16
Jul 07

La defensa de un asesino

Me impresiona cómo es que algunos lectores han sido “tocados” por mi columna sobre el Ché Guevara. Sin atreverse a defender lo indefendible: Que el Ché ese, era un asesino, no faltan los anónimos ofensivos; las distracciones sobre una discusión inútil acerca de la izquierda y la derecha (sin definir exactamente sobre qué se está hablando); o la confusión entre los que escapan de una dictadura totalitaria (como la de Cuba) y los que huyen de un sistema inepto (como el de Guatemala).

El tema, señores, es que el Ché era un asesino, y que la revolución que proponía era una revolución para imponer un gobierno totalitario. Yo creo que usar una playere del Ché, es tan ofensivo, como usar una de Hitler, una de Pol Pot, o una de Lenin, por ejemplo. Por eso es que tu playera no es chilera.

14
Jul 07

Tu playera no es chilera

El nieto del Ché, Canek Sánchez Guevara, escucha con entusiasmo Porno para Ricardo, un grupo punk cubano que critica y denuncia, sin eufemismos, la dictadura totalitaria de Fidel Castro. Canek describe a su abuelo como un hombre de su tiempo, y dice que tiene mil críticas que hacerle. “No me gusta su concepción del hombre nuevo, su concepción del socialismo del Estado, de dictadura del proletariado”.

Así lo leí en el Diario de Mallorca del 9 de mayo pasado. Lo anterior lo dijo Sánchez en compañía de Jorge Masetti, hijo del guerrillero guevarista Masetti. Jorge dice que el Ché era autoritario y que trató de crear un sistema autoritario.

Pero autoritario, claro, no es lo mismo que asesino. Y Ernesto Guevara era una “maquina de matar”. Cito a Alvaro Vargas Llosa cuando relata que en abril de 1967 y hablando de su experiencia, Guevara resumió su idea homicida de justicia en su Mensaje a la Tricontinental: “El odio como elemento de la lucha; el odio inflexible contra el enemigo, que empuja al ser humano más allá de sus limitaciones naturales, haciendo de él una efectiva, violenta y selectiva máquina de matar, con la sangre fría”.

En una carta a Jacobo Arbenz, Guevara escribió que “fue divertido que, con bombas, discursos y otras distracciones, se rompiera la monotonía en la que estaba viviendo”. En otra carta, a su esposa, dijo estar “aquí en la jungla cubana, vivo y sediento de sangre”. En su diario, en la Sierra Maestra, al referirse a un problema con un delator, dice: “Resolví el problema con una pistola calibre .32 en el lado derecho de su cerebro…sus pertenencias ahora son mías”. Según Humberto Fontova, citando a Enrique Ros, Guevara explicó el triunfo de la Liberación, en Guatemala, a que “Arbenz no fusiló a suficientes personas”.

Con el triunfo de Castro, cuando el Ché estuvo a cargo de la prisión La Cabaña y tenía la misión de defender la revolución contra la infección. “Las ejecuciones tenían lugar de lunes a viernes a la media noche”, dice un testigo. Guevara sabía lo que hacía y recomendaba: “Siempre interroga a tus prisioneros de noche, de noche es más fácil doblegar a un hombre porque su resistencia está más baja”.

No se sabe exactamente cuántas fueron las víctimas del Ché y algunos hablan de hasta 2000; sin embargo, un estudio documentado, de Armando M. Lago, cita 14 en la Sierra Maestra; 23 en Santa Clara; y 164 en La Cabaña. A eso, claro, habría que añadir a los muertos en combate, fuera de Cuba.

Ernesto Guevara fue ministro de Economía, relata Fontova; y a los pocos meses el peso cubano, que estaba a la par del dólar de los Estados Unidos de América y estaba respaldado por las reservas de oro cubanas, era prácticamente inútil. Luego fue ministro de Industrias y consiguió que su país, que antes tenía un ingreso per capita más alto que los de Austria y Japón, que tenía un elevado ingreso de emigrantes y que era el tercer consumidor de proteínas en el hemisferio, se convirtiera en un país en el que había racionamientos de comida, cierre de fábricas, y en del cual la gente huía despavorida.

