Cuando lo leí tuve que darle una segunda leída porque no lo podía creer: Sólo destruyendo el sistema y a nuestros enemigos de raza y clase tendremos la posibilidad de construir algo propio, que nos devuelva la dignidad que nos han arrebatado, escribió la columnista, Sandra Xinico Batz.
No lo podía creer porque entre todos los desatinos que uno lee, ¿quién se había atrevido a exponer, así de pelado, un mensaje con tanto odio racial y clasista? ¿Cuándo fue la última vez que leíste algo asi de violento?
La ilustración la tomé de Facebook.
El párrafo en cuestión habla de destrucción y de enemigos; de enemigos de raza y clase. Sin ánimo de exagerar, ¿a tí no te recordó la definición de genocidio? Es decir cualquiera de los actos perpetrados con la intención de “destruir”, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, “racial” o religioso “como tal”. El lenguaje evoca el tipo de disposición anímica en el que germinan ideas perversas como la solución final al problema judío, es el tipo de frase que a uno no le extrañaría oír de boca de Heinrich Himmler, o de Adolf Eichmann en el contexto de las leyes de Nüremberg, o la Noche de los cristales rotos. Es el tipo de lenguaje que a uno no le extrañaría oir en boca de Josef Satlin en el contexto del Holodomor, que es el genocidio ucraniano.
Léela otra vez y ahora hazlo en voz alta: Sólo destruyendo el sistema y a nuestros enemigos de raza y clase tendremos la posibilidad de construir algo propio, que nos devuelva la dignidad que nos han arrebatado. E imagínate diciéndola en la noche, en un podio, frenta a miles de seguidores que portan antorchas encendidas.
En otros contextos, frases como Sólo destruyendo el sistema y a nuestros enemigos de raza y clase tendremos la posibilidad de construir algo propio, que nos devuelva la dignidad que nos han arrebatado, evocan acciones como los plaasaanvalle o ataques a fincas en Sudáfrica. Estos consisten en actos de violencia como asaltos, robos e incluso asesinatos que ocurren en fincas cuyos propietarios son blancos y contra los trabajadores de esas fincas, que usualmente son negros…¿por colaboracionistas? Asímismo, la aspiración de construir algo propio, que devuelva la dignidad arrebatada, evoca experimentos sociales como la ujamaa, de Julius Nyerere, un programa de colectivización de carácter africano -propio y dignificador- que empobreció a los tanzanos.
¿Hay, en Guatemala, una dirigencia indigenista comprometida con el colectivismo totalitario que anhela destruir a sus enemigos de raza y clase? Hace poco escuchamos a la secretaria general del partido Winaq, Sonia Gutiérrez, elogiar a Hugo Chávez, al chavismo y a su revolución bolivariana que inspira y motiva al movimiento político citado.
En esta línea de ideas, ¿qué rol cumplen los graduados de la Académia de Formación Política Hugo Chavez, que funciona en la Universidad de San Carlos de Guatemala? ¿Cumplen algún rol, o están en otras cosas? En 2017 se graduó la primera cohorte -de 50 miembros- de aquel proyecto. ¿Qué hacen y dónde están? ¿A quiénes capacitan? ¿De dónde sale el dinero para pagarles?
Practicado por quien lo practique, el racismo es un problema real que hay que estudiar con objetividad y honestidad. Su práctica es insensata, si no estúpida, porque lleva a juzgar a las personas con base en datos irrelevantes; y por lo tanto hace que los juicios derivados de esa perspectiva sean inútiles. Si no entendemos el fenómeno y es instrumentalizado con propósitos ideológicos y políticos, perdemos la oportunidad de resolverlo.
En ese contexto yo no banalizaría la frase que le da orígen a estas meditaciones y a su contexto; porque toda revolución ha sido precedida por un intenso trabajo…de penetración cultural, escribió Antonio Gramsci; y yo añado que en detrimento de los derechos individuales.
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