01
May 18

Justicia en el Día del trabajo

En buena parte del mundo hoy se celebra el Día del trabajo y esta entrada se las dedico a todos aquellos que no pueden trabajar porque alguien se los impide deliberadamente.  Por ejemplo: los trabajadores de la mina San Rafael, a quienes la Corte de Constitucionalidad les niega justicia.

Nueve meses que estamos sin empleo, que los magistrados nos dejen trabajar, a mí la mina me ayudaba bastante con el seguro yo tengo a mi esposo enfermo y sólo soy yo la que trabaja, entonces queremos que por favor, se pongan la mano en la conciencia, queremos trabajar, sólo yo no puedo salir adelante, dice una mujer de nombre Amparo en un anunció que escuché en Libertópolis.

Como colaboradores de Minera San Rafael hemos venido delante de los magistrados de la Corte de Constitucionalidad a hacerles el llamado de que hagan una pronta resolución a lo que es el caso Minera San Rafael, de esto nosotros dependemos para darle un buen futuro a nuestras familias, nuestros hijos nos exigen educación , nuestros hijos nos exigen cada día un mejor futuro, dice un hombre de nombre Henry, en otro anuncio.

En serio, Magistrados, ¿qué les responden a doña Amparo y a don Henry y a sus hijos? ¿Cómo hacen ustedes para dormir tranquilos en las noches?

Desde hace nueve meses los magistrados de la Corte de Constitucionalidad se han negado a resolver el problema de la mina San Rafael, y mientras tanto, ¿cuántas familias -que podrían vivir del trabajo productivo- están pasando penas?

Si tienes trabajo, agradece que no hay intereses políticos que te impidan llevar el pan a tu mesa.


08
Ago 14

Inmoralidad retorcida y el trabajo de los niños

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Cuando yo estudiaba en Cuarto de primaria, en una de las tantas ocasiones en las que acompañé a mis padres a “hacer el supermercado” me sorprendí al ver que, en una de las cajas del supermercado, el muchacho que empacaba las bolsas era hermano de mi cuate, Daniel.  Ese muchacho debió estar en Quinto, o Sexto grado.  ¿Qué edad tendría, 12, o 13 años?  Y a mí me dio escalofrío cuando mi padre comentó que yo debería seguir su ejemplo.

Mi amigo, Tono, a los 15 años trabajaba formalmente en la empresa de su papá; y en las tardes no estaba disponible para hacer las averías que mis otros amigos y yo hacíamos en vez de aplicarnos con las tareas del colegio.

En la Guatemala del siglo XXI miles de niños agarran camino hacia el Norte porque entre la guerra perdida contra las drogas y la guerra ganada contra el ahorro y el capital, aquí la vida es muy cuesta arriba.  Entre lo peligroso de la delincuencia y la falta de oportunidades de trabajo y de superación, muchos patojos no ven motivo para quedarse

En esta Guatemala del siglo XXI, ¿qué se le ocurre a la progresía?  Elevar la edad mínima para comenzar a trabajar legalmente; de modo que sea imposible para un niño de 15 años conseguir empleo legal, y se castigue a quienes se atrevan a darles trabajo a los niños que lo necesiten.  ¡Por supuesto que no estoy de acuerdo con que se abuse de los niños que trabajan; del mismo modo en que no estoy de acuerdo con que se abuse de los adultos que trabajan!, pero una cosa es castigar a los patronos que abusan de sus trabajadores y otra muy distinta es prohibir que las personas trabajen…sobre todo si lo necesitan mucho.

Ni el hermano de Daniel, ni Tono necesitaban trabajar; pero estoy seguro de que la experiencia de saberse productivos contribuyó a su autoestima, a su sentido de propósito, a su orgullo y a su integridad.  Y en otro plano, ¿qué tipo de inmoralidad retorcida y perversa se adjudica la facultad de prohibirle el trabajo productivo a un patojo que lo necesita para comer, o para contribuir con la economía de su casa?…y luego, la progresía se espanta porque los niños se van a buscar trabajo más allá de la frontera.

Columna publicada en El periódico.


02
May 14

Luego del Día del trabajo

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Me causa algo de gracia cuando la gente se pregunta que por qué es que el Día del trabajo se celebra con feriado, o sea…no trabajando. Y, como me causa gracia, he buscado algunas explicaciones.

El trabajo es desútil, decía Rosa María Gomar, mi profesora de postulados económicos fundamentales; y con ello quería decir que preferimos no hacerlo. El hecho es que, mientras trabajamos no podemos dedicarnos al ocio, ni al solaz.  Para trabajar usamos el tiempo que podríamos emplear en otras cosas.  Por eso es que tratamos de satisfacer nuestras necesidades con la menor cantidad de trabajo y esfuerzo posibles. Digan lo que digan, nos sometemos a la fatiga del trabajo y renunciamos al ocio no porque el trabajo sea un beneficio en sí mismo, sino porque nos sirve para obtener otras cosas…incluido más y mejor tiempo para el ocio.

Según Julian Simon, a quien entrevisté hace añales, en los EUA en 1870 una persona promedio tenía 39 días de ocio al año; en 1973 el número de días ascendió a 113 y en 1990 la cifra era de 125.  ¡Eso es calidad de vida!  ¿Cómo será eso entre nosotros?

Economizamos trabajo por la misma razón que tomamos el camino más corto para llegar a nuestro destino.

Dicho lo anterior, Ayn Rand explica que ya sea al componer una sinfonía, o al trabajar en una mina, todo trabajo es un acto de creación. Todo trabajo productivo, dice, involucra una combinación de pensamiento y acción física para traducir el pensamiento en formas materiales y sustentar la vida.  Por eso es que el trabajo productivo es el propósito central de la vida de un hombre racional.  La razón es la fuente y la precondición del trabajo productivo, y el orgullo es su resultado.

Y claro, la vida del hombre no es mera existencia (ya que no es un árbol, ni una ameba).  La vida del hombre es vida qua ser humano (y es teleológica porque persigue fines propios de los individuos) y por eso es que aun cuando el trabajo productivo es central para el hombre racional, este no vive  para trabajar, sino que trabaja para vivir…bien.  Y, entre otras cosas, vivir bien es tener tiempo para otras cosas y para descansar de las labores habituales.

Columna publicada en El periódico.