Creo que la primera vez que ví una imágen de algún toro alado la cultura Asiria, en Nínive, fue en la Enciclopedia Estudiantil que me dio tantas y tantas horas de placer y conocimiento. Me fascinaban los toros alados y otras imágenes que vi con esa admiración y capacidad de maravillarse que uno tiene cuando es niño.
Recién, uno de esos toros y otras obras de arte milenarias han sido destruidos por un grupo de religiosos que se oponen a la idolatría y tienen el poder para destruir lo que quieran: militantes vándalos del Estado islámico. Es el mismo tipo de religiosos que destruyó los budas gigantes en Afganistán, y la meztuita de Yunus en Mosul. Es el mismo tipo de religiosos que destruyó la segunda biblioteca de Alejandría y asesinó a Hipatia en aquella ciudad.
Viviendo en un país riquísimo en tesoros arqueológicos, muchos de los cuales se hallan en el extranjero, no soy un fan de la repatriación de aquellas joyas. Tesoros como los de los Asirios y Caldeos están mejor en Londres, Nueva York y otras ciudades de Occidente donde están a salvo (por el momento) de los delirios de los fanáticos que, como ocurrió cuando fueron quemados los códices mayas, no dudan en quemar y destruir lo que ellos consideran que son supersticiones y falsedades del demonio.
Si te interesa el tema de a quién le pertenece el pasado, te recomiento esta charla de Alberto Garín.
Los toros de la foto son los del Metropolitan Museum en Nueva York. Foto por Rosemanios , CC BY 2.0, via Wikimedia Commons