07
Nov 24

Día de las víctimas del comunismo

Cada año, el 7 de noviembre se celebra el Día Nacional de las Víctimas del Comunismo para recordar a quienes sufrieron y murieron a manos de regímenes comunistas en el pasado y para defender a quienes luchan por la libertad hoy.

Hoz y martillo en la zona 1 de la ciudad de Guatemala.

El comunismo, que no te engañen, está vivo y destruye vidas constantemente ya sea directamente como en Cuba, o Corea del Norte; o indirectamente en todo el mundo mediante la dispersión de sus ideas fundamentales basdas en el colectivismo y el totalitarismo. Movimientos como el ambientalismo, indigenismo, LGB, el del feminismo y otros han sido peremeados por ideas enraizadas en el marxismo y matizadas por la Escuela de Fráncfort, las ideas de Herbert Marcuse, y las de Antonio Gramsci por mencionar tres.  El comunismo es una forma de socialismo conocida como socialismo real o socialismo científico en oposición al socialismo utópico.

En Guatemala los comunistas tomaron control de la Revolución de 1944 y sostuvieron un enfrentemiento armado interno a lo largo de 36 años largos y dolorosos.  Suelen operar sin llamar mucho la atención después del fin de aquel enfrentamiento, pero de cuando en cuando se dejan ver en pintas callejeras

Haz clic aquí si quieres conocer más sobre aquella ideologia que en 100 años costó 100 millones de muertos en el mundo. El comunismo es incompatible con la libertad, la prosperidad y la dignidad humana, por eso hay que recordar los crímines de esta ideología perversa.


05
Abr 24

¿Quién controla tu cuerpo?

 

La maquinaria estatista se salió con la suya y el Congreso de la República aprobó el Decreto 5-2024, que contiene la legislación para la disposición y trasplante de órganos, tejidos y células humanas.  

Al anunciar esta nueva regulación el sitio de noticias del Congreso indicó que Los legisladores conmovidos por el contenido humanitario de la ley, aprovecharon para contar sus experiencias personales. ¿Cómo iba a ser de otra forma, si el tema es de un contenido emocional elevado? Y esa característica siempre ha hecho muy difícil la conversación objetiva sobre el asunto.

Para estar claros, el trasplante es la implantación de un órgano (o tejido) que funciona bien en un organismo que tiene deficiencia en ese mismo órgano (o tejido). 

La foto la tomé de https://bit.ly/3vFa4aE.

Al explorar el contenido de la nueva normativa llama la atención que, se descarta definitivamente la posibilidad de recibir gratificación, remuneración, o pago alguno para la donación de órganos, tejidos, o células.  Con esa medida no sólo se viola el concepto de “la propiedad de uno mismo”, sino que se perpetúa al cuello de botella que hay en la disponibilidad de órganos para quienes los necesitan desesperadamente para salvar sus vidas, o por lo menos para mejorar su calidad de vida.

Llama la atención el tema de la confidencialidad absoluta impuesta por la legislación ya que…te cuento: el hermano de un amigo donó semen en su juventud.  Hizo un análisis de su saliva para explorar su genealogía y descubrió que tiene un hijo (¡Sorpresa!) Y ahora padre e hijo se llevan muy bien (Por suerte). Mi punto es, ¿qué confidencialidad puede haber cuando las herramientas de la modernidad escapan al alcance efectivo de la normativa? ¿Puede, esa regulación, evitar que uno descubra familiares desconocidos?

El ente rector de la legislación, el encargado de que se cumplan las normas de incondicionalidad, legalidad, seguridad, confidencialidad e igualdad, va a ser el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social.  El mismo ministerio que tiene el Cementerio General de la ciudad de Guatemala hecho un asco y el mismo ministerio que ha permitido el saqueo de aquel camposanto.  La misma cartera que tiene en el abandono los hospitales y el mismo que quién sabe qué “chinche” hizo con el negocio de las vacunas durante los encierros del 2020. El mismo ministerio que a veces no tiene ni antiácidos para los tributarios que los necesitan.

Adivinas si para estas alturas de la lectura estás pensando que la nueva legislación va a ser otra sangría para los tributarios y va a ser un nacedero de burocracia.  Va a haber un Consejo Nacional de Trasplantes, un Registro Nacional de Trasplantes, un Consejo Técnico Consultivo y todo eso (incluidas la corrupción y la mala administración) no lo van a pagar los interesados, sino que lo van a pagar hasta los tributarios más pobres. La nueva legislación empodera caciques de los trasplantes. ¿Por qué es que estos consejos y registro van a ser moralmente diferentes al resto de la administración pública que se gasta 40% del presupuesto del estado en corrupción?

Se pueden importar órganos, tejidos y células del extranjero (y vaya uno a saber si hubo pago, o no); pero no se pueden exportar órganos, tejidos y células chapinas hacia otros países con fines de lucro. 

