25
Dic 23

Nochebuena chapina, sabores, colores y pólvora

Para nosotros -en casa y siempre- la nochebuena y otras fiestas no se tratan sólo de cocinar, sino de cocinar con raíces y buenos recuerdos y anécdotas.  Se trata de cocinar con carácter y con amor rodeados de familia y amigos.

Anoche no fue la excepción y disfrutamos mucho del cariño; pero también de los aromas y de los sabores, de las texturas y de los colores, y de la pólvora.  Cenamos pavo relleno con la receta que lleva cuatro generaciones en mi familia porque era la de mi bisabuela, Adela y pasará a la quinta; acompañado por la ensalada Waldorf que hacía mi abuela, Frances. También hubo ponche y caponata hechos por Raúl. Para nosotros, y a pesar de lo delicioso que nos sale, el pavo principalmente es un vehículo para que haya relleno y para hacer caldo de huevos.

En casa, la nochebuena es la celebración del solsticio de invierno esos días en los que -aunque aquí no lo notemos- en el norte las noches empiezan a hacerse más cortas y empieza a volver la luz. En ese contexto los recuerdos y las tradiciones son muy importantes; por eso en casa no faltan mi tortuga y chinchines de cuando celebrábamos en casa de mi abuelita Juanita y de mi tía abuela, la Mamita. Por eso siempre contamos anécdotas de las fiestas en casa de mis padres. 

Dicho lo anterior, algo que gozo mucho en esta fiesta es la pirotécnia. Anoche empezó a intensificarse a las 11:45 y  concluyó pasadas las 00:30.  Lo diferente fue que pasadas las 11:15 un neblina espesa, que viajaba rápidamente, se dejó venir desde la costa sur y cubrió la ciudad.  Desde casa no se veían los edificios de enfrente ni se vió el coheterío tradicional de la nochebuena chapina.

@luisficarpediem

Para nosotros no se trata solo de cocinar, sino de cocinar con raices y buenos recuerdos y anécdotas. Se trata de cocinar con carácter…y amor #nochebuena #cena #tradicion #navidad #luisfi61 #fiesta

♬ La Marimorena – Raya Real

Con todo y todo se vieron los fuegos artificiales más cercanos y en un momento sólo la Luna y Júpiter aparecieron tímidamente en el cielo oscuro.

Como en otros años, en casa hubo open house y nos visitaron familia y amigos.  Siempre es grato compartir y reírnos, recordar y reírnos, celebrar y reírnos. Y comer, claro.

Hoy en la mañana desayunamos nuestros tradicionales tamal colorado y tamal negro.  Esta vez acompañados por un stollen y un pescado de canillita de leche que estaba riquísimo; y yo, por supuesto, con buen café y algo de ponche frío, que a mí me gusta frío.

@luisficarpediem

La coheteria tradicional de la navidad chapina fue opacada por una neblina espesa que se dejó venir desde la costa sur. Al final Júpiter fue testigo #navidad #guatemala #fuegosartificiales #tradicion #nochebuena

♬ sonido original – Luis Figueroa

Los tamales, algo serio

¡Quienes me conocen se han de imaginar lo que gozo cuando abro las hojas de maxán  y me encuentro con los colores brillantes de los tamales, que son delicias de la cocina guatemalteca!  Al mismo tiempo, los aromas intensos de los tamales colorados y negros  invaden mi cuerpo y mi mente y me llevan por un laberinto de recuerdos y alegrías.  El momento culminante  es cuando la masa gentil y el recado glorioso llegan a mi paladar.

Quienes visitan este espacio, desde hace tiempo, saben que valor mucho las tradiciones como formas de mantener puentes con los recuerdos, el pasado y con quienes nos precedieron; así como con el futuro y quienes nos sucederán.

En ese laberinto de recuerdos, tengo la dicha de acordarme muy bien de los tamales de mi bisabuela, Mami; y de los de mi tía Baby.  Y los pequeños, de 2 x 2 pulgadas y perfectamente doblados que  mi tía abuela, La mamita, nos hacía a los niños. Desde hace tres años nos hace los tamales Madame Tso, la señora que nos cuida en casa y realmente son estupendos.

Los tamales de Nochebuena, en Guatemala, son colorados y negros.  Cada región y cada familia tienen su propia receta de tamales; pero básicamente son de masa maíz y/o de arroz y el recado se prepara con tomates, chiles y aceitunas (aveces con semillas tostadas, como pepitoria y ajonjolí) y, en el caso de los negros, con chocolate y anís. Estos últimos son los más delicados de hacer para que sean bien balanceados. También pueden ser de cerdo, pavo, pato, gallina y pollo e incluso de res.   Eso sí a mí me gustan más los de cerdo, y los de pato.  En ciertas regiones -especialmente en la Costa Sur- no se usa el recado del altiplano, sino una especie de mole.

