05
Sep 08

Un mundo nos vigila

Un mundo nos vigila era el título de un programa sobre ufología que dirigía Pedro Ferríz, en México; y desde ayer -que andamos con la novedad de que el presidente socialdemócrata Alvaro Colom denunció la existencia de aparatos de espionaje en la Casa Presidencial, en su oficina privada y en su residencia- no se por qué, me acordé de aquel programa.
.

Y hoy salió el anuncio de una discreta cámara de audio y vídeo “para grabar esas reuniones comprometedoras”, según el vendedor que es Mundo Extremo. Por cierto que esa es una tienda extraordinaria de juguetes para adultos…no tan adultos.
.
También me acordé del presidente del socialismo espiritual, Juan José Arévalo, de cuya administración, el libro Guatemala, la historia silenciada, cuenta que “el gobierno de la revolución no soportó realmente las 29 conspiraciones que con tanto esmero contaron sus voceros, sino un número efectivo bastante menor; lo que no impidió que se suspendieran las garantías constitucionales 32 veces, para facilitar las acciones contra los complotistas. La respuesta a estas vagas conspiraciones -o a otras más concretas y bien organizadas, que también existieron, como luego veremos- fue casi la misma: el gobierno suspende garantías y se limita a expulsar del país a los supuestos implicados, sin mayor trámite ni discusión. Con el tiempo, sin embargo, se comenzará a hablar de torturas y el propio presidente reconocerá luego: Cada vez se procedía con más dureza”.
.
No deja de ser interesante que el presidente socialdemócrata anduviera esta semana con la idea de una Ley Mordaza, al estilo de la de La primavera democrática en 1947; y que ahora hayan ocurrido estos hechos lamentables del espionaje contra el mandatario.
.
Lamentables, pero no inusuales. A finales de los años 80, cuando al presidente de turno le decían Cemaco, porque las tenía a todas bajo un techo, un alto funcionario de su gobierno me comentó que sí él hubiera sido el presidente no haría el amor en la Casa Presidencial, sin tener la impresión de que estaba siendo visto y escuchado por quíen sabe qué pervertidos.