Es razonable, eso sí, que no se permita la donación de personas incapaces, o inconscientes; que las de presos sólo sean posibles en circunstancias específicas y que las de menores de edad en vida. Estos tres grupos son muy vulnerables.  Es razonable, también, que la legislación chapina no haya ido a los extremos de convertir a todos los ciudadanos del país en “donantes” de órganos en forma tácita, salvo que -expresamente y en vida- hubieran manifestado por escrito su oposición. Si la “donación” es así de forzada, ya no sería donación.

Detalles más, detalles menos, lo que me interesa en estas meditaciones es la propiedad de uno mismo.

Una de las teorías más aceptadas acerca del orígen de los derechos individuales es la de que eres dueño de tu propia vida (y de tu propio cuerpo, y de tu propia mente); y negar ese principio implica que otro, u otros tienen tienen más derechos sobre tu vida (o tu propio cuerpo, o tu mente), que tu mismo.  ¡Pero ninguna otra persona, o grupo de personas debe ser  dueña de tu vida; ni tu eres dueño de las vidas de otras personas!

Es muy convieniente, para cualquier ideología colectivista acabar con la idea de que las personas son dueñas de sus cuerpos y de sus vidas.  Al fin y al cabo, ¿qué es el colectivismo sino la ideología según la cual,  las personas no tienen derechos; ya que su cuerpo, su personalidad y su trabajo le pertenecen al grupo, comunidad, colectivo, o sociedad?  Dejas de ser el propietario de tus riñones, tu corazón, tu hígado, tus córneas y demás, porque los políticos estatistas y colectivistas (y sus clientelas y patrocinadores) ya dispusieron que en qué condiciones puedes donarlos.

Como están las cosas y hecho a un lado el contenido emocional de esta legislación, la nueva normativa consolida la estatización del cuerpo humano, les carga a los tributarios costos que no les deberían corresponder, fomenta el cuello de botella para aliviar a los que necesitan órganos, politiza las donaciones y trasplantes, y expone el tema a la corrupción propia de la administración política.

Columna publicada en República.


30
Jul 21

Leer por goce, ¿es un acto de comsumo capitalista?

Leer por goce es un acto de consumo capitalista, dijo Marx Arriaga, director de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública, en México. ¡¿Vas a creer?!

La foto es de Reporte Indigo.

Cuando uno cree que ya vió todo un burócrata de nombre Marx (por si no habías notado ese detalle) sale con algo así.

Arriaga añadió que dijo que quienes leen por diversión lo hacen porque el mercado pretende generar en ellos ideas de consumo; y que, por lo tanto, son personas automatizadas que no cuestionan su entorno.

El funcionario criticó que la lectura divirtiera a las personas porque las ayude a salirse de su realidad y las hiciera sonreír.

Siempre entendiendo que no se trata de leer por leer, sino asumiendo que el acto de lectura es un compromiso y genera un vínculo con el texto y el autor, y en la medida que se asume este ejercicio como algo que fomenta las relaciones sociales en donde no se trata de un acto individualista de goce, sino un análisis profundo sobre las semejanzas y diferencias con los demás, se estará formando a sujetos críticos que busquen la emancipación de sus pueblos, explicó.

¿Hay progres de por aquí que comparten esas ideas?

En contraste con el disparate de Marx…Arriaga…Jorge Luis Borges era de la opinión de que la lectura debe ser una forma de felicidad.

Coincido con Borges. Desde siempre, desde que no sabía leer y sólo veía las fotos en revistas y en enciclopedias; desde que admiraba a mi padre que leía en las tardes; desde que exploraba la biblioteca de mi abuela; desde siempre, para mí la lectura ha sido motivo de felicidad.  ¿Y para ti?

Con respecto al goce (joy, o happiness), Ayn Rand escribió que es el estado de vida exitoso, el dolor es un agente de muerte. La felicidad es ese estado de conciencia que procede del logro de los valores propios. Una moral que se atreve a decirte que encuentres la felicidad en la renuncia a tu felicidad, que valore el fracaso de tus valores, es una negación insolente de la moral. Una doctrina que te da, como ideal, el papel de un animal de sacrificio que busca el matadero en los altares de otros, te está dando la muerte como estándar. Por la gracia de la realidad y la naturaleza de la vida, el hombre —todo hombre— es un fin en sí mismo, existe por sí mismo, y el logro de su propia felicidad es su propósito moral más elevado.

No sorprende, entonces, que en algún punto del espectro ético y político haya personas que crean que el goce, la alegría, e incluso la felicidad, sean ajenas al colectivismo y al misticismo, como son propias del individualismo y del capitalismo.

En La mentalidad anticapitalista, Ludwig von Mises advirtió sobre intelectuales del tipo de Arriaga.