Los tamales tienen raíces precolombinas, y fueron elevados a la décima potencia cuando se le añadieron ingrediente de Occidente. Del Nuevo Mundo son el maíz, los tomates, los chiles, y las hojas de maxán en las que son envueltos.  Los tamales negros, además, llevan chocolate. Del Viejo Mundo son las almendras, las pasas y las ciruelas.

@luisficarpediem

¡Quienes me conocen se han de imaginar lo que gozo cuando abro las hojas de maxán y me encuentro con los colores brillantes de los tamales, que son delicias de la cocina guatemalteca! Al mismo tiempo, los aromas intensos de los tamales colorados y negros invaden mi cuerpo y mi mente y me llevan por un laberinto de recuerdos y alegrías. El momento culminante. El 25 desayunamos tamales, stollen, pescado de canillita de leche, ponche y café #navidad #tradicion #tamales #ponche #luisfi61 #desayuno #breakfast

♬ In Praise of Christmas – Loreena McKennitt

La gracia de los tamales no está sólo en la masa y en el recado, sino en la forma de envolverlos y amarrarlos.   Son una experiencia para todos los sentido.  Un tamal que no ha sido envuelto y amarrado elegante y apropiadamente pierde algo de su encanto.  A mí, por cierto, me gustan más grandes que pequeños, y me gusta que la masa no sea muy espesa.

Hacer tamales es algo muy elaborado. Hay que lavar y asar las hojas. La masa tiene su propia ciencia y es cocida tres veces de tres formas distintas.  El recado lleva varios ingredientes que hay que asar y sazonar con mucho talento. Como siempre, el éxito de un tamal se halla en el balance de ingredientes, en la calidad de los mismos y en la pasión que se pone en ellos.


25
Dic 21

Tamales y fuegos artificiales

 

Un tamal colorado y otro negro son mi desayuno tradicional, para el 25 de diciembre, acompañados por el mejor café posible y algo de los postres que hayan sobrado de la nochebuena.

Como todos los años, anoche nos gozamos mucho los fuegos artificiales, la cena y la compañía de la familia y amigos que nos acompañaron en el open-house que acostumbramos celebrar en casa.

¡De verdad soy muy feliz cuando cuando abro las hojas de mashán  y me encuentro con los colores brillantes de los tamales!  Y al mismo tiempo, los aromas intensos de ambos tamales invaden el ambiente, mi cuerpo y mi mente y me llevan sobre olas de recuerdos y alegrías.  El momento culminante  es cuando las masas gentiles y los recados complejos y deliciosos llegan a mi paladar.

Los que visitan este espacio, con frecuencia, saben que valoro mucho las tradiciones como formas de mantener puentes con los recuerdos, el pasado y con quienes nos precedieron; así como con el futuro y quienes nos sucederán.  Ahora, también las valoro por sus facultades sanadoras, luego de los encierros y la incertidumbre a la que hemos sido sometidos durante casi dos años.

¿Sabes? Tengo la dicha de recordar los tamales que hacía mi bisabuela, Mami, y los de mi tía Baby.  Y los pequeños, de 2 x 2 pulgadas y perfectamente doblados que  mi tía abuela, La mamita, nos hacía a los niños.

Los tamales de Navidad, en Guatemala, son colorados y negros.  Cada región y cada familia tienen su propia receta de tamales; pero básicamente son de masa maíz y/o de arroz y el recado se prepara con tomates, chiles y aceitunas (aveces con semillas tostadas, como pepitoria y ajonjolí) y, en el caso de los negros, con chocolate y anís. Estos últimos son los más difíciles de hacer para que sean bien balanceados. También pueden ser de cerdo, pavo, pato, gallina y pollo e incluso de res.   Eso sí a mí me gustan más los de cerdo, y los de pato.  En ciertas regiones -especialmente en la costa sur- no se usa el recado del altiplano, sino una especie de mole. También hay diferencias entre los tamales que se cuecen sobre leños y los que se cuecen sobre estufa de gas.  Los tamales de la costa sur no responden, exactamente, a la diferenciación entre colorados y negros

Los tamales tienen raíces precolombinas, y fueron elevados a la décima potencia cuando se le añadieron ingrediente de occidente. Del Nuevo Mundo son el maíz, los tomates, los chiles, y las hojas de mashán en las que son envueltos.  Los tamales negros, además, llevan chocolate. Del Viejo Mundo son las aceitunas, las almendras, las ciruelas y las pasas.

