14
Jun 13

Escape del fuego

130614 Portada Escaping the fire

Los guerrilleros llegaron a nuestra aldea… y forzaron a cada persona capacitada a unírseles… Tuvimos que ir a sus campamentos… en las selvas bajas del Ixcán, como a unos cuatro días de camino desde mi aldea Salquil Grande. Nos entrenaron para pelear, nos enseñaron que matar a los hombres era como matar perros, que los hombres no tenían alma y que al morir solo servían como abono para la tierra… Nos dijeron que nos matarían si no lo hacíamos. Algunas veces aceptaban dinero a cambio de dejar de amenazarnos… Pero… solo la gente que había trabajado en las fincas tenía efectivo, y los guerrilleros ya no nos dejaban ir a trabajar allí, esta es parte del testimonio conmovedor y heroico de Tomás Guzaro, pastor evangélico que, en 1982, ayudó a su gente a escapar del fuego entre la guerrilla y el Ejército. El mismo se halla en Escaping the fire, por Tomás Guzaro y Terry McComb.

Cuando yo era niño me impresionaba una película acerca de un pueblo chino que huía de la invasión japonesa. Es posible que fuera La estirpe del dragón, basada en una novela de Pearl S. Buck. Lejos estaba, yo, de imaginar que centenares y centenares de guatemaltecos vivirían la barbarie y un drama similar durante los últimos días de mi adolescencia.

El libro no solo es el relato de cómo es que cientos de personas salvaron sus vidas durante el enfrentamiento armado que les llevó el Ejército Guerrillero de los Pobres, sino que nos permite atisbar en la cultura ixil por medio de sus tradiciones; de las relaciones entre la costumbre, el catolicismo (generalmente aliado de la guerrilla) y los evangélicos (generalmente al margen de las pretensiones revolucionarias); y de experiencias como la de trabajar en las fincas de la Costa Sur.

Las patrullas de la guerrilla… bloqueaban toda forma de escape conocida. Nos necesitaban como sus esclavos para sembrar su maíz y para que fuéramos sus soldados en su revolución. Si nos agarraban tratando de escapar, nos masacrarían, y sin lugar a dudas, si el ejército del gobierno nos encontraba en el camino, nos asesinaría también, cuenta Guzaro. Es valioso que esta parte de la historia sea conocida, y de verdad te recomiendo el libro.

Columna publicada en El periódico.


24
Abr 07

No son papos

Como los chapines promedio no son papos, cuando leo que “más de 18 mil pobladores Ixcán, Quiché, dijeron No a la construcción de la hidroeléctrica Xalalá”, entiendo que lo que quieren decir es que no desean que la energía eléctrica sea producida ahí; pero de ninguna manera renuncian al uso de la electricidad.

¿Qué significa eso? Que quieren gozar de los beneficios de la energía eléctrica, siempre y cuando sea producida en otra parte, enmedio de otra gente.

Eso se me ocurrió porque, aunque la noticia no menciona las causas por las cuales se rechaza la construcción de hidroeléctricas, he oído que la gente teme que las hidroeléctricas hacen desaparecer el agua y la convierten en electricidad. De ahí que yo suponga que la gente quiere gozar de la luz y de la electricidad, pero no le importa que la supuesta desaparición del agua, para ser convertida en energía eléctrica, le ocurra a otras personas.

¡Por supuesto que el agua no se convierte en electricidad!; pero eso es lo que la dirigencia popular y los grupos de interés que están detrás de estos movimientos le dice a la gente. Y la gente, que no es tonta, pero es ignorante, reacciona como bien puede.

Pregunto: Esa gente que se opone a la construcción de hidroeléctricas, ¿renunciaría también a usar energía eléctrica? Esos de las ONG que azuzan a la pobre gente, ¿tienen microondas en su casa? ¿Tienen licuadora? ¿Tienen luz eléctrica?