08
Feb 21

“La valla” y el colectivismo totalitario entre nosotros

La valla es una serie de Netflix y supongo que ya sabes de ella, porque es muy popular.  Pues empecé a verla el sábado y me incomodó.  Me incomodó mucho y al principio no sabía por qué.  A mí me encanta V for Vendetta y La valla va por ahí, de modo que sentí muy raro que me incomodara tanto.  Luego, hoy en la mañana di por qué.  La valla me incomodó porque la sentí muy cerca.  Escalofriantemente cerca.

Imagen de previsualización de YouTube

 

Spoiler potencial en el siguiente párrafo:

En una escena, Emilia le explica a su nieta, Marta, que luego de un enfrentamiento global muy fuerte, en el que murió mucha gente (una Tercera guerra mundial, de hecho), y y luego de que surgieron muchas enfermedades que no se pueden curar y de que el planeta se puso muy enfermo, había mucho miedo.  En consecuencia, explica Emilia, las personas querían gobiernos fuertes que garantizaran su seguridadEso es normal, dice la niña, Marta.  A lo que la abuela, Emilia, contesta: Bueno, sí; pero lo malo es que esos gobiernos provocaron la guerra y en nombre de esa seguridad nos quitaron los más importante que tenemos las personas. ¿Sabes lo que es? La libertad. Y luego la familia brinda por la libertad…y por la vida.

Esta escena es riquísima en elementos perturbadores.  Primero el uso de la neolengua; ya que a la Tercera guerra mundial, se le llama enfrentamiento global, que es una forma de quitarle contenido al concepto original. Luego la extraña aparición de enfermedades que no se pueden curar.  A ello le sigue la idea de que el planeta se enferma, como si fuera algo vivo.  Vale decir que antes de aquel diálogo la familia recuerda que había en la tele muchos canales y teléfonos individuales para toda la gente.  Pero se quejan de que había mucha contaminación y de que había muchos automóviles y mucho ruido.  Quejas curiosas porque en la serie,  la gente vive en un mundo en el que no hay carne, ni comodidades (excepto para las élites gobernantes).  ¿Ves por dónde voy?

El miedo hace que las personas exijan que el gobierno les garantice seguridad, y Marta ve que eso es normal…excepto por un detalle macabro que destaca Emilia: Los gobiernos causaron las guerras y en nombre de la seguridad que quería la gente, eliminaron la libertad y con ella, la vida.

Ya lo dijo Benjamín Franklin: Aquellos que sacrifican libertad por seguridad no merecen tener ninguna de las dos.

La valla se parece muchísimo a lo que nos ha estado ocurriendo desde marzo de 2020.  Mucha gente tuvo miedo y clamó porque el gobierno eliminara la libertad, a cambio de la ilusión de seguridad.

Lo dice V, en V for Vendetta, otra peli distópica en la que la gente vive bajo una dictadura totalitaria luego de guerras, enfermedades y caos.  La verdad sea dicha, si estáis buscando un culpable, sólo tenéis que miraros al espejo. Sé por qué lo hicisteis, sé que teníais miedo ¿Y quién no? Guerras, terror, enfermedades. Había una plaga de problemas que conspiraron para corromper vuestros sentidos y sorberos el sentido común. El temor pudo con vosotros y, presas del pánico, acudisteis al actual líder, Adam Suttler. Os prometió orden, os prometió paz. Y todo cuanto os pidió a cambio fue vuestra silenciosa y obediente sumisión.

El miedo hace que muchas personas pidan gobiernos autoritarios y hasta totalitarios, con tal de hacerse la ilusión de seguridad, y a cambio no sólo no dudan en renunciar a la libertad, sino que aprueban que se imponga la dictadura a todos los demás.

La escena de La valla y el discurso de V, también me recordaron un texto inquietante de C.S. Lewis (1942):

Un diablo joven: “¿Cómo lograste enviar tantas almas al infierno?”

Viejo diablo: “¡Con miedo!”

El joven: “¡Buen trabajo! ¿De qué tenían miedo? ¿Guerra? ¿Hambruna?”

El viejo: “¡No, de una enfermedad!”

El joven: “¿No han estado enfermos? ¿No estaban muriendo? ¿No había cura?”

El viejo: “Se enfermaron, murieron, hubo cura”.

El joven: “No entiendo …”

El viejo: “¡Creyeron accidentalmente que lo único que tenían que conservar a toda costa era la vida! No se abrazaron, no se saludaron, se alejaron el uno del otro. ¡Dejaron todo contacto humano y todo lo que era humano! Se quedaron sin dinero, perdieron sus trabajos, pero optaron por temer por sus vidas, aunque ni siquiera tuvieran pan. Creían todo lo que escuchaban, leían periódicos y creían ciegamente todo lo que leían. Renunciaron a su libertad, nunca salieron de casa, no fueron a ningún lado. No visitaron a familiares ni amigos. El mundo se ha convertido en un gran campo de concentración con prisioneros voluntarios. ¡Aceptaron todo! Solo para sobrevivir a otro día miserable … ¡No vivieron, murieron todos los días! Fue fácil llevarse sus almas miserables … “

¿Así, o más perturbador?