El arte de los tamales no está sólo en la masa y en el recado (o en el mole), sino en la forma de envolverlos y amarrarlos.   Son una experiencia para todos los sentido.  Un tamal que no ha sido envuelto y amarrado apropiada y elegantemente pierde algo de su encanto.  A mí, por cierto, me gustan más grandes que pequeños, y me gusta que la masa no sea muy espesa.

Hacer tamales requiere de cierta infraestructura y es algo muy elaborado. Hay que lavar y asar las hojas. La masa tiene su propia ciencia y es cocida tres veces de tres formas distintas.  El recado (o el mole, según el caso) lleva varios ingredientes que hay que asar y sazonar con talento.

Desde mediados de los años 80, en casa comemos los de doña Estelita de Alburéz que son basados en  la receta de su madre en San Martín Jilotepeque (en el altiplano), de modo que sus tamales son distintos a los de la Costa Sur y a los de Oriente, por ejemplo. Madame Tso, la señora que trabaja con nosotros en la casa ha enriquecido nuestra experiencia tamalera de una forma que merece una ovación de pie. También nos envían tamales de Huehuetenango y a veces conseguimos tamales de arroz, de Quetzaltenango.

Sostengo, que la nochebuena y las fiestas de fin de año chapinas, en general, son particularmente intensas y espectaculares.  Cuando los chapines nos ponemos en navidad mode, es en serio.

Por eso me alegro que en este año -como el anterior- difícil, duro y para algunos muy triste, el espíritu guatemalteco navideño no haya menguado.  Como en 2020,  la noche de anoche hubo fuegos artificiales en la ciudad de Guatemala y sus alrededores, y los fuegos de la media noche no tuvieron nada que envidiarles a los de otros años.   Cuando veo las luces y disfruto de los cohetes, el niño que hay en mi grita -para mis adentros- ¡Cuanto “cuete” Venado!, como  cuando yo tenía tres, o cuatro años y aquella era la marca de petardos más conocida.

¡Que ricos y reconortantes son los abrazos y el buen vino envueltos en nubes y aromas de pólvora fiestera!


25
Dic 20

Una nochebuena diferente, pero igual

Quienes visitan este espacio desde hace ratos, saben que lo que hace especiales las fiestas de fin de año -para mí- son los encuentros con la familia y los amigos, y los tamales; la cohetería, los fuegos artificiales, y los tamales; los recuerdos, las tradiciones, y los tamales. Ah, y los tamales.

Una de mis tradiciones familiares favoritas es la de desayunar tamales el día 25 de diciembre.  De hecho, el de hoy es mi desayuno favorito en todo el universo mundo! ¡Y me gusta comer un tamal negro, un tamal colorado, café con leche y algún pastel y dulce propio de la temporada.  Este año el acompañamiento fue el insuperable ponche de frutas que hacen en casa; y Mincemeat pie, el pay favorito de mi padre, cuya pasta elabora mi madre, que es la diosa viviente de los  pays.

Amo mi desayuno tradicional del 25 de diciembre.

¡Soy tan feliz cuando cuando abro las hojas de mashán  y me encuentro con los colores brillantes de los tamales!  Y al mismo tiempo, los aromas intensos de ambos tamales invaden mi cuerpo y mi mente y me llevan por un torbellino de recuerdos y alegrías.  El momento culminante  es cuando la masa gentil y el recado complejo y delicioso llegan a mi paladar.

Los que visitan este espacio, con frecuencia, saben que valoro mucho las tradiciones como formas de mantener puentes con los recuerdos, el pasado y con quienes nos precedieron; así como con el futuro y quienes nos sucederán.

Tengo la dicha de recordar los tamales de mi bisabuela, Mami, y los de mi tía Baby.  Y los pequeños, de 2 x 2 pulgadas y perfectamente doblado que  mi tía abuela, La mamita, nos hacía a los niños.

Los tamales de Navidad, en Guatemala, son colorados y negros.  Cada región y cada familia tienen su propia receta de tamales; pero básicamente son de masa maíz y/o de arroz y el recado se prepara con tomates, chiles y aceitunas (aveces con semillas tostadas, como pepitoria y ajonjolí) y, en el caso de los negros, con chocolate y anís. Estos últimos son los más delicados de hacer para que sean bien balanceados. También pueden ser de cerdo, pavo, pato, gallina y pollo e incluso de res.   Eso sí a mí me gustan más los de cerdo, y los de pato.  En ciertas regiones -especialmente en la Costa Sur- no se usa el recado del altiplano, sino una especie de mole. También hay diferencias entre los tamales que se cuecen sobre leños y los que se cuecen sobre estufa de gas.

