudslay, viajeros británicos que estuvieron en Guatemala en tiempos de Naná Camota.  Había dejado a un lado el proyecto que voy a retomar en estos días propicios para priorizar y valorar no sólo lo que tenemos, sino a quiénes tenemos.

Este pasaje del libro es tan encantador que lo comparto traducido:

Las nubes parecían hechizadas: cayeron sobre nosotros en masas alternas, entre negras e iluminadas por el sol,  terribles en su majestad; luego se hicieron a un lado para mostrarnos toda la belleza de un cielo al atardecer, tonos de violeta que se convirtieron en rosa y rosa que se derritió en el azul más claro, mientras que lejos, más allá de las montañas, hacia el mar se extendieron enormes masas ondulantes, primero rojas y amarillas, y luego rosas, desvaneciéndose al verde más suave. Una y otra vez las nubes rodaban sobre nosotros, la niebla a veces era tan espesa que no podíamos ver más allá de cien yardas; entonces, con la misma rapidez, se alejaría y revelaría una fase completamente nueva de esta escena de belleza siempre cambiante. Es un símil pobre, pero no puedo compararlo con nada más que las gasas que caen y suben de una escena de transformación navideña, con una gran cantidad de color y efecto que Covent Garden podría desesperarse por lograr. A medida que el sol se ponía detrás de San Pedro, todo se volvió de nuevo a un color púrpura oscuro y furioso, con contrastes y reflejos como el brillo de un tiro de seda. Lentamente, las nieblas se derritieron con la luz del día que se desvanecía. Venus colgaba por un momento como una espléndida joya en el aire, y las montañas volvieron a convertirse en masas sombrías, perfiladas contra un cielo de cristal.

La foto, que dice: Sunset, the lake of Atitlán,  es por A. P. Maudslay y el grabado es por la Swan Electric Engraving Co.


07
Abr 19

Volcán Acatenango y los Maudslay

Desde la cima del volcán de Agua, Alfred y Anne Maudslay vieron los volcanes de Fuego y Acatenango en1894.

Pico del volcán Acatenango, foto por Ossbert Salvin en “A Glipse of Guatemala”.

Tan pronto como el sol salió nos dirigimos hacia la cima. Me detuve en el camino para fotografiar el cono que estaba a nuestra izquierda mientras subíamos; pero las nubes nos cubrieron tan pronto como estuve listo y tuve que abandonar mi empeño.  Poso más arriba de los 12,000 pies dejamos los pinos y llegamos a la parte norte llamada la Meseta, que es la cima de la cuesta que estábamos subiendo.  Hacia el norte, en el otro lado de una grieta, se elevó el cono distante de Acatenango, el más alto de los tres picos  [Agua, Fuego y Acatenango] cubierto con pocos y dispersos pinos: hacia el sur, a media milla de distancia del otro extremo de la meseta se elevó el cono activo de Fuego, dice Maudslay cuando nos cuenta esa parte de su viaje por Guatemala.

Acatenango tiene dos picos: El pico mayor  y Yepocapa.  La foto de Maudslay sólo muestra uno de los picos, seguramente desde donde estaban no se veía el otro.

Maudslay llegó al cráter y describió la experiencia así: El cráter era un agujero de casi cien pies de profundidad, casi completamente rodeado de rocas deshechas y humeantes cubiertas con depósitos sulfurosos y cayendo a zonas más profundas en el lado opuesto al que me encontraba, pero que no podía ver por las salientes de rocas que me cubrían la vista. Quizá lo más curioso de la montaña es el hecho de que se eleva muy regular y gradualmente a un punto agudo, en donde los dos nos pudimos sentar y poder divisar todo a nuestro alrededor. Los gases que emanaban del volcán no eran nada agradables, pero afortunadamente el viento estaba a nuestro favor.

Por cierto que la última erupción de Acatenango fue en diciembre de 1972.

Esta foto la tomé de “Fotos antiguas de Guatemala”.

Info de A Glimpse at Guatemala(1899);un libro publicado por Ann Carey Maudslay y Alfred Percival Maudslay, viajeros británicos que estuvieron en Guatemala a finales del siglo XIX.