El miedo es el común denominador de los tres textos que ocupan estas meditaciones; también lo es la renuncia a la libertad y a la vida, a cambio de seguridad.  A la vida no como algo biológico, claro, sino a la vida como la oportunidad de perseguir propósitos y valores, como oportunidad para florecer y ser felices.

Hay un cuarto texto que quiero compartirles, lo leí en Facebook y no lo encuentro de nuevo, así que lo voy a parafrasear:  Si le das al gobierno la facultad de violar los derechos individuales en caso de emergencias, los gobiernos van a crear los casos de emergencias.

Es el caso de La valla, de V for Vendetta y el del diablo viejo de C.S. Lewis.  ¿Te acuerdas de la gente que estaba contenta durante el encierro porque no había carros y se oían los pajaritos? ¿Te acuerdas de la gente que esperaba con ansias las instrucciones presidenciales en cadenas mediáticas? ¿Te acuerdas de la gente clamando por generalizar y hacer más duro el encierro -aunque muchas personas se quedaran sin trabajo y aunque muchas abuelas no pudieran abrazar a sus nietos? ¿Te acuerdas de la hostilidad y el miedo de las primeras semanas?

Por eso celebro que el intento reciente de limitar la libertad de las personas encontrara oposición activa y no pudiera materializarse.  Los colectivistas, socialistas autoritarios y totalitarios de todos los colores son minorías y sus intereses no deben prevalecer. Los sacerdotes del miedo -a lo largo y ancho del espectro político- no deben prevalecer.  El diablo viejo, el canciller Suttler y los dictadores de La valla, no deben prevalecer.

Deben prevalecer la libertad y la vida.  Y la responsabilidad de que sea así es tuya.


27
Ene 20

Allan J. Hall, en recuerdo de las víctimas del Holocausto

Hiding in Plain Sight es el título de los recuerdos de Allan J. Hall y hoy que se cumplen 75 años de la libertación de Auschwitz -el campo nazi de la muerte- y que se conmemora el Día Internacional del Holocausto, tuve la oportunidad de asistir a su conferencia, que es una historia de libertad, resilencia y esperanza, misma que Hall ofreció en la Universidad Francisco Marroquín.

Allan J. Hall nació en Cracovia, Polonia, en 1935. Cuando en 1939 los nazis invadieron Polonia, su familia caminó más de 200 millas hasta Lvov, donde Allan fue el primer niño recogido en el pogrom de niños en el gueto de aquella ciudad. Con documentos de identidad falsos, la familia huyó a Varsovia, donde Allan y su madre fueron arrestados y llevados a la estación de tren para ser enviados al campo de exterminio Treblinka. Cuando los trenes dejaron de funcionar brevemente, Allan fue llevado a un orfanato en el gueto de Varsovia. El padre de Allan, que pasaba por ario, alquiló una oficina en un edificio de gran altura que albergaba la sede de la fuerza aérea alemana. Allan y su madre pasaron dos años escondidos en el armario de esa oficina. Durante el Levantamiento de Varsovia, la familia se arrastró bajo fuego de los francotiradores hasta un refugio antiaéreo donde la madre de Allan dio a luz a un bebé. Cuando terminó la guerra, el padre de Allan fue arrestado. Sabiendo que los niños serían utilizados como rehenes, la madre de Allan le indicó a él que tomara al bebé y se dirigiera a Palestina. Durante meses, perseguido por los soviéticos, Allan, de once años, llevó a su hermano pequeño por Europa tratando de llegar a Italia y un barco a Palestina. En 1947 la familia emigró a los Estados Unidos. Allan, de doce años, incapaz de leer o escribir, y sin hablar una palabra de inglés, comenzó la escuela. Luego se graduó de la Universidad de Florida y de la Facultad de Derecho de la Universidad de Florida. Él y su esposa, Lori Gold, tienen tres hijas y cuatro nietos.

Hoy, recordemos a las víctimas del colectivismo y totalitarismo nazi, y a las de todos los colectivismos y totalitarismos. #WeRemember

L´chaim!


06
Dic 17

El error de la izquierda y la derecha

Es un error popular usar la terminología de izquierda y derecha para ubicar posiciones en el espectro político; pero es más que un error si se usan en contextos que deberían ser más precisos, que los de un cuchubal.  Yo mismo he caído en ese vicio y mea culpa, mea gravisima culpa.