Los tamales tienen raices precolombinas, y fueron elevados a la décima potencia cuando se le añadieron ingrediente de Occidente. Del Nuevo Mundo son el maíz, los tomates, los chiles, y las hojas de maxán en las que son envueltos.  Los tamales negros, además, llevan chocolate. Del Viejo Mundo son las almendras y supongo que también las ciruelas y las pasas.

La gracia de los tamales no está sólo en la masa y en el recado, sino en la forma de envolverlos y amarrarlos.   Son una experiencia para todos los sentido.  Un tamal que no ha sido envuelto y amarrado elegante y apropiadamente pierde algo de su encanto.  A mí, por cierto, me gustan más grandes que pequeños, y me gusta que la masa no sea muy espesa.

Hacer tamales es algo muy elaborado. Hay que lavar y asar las hojas. La masa tiene su propia ciencia y es cocida tres veces de tres formas distintas.  El recado lleva varios ingredientes que hay que asar y sazonar con mucho talento.

Desde mediados de los años 80, en casa comemos los de doña Estelita de Alburéz que son basados en  la receta de su madre en San Martín Jilotepeque (en el altiplano), de modo que sus tamales son distintos a los de la Costa Sur y a los de Oriente, por ejemplo.  El teléfono de doña Estelita  es 2474-0260.

Sostengo, que la nochebuena y las fiestas de fin de año chapinas, en general, son particularmente intensas y espectaculares.  Cuando los chapines nos ponemos en navidad mode, es en serio.

Imagen de previsualización de YouTube

Por eso me alegro que en este año difícil, duro y para algunos muy triste, el espíritu guatemalteco de la cohetería y los fuegos artificiales no haya menguado.  Toda la noche de anoche hubo fuegos artificiales en la ciudad de Guatemala y sus alrededores, y los fuegos de la media noche no tuvieron nada que envidiarles a los de otros años.   Cuando veo las luces y disfruto de los cohetes, el niño que hay en mi grita -para mis adentros- ¡Cuanto “cuete” Venado!, como  cuando yo tenía tres, o cuatro años y aquella era la marca de petardos más conocida.

¡Que ricos son los abrazos y el buen vino envueltos en nubes y aromas de pólvora fiestera!

Pero no todo es alegría, en esta ocasión.

Ayer, un amigo -entrado en años- por poco y pasa la noche en el hospital y a sus amigos y familia nos tuvo muy preocupados.  Hoy amaneció en su casa; pero habrá que tenerle el ojo puesto.

Triste, también es que hoy me enteré de que un amigo -gente buena, y con una familia de gente buena- fue asaltado y se halla en situación muy, pero muy delicada.

¡Ah, la vida es precaria y preciosa!, por eso hay que vivirla, digo yo.  Y por eso es que me gusta celebrarla en compañía de las personas que amo, con cohetes, tamales y buen vino.

L´chaim y Carpe diem.


25
Dic 19

Buena Nochebuena

Es una de mis fiestas favoritas en el año, una de amigos y familia; una de aromas, sabores, texturas, sonidos y colores que te llenan de recuerdos:…y una de pólvora.  Es la Nochebuena que, para mi, es la celebración del solsticio de invierno esos días en los que -aunque aquí no lo notemos- mucho más al norte las noches empiezan a hacerse más cortas y empieza a volver la luz.

Dicho lo anterior, algo que gozo mucho en esta fiesta es la pirotécnia; y aunque duró bastante, volvió a ser menos intensa que en otros años…incluso menos intensa que el año pasado.  ¿Es señal de que económicamente las cosas están difíciles?  Y si es así…de verdad espero que el año pasado el coheterío vuelva a sus niveles normales.

Imagen de previsualización de YouTube

Como en otros años, en casa hubo open house y nos visitaron familia y amigos.  Siempre es grato compartir y reírnos, recordar y reírnos, celebrar y reírnos. Y comer, claro.  En casa el menú tradicional es pavo con el relleno que hacían mi bisabuela, Mami y mi abuela, Frances; ensalada Waldorf, la receta de Joy of Cooking, que era la que usaba mi abuela, Frances; y variedad de opciones dulces.

Pavo relleno, ensalada Waldorf, pan y gravy es mi menú preferido.

Hoy en la mañana desayunamos nuestros tradicionales tamal colorado y tamal negro de doña Estelita de Alburéz.  Esta vez acompañados por un mincemeat pie, que era el pay favorito de mi padre.  Para mí, el reto de los pays, siempre, es la pasta que a veces me sale muy bien, y a veces no, aunque uso la misma receta (el relleno no, porque es comprado, ja ja ja). ¿Cómo me salió el de hoy? ¡Casi perfecto!

Mincemeat pie era el favorito de mi padre.

