08
Jun 11

Deliciosos frijoles arveja para el desayuno

Mmmmmm, ayer comí los frijoles arveja que traje de Samayac. Me los comí para el desayuno, cocidos con un poco de cebollín y servicos con un chorrito de aceite de oliva, panes franceses, acompañados por mermelada de mora y café con leche.

Son más esféricos y pequeños que los frijoles negros y, aunque su cáscara es ligeramente más resistente que la de los frijoles que conocemos normalmente, su textura y su sabor son magníficos y me alegro mucho de haberlos traído y de poder disfrutarlos.


07
Jun 11

Exotismos en el mercado de Samayac

Cuando voy a alguna población, una de las cosas que más disfruto es la visita al mercado local.  Por supuesto que eso hice en Samayac, que es tierra de brjujos, de jabón de coche y de cuero.

Encontramos jabón de coche que, aunque ya no se hace de grasa de cerdo, sino de res, todavía conserva sus color y olor desagradables.  Empero, la gente asegura que conserva sus propiedades benéficas para la piel y para el cabello.  En casa de mi bisabuela, Mami, había jabón de coche; y estoy seguro de que -más de una vez- me lavaron la cabeza con una de esas bolas en aquel baño que tenía una tina enorme y que olía de forma tan particular.

Encontramos puros para Maximón y copal en bolitas negras que, según el vendedor, se usa en ritos satánicos.

También encontramos, frijoles-arveja que yo nunca había visto.  Compramos una libra para la casa y anoche los cocinamos. Ya les contaré cuando me los desayune.


31
May 11

Tamales, tortillas y sonrisas en Samayac

Lo mejor de salir a pueblear es la gente con la que uno se encuentra; y disfrutar de la calidez humana que es difícil encontrar en las prisas de todos los días, entre el tráfico de todos los días.  No me refiero a la calidez que siempre hay en casa; sino a esa que -con sonrisas- se les dispensa a los extraños.   Esa que hace que los viajes y paseos sean memorables.

El sábado, que con mis amigos Lissa y Raúl andábamos por Samayac, nos encontramos con un grupo de señoras que estában bien atareadas preparando una gran comida.   Ahí estaban los fogones, las ollas de barro, los morteros, las piedras de moler y las licuadoras, echando punta al concierto de un grupo de mujeres que preparaban masa para tamales, recado, ensalada rusa, sopa de arroz, tortillas, frijoles y horchata.  ¡¿Cómo resistirse a tanto encanto?!

Yo digo que las señoras nos vieron las caras de embobados y con esa generosidad y esa candidez que caracteriza a la gente buena nos invitaron a bajar a donde ellas estaban cocinando.  Pedí permiso para tomar fotos y, entre broma y broma, las señoras permitieron que las fotografiáramos a ellas y a sus guisos.  Nos convidaron a comer tortillas con frijoles acompañadas de horchata.  Y se divirtieron viéndonos como movíamos su masa de los tamales y como tratábamos de tortear.

Pasamos un buen rato y de no ser porque queríamos conocer más de aquella fascinante población, hubiéramos aceptado su invitación a regresar para almorzar con ellas.  ¡ Aaaaah!, como me hubiera gustado regresar a compartir y a reírme con ese encantador grupo de señoras.


30
May 11

Samayac, tierra de brujos y de contrastes

Yo no recomiendo a ninguno, porque todos quedan mal, me dijo un hombre a quien -en el cementerio de Samayac-  le pregunté por algún brujo.

Junto a una cruz negra, adornada con flores blancas, se veían evidencias de fuego y de algún tipo de ritos.  Prácticas que deben haber incluido sustancias muy atractivas para las moscas, porque esos bichos abundaban de una forma particularmente inquietante.   Cuando le pregunté al hombre que encontré en el cementerio, que a qué hora se podían encontrar brujos en aquel lugar, me contestó que a toda hora.  Y claro, a toda hora resultó ser toda hora, menos cuando nosotros llegamos.   Así que, bajo el intenso calor,  mis amigos Lissa, Raúl y yo nos quedamos con las ganas de conocer a un brujo de verdad.  Tal vez es cierto que en Samayac hay brujos en todas partes  y en ninguna parte.

Yo había oído que hacía años había un niño que hacía adivinaciones y curaciones; y había oído de brujos que se convertían en animales y que podían convertir palos en serpientes.   Pero a saber.  Lo que sí vimos fueron centros espiritistas, y estoy seguro de que con la llegada de lo políticamente correcto, los que antaño eran brujos y hechiceros, ahora son sacerdotes mayas.

Al final del día,  lo cierto es que me quedé con ganas de ver curaciones y conjuros.

Samayac es un pueblo de contrastes (como toda Guatemala).  El lado oscuro de la brujería y la hechicerìa, contrasta con el lado brillante de gente muy cariñosa y agradable.  Los cortes característicos y elegantes que usan sus mujeres, contrastan con la suciedad y el desorden del lugar.  Como llegamos en día de plaza, había una alegre e intensa actividad en el mercado, los tuk tuk pasában zumbando por todas partes y había bodas una tras otra en la Municipalidad.  Y de esto les contaré luego.


23
Abr 11

Bacalao, rey de los platos tradicionales de la Semana Mayor

Si el amor se expresa en la comida, eso explica por qué es que este pescado extraordinario es el rey de los platos tradicionales de la Semana Mayor chapina.

La clave de un buen bacalao es el pescado mismo que debe ser de aguas bien, bien frías para que su carne sea firme.  La otra clave es usar aceite de oliva abundante y de buena calidad.  La tercera clave es desalar bien el pescado y sacarle las espinas si las tuviera.  En casa lo hacemos de acuerdo con la receta de mi bisabuela, Mami, que lleva bacalao en cubos, ajo, cebolla, chiles morrones, tomates asados, aceitunas rellenas de pimientos y alcaparras; más un chile guaque, que fue cosa de mi madre.  Normalmente se le añade un toque de azúcar si la salsa está ácida por los tomates.

Este año los tomates que usamos fueron los de la mata del jardín de mi amiga Mari; de modo que tuvieron un toque especial.

El bacalao lo comemos sobre arroz y acompañado por pan francés.  A mí me encanta remojar el pan en la salsa vizcaína; y es tan rico hacerlo con el bacalao caliente, o frío.  Sólo que cuando lo como frío, de plano que no le pongo arroz.

El mantel es tela típica de Samayac, Suchitepequez.