Muchos jóvenes llevan playeras con la imagen de Guevara como símbolo de rebeldía. Esos mismos jóvenes hubieran terminado en campos de trabajo forzado, si se hubieran topado con el Che. En un discurso de 1961, Guevara denunció todo “espíritu de rebelión” como “reprobable”. “La juventud debería evitar todo cuestionamiento de los mandatos del gobierno”, dijo. “En vez de eso, deberían dedicarse a estudiar, a trabajar y al servicio militar”. “La juventud”, escribió Guevara, “debería aprender y a actuar como masa”. Así lo relata Fontova en su Carta a Johnny Depp acerca del verdadero Che Guevara.

Eso ya pasa, claro, porque muchos jóvenes pueden decir, ¿con orgullo?: “Llevo una playera del Che, y no se por qué”. Yo, por mi parte, me he unido a un grupo de Facebook que se llama Che Guevara was a murderer, and your T-shirt is not cool; o sea “El Ché Guevara era un asesino, y tu playera no es chilera”.

Publicada en Prensa Libre el sábado 14 de julio de 2007


03
Jun 07

Joviel Acevedo, el Che y Hugo Chávez

Joviel Acevedo, dirigente de la Asamblea Nacional Magisterial, anunció que para 2011 integrará un grupo que siga la línea de Hugo Chávez. “Pretendemos lanzar una plataforma en las próximas elecciones que reúna a líderes de los verdaderos sectores de izquierda, para rescatar los ideales del Che Guevara”, explicó en S21 del 31 de mayo en la página 4

¡No jodan!, digo yo.

La foto la tomé de Bizarrerecords.


14
May 07

Tributo al comunismo

De mi amigo, Constantino, recibí este Tributo al comunismo. Ojalá que lo vean aquellos que usan playeras del Che Guevara, que anuncian la revolución en las paredes del Centro Histórico, y que creen que el socialismo es un ideal noble.


14
May 07

El regreso del perfecto idiota, comentado

Del cuate peruano, Héctor Ñaupari, he recibido los siguientes comentarios acerca de El regreso del perfecto idiota latinoamericano, obra de Carlos Alberto Montaner, Alvaro Vargas Llosa y Plinio Apuleyo Mendoza.

Se ha publicado El regreso del idiota, de Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa (Random House/Mondadori, México, 2007, 343 páginas) tercera entrega de estos destacados defensores de la libertad, el progreso y bienestar, valores tan esquivos como urgentes en nuestros países, y que causara, como es lógico, ácidos e insultantes comentarios por parte de la divine gauche latinoamericana.

Lo novedoso es que todos estos presurosos pero desacertados “críticos” cometían el grave yerro –como hicimos notar en su oportunidad– de no haber leído el libro, que todavía no había salido a la venta, un rotundo y al mismo tiempo grave caso de deshonestidad intelectual, amparado en el siniestro silencio de sus compañeros de ruta y de otros ingenuos en la academia y la cultura, de un lado a otro del continente.

Como seguramente estos aviesos y poco serios comentarios continuarán, nos apresuramos a recomendar este magnífico libro e insistir en su inmediata lectura. En sus inquietantes páginas, nuestros autores pasan revista a la actualidad de América Latina y, en su análisis, sorteando las zigzagueantes coyunturas de nuestros países, rastrean, en primer término, la genealogía intelectual y política de los “nuevos” izquierdistas de esta parte del continente.

En el libro queda claro que el neosocialismo o “socialismo del siglo XXI” latinoamericano está viviendo un autoengaño: se considera a sí mismo pleno de vitalidad, cuando en realidad se ha fosilizado, exponiendo su oscura decrepitud a la realidad solar e inmisericorde de nuestros tiempos, y dilapidando inexorablemente el poco capital espiritual que todavía le queda. “Nietas de Marx, hijas de Lenin y sobrinas de Freud”, como sostienen los escritores, el último héroe de las izquierdas, Ernesto Che Guevara, lleva muerto más de cuarenta años, y casi nadie conoce su verdadero pensamiento –resumido en esa terrible frase suya: “ser… una fría máquina de matar”– ni sus crueldades y asesinatos a sangre fría, teniéndosele más como un fenómeno chic antes que como un verdugo a mansalva de adolescentes, lo que fue en realidad.

Sin correr la suerte de Guevara, –como puntualiza brillantemente el libro comentado– fuera de las costas de Cuba, el viejo y enfermo Comandante que la tiraniza no inspira los enfebrecidos entusiasmos de hace cuatro décadas, repetidos hasta el hartazgo en proclamas, poemas, odas y canciones de nueva trova. Más bien, queda patente que es, para todas las democracias en el mundo, una gran incomodidad, por sus sostenidas violaciones a todos los derechos humanos, su saudita riqueza, su olímpico desprecio a la libertad de pensamiento, prensa y expresión, y, sobre todo, por llevar el triste título de ser el dictador más antiguo de América Latina.