13
Jun 18

El volcán de Fuego y los Maudslay

Acerca de cuando escalaron el volcán de Fuego, dicen Alfred y Ann Maudslay: Hicimos arreglos para comenzar el día siguiente para el pueblo de Alotenango. El 7 de enero salimos de la aldea a eso de las 7 de la mañana con siete mozos que llevaban comida, ropa y mi cama de campamento, y cabalgamos durante una hora hacia las montañas, cuando desmontamos y devolvimos nuestras mulas. Las primeras dos horas de ascenso no fueron muy pronunciadas, pero fue un trabajo agotador caminar sobre la broza suelta y las hojas secas bajo el denso bosque.

Y continúan: Recomenzamos nuestra escalada a la sombra del bosque por un camino empinado cortado a través de la maleza. A la altura de unos 9500 pies, por primera vez desde que comenzamos, pudimos ver el pico que se levantaba al otro lado de un profundo barranco. La totalidad de la ladera en la que miramos estaba desprovista de vegetación, y presentaba a la vista nada más que laderas desoladas de cenizas y escorias rotas con parches de roca quemada; Trepamos a través de la espesa maleza, a menudo con tierra suelta bajo los pies, y poco a poco la vegetación cambió y nos metimos entre los pinos. A unos 11.200 pies llegamos a un punto donde los indios habían nivelado la tierra durante algunos metros, y allí decidimos pasar la noche. Luego regresó y observó el reflejo del atardecer sobre los picos más distantes y contra el cono perfecto del volcán de Agua. Pero el frío que siguió a la puesta del sol pronto llamó toda nuestra atención. Salimos de nuestro refugio a las cuatro y media de la madrugada y nos sentimos mucho mejor después de tomar café caliente; luego nos sentamos durante una hora viendo un hermoso amanecer y amanecer. En el lado opuesto del valle se elevaba el volcán de Agua, que se inclinaba hacia un lado hasta la llanura de La Antigua, y al otro en un largo e ininterrumpido barrido hacia el mar, a más de cuarenta millas de distancia. Pico tras pico se destacaba contra la luz roja en la distancia lejana, y a la derecha la línea de costa baja y el mar aparecían muy claramente. Tan pronto como salió el sol, comenzamos la cumbre. Me paré en el camino para obtener una fotografía del cono, que estaba a la izquierda de nosotros mientras ascendíamos; pero las nubes llegaron justo cuando estaba listo, y tuve que abandonarlo. A poco más de 12,000 pies, dejamos atrás los árboles de pino y llegamos al extremo norte de una cresta de cenizas, llamada meseta, que se encuentra en la cima de la ladera que habíamos estado escalando.

El vídeo de abajo es una cámara rápida que tomé hoy, temprano, de la actividad del volcán de Fuego, flanqueado por los volcanes de Agua y Acatenango.

Imagen de previsualización de YouTube

En la foto de abajo (si haces clic) puedes ver la transmisión que hice de la actividad de esta mañana.

La foto es de de A Glimpse at Guatemala(1899);un libro publicado por Ann Carey Maudslay y Alfred Percival Maudslay, viajeros británicos que estuvieron en Guatemala a finales del siglo XIX.


10
Feb 18

Tesoros mayas de Guatemala

La tecnología láser conocida como LiDAR quita digitalmente el dosel de la selva para revelar ruinas antiguas debajo, mostrando que las ciudades mayas como Tikal podrían haber sido mucho más grandes que lo sugerido por la investigación en tierra. Dicha tecnología ha revelado más de 60,000 vestigios mayas, en una pequeña porción de Petén; y ha revelado una civilización maya que podría mucho más grande, compleja e interconectada de lo que hasta ahora nos habíamos imaginado.

Mis padres visitaron Tikal en los años 60 y desde que vi fotos de aquel viaje me entraron muchos deseos de ir.

Mi primera visita a un sitio arqueológico mayense fue a Iximché, la capital de los cakchiqueles, cuando estaba en Cuarto grado de primaria; y no visité Tikal hasta 1975 cuando fui en una excursión del colegio.  Desde entonces he estado ahí unas tres veces más.  También he estado en Waká-Perú y…¡lo máximo! fue la excursión que hice -durante 5 días en mulas y en la selva- y visité El Tintal y El Mirador, en el reino Kan.  También tengo la dicha de trabajar de cerca con el Museo Popol Vuh, de la Universidad Francisco Marroquín.