En el contexto de la Segunda guerra mundial y en el contexto de la guerra fría a la izquierda se la identificaba con el socialismo y el comunismo; en tanto que a la derecha se la identificaba con el fascismo y el nacismo.  Pero tras ser derribado el muro de Berlin y en pleno colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, los reaccionarios que querían conservar el sistema político eran identificados como de derecha, en los medios de comunicación masivos.  Esto es porque a la derecha se la identifica como la reacción, frente a los cambios.  Esta identificacion, sin embargo, es arbitraria porque, al régimen socialista revolucionario y bolivariano de Nicolás Maduro, nadie lo llama de derecha aunque sea conservador y reaccionario frente al cambio.

El caso es que izquierda y derecha, en realidad, son términos vacíos de contenido y se usan al antojo, son intercambiables, y el caso de Honduras es paradigmático.

Los Hondureños se enfrentan a dos opciones estatistas: la autoritaria y continuista del actual gobernante, Juan Orlando Hernández y la chavista opositora del candidato Salvador Nasralla.  Para el observador superficial este es un típico enfrentamiento de derecha versus izquierda, pero quien raspe un poquito más profundo encontrará que ambas opciones son pan con lo mismo: Los hondureños tienen que elegir entre un estatista y otro estatista.  Entre una forma de colectivismo y otra forma de colectivismo. Entre un manipulador y tirano potencial y otro manipulador y tirano potencial.  Entre un peligroso y otro peligroso, entre un violador de la Constitución y un potencial violador de la Constitución.  Ambas opciones son antirepublicanas.

La verdadera diferenciación en el espectro político no es entre derecha e izquierda (arbitrarias) sino entre individualismo y colectivismo.  Los políticos individualistas apoyan el respeto a los derechos individuales de todos por igual de tal modo que los intereses colectivos no prevalecen sobre los derechos individuales, en sus propuestas; en tanto que los políticos colectivistas, porque en sus prpuestas los intereses colectivos prevalecen sobre los derechos individuales, estos tienen poco, o ningún valor.  Por eso es que no todos los políticos son iguales, y es útil distinguirlos desde esta perspectiva.

En Honduras, Guatemala, Nicaragua, Venezuela y Bolivia, para citar cuatro ejemplos, los políticos colectivistas en el poder han modificado e invalidado las constituciones de sus países con tal de aferrarse en el poder; a veces haciendo uso de la democracia y muchedumbres de votantes clientelares; y a veces haciendo uso de jueces y diputados serviles.  Ningún político individualista haría algo semejante; pero, claro, no es que estos abunden; y abundan menos en el poder.

Lo que si hay demasiado son políticos colectivistas -ya sean socialistas, o fascistas- (que tienen raíces comunes, ajenas al individualismo).  Los Hernández, los Ortega, y los Morales, para citar tres, son coyotes de la misma loma. No sirve a bien alguno negar la evidencia de que caben en el mismo canasto, porque filosóficamente comparten valores, piensan igual y actúan igual.  Siempre en favor del poder, siempre en favor del poder personal, siempre irrespetando los derechos individuales, siempre pasando sobre sus constituciones y sus leyes. Sus estrategias y tácticas políticas -que incluyen el uso de la fuerza y hasta de la violencia cuando la juzgan necesaria- apuntan más apuntan más a la consolidación del poder estatal e incluso a la consolidación del poderío y la dominación personales, que a la consolidación de un sistema republicano, donde el poder político esté limitado y se repete no sólo a los mandantes y a los tributarios, sino los derechos individuales de todos por igual. Tanto los socialistas, como los fascistas son estatistas y destruccionistas.  Y no frieguen…Nasralla y los chavistas no son distintos a otros políticos que actuan como ellos.

Si no se entiende esta diferencia, no se entienden los fenómenos políticos que están asolando América Latina y que amenazan a Guatemala. La distinción no es entre derecha e izquierda; sino entre individualismo y colectivismo.

Yo mismo he usado el término izquierda para identificar a los socialistas; como he usado democracia cuando debí usar república, o he usado ciudadanos cuando debí decir mandantes. Pero siempre se puede rectificar, ¿verdad?


13
Nov 17

¿Por qué habría que valorar el individualismo?

Samuel Pérez-Attías anda con la cosa de que la promoción del individualismo es un error y que es la causa de algo que el llama la atomización de la sociedad. Creo que Samuel opina eso porque no está claro qué quiere decir individualismo.

Escucha el podcast aquí.

Antes de seguir, sin embargo, no está de más explicar por qué tendría que estar claro qué quiere decir individualismo.  Desde una óptica epistemológica -y como el propósito de los conceptos es facilitarnos la clasificación y organización cognitivas, así como facilitarnos conocer y pensar-  la palabra individualismo es un símbolo que denota un concepto, es decir que representa algo concreto y de cierto tipo, algo que se diferencia, por ejemplo, del concepto colectivismo.