Del mismo modo, convienen los autores en que muy poco sensato ha de ser tener como adalides a líderes indigenistas, nacionalistas y tropicales bolivarianos –los “izquierdistas carnívoros”– que repiten los mismos clichés de hace cuando menos un siglo y medio; y, peor aún, cuando se sabe que comparten también los mismos apetitos de poder desaforado y supremo. En realidad –como comprueba el libro– en sus discursos y metodologías, nuestra izquierda se ha detenido en el tiempo. Un clarísimo ejemplo de ello es Silvio Rodríguez. Como señala con indudable acierto el destacado crítico literario peruano Gustavo Faverón –a quien nadie puede acusar, por cierto, de neoliberal– “Silvio Rodríguez canta la revolución y es un ejemplo estrepitoso de conservadurismo. Su música es la eterna repetición edulcorada y entristecida de las mismas tres notas; sus letras son tan nuevas como pueda ser nuevo a estas alturas alguien que parece no haber leído en su vida nada más que a Bécquer y al Che Guevara. Ni siquiera su guitarra parece haber sido afinada en los últimos treinta años. Uno tiene la impresión de que afinarla sería un acto demasiado experimental para Rodríguez: es imposible detectar ningún tipo de evolución en sus discos: su primera época y la última son lo mismo”[1].

Es por eso que, acorde con los nuevos tiempos, como destacan Mendoza, Montaner y Vargas Llosa, hay una izquierda renovada en América Latina, la cual ha abordado el tren de la historia, porque ha comprendido la realidad del mercado sin anteojeras ni corsés ideológicos, lo mismo que el respeto a los derechos esenciales de las personas y la democracia, sin perder por ello sus preocupaciones sociales.

Si algo podemos concluir de esta “izquierda vegetariana” –como se la denomina en el libro– es que resulta mejor y más práctico convencerles de la naturaleza bienhechora del mercado, que lograr que algunos liberales tengan en cuenta las evidentes desigualdades que padece nuestra región. No obstante, ése no es el caso de los autores de El regreso del idiota, pues, si una evidencia resalta en el libro, es el reconocimiento de la pobreza y las divergencias sociales de Latinoamérica, y su solución a través de la libertad y el emprendimiento empresarial sin cortapisas, propuestas que, a fuerza de insistir, y reforzadas por el peso de la realidad, vienen siendo acogidas en diversos países.

Asimismo, en el libro se explica al gran público el complejo de Fourier, mal psicológico descrito por un venerable economista austriaco, Ludwig von Mises, el cual aqueja a las izquierdas latinoamericanas y europeas por igual –configurando un rarísimo caso de igualitarismo psiquiátrico, donde el denominador común está representado por un “sueño [que] es… un escape a anhelos reprimidos…”– y que consiste en descargar en el otro –la burguesía, el imperialismo, el neoliberalismo hambreador y genocida– sus amargas frustraciones, bajo la coartada de “reivindicaciones sociales”, en una “providencial transferencia de la culpa”, como destacan los autores. Resolver este mal latinoamericano es una tarea pendiente si se quiere alcanzar realmente el desarrollo para la región, y que las reformas no queden simplemente en modernizaciones cosméticas, tragedia que ha ocurrido en el pasado, también analizada escrupulosamente en El regreso del idiota.

Finalmente, en su último capítulo, este libro quiebra uno de los mitos que más ha vendido la izquierda en ambos lados del Atlántico: el monopolio de la autoridad moral de sus intelectuales. Cuando leemos la conspiración del silencio urdida contra Hayek, y su posterior vindicación; la odisea de Popper, huyendo del totalitarismo nazi, lo mismo que Ayn Rand y su dramático escape del comunismo emergente en su Rusia natal; o, los insultos proferidos contra Carlos Rangel, tenemos la certeza que hay una historia paralela, de heroísmo y compromiso, de sacrificio y virtud, en los intelectuales liberales, que debe ser escrita. Estimo que el homenaje rendido a estos paladines en este libro sea el punto de partida para contarla. Ése es mi deseo y mi esperanza.

[1] Faverón, Gustavo. Dean Reed y los héroes quietos. Revolución conservadora (invitado especial: Silvio Rodríguez). Blog Puente Aéreo, del autor. Mayo, 2007.

En la foto estamos Alvaro Vargas Llosa, y su servidor.