Los tamales, algo serio

¡Quienes me conocen se han de imaginar llo que gozo cuando abro las hojas de maxán  y me encuentro con los colores brillantes de estas delicias de la cocina guatemalteca!  Al mismo tiempo, los aromas intensos de los tamales colorados y negros  invaden mi cuerpo y mi mente y me llevan por un laberinto de recuerdos y alegrías.  El momento culminante  es cuando la masa gentil y el recado glorioso llegan a mi paladar.

Quienes visitan este espacio, desde hace tiempo, saben que valor mucho las tradiciones como formas de mantener puentes con los recuerdos, el pasado y con quienes nos precedieron; así como con el futuro y quienes nos sucederán.

En ese laberinto de recuerdos, tengo la dicha de acordarme muy bien de los tamales de mi bisabuela, Mami; y de los de mi tía Baby.  Y los pequeños, de 2 x 2 pulgadas y perfectamente doblados que  mi tía abuela, La mamita, nos hacía a los niños.

Una tradición alegre: tamales colorado y negro para el desayuno del 25.

Los tamales de Nochebuena, en Guatemala, son colorados y negros.  Cada región y cada familia tienen su propia receta de tamales; pero básicamente son de masa maíz y/o de arroz y el recado se prepara con tomates, chiles y aceitunas (aveces con semillas tostadas, como pepitoria y ajonjolí) y, en el caso de los negros, con chocolate y anís. Estos últimos son los más delicados de hacer para que sean bien balanceados. También pueden ser de cerdo, pavo, pato, gallina y pollo e incluso de res.   Eso sí a mí me gustan más los de cerdo, y los de pato.  En ciertas regiones -especialmente en la Costa Sur- no se usa el recado del altiplano, sino una especie de mole.

Los tamales tienen raíces precolombinas, y fueron elevados a la décima potencia cuando se le añadieron ingrediente de Occidente. Del Nuevo Mundo son el maíz, los tomates, los chiles, y las hojas de maxán en las que son envueltos.  Los tamales negros, además, llevan chocolate. Del Viejo Mundo son las almendras, las pasas y las ciruelas.

La gracia de los tamales no está sólo en la masa y en el recado, sino en la forma de envolverlos y amarrarlos.   Son una experiencia para todos los sentido.  Un tamal que no ha sido envuelto y amarrado elegante y apropiadamente pierde algo de su encanto.  A mí, por cierto, me gustan más grandes que pequeños, y me gusta que la masa no sea muy espesa.

Hacer tamales es algo muy elaborado. Hay que lavar y asar las hojas. La masa tiene su propia ciencia y es cocida tres veces de tres formas distintas.  El recado lleva varios ingredientes que hay que asar y sazonar con mucho talento. Como siempre, el éxito de un tamal se halla en el balance de ingredientes, en la calidad de los mismos y en la pasión que se pone en ellos.

Desde mediados de los años 80, en casa comemos los de doña Estelita de Alburéz que son basados en  la receta de su madre en San Martín Jilotepeque (en el altiplano), de modo que sus tamales son distintos a los de la Costa Sur y a los de Oriente, por ejemplo.

Comments


11
Dic 19

¿Qué se necesita para las fiestas chapinas de fin de año?

Gran parte del carácter tan propio de las fiestas de fin de año chapinas son las decoraciones que usamos en nuestras casas.  Muchas de esas decoraciones están íntimamente relacionadas con la naturaleza y lo que hay disponible para celebrar; y todas reflejan formas de cultura y costumbres. Aún si ocurre como en casa, donde celebramos el solsticio de invierno, el fin de año no sería igual de festivo sin toda la parafernelia chapina.

Haz clic en la foto para ver más fotos.

En la foto se ven mi tortuga, chinchines y jícara de cuando era niño.  ¡Esa tortuga y lo demás deben tener por lo menos 50 años!  En Guatemala, las tortugas, chinchines y guacalitos sirven para las orquestas que acompañan los ritos y cantos propios de la Navidad.

Mi caparazón de tortuga me la  compraron La Mamita y mi abuelita Juanita cuando yo tenía unos seis años. Con mi pequeña tortuga acompañé docenas y docenas de festejos de fin de año, tanto en la casa de las citadas tía abuela y abuela, como en la casa de mis padres. Y en la casa de mi abuela Frances, tenía otra tortuga que todavía era más antigua y que quién sabe a dónde fue a parar.

Una orquesta navideña guatemalteca necesita de tortugas y de otros instrumentos como chinchines, guacales y jícaras hechas de frutos del morro. Mis chinchines, guacales y jícaras que están pintados de negro y tienen diseños en forma de animales, o de plantas. Y el chinchin que más me cae en gracia es el que ves en la foto, con cara de animalito.