Entonces, si hablamos de individualismo, desde una falacia como la del hombre de paja (que es criticar algo no por lo que es, sino por una fabricación ad hoc que el crítico hace para servirse de ella), la conversación no tiene sentido ya que el hombre de paja distrae y borra al concepto legítimo.

Individualismo, pues, no es la creencia de que las personas deberían vivir aisladas al margen de la sociedad, o de espaldas a ella. Simón el estilita, que vivió encaramado en una columna, no era individualista. Tampoco es la creencia de que las personas deberían ser islas inconexas unas con otras.  No es la negación de la división del trabajo, ni la negación del valor de la cooperación social, ni la negación de la dispersión del conocimiento, ni la del valor de la vida en sociedad (que es una forma de hacer las cosas) y el individualismo no excluye las acciones en grupo.  Eso sí, el individualismo es opuesto al colectivismo; y no es entusiasta del tribalismo.

¿Qué, entonces, es el individualismo?

Propiamente dicho, el individualismo tiene dos perspectivas que quiero destacar en esta entrada.  Por un lado el individualismo sostiene que las personas individuales (de ahí el nombre) tenemos derechos inalienables que no nos pueden ser arrebatados por ninguna otra persona, ni por cualquier grupo, o conjunto de personas.  Por lo tanto, cada persona existe por su propio derecho y para sí mismo, no para el grupo.  Los individuos, pues, no somos ni piezas de una máquina, ni peldaños de una escalera, ni herramientas para ser usados.  Por esas razones, y de acuerdo con el individualismo, el poder de la sociedad debe estar limitado por los derechos individuales de las personas; y quienes ejercen el poder en la sociedad sólo pueden crear leyes que no violen aquellos derechos individuales.  En un sistema individualista, todas las personas son iguales ante la ley, en todas las oportunidades; y cada uno tiene los mismos derechos ya sea que se encuentre sólo, o que lo acompañe un millón de personas más.

¿Es posible no estar de acuerdo con estos principios si lo que se quiere es una sociedad sana, basada en relaciones pacíficas y voluntarias?

Para entender mejor el individualismo en esta perspectiva, vale la pena compararlo con lo que se le opone, que es el colectivismo.  Este sostiene que las personas no tienen derechos; y que su cuerpo, su personalidad y su trabajo le pertenecen al grupo, comunidad, colectivo, clase social, etnia o a la sociedad.  Por eso es que el grupo, comunidad, colectivo, la vanguardia, la etnia o la sociedad pueden hacer con él lo que le plazca, en la forma que quiera y por cualquier motivo que el grupo haya decidido que es su propio bien.  En esas condiciones, cada persona existe sólo con el permiso del grupo y en beneficio del grupo. Por esas razones, y de acuerdo con el colectivismo, el poder de la sociedad (que es el colectivo supremo) es ilimitado y la sociedad puede crear las normas que desee e imponérselas a cualquier persona en la forma que quiera. En un sistema colectivista, las personas tiene que agruparse unas con otras para obtener privilegios.  Y los que pertenezcan a los grupos más grandes, más bulliciosos, o más violentos son los que tienden a obtener más y mejores privilegios.

¿Es posible tener una sociedad sana, basada en relaciones pacíficas y voluntarias, en aquellas condiciones? Yo digo que no.

La otra perspectiva desde la que hay que entender el individualismo, y que quiero comentar aquí, es la del individualismo metodológico (o método compositivo) como el método de las ciencias sociales que sostiene que todos los fenómenos sociales son explicables a partir de las acciones individuales de los seres humanos individuales (de ahí su nombre).   El individualismo metodológico descarta la creencia de que los grupos, comunidades, colectivos y sociedades sean organismos que pueden tomar decisiones y actuar propiamente dicho.  Una forma de ponerlo es que así como el grupo, la comunidad, el colectivo, o la sociedad no tienen un estómago como para decir apropiadamente que el grupo se comió X cantidad de hamburguesas el año pasado; tampoco se puede decir apropiadamente que el grupo haya decidido, o haya actuado, porque el grupo no tiene cerebro, ni mente para tomar decisiones, o para actuar. Las personas individuales que forman el grupo son las que comen hamburguesas, y son las que deciden y actúan.  El individualismo metodológico descarta la creencia de que la clase social, la étnia, la nacionalidad, el sexo, u otros elementos sean determinantes en las decisiones individuales que toman las personas individuales, para actuar individualmente, o en coordinación con otros.

