18
Ago 09

Para empresarios, periodistas, anunciantes y demás

Miguel Ángel Quevedo fue editor y propietario de la revista Bohemia, misma que era muy popular en la Cuba en los años 50. Bohemia apoyó la la revolución y en julio de 1958 la revista publicó el manifiesto de la Sierra Maestra, documento cuyo objetivo fue la unificación de los grupos que combatían a Fulgencio Batista. Quevedo se exilió en Miami donde en agosto de 1969, se suicidó y dejó una carta que, en la América Latina del Siglo XXI, es de escalofriante actualidad. El texto completo puede puede ser leído aquí; pero los dejo con algunos fragmentos con la esperanza de que los deje pensando:


Cuando recibas esta carta ya te habrás enterado por la radio de la noticia de mi muerte. Ya me habré suicidado ¡al fin! sin que nadie pudiera impedírmelo.

– Sé que después de muerto llevarán sobre mi tumba montañas de inculpaciones. Que querrán presentarme como “el único culpable” de la desgracia de Cuba. Y no niego mis errores ni mi culpabilidad; lo que sí niego es que fuera “el único culpable”. Culpables fuimos todos, en mayor o menor grado de responsabilidad.

-Fidel [Chávez, Morales, Correa, Ortega, ¿y Los Colom?] no es más que el resultado del estallido de la demagogia y de la insensatez. Todos contribuimos a crearlo. Y todos, por resentidos, por demagogos, por estúpidos o por malvados, somos culpables de que llegara al poder.

-[Fueron culpables] los periodistas que conociendo la hoja de Fidel, su participación en el Bogotazo Comunista, el asesinato de Manolo Castro y su conducta gansteril en la Universidad de la Habana, pedíamos una amnistía para él y sus cómplices…Fue culpable el Congreso que aprobó la Ley de Amnistía. Los comentaristas de radio y televisión que la colmaron de elogios. Y la chusma que la aplaudió delirantemente en las graderías del Congreso de la República. Bohemia no era más que un eco de la calle. Aquella calle contaminada por el odio que aplaudió a Bohemia cuando inventó “los veinte mil muertos”.

-Fueron culpables los millonarios que llenaron de dinero a Fidel [a Chávez, a Morales, a Correa, a Ortega, o ¿a Los Colom?]. Los miles de traidores que se vendieron al barbudo criminal. Y los que se ocuparon más del contrabando y del robo que de las acciones de la Sierra Maestra. Fueron culpables los curas de sotanas rojas que mandaban a los jóvenes para la Sierra a servir a Castro y sus guerrilleros. Y el clero, oficialmente, que respaldaba a la revolución comunista con aquellas pastorales encendidas.

-Fue culpable Estados Unidos de América [o la Unión Europea], que incautó las armas destinadas a las fuerzas armadas de Cuba en su lucha contra los guerrilleros. Y fue culpable el State Department [o casi cualquier cancillería de Europa], que respaldó la conjura internacional dirigida por los comunistas para adueñarse de Cuba.

-Todos fuimos culpables. Todos. Por acción u omisión.

-Ojalá mi muerte sea fecunda. Y obligue a la meditación. Para que los que pueden aprendan la lección.