16
Ene 08

Opinión de doña Myriam

Una amable lectora se refiere a mi entrada titulada El buen pastor.

“Respecto a su artículo del día sábado 12 de enero en su Columna CARPE DIEM. No se si pertenece a la iglesia católica o si su interés en los sermones del Cardenal Quezada obedecen a cumplir con una función periodística o llenar su espacio asignado en la columna de Prensa Libre. En la actualidad hay todavía católicos que piensan como usted, sin embargo hoy el católico que se quedó resagado y no evoluciona es porque no quiere. Las parroquias e iglesias ofrecen cursos, charlas, folletos para el que quiere saber más sobre su religión. Para ser un buen católico debe conocerse quién fué y que hizo Jesús. Muchos se sienten atraidos por novelas como el Codigo Da Vinci, y no consultan el Libro de libros que es la Biblia. Tenemos que saber que Dios nos manifestó su amor enviándonos a Jesucristo para enseñarnos cómo salvarnos. Jesús vino a denunciar las injusticias para que las personas cambiaran y se convirtieran en colaboradoras para instalar el reino de Dios con nosostros.Nuestra Iglesia Católica se preocupa porque reconciliemos nuestra FE con nuestra VIDA. Si creemos que con celebrar la misa, y el cumplimiento de otros actos piadosos ya ganamos el cielo, estamos muy equivocados, porque estamos “cumpliendo” y “mintiendo”. Es mediante la práctica del amor fraterno y la justicia con que tratemos a los demás que verdaderamente ganaremos el cielo. Los católicos bautizados, hemos adquirido el compromiso, mediante ese bautizo, de convertirnos en “profetas” no desde el aspecto de anunciar el futuro, sino desde el aspecto de denunciar las injusticias para que el que quiera seguir a Jesús hacia el camino de Dios, cambie y se convierta.Usted, sea cualquiera que sea su religión o si no la tiene, tiene el deber, como deseador de un mundo mejor, de contribuir en su construcción para que sea: más justo y más equitativo, en donde cada hombre y cada mujer pueda desarrollar al máximo los dones recibidos por el Espiritu Santo. Usted puede hacerlo a través de su columna convierténdose en ejemplo para los demás periodistas, porque es más fácil destruir que construir, esto último es más arriesgado y solo pueden hacerlo los hombres verdaderos, aquellos que no buscan protagonismo sino el bien común.

Dios lo bendiga

Myriam Celada”