El individualismo metodológico no sólo no descarta que un, o unos individuos actúen en coordinación con otros individuos desde la división del trabajo y la cooperación social. Sino que sirve para entender la naturaleza de estas formas de cooperación, desde la que hay entre dos personas individuales, hasta la cooperación social pasando por formas menos complejas de asociación como empresas, tribus, comunidades y otras formas de organización. Quien entiende el individualismo metodológico y la división del trabajo, entiende por qué es que integramos la sociedad, precisamente para perseguir y alcanzar mejor nuestros fines individuales.  La sociedad, desde esta perspectiva es una forma de hacer las cosas.

En el contexto político -y por eso es que el individualismo incomoda mucho a los que les gusta el poder- Raimondo Cubeddu cita a Friedrich A. Hayek y explica que “la característica esencial del verdadero individualismo” consiste en que es ante todo “una teoría de la sociedad, un intento de comprender las fuerzas que determinan la vida social del hombre y, sólo en un segundo momento, un conjunto de máximas política derivadas de esta concepción de la sociedad”.  De lo que resulta claramente que la política no es la ciencia arquitectónica de la asociación civil, y ni siquiera un conjunto de máximas que deben calar en la sociedad a fin de transformarla en la perspectiva de los valores éticos, políticos, o económicos que se considera racional, o justo alcanzar; sino la consecuencia de una teoría general de la acción humana.  De paso, ¿sabes cuál iba a ser el título de La acción humana, por Ludwig von Mises (un individualista irredento)? El título iba a ser Cooperación social.

El individualismo nada tiene que ver con la atomización de la sociedad.  Al culpable de este fenómeno seguramente habría que buscarlo en el uso del estado, por parte de algunos actores sociales (muchos detractores del individualismo) a modo de aquella gran ficción por medio de la cual todo el mundo se esfuerza en vivir a expensas de todo el mundo, contra la que advirtió Fréderic BastiatEsa pretensión sí atomiza a la sociedad porque en vez de fomentar la cooperación, lo que alimenta es no solo la competencia por privilegios, sino el irrespeto a los derechos individuales.  Al culpable del fenómeno de atomización seguramente habría que buscarlo en el tribalismo, esa pretensión colectivista que egulle a las personas individuales y las funde en una masa en la que todo es sacrificable en el altar que manden los que controlan al colectivo. Y de esa pretensión, no es extraño que las personas quieran escapar y hasta cierto punto, atomizarse.

Si te interesó el tema, quizás quieras leer algo ¿Por que defender el ultra-individualismo?


29
Mar 16

El país no compra combustibles

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Cuando las autoridades te cuentan que el país pagó X cantidad de millones de dólares menos por la importación de comsbustible derivados del petróleo, te engañan.  Cualquiera que sea la cantidad que X representa.  ¿Dónde está el engaño? El país no compra combustible, sino que lo compran las miles y miles de personas que lo compran.  El gobierno compra combustibles, pero el gobierno no es el país.

Tu compras combustibles de acuerdo con tus necesidades, tus pobilidades y valoraciones; del mismo modo en que lo hacen tu familia, tus amigos, tus colegas, tus vecinos y el resto de la gente.  Si compras más, o compras menos, eso se debe a decisiones poco más, o menos racionales que haces en situaciones específicas.  Y lo mismo hacen los demás.  Todas son decisiones y acciones individuales en condiciones particulares.

El peligro de la colectivización de aquellas decisiones y acciones, y el de convertirlas en un acto atribuible a el país, es que se desconocen y anulan las decisiones y valoraciones de todas las personas involucradas en la compra de combustibles; y se unifican en un sólo ente abstracto que paga la factura: el país.  En el imaginario popular, ese ente abstracto -el que paga- pasa a ser el que decide.  Y el que decide es el que tiene el poder, o la facultad de consumir, o no consumir.  ¿Ves el peligro? Lo que serían sencillas decisiones de consumidores en el mercado; se convierten en una decisión política.  Lo que debería ser propio del sector voluntario y pacífico de la economía es arrastrado hacia el sector coercitivo de la economía.  Si consumes, o no combustibles y a qué precio, deja de ser un asunto entre tu y tu proveedor y pasa a ser un asunto de estado, de la política; y por lo tanto de los políticos y sus funcionarios.  ¿Ves el peligro?


29
Jul 14

Los noruegos y la “cosecha” de órganos humanos

calavera_luis_figueroa_luisfi Según el diario noruego VG, investigadores del Instituto de Medicina Legal cosecharon sistemáticamente órganos entre 2001 y la primavera de 2014. Según el informe, los tejidos fueron cosechados de personas -con edades entre los 15 y los 85 años- que murieron de accidentes, enfermedades o por envenenamiento. Sin autorización de sus familiares.

Bjorn Magne Eggen, director de Ciencias Forenses del Instituto Noruego de Salud Pública, que se hizo cargo de las operaciones forenses en 2011, trató de justificar la medida diciendo que era importante a nivel científico. En total se tomaron 13.000 muestras de 1.000 cadáveres durante necrópsias en el citado periodo.