El color negro de aquellas piezas es un laqueado singular. Los artesanos chapines lo hacen con hollín y la grasa de un insecto parecido a la cochinilla, al que le dan el nombre de nij. Pero también hay chinchines, guacales y jícaras pintados de colores; y de estos, mis favoritos son los que combinan el rojo y el amarillo.

Ahora bien, estos instrumentos encantadores y primitivos, en manos de niños de entre 3 y 12 años, le dan sonido a una orquesta atronadora que difícilmente puede llevar el ritmo, o si quiera tocar la misma pieza. Y sin embargo, es capaz de evocar recuerdos llenos de alegría y de extraordinarios momentos familiares. Al ritmo de tucutícutu, cada quién hace lo que puede y todos la pasamos contentos si sabemos disfrutar del contenido cultural de las fiestas, aunque no lo compartamos todo.

Son indispensables, para las fiestas de fin de año chapinas, los hilos de manzanillas, chiribiscos, pinos, cipreses o pinabetes, musgo, paxte, barba de viejo o musgo español, chichitas, camarones, aserrín de colores, hojas de pacayas, patas de gallo, pascuas, portales, gallitos, piñas de pino, pino suelto y chorizo de pino, arena y piedrín, pastores y ovejas y otras figuras variadas, bricho brillante y otros adornos de lo más dispares, ranchitos, tortugasy chinchines, cohetes y fuegos artificiales, ponche de frutas o caliente y, tamales.

¿Cuál es tu parte favorita de estas fiestas de fin de año?


26
Dic 18

Desayuno tradicional de Luisfi

¿Cómo no va a ser, una de mis tradiciones favoritas la de desayunar tamales el día 25 de diciembre, luego de la Nochebuena?

¡Ese es mi desayuno navideño favorito en todo el universo mundo! ¡Y me gusta comer un tamal negro, un tamal colorado, café con leche y algún pastel y dulce propio de la temporada y ponche. El ponche de este año, en casa, incluyó manzanillas y mamey, y fue de campeonato. Y el desayuno incluyó Stollen, Polvorón y turrón.

¡No te imaginas lo que gozo cuando abro las hojas de maxán  y me encuentro con los colores brillantes de estas delicias de la cocina guatemalteca!  Al mismo tiempo, los aromas intensos de ambos tamales invaden mi cuerpo y mi mente y me llevan por un laberinto de recuerdos y alegrías.  El momento culminante  es cuando la masa gentil y el recado glorioso llegan a mi paladar.

Quienes visitan este espacio, con frecuencia, saben que valor mucho las tradiciones como formas de mantener puentes con los recuerdos, el pasado y con quienes nos precedieron; así como con el futuro y quienes nos sucederán.

En ese laberinto de recuerdos, tengo la dicha de acordarme muy bien de los tamales de mi bisabuela, Mami y los de mi tia Baby.  Y los pequeños, de 2 x 2 pulgadas y perfectamente doblados que  mi tía abuela, La mamita, nos hacía a los niños.

Los tamales de Nochebuena, en Guatemala, son colorados y negros.  Cada región y cada familia tienen su propia receta de tamales; pero básicamente son de masa maíz y/o de arroz y el recado se prepara con tomates, chiles y aceitunas (aveces con semillas tostadas, como pepitoria y ajonjolí) y, en el caso de los negros, con chocolate y anís. Estos últimos son los más delicados de hacer para que sean bien balanceados. También pueden ser de cerdo, pavo, pato, gallina y pollo e incluso de res.   Eso sí a mí me gustan más los de cerdo, y los de pato.  En ciertas regiones -especialmente en la Costa Sur- no se usa el recado del altiplano, sino una especie de mole.

Los tamales tienen raíces precolombinas, y fueron elevados a la décima potencia cuando se le añadieron ingrediente de Occidente. Del Nuevo Mundo son el maíz, los tomates, los chiles, y las hojas de maxán en las que son envueltos.  Los tamales negros, además, llevan chocolate. Del Viejo Mundo son las almendras, las pasas y las ciruelas.

La gracia de los tamales no está sólo en la masa y en el recado, sino en la forma de envolverlos y amarrarlos.   Son una experiencia para todos los sentido.  Un tamal que no ha sido envuelto y amarrado elegante y apropiadamente pierde algo de su encanto.  A mí, por cierto, me gustan más grandes que pequeños, y me gusta que la masa no sea muy espesa.

Hacer tamales es algo muy elaborado. Hay que lavar y asar las hojas. La masa tiene su propia ciencia y es cocida tres veces de tres formas distintas.  El recado lleva varios ingredientes que hay que asar y sazonar con mucho talento. Como siempre, el éxito de un tamal se halla en el balance de ingredientes, en la calidad de los mismos y en la pasión que se pone en ellos.

