21
Nov 25

Congreso grava muertos y enchufa “vivos”

 

Mark Twain lo puso claro y la regla general es que ni la vida, ni la libertad, ni la propiedad de ningún hombre está a salvo cuando la legislatura está reunida. Esto es porque —en una democracia— los diputados pueden legislar incluso contra los derechos individuales porque manda la mayoría. Eso no ocurre en una república, cuyo objetivo es, ¡precisamente!, proteger aquellos derechos.

Esta legislatura confirmó la regla de Twain cuando 91 diputados votaron a favor de retirar la derogatoria del impuesto sobre herencias. Esa derogatoria hubiera beneficiado a muchísimas personas que reciben herencia y no tienen cómo pagar el tributo injusto.

El robo de fluidos es un delito cometido por el crímen organizado. La ilustración es de Imagine.

A modo de una de cal y otra de arena, el Congreso aprobó mecanismos para cumplir con un plazo para las devoluciones del impuesto sobre los rendimientos del capital (conocido como ISR), el IVA y otros tributos. También es positivo que la legislatura haya impedido que el sector privado organizado fuera expulsado de la Ley de Alianzas para el Desarrollo de Infraestructura Económica. Iniciativa que, en realidad, no era para eliminar el mercantilismo, sino para redistribuirlo entre la clientela de los ponentes.

Es notable la reforma a la Ley contra la Delincuencia Organizada que añadió como punibles —en aquel contexto delincuencial— el hurto de fluidos, robo de fluidos y el atentado contra la seguridad de los servicios de utilidad pública; y también la violación, las actividades sexuales remuneradas con menores de edad, el femicidio y el reclutamiento ilícito de menores.

En Guatemala el hurto y robo de energía eléctrica, agua, telecomunicaciones y otros servicios dejaron de ser vistos como simples colgadas y pasaron a ser tratados como delitos graves de crimen organizado cuando se cometen de forma estructurada, porque generan ganancias millonarias, corrompen instituciones y afectan la seguridad nacional energética.

Las organizaciones involucradas tienen líderes, técnicos que hacen las conexiones, vigilantes y distribuidores de ganancias. Los hurtos y robos de fluidos no son aislados, sino que operan en regiones enteras durante años. Solo a la EEGSA