Por eso, cuando me enteré de lo que estaban haciendo la Fundación Pacunam y NatGeo con la tecnología LiDAR, no hallaba la hora de ver los resultados.  Se me hizo el viernes durante una presentación especial; y te recomiendo que no la dejes de ver el domingo 11 de febrero, a las 8 p.m., en NatGeo.  Espero que quedes tan intrigado como yo; haz clic en la foto  de arriba para ver un trailer del documental.

Para darte una idea, siempre he sabido que en su momento cumbre, Tikal habría tenido unos 150,000 habitantes, que es el tamaño de Londres en aquel tiempo.  Los nuevos descubrimientos apuntan a que habría tenido unos 250,00 habitantes.  En total, se estimaba que en su mejor momento, la civilización maya incluía unos 4, o 5 millones de personas; y los nuevos descubrimientos apuntan a que bien podrían haber llegado a 15, o 20 millones.  Si eso fuera cierto, ¿es posible que en el área estudiada hubiera 80 ciudades mayas del tamaño de Tikal, en el supuesto de que Tikal tenía 250,000 habitantes?  Para darte una idea, 20 millones de habitantes es unas 5 veces el tamaño del área urbana de la ciudad de Guatemala.

Si con las cifras conocidas hasta ahora ya era fascinante tratar de entender cómo había sido posible una civilización en un ambiente hostil como la selva tropical, sin ríos, sin lagos, sin ruedas para el transporte y sin bestias de carga, más fascinante (por decir algo) es imaginarse ¿cómo habría logrado prosperar tanto una sociedad en la edad de piedra, prefilosófica y colectivista? Con las nuevas cifras, los descubrimientos de nuevas ciudades, calzadas y estructuras militares, las dimensiones de aquella civilización y sus alcances plantean nuevas preguntas.

En ese contexto, las razones del colapso de la civilización se me hacen menos misteriosas. En aquellas circunstancias, con tanta gente en un ambiente tan hostil, cualquier desbalance en los ciclos de lluvias afectaría gravemente las cosechas y habría hambrunas; y ya sabes la gente hambrienta es gente enojada, la gente enojada puede volverse violenta y la gente violenta decapita aristócratas y sacerdotes.

Añadele a aquello que el costo de las ciudades magníficas, los palacios, los templos, las calzadas, las plazas y las fortalezas -así como el costo de la aristocracia y la clase sacerdotal- debe haber pesado mucho sobre una plebe campesina, con tecnología de la edad de piedra, en un ambiente de equililbrio precario.

Hasta ayer, la información que yo tenía es que los mayas hacían la guerra principalmente de forma ceremonial, para capturar víctimas de sacrificio y de dimensiones relativamente pequeñas.  Los descubrimientos por LiDAR han mostrado enormes y complejas instalaciones militares, lo que implica que había guerras de grandes dimensiones y de larga duración.  ¿Por qué es que los mayas iban a ser diferentes a otros seres humanos? Sin duda había guerras por razones de poder y por razones comerciales.

Me imagino el siguiente círculo vicioso: sequía y malas cosechas, más demanda de sacrificios para aplacar a los dioses, guerra, poblaciones pasando penas, más sacrificios, más guerras, más penas, elites decapitadaas…y así.  A esto añádeles las enfermedades que vienen con el hambre y la guerra.

En aquellas condiciones es admirable que las élites mayas lograran una de las civilizaciones más espectaculares del mundo y de todos los tiempos.

Por cierto, la foto que ilustra esta nota y sus detalles contrastan de forma encantadora con los mapas que levantaban los primeros viajeros, como este, de Alfred P. Maudslay:

Mientras tanto, el INGUAT, el Ministerio de Comunicaciones -y otras burocracias-, ¿van a estar a la altura de los aportes de Pacunam y NatGeo…o los mexicanos van a seguir vendiendo los sitios arqueológicos de Guatemala como sitios del sur de México?

Actualización: Con respecto a descubrimientos similares con respecto a la ciudad puèrpecha de Agamuco, un reportaje titulado Manhattan en Michoacán, una exageración, cita al mexicano José Luis Punzo y dice: Todo este conglomerado tan grande, 26 kilómetros cuadrados, hay que ver cuándo estuvo ocupado. Son muchos asentamientos, no sabemos si es una sola ciudad o varias ciudades superpuestas. Un asentamiento ocupado en diferentes momentos. Puede parecer una sola cosa, pero también pudo haber sido una cosa ocupada varias veces a lo largo de los siglos. O sea, en vez de un Manhattan, varias Hoboken de diferentes épocas superpuestas.

