19
Feb 24

Aroma de nostalgia, jocotes marañones y recuerdos de infancia

 

Con los jocotes marañones tengo una relación extraña.  Por su sabor, su aroma, su color y su textura deberían estar entre mis frutas favoritas y sin embargo nunca están en mi top of mind de esa lista.  

Se bien por que…porque dada su astringencia no puedo comerlos como fruta y sólo puedo disfrutarlos en refresco.  Eso sí…¡me los gozo mucho, muchísimo!

Como los mangos -que sí están en mi lista de frutas favoritas justo debajo de los chicos- los jocotes marañones son estacionales y sólo se los encuentra en esta temporada.  Así que los espero con mucha alegría y cuando su aroma inunda la casa, nos hace muy felices.  El solsticio de primavera es la temporada de jocotes marañones y mangos.

Ayer, Raúl trajo los primeros jocotes a casa y están preciosos.  Son bien criollos de modo que su aroma es intenso, y estoy seguro de que su sabor no nos decepcionará.

Para los no iniciados, los jocotes marañones son las frutas de cuya semilla -en el exterior- se extraen las nueces que se conocen como marañones, anacardos o cashew nuts.  Mi tía abuela, La Mamita, las asaba en las brasas para comer, y también las pintaba de modo que parecían caritas de mono.  Los niños jugábamos con ellas con la advertencia de que eran venenosas y de que no debíamos llevarlas a la boca.

Lo que me fascina de esto es que los niños de mi generación no éramos esos críos sobreprotegidos que hay ahora.  Podíamos jugar con semillas venenosas y se esperaba, de nosotros, que tuviéramos el buen juicio de no ingerirlas.  No se nos apartaba de ellas, ni se nos ocultaban, ni nada parecido.  Teníamos los conocimientos necesarios para no intoxicarnos con estas, o con semillas de higuerillo, por ejemplo; y los teníamos en abundancia como para no tocar el chichicaste.

Charge it to experience, era la moraleja si uno cometía un error.


18
Feb 24

Tradiciones y vida, el misterio del carruaje de Sixto Pérez

 

El carruaje de Sixto Pérez es una historia tradicional guatemalteca acerca de un personaje que -a finales del siglo XIX- atropelló una procesión y esa noche se lo llevó el diablo.  Literalmente.

Esta y otras historias que el Consejo Pro Tradiciones Cuaresmales ha producido para Youtube, recogen muy bien la chapinidad de la Semana Santa guatemalteca.

No hay fiesta más chapina que los 50 días que le siguen al carnaval.  Conforme avanzan los días los chapines se ponen más y más en semanasanta mode; y la temporada -que coincide con el solsticio de primavera- ayuda con colores, texturas, aromas y sabores.  Se nota en las flores como las jacarandas, las candelarias, los paloblancos y otras.  Se nota en los aromas como los del corozo y los jocotes marañones.  Se nota en la música de las marchas.  Se nota en los sabores como los del bacalao a la vizcaína, el pescado envuelto en huevo, los moyetes, el dulce y la miel de garbanzos, el encurtido, los mangos en dulce y más.

La idea de compartir historias tradicionales sobre esta temporada es de mi amigo, Milton Estuardo Argueta con la colaboración de varios miembros del Consejo y me alegra que los vídeos estén a disposición del público para conservar las tradiciones.

El carruaje de Sixto Pérez, por María Fernanda Girón.

Ya sabes que no soy cachureco; pero me encantan las tradiciones chapinas y en ese contexto:

¿A dónde vas, Vicente? 

A donde va la gente. 

La vida de uno se enriquece con las costumbres y tradiciones propias y de extraños.  Como yo crecí casi que por partes iguales en casa de mis padres, de mi abuela materna y de mi abuela paterna, Cerca de barrios donde se practican muchas de aquellas costumbres y tradiciones; y de hecho, ahora vivo en uno, valoro mucho la riqueza de las fiestas populares, especialmente las que se llevan a cabo en las calles y le dan carácter a la chapinidad.

La historia de Sixto Pérez fue tomada del libro Cuentos y Leyendas de Guatemala, por Francisco Barnoya.


15
Abr 17

El bacalao es el rey de la fiesta

Espero el bacalao con tanta ilusión como espero el fiambre de noviembre y los tamales de diciembre. Desde niño me gozaba mucho la textura y el sabor característicos de este pescado preparado hábilmente por mis abuelas y luego por mi madre. Cada receta con su carácter propio, pero enraizada profundamente en una tradición larga.

Me gusta comerlo caliente, al tiempo y frío.  Acompañado por arroz  (y este año lo acompañamos con aguacate y fue buenísima idea).  Me gusta acompañarlo con un buen carmenere, con un buen shiraz, o con cerveza.  Y si es de boca, en la noche, con un buen whisky. Es una delicia remojar pan francés, de horno de leña, en esa salsa intensa.

En casa nos gusta que el de hoy sea un almuerzo ceremonioso, que subraye el carácter festivo de la  ocasión en la que se comparten los alimentos, las risas y los buenos recuerdos.

Como dijeron Les Luthiers: Alabado sea el lenguado, y el bacalao alabao.

Actualización: Consulté con los lectores de @luisficarpediem con respecto a si les gusta el bacalao; y de los 35 que contestaron, 23 dijeron que si les gusta, y mucho; en tanto que 12 dijeron que no.