21
Abr 07

Los pobres ¡al colegio!

Que el hijo del más alto dirigente de los maestros-burócratas chapines, estudiara en !tres colegios privados! no me sorprendió. Y ya va a ver usted por qué.

A finales de los años 80, ¿dónde cree usted que estudiaban los retoños de varios dirigentes guerrilleros? No en la universidad cuyas paredes estaban llenas de pintas del Ché Guevara y de hoces y martillos; sino que en una universidad privada y de origen religioso. Se los cuento como lo vi.

Por eso es que no me pareció una inconsistencia particularmente rara que el hijo del enemigo número uno de la educación privada, y defensor número uno de la educación estatal, estudie en colegios privados. Es más, ¿cuántos altos dirigentes populares toman decisiones parecidas para sus vástagos? Y, ¿por qué?

Inconsistencias aparte, hay motivos de fondo para que aquello ocurra: normalmente la gente quiere lo mejor para sus hijos; y por eso es que a la primera oportunidad, los padres buscan las mejores opciones de educación para sus herederos.

Usted no ve que, en condiciones normales, un padre saque a sus hijos de un colegio privado y lo pase a una escuela pública. Aquí, y en la Cochinchina, lo que ocurre es al revés.

Pauline Dixon y James Tooley realizaron un estudio sobre las escuelas privadas para los pobres en países de ingresos bajos. El estudio se llama La educación privada es beneficiosa para los pobres; y está disponible en el Centro de Estudios Económico-Sociales.

Dixon y Tooley descubrieron que en India, Ghana, Nigeria y Kenya los colegios privados son una solución importante –aunque subterránea– para satisfacer las necesidades educacionales de los pobres. A las autoridades no les gusta y uno puede suponer que a los sindicatos de maestros-burócratas tampoco; pero, qué importa eso si los estudiantes y sus padres están satisfechos con los resultados.

En los barrios marginales de Hyderabad, India, de las 918 escuelas encontradas, sólo 35% eran públicas. En total, el 65 por ciento de los estudiantes en aquellas áreas de bajos ingresos asistían a escuelas privadas.

Hay que admitir, claro, que muchos de aquellos planteles privados no son ni siquiera colegios de garage y que aún así son relativamente caros; empero, con todo y sus limitaciones, son preferidos a las escuelas gratuitas que ofrece el gobierno.

En tres distritos de Lagos, Nigeria, sólo 34% de las escuelas eran públicas y 75% de los estudiantes asistían a colegios privados.

Si uno va al Centro Histórico de Guatemala, a muchos barrios y colonias, y a muchos departamentos del país, seguramente encontrará docenas de colegios privados que no son la gran cosa; pero, aún así, los padres prefieren que sus hijos estudien ahí. Con todo y las posibles carencias del sector privado, como en India, o en Nigeria, los padres guatemaltecos –aunque sean sindicalistas y revolucionarios– no eligen que sus hijos estudien en el sector público. Prefieren que sus hijos estudien en el sector privado.

Aquello no es casualidad, Dixon y Tooley encontraron que las evaluaciones realizadas a los estudiantes mostraron logros mucho más elevados en los colegios privados, que en las escuelas públicas. En Hyderabad, por ejemplo, los puntajes promedios en matemáticas fueron aproximadamente 22 y 23 puntos porcentuales más en los colegios privados e informales, que en las escuelas estatales. ¡No es cuestión de status!, por imperfectos que sean los resultados en los planteles privados, son mejores que los de los planteles estatales.

Para la privilegiada dirigencia sindical chapina, igual que para miles y miles de personas alrededor del mundo, los colegios privados son la mejor opción. ¿Por qué? Pues porque quieren lo mejor para sus hijos y es evidente que lo mejor no está en las escuelas estatales. Como dicen Dixon y Tooley: la existencia de colegios privados y su contribución a la educación para todos son motivos de celebración.

Publicada en Prensa Libre el sábado 21 de abril de 2007


17
Mar 07

Mucos

La dirigencia magisterial guatemalteca da grima. Da desazón saber que la niñez y la juventud chapinas están en manos de maestros de tan baja calaña, ¡y tan mucos!, que son capaces de usar la pancarta que fue expuesta por El Periódico el jueves pasado.