¿Te sorprende? No debería.  En un sistema colectivista los intereses colectivos prevalecen sobre los derechos individuales.  La gente no es propietaria de su cuerpo, ni de sus órganos, ni de sus tejidos.  De ahí la explicación de Eggen.

¿Te acuerdas del escándalo que se armó por aquellos experimentos que científicos estadounidenses hicieron con soldados, enfermos mentales y presos guatemaltecos en tiempos de La Revolución? Entre 1946 y 1948 el gobierno de Juan José Arévalo permitió experimentos médicos en los cuales se infectó a centenares de guatemaltecos con sífilis y gonorrea. Muchos de ellos eran enfermos mentales y nunca se les pidió permiso, ni se les hizo saber qué se les estaba haciendo.  A los sujetos se los inoculaba con las enfermedades, o se les exponía a prostitutas infectadas.  Esos experimentos nunca produjeron información útil y sus resultados fueron escondidos.

¿Te sorprende? No debería.  En un sistema colectivista los intereses colectivos prevalecen sobre los derechos individuales.  La gente no es propietaria de su cuerpo, ni de su vida.  Si el interés colectivo lo demanda -o la ciencia, o el partido, o el gobierno- toda víctima es sólo un costo para un supuesto bien mayor.


02
Jun 14

¿Por qué son tristes los bosques?

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Los pipoldermos de hace cinco años se gastaron casi Q2 millones de los tributarios en sembrar bosques.  Pero muchos de los árboles sembrados se secaron y no llegaron a crecer.  Los árboles que sobrevivieron fueron talados por depredadores.  Entre 2005 y 2009 fueron sembrados entre 20 y 30 millones de arbolitos.

Los arbolitos fueron sembrados por más de 500 mil exintegrantes de las patrullas de Autodefensa Civil,  que exigía una compensación por sus servicios. Durante la administración de Oscar Berger  se les ofreció el pago a cambio de reforestación dentro del fideicomiso Bosques y Agua para la Concordia (hazme el favor), que desembolsó Q1 mil 917.7 millones, por medio del Ministerio de Agricultura. El pago de Q5 mil 100 fue dividido en tres cuotas y cada expatrullero habrá sembrado entre 50 y 65 pinos y cipreses.    Algunos expatrulleros dicen que no se les pagó todo y los árboles plantados están muertos.

La siembras se hicieron dispersas y nadie les dio seguimiento.  En el Ministerio de Agricultura dicen que la información acerca de aquel plan no está disponible (¡Sorpresa!).  Nadie regó, ni abonó los arbolitos sembrados; sólo fueron y los dejaron ahí.

La verdad es que a la gente le peló.  A los pipoldermos del tiempo de Berger les peló y a los expatrulleros les peló.  A los patrulleros no tenía por qué interesarles porque era un trabajo que hacían a cambio de un pago.  Se acabó el pago y se acabó el asunto.  ¿Y a los pipoldermos de aquel entonces? Un poco de lo mismo.  ¿Quién cree, de verdad, que los políticos y funcionarios se van a interesar en algo así?

El problema, claro, no es un misterio.  Se lo conoce como la tragedia de los comunes y se traduce en que lo que es de todos no es de nadie.  Los bosques son de nadie y nadie los cuida.  Son de todos y todos los explotan irracionalmente. Aún si los árboles son sembrados en tierras privadas, los propietarios de la tierra no tienen incentivo alguno para cuidar los bosques si no pueden explotarlos racionalmente.  Todos pierden debido al colectivismo que impera en este tema.

Los bosques están tristes y yo comparto la tristeza.  Cuando me gradué de bachiller, el Seminario que elegimos fue una monografía de San José Pinula.  Parte de el proyecto fue el de sembrar árbolitos en aquel municipio y el Ayuntamiento nos ofreció un lugar para hacerlo.  La muni mandó a cava hoyos, un amigo consiguió la donación de pinos y un día de tantos nos fuimos con todo el colegio (que era pequeño) a sembrar arbolitos.

No te imaginas la ilusión que teníamos y el entusiasmo con el que sembramos los árbolitos.  Y ahora me pregunto si estarán vivos.  Me pregunto si llegaron a madurar siquiera.  ¿Los habrán cuidado?

Recuerdo que nos sobraron arbolitos y que mis amigos y yo les conseguimos familias aquí en la ciudad.  Se que unos de ellos fueron a parar a Amatitlán y a San Lucas Tolimán.  Y vi a dos de ellos bien creciditos a orillas del Lago de Atitlán.  Pero esos estaban en casas de amigos.   No eran de todos.

Los bosques -y otros recursos naturales- se desperdician por que casi nadie tiene interés en cuidad lo que no es suyo. Se desperdician porque son de todos; y mientras sean de todos, van a seguir siendo de nadie.