Desde mediados de los años 80, en casa comemos los de doña Estelita de Alburéz que son basados en  la receta de su madre en San Martín Jilotepeque (en el altiplano), de modo que sus tamales son distintos a los de la Costa Sur y a los de Oriente, por ejemplo.  El teléfono de doña Estelita  es 2474-0260; por si quieres probar esas delicias.


25
Dic 18

La Nochebuena chapina

En buena parte, la Nochebuena chapina es acerca de quemar cohetes y fuegos artificiales; y es una de mis partes favoritas de la fiesta.  Debo observar, sin embargo, que tengo la impresión de que la cohetería de anoche fue de menor intensidad que la de otros años. ¿Cuál es mi otra parte favorita de esta fiesta? La cena. Haz clic en la foto para ver el vídeo.

Imagen de previsualización de YouTube

Eso no quiere decir que no fuera impresionante.  Los primeros juegos pirotécnicos empezaron con el anochecer y se fueron intensificando a lo largo de la noche.  Para las 23:15 horas ya había fuegos artificiales generalizados en toda la ciudad de Guatemala, mismos que no disminuyeron sustancialmente hasta las 0:30 horas de hoy.

Los chapines tenemos la costumbre de quemar cohetes y fuegos artificiales el 24 a la media noche, el 25 a las doce del día y de nuevo a las seis de la tarde.  Pero repito que en este año la cohetería no fue la de otras ocasiones. Con todo y todo, toda la ciudad -y supongo que también otras poblaciones- se alegra con la variedad de formas y de luces.

Aunque sea menguada -¿por las condiciones económicas difíciles?- la cohetería de la Nochebuena chapina nunca deja de maravillarme. Los fuegos artificiales nos fascinan a quienes tenemos la dicha de disfrutar sus formas ingeniosas y sus colores.

En casa solemos ver las luces y fuegos, luego nos abrazamos y bebemos una copa ¡por la vida! para después abrimos los regalos.

En la antigüedad el solsticio de invierno se celebraba porque a partir de ese momento las noches empezaban a hacerse más cortas y la luz empieza a volver.  De ahí que sea muy apropiado  que la noche del 24 de diciembre -la Nochebuena- sea celebrada con luces y fuegos festivos.

Cuando yo era niño no había nada parecido.  Las candelas romanas, las varas de luces y otros artificios que había eran extremadamente modestos en comparación a lo que podemos ver y disfrutar ahora. Cada año los fabricantes de fuegos artificiales producen formas más complejas y combinaciones de colores novedosas y todo esto me lleva a mi niñez.

¡Que vuelva la luz!…y que los encuentre a ti, a tu familia y a tus amigos rodeados de amor y de paz.

La cena

Como siempre, la cena nos quedó deliciosa. Frente a otras opciones prefiero el pavo para esta fiesta; porque,  para mí, el pavo es un vehículo para tres cosas cosas más importantes y riquísimas: el relleno, carne para hacer ensalada y huesos para hacer caldo.  Eso no quiere decir que  no me disfrute un  pavo bien hecho, dorado, jugoso y lleno de sabor.  ¿Cuáles son las claves? Frotarlo bien con ajo, sal y pimienta; rellenarlo y usar bolsa.

Al pavo lo accompañé con una tradicional ensalada Waldorf, un gravy  que anoche fue con Jeréz, y ponche de frutas que en casa lo hacen espectacular.  El de anoche, incluyó manzanillas y mamey -que no es fácil de conseguir-.

Para el relleno del pavo no cambio la receta que era de mi bisabuela, Mami, cuyos ingredientes son pan remojado en vino blanco, menudos del pavo, cebolla, apio, castañas y champiñones fritos en abundante mantequilla y sazonados con salvia, perejil, sal y pimienta.

Amigos y familia

Como es tradición,a lo largo de la noche pasan a saludar -y a comer alguito- amigos y familia queridos.  En estas fiestas y en casa nos da mucho gusto abrazar a algunas de las personas que enriquecen nuestras vidas.  Es una verdadera dicha compartir el camino con personas a las que uno ama, admira y respeta.


25
Dic 12

La Navidad intensa chapina

La celebración de la Navidad es muy intensa en Guatemala; y uno de los momentos más impresionantes es la cohetería de la media noche.

Durante toda la Nochebuena el cielo de la ciudad de Guatemala se ilumina con fuegos artificiales; pero a eso de las 11:45 p.m. se multiplican los juegos pirotécnicos que alcanzan su mayor luminosidad, variedad y belleza entre las 00.00 y las 00:30 a.m. del día de Navidad.