Para hacer la historia corta, la Asamblea Nacional del Magisterio organizó una marcha, el miércoles, y en ella, aparte de cometer el abuso de obstaculizar el tráfico, utilizó una enorme pancarta en la figura de una ministra semidesnuda era acariciada por un hombre de traje y con las orejas grandes. Rosa Palacios, una dirigente de los ¿maestros?, salvó la situación cuando se acercó a los que la portaban y les hizo ver la falta de respeto en la que estaban incurriendo y la forma en que denigraban no sólo a la funcionaria, sino a las mujeres en general.

Algo tiene que estar muy mal para que aquellos que tienen a su cargo la formación del “futuro de la patria”, incurran en bajezas tan indignas. Y que conste que no soy un mojigato, ni estoy contra la desnudez. Sin embargo, una cosa es Juan Domínguez, y otra no me fastidies.

Lo que a mi me impresiona mas es que estos maestros contrastan mucho con los que tuve. Yo no me imagino a doña Tere, a doña Rebeca, a Miss Lila, a miss Helma, a Mrs. Benitez, o a doña Olga apoyando las choleradas de la ANM. No me imagino a Mr. Scully, a Chaulón, o a Mr. Hoffius estando de acuerdo con aquellas patanadas. Ni el Vampiro, ni el León Parado, ni Pablo Mármol (los apodos de algunos de mis profes) se hubieran sentido cómodos junto a sus colegas de la manifestación del miércoles.Estos maestros no sólo eran transmisores de conocimientos. Eran mentores, eran modelos a seguir. Eran formadores y eran generosos en su entrega magisterial.

En cambio, los de la ANM son otra cosa.A lgo tiene que estar muy mal; porque pensándolo bien, la bajeza irrespetuosa y ordinaria ha corroído espantosamente a la dirigencia popular chapina. Vea usted, por ejemplo, el caso de las pintas que fueron hechas con ocasión de la visita del presidente George W. Bush.Grupos de manifestantes mucos, pagados o no por un narcotraficante, como se dice por ahí, ensuciaron paredes y monumentos. Estropearon propiedad pública y privada. Con sus playeras rojas y sus efigies del Che Guevara, acudieron a la violencia y a usar lanzallamas hechos en casa. En la tele, vi a una señora especialmente desagradable cuando agitaba sus chiches aguadas frente a las cámaras, en la única escena que debe haberle causado miedo al visitante (en el remoto caso de que la hubiera visto).

Algo tiene que estar muy mal. Vea usted a los estudiantes huelgueros de Xela, que extorsionan y cometen actos de vandalismo contra los vecinos de Quetzaltenango. La Cámara de Comercio de la ciudad altense estima que los ¿estudiantes? reciben unos Q2 millones y medio como resultado de sus actividades destructivas. “Las pintas continuarán mientras los comerciantes se nieguen a contribuir económicamente con las actividades huelgueras del Cunoc. Los que no paguen, ya saben qué les va a pasar”, dijo uno de los mucos encapuchados.

Los vándalos aseguran que donan aquel dinero a organizaciones de beneficencia como la Cruz Roja, aseveración que invita a esta entidad a aclarar si es cierto, o no, que recibe fondos que tienen su origen en las actividades citadas arriba.

Lo más ordinario de entre nosotros medra entre los maestros que forman a la niñez guatemalteca y entre los futuros profesionales que ¿sacarán adelante al país? Demasiados maestros han dejado de ser generosos formadores, para convertirse en activistas rabiosos y en patanes ordinarios. El abogado al que usted le confía su vida y sus bienes, o el arquitecto al que usted le encargue la construcción de su casa, podría ser un extorsionador y un vándalo.En esas condiciones, los chapines nos vemos en la necesidad de revisar nuestras premisas. ¿Es aquello lo que queremos?

Publicada en Prensa Libre el sábado 17 de marzo de 2007


13
Mar 07

Una de estas cosas es como las otras…

Una de estas cosas es como las otras, no es diferente de todas las demás. Adivina cuál no es diferente de las otras, antes que termina de cantar.
¿Se acuerda, usted, de esta canción de Plaza Sésamo? La he parafraseado porque viene al caso de las fotos que acompañan esta entrada.
La foto de arriba fue tomada en Guatemala y publicada por Prensa Libre (de Guatemala). Vemos a un manifestante enfrentandose violentamente a la policía. El manifestante lleva su playera roja, con el Ché Guevara. La foto de abajo fue tomada en Bogotá y publicada por La Prensa Libre (de Costa Rica). Vemos un manifestante enfrentándose violentamente a la policía. El manifestante lleva su bandera roja, con su hoz y su martillo. La ocasión es la visita de George W. Bush.
Gracias a Juan Carlos por la pista.