Me pregunto si estas observaciones también son válidas para los descubrimientos en Petén, dadas las cifras que se están manejando.

La foto principal  es de NatGeo, la segunda es del álbum familiar y la tercera es de A Glimpse at Guatemala, por A.P. Maudslay.


09
Oct 16

Desembarco en Guatemala, por los Maudslay

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Mi bisabuela, Adela, contaba una historia similar a la de los Maudslay, de cuando vino a Guatemala por el Puerto de San Jose: We anchored in the open sea and when the time came to go ashore we were each in turn swung over the ships side in a chair and deposited with a bump on top of the other passengers and piles of baggage in a large lighter which swayed alongside.  The operation was reversed when we neared the shore, and a cage was lowered from the iron pier which loomed prodigiously and alarmingly hight above us, and we were swing in safety…even though landing was an unpleasant experience.

La foto es de de A Glimpse at Guatemala (1899);un libro publicado por Ann Carey Maudslay y Alfred Percival Maudslay, viajeros británicos que estuvieron en Guatemala a finales del siglo XIX.  Por cierto que mi copia de A glimpse...era de mi bisabuela, Adela.

La foto, es por A. P. Maudslay y el grabado es por la Swan Electric Engraving Co.


02
Oct 16

La ciudad de Guatemala y los Maudslay

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Cuentan los Maudslay: The city of Guatemala occupies a beautiful position in the middle of a broad plain, surrounded on all sides by mountains and volcanoes…The streets of the city are laid out at right angles, and they gain on appearance of breadth from the lowness of the houses.  Two -storied houses are as scarce as earthquakes are frequent…churches and houses alike are white-washed and the general effect is cheerful, and even dazzling in the bright sunlight of the tropics…the deep-set windows, barred with the heavy iron “reja” and the broad “zaguan” or porch, through which one catches a glimpse of the arches of a colonnade round a patio bright with flowers or chequered with the grateful shade of trees, take one back at once to the sunny plains of Andalusia.

La foto es de de A Glimpse at Guatemala(1899);un libro publicado por Ann Carey Maudslay y Alfred Percival Maudslay, viajeros británicos que estuvieron en Guatemala a finales del siglo XIX.

La foto, es por A. P. Maudslay y el grabado es por la Swan Electric Engraving Co.


25
Sep 16

Niños y los Maudslay

maudslay-luis-figueroa

Esto nos cuentan los Maudslay acerca de una escuela en San Antonio Palopó: Next morning we were awakened by the arrival of the school-boys, whose class-room was next door. each little fellow trotted up the steps with a little bundle of wood faggots on his back, which he deposited outside the door, and then took his seat on the wooden bench within, They were the cutest little creatures imaginable, dressed just like their fathers; but their strange black garments were in indifferent repair, and the red-and-white handkerchiefs round their heads looked as though they might have been handed down fro father to son…they…buried their faces in the yellow-covered books, and never stirred for three whole hours! during which time the school master seated outside the school.room and chatted…Perhaps after all the master`s absence or presence did not make much difference, for he owned to us that he could not speak the Indian language and his pupils knew no Spanish.  

There is a school-house in every village, and the government really seems to do its best to give the Indians some education, but the difficulties are great.  Sometimes it is the Indian fathers who refuse to send their children to school, fearing that if they learn to read and write and speak Spanish they will be employed bay the Cabildo ant a starvation salary and never find time to plant their milpas; at other times it is the difficulty of finding competent and trustworthy teachers.   Indeed, I heard of one case in which it was not until the schoolmaster had been some years in office that the Jefe Politico discovered that the man could  neither read nor write.

La foto es de de A Glimpse at Guatemala(1899);un libro publicado por Ann Carey Maudslay y Alfred Percival Maudslay, viajeros británicos que estuvieron en Guatemala a finales del siglo XIX.

La foto, dice: Boys in school,  es por A. P. Maudslay y el grabado es por la Swan Electric Engraving Co.