Aparte de los chinos y los guatemaltecos, ¿existen otros pueblos que quemen tanta pólvora?  Aquí no sólo se queman cohetes y fuegos artificiales en la Nochebuena, se queman al medio día de la Navidad y a las 6:00 p.m. de ese día.  Haz clic aquí y verás los juegos pirotécnicos del atardecer de Navidad, con el Volcán de Agua de fondo.

Así se vieron los festejos desde mi balcón.


23
Dic 06

Sonrisas de Navidad

¿Qué es lo mejor de la Navidad? Yo digo que son las sonrisas; y las mejores de todas esas son las de los niños.

Yo estaba por decir que los mejor son los tamales y el relleno del pavo, o los regalos, los turrones y los stollens; pero no, estoy convencido de que lo mejor de la Navidad son las sonrisas de los niños.

A mí, por ejemplo, me emociona y me conmueve la carita de asombro y la sonrisa inocente de mi sobrina cuando toma en sus brazos el Niño Dios de mi madre y explora su textura. Y le pide a uno que se calle porque el Niño está dormido.

A pesar de que he visto la escena igual, durante años, yo no cambio por nada el momento en que mis sobrinos abren sus regalos en la Nochebuena. Es emocionante ver sus caras de sorpresa y sus sonrisas de alivio al ver que el Niño, o Santa les ha traído lo que tanto esperaban; o algo que ni siquiera imaginaban en sus sueños más salvajes.

Pero mejor aún, ¿qué hay de la carita sonriente de un niño a la espera de ver cómo reacciona usted frente al regalo que él le ha hecho? O la sonrisa de un niño que no esperaba recibir regalo alguno, por quién sabe que soledad, que pobreza, o que enfermedad.

Usted dirá que soy un cursi; pero aquí, y haciendo cálculos, los mejores recuerdos de mis navidades siempre han involucrado sonrisas. Desde sonrisas inocentes, hasta sonrisas pícaras, pasando por sonrisas de complicidad y sonrisas de sí, yo también siento algo de nostalgia, pero me aguanto como los machos.

Desde que yo era niño mis instantes favoritos de la Navidad son: el momento en el que el árbol y el nacimiento están concluidos y se encienden las luces, el proceso de selección de obsequios, cuando veo la mesa puesta, cuando pruebo el relleno del pavo, mi desayuno navideño con (por lo menos) un tamal negro y uno colorado, y aunque esto ya no ocurre, ni podría volver a pasar, el momento en que mis padres subían al cuarto y nos levantaban a mis hermanos y a mí para avisarnos que Santa ya había venido. Todo ello iluminado con sonrisas estupendas.

Hay sensaciones navideñas que uno sólo puede experimentar cuando es niño, y por eso es triste cuando quiérase, o no, se pierde la alegría navideña vinculada a la niñez. Alguien a quien yo quiero mucho está ahora en ese proceso. Ha dejado de ser niño y está por convertirse en hombre. Ojalá que, si lee estas líneas, pueda entender que la Navidad, a final de cuentas, no está afuera de uno ni en las cosas, sino que está en la capacidad de uno de sentir alegría por la felicidad ajena, que está en ver sonrisas y en hacerlas propias, que está en sentirse infinitamente bendecido por la gente que le es leal, que le tiene cariño y que lo ama, a pesar de los defectos, de las manías y hasta de los agravios que uno ha cometido.

¡Que Dios los bendiga a todos y que cientos de sonrisas de amor llenen sus navidades!

2. ¡Felicitaciones a Zona 0!: El martes vi, en el noticiario Zona 0 de Canal Latitud, un reportaje extraordinario sobre la toma de la embajada de España ocurrida en 1980. El reportaje no sólo cuenta con vídeos escalofriantes de aquella desgracia; sino que muestra evidencias y testimonios reveladores.

En el reportaje uno ve personajes siniestros en una obra de espanto protagonizada por el Ejercito Guerrillero de los Pobres, por miembros del Frente Estudiantil Robin García y por dirigentes de organizaciones campesinas afines a la guerrilla. Todo ello con la sospechosa participación del embajador Cajal y a costa de muchas vidas inocentes. Eso sí, con la ayuda de autoridades que procedieron sin medir consecuencias y sin intención alguna de negociar.

Muchos jóvenes no conocen esa historia y es una lástima que los vídeos originales del noticiario Aquí el Mundo ya no existan; por eso sería bueno que Zona O volviera a transmitir ese reportaje que tiene mucho que enseñarles a los guatemaltecos que no vivieron el horror.

3. Más felicitaciones: A quienes fueron responsables de la decoración de la Plaza España. ¡Puchis, muchá, está hermosísima!

Publicada en Prensa Libre el 23 de diciembre de 2006