04
Feb 07

¡Che, que fiasco!

¿Qué tal si la operación montada por Fidel Castro para hallar los huesos de Ernesto “Che” Guevara y llevarlos a Cuba hubiera sido un fraude? Atrévete a leer: Operación Che: historia de una mentira de Estado (PDF), por Maite Rico y Bertrand de la Grange. La foto es de los cuates de Bureaucrash. Gracias a MYDDA y a Juan, por avisar.


08
Ene 07

Su Eminencia, el policía secreto

Allá por 1986 estalló el Waldheim Affaire. Resultó que el presidente austriaco y ex secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, había sido miembro de una división paramilitar del partido Nazi durante la II Guerra Mundial. Waldheim fue declarado Persona non grata en varios países y en 1987 fue puesto en una “lista negra” para impedir su ingreso a los Estados Unidos de América. Durante su gobierno Waldheim no realizó muchas visitas a paises extranjeros, salvo al Vaticano y a algunos países del Oriente Medio.

Yo digo que si alguien fue colaborador del régimen totalitario que fue responsable del Holocausto y de 6 millones de judíos asesinados, lo menos que se merece es ser declarado Persona non grata, ¿o no?

El 7 de enero pasado Stanislaw Wielgus, recien nobrado arzobispo de Varsovia, renunció bajo la presión del Vaticano tras conocerse que había sido ex agente de la policía política polaca durante la dictadura comunista. Una comisión especial de el episcopado polaco comprobó que Wielgus colaboró efectivamente con la policía comunista; y el prelado cometió su “error” en un mensaje publicado el viernes 5 de enero. El portavoz del Vaticano, Federico Lobardi, dijo que “el comportamiento de Wielgus durante el régimen comunista comprmietió gravemente su autoridad”.

¿Qué se merece alguien que colaboró como policía secreto de un régimen que costó casi 62 millones de muertos en la Unión Soviética, casi 77 millones de muertos en la China Popular, unos 2 millones en Caboya, casi 2 millones en Vietnam, más de 1.5 millones en Polonia, casi 2 millones en Corea del Norte y muchos, muchos, muchos, más en otros lugares de Africa, Asia, y en Cuba, por ejemplo?

“En Alemania es ilegal negar el Holocausto. Es ilegal en los Estados Unidos discriminar con base en la raza, o credo. Pero, los líderes de Rusia no han pedido perdón por el pasado; algunos, incluso, lo están celebrando. Gracias a una notable derrota militar y a los juicios de Nuremberg, el gobierno Alemán de la post guerra pasó por medio siglo en expiación. El gobierno ruso post soviético, cuyos funcionarios incluyen a muchos ex comunistas, es un descendiente directo del régimen soviético. Por eso es que no existe un sentido de responsabilidad hacia las víctimas de la era comunista, que duró casi seis veces más que el terror Nazi”, escribieron Gary Kasparov y Therese Raphael en la National Review el 8 de abril de 2002.

“¿Por qué los crímenes comunistas parecen ser perdonables? Al hablar con ocasión del día nacional Checo, el 28 de octubre, el presidente Havel notó el lento ritmo de las investigaciones y de los juicios de los ex-comunistas y la falta de interés público, y ofreció una respuesta: De una forma o de otra, la mayoría de nuestra población, bajo presión evidente e inteligente, cooperó con el régimen, o por lo menos lo toleraba. El ve que un sentimiento subconsciente, de cierta medida de involucramiento, o de culpabilidad por la participación, podría llevar a un debilitamiento de la necesidad de ver juzgados al antiguo régimen y a sus representantes”.

“Una de las grandes mentiras del último siglo la de que el comunismo fue una fuerza fundamentalmente benigna que cayo en manos de hombres perversos tiene un gran poder de permanencia. Los manifestantes en contra de la globalización llevan carteles del Che Guevara y de Mao. Los coreanos protestan contra la presencia de tropas americanas, ignorantes o indiferentes a que su presencia simbolice el sacrificio en nombre de la libertad. Algunos profesores en universidades occidentales se las arreglan para separar la teoría comunista de su aplicación horrible. Miles de húngaros protestan contra su nuevo museo llamado La Casa del Terror, sorprendidos de que el comunismo y el fascismo pueda recibir igual tratamiento, o de que el primero, en particular, pueda ser descrito como una forma de terror. En un mundo que ha redescubierto los valores de la realpolitik, tales cosas deberían de encender los timbres de alarma”, dicen Kasparov y Raphael.