07
Ago 09

La margarita dijo No

Margarita preguntó, ayer: ¿Qué aporta la minería? y se quejó de que por lo menos 20 toneladas de desperdicio son necesarias para hacer un anillo de oro. Un anillo como los que usan los colegas de Rodolfo Quezada y Alvaro Ramazzini, digo yo.

Y en ese sentido, cuando la señora Carrera se pregunta que qué aporta la minería, lo que se me ocurre es que aporta el metal con el que está hecho su carro, y si no escribe con plumas de pavo real, seguramente también los varios metales con los que está hecha su compu…o su máquna de escribir. Seguramente aporta el metal con el que están hechos los cubiertos de su casa y en su residencia es posible que hasta haya aportaciones de metales pesados como mercurio en algún termómetro.
Desojando la margarita, Margarita podrá encontrar metales en toda su existencia. ¡Y ya no digamos el espantoso petróleo!, la señora Carrera podrá encontrar las aportaciones del petróleo en su colchón y en su almohada, en su baño y en sus zapatos, otra vez en su compu, en su refrigeradora y en su carro; y hasta sus libros serían imposibles sin aquella sustancia pegajosa.
La minería también aporta cosas irrelevantes como empleo para quienes no lo tienen; y por consiguiente mejores condiciones de vida para ellos y sus familias.
Como dice la canción: La margarita dijo No; y me imagino que pronto, Margarita renunciará a todas las malignas aportaciones que la minería hace en su vida…pero por vidita suya, ojalá que no consiga que a quienes tienen trabajo y tortillas gracias a las aportaciones de la minería, lo pierdan.

06
Nov 08

Los pequeños detalles olvidados de La Revolución

Cuando ví esta foto, ¿saben de qué me acordé? De cuando el Jueves Negro vi pasar a las huestes eferregistas, armadas con palos, bajo mi ventana.

La foto, empero, es de Los Chiquilines, nombre que se les daba a las huestes arevalistas que, cual grupos de choque, quitaban la propaganda y disolvían las manifestaciones de sus adversarios, el plena Primavera Chapina.

Está de moda echarle flores a La Revolución; pero en medio de de tanta loa, de tanta elegía y de tanto madrigal, se olvida que aquel período de la historia guatemalteca tuvo más que la faceta romántica que el socialismo destaca como único atributo digno de mención.
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De hecho, hay personajes como Margarita Carrera, que estiman que es una tergiversación estudiar La Revolución y no estar de acuerdo con la Historia Oficial.  Esa postura, de ningunear el entendimiento integral de La Primavera, también la ha sostenido Edelberto Torres Rivas, que se refirió como una mera revisión que no está fundada científicamente, a la extraordinaria obra Guatemala, la historia silenciada, por Carlos Sabino.
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Los bardos de La Revolución quisiera que no se hablara de las persecusiones y de las torturas, quisieran que no se hurgara en el asesinato de Francisco Javier Arana, quisieran que no se hablara de Los Chiquilines y de la Ley Mordaza.  Pero, francamente, no se puede entender La Primavera, sin ver todos sus ángulos.
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He aquí dos ejemplos que parecerían detalles pequeños; pero que ayudan a aclarar la naturaleza autoritaria y arbitraria del período histórico que nos ocupan.
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La Revolución les ponía impuestos a los radios. El Imparcial del 1 de agosto de 1945 anuncia que 20 de agosto, plazo último para inscribir radiorreceptores. Esto es porque conforme a un acuerdo gubernativo del 28 de junio, el gobierno revolucionario se reservaba el derecho de verificar en domicilios y en vehículos si la gente había pagado los Q.0.25 mensuales de impuesto por cada radio que hubiera en casas y automóviles. En caso de renuencia,  las autoridades procederían a sellar adecuadamente los aparatos radiorreceptores.

El Imparcial del 10 de diciembre de 1953 publica el siguiente titular; Multas a propietarios de barberías. ¿Sabe, usted, por qué? La Revolución le ponía multas a aquellos establecimientos que abran al público los días domingos; pero los peluqueros argumentan que en los días inhábiles es mayor la afluencia de clientes que requieren sus servicios.

Me cuanta mi amigo, Ramiro, que los barberos fueron amparados por la Corte Suprema de Justicia cuando también se prohibió que sus negocios estuvieran abiertos después de las 6:00 p.m. Los barberos argumentaban que era en las horas después del trabajo cuando sus clientes pasaban a visitarlos para arreglarse el cabello.

Hechos y detalles como estos forman parte de la verdadera Historia de La Primavera.  Y si manchan la Historia Rosa, pues que pena.  Sin embargo, los guatemaltecos nos beneficiamos mas conociendo la verdad, que colgándo oropel para esconderla.

La foto, por cierto, es de Guatemala, la historia silenciada, P. 114.


13
May 08

Desojando la Margarita

Cuando me topé con el artículo de Margarita Carrera sobre el segundo volúmen de Guatemala, la historia silenciada, por Carlos Sabino, lo que más me llamó la atención fue el siguiente párrafo: “Pareciera que Sabino, al criticar severamente la Revolución del 44 y a sus máximos representantes y exaltar la Liberación y a Castillo Armas, no hubiera tenido en cuenta las investigaciones realizadas por el historiador italiano Piero Gleijeses”.

Me llamó la atención porque todavía no he terminado de leer la obra y a mí me parecía que Gleijeses aparecía una y otra vez. Y me puse a contar: Gleijeses aparece en las páginas 46, 50, 80, 97, 101, 124, 127, 130, 132, 134, 141, 157, 158, 160, 161, 162, 167, 173, 174, 188, 193, 201, 203, 204, 205, 215, 232, 233, 234, 236, 238 y 240. ¡Total, 32 veces!

Entonces me pregunto, ¿qué puede llevar a Margarita Carrera a mandar a Sabino a leer a PG, si es evidente que lo cita, lo cita y lo cita?

Yo creo que Carrera no lee los textos; o los lee a su conveniencia como ocurre con demasiadas personas. Creo que a ella le gusta hacerles bulla a sus propios libros y por eso suelta cualquier cosa con tal de llamar la atención. Y el problema con “críticas” como la de Carrera es que como ya está grande, es mujer, y es ubícua, pues se le dejan pasar esas cosas sin más.

Empero, con todo y lo políticamente incorrecto que pueda ser poner en evidencia a la escritora citada, me animo a hacerlo porque saetas envenenadas como la que usó Carrera pasan inadvertidas con demasiada frecuencia en nuestro medio tan modesto y tan pretencioso, a la vez.
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Aquella es una maña demasiado extendida. Hace años, con motivo del cincuentenario de la Revolución del 44, escribí que ya sólo se celebraba entre viejitos nostálgicos; y una de esas señoras que publican cosas escribió que yo había dicho que sólo se celebraba entre viejitos idiotas. ¿Notó usted la diferencia? Pues ya ve…es esa maña de atacar, en vez de discutir; y encima…de atacar por donde no es.

Otro ejemplo: uno de mis maestros siempre dice, con razón, que los derechos individuales deben privar sobre los intereses colectivos; sin embargo, uno de los próceres de la Revolución lo denunció por andar diciendo que los intereses individuales deben privar sobre los intereses colectivos. ¿Notó usted la diferencia?

Los mismos trucos de Carrera y de la poetisa que atacó mi argumentación nostálgica: decir que uno dijo, y pasar por alto lo evidente.

Sabino no es un historiador complaciente; y por eso cuestiona autores y somete sus hipótesis a prueba. Pero para Sabino, la Historia es más importante que el cuento y que la ideología. Por eso no se contenta con la versión corriente de lo que pudieron ser los hechos; sino que explora, provoca e investiga.

Pareciera que Carrera, al criticar a a Sabino y exaltar las propuestas de Gleijeses…no se tomó la molestia de leer al primero. Y si lo hizo…talvez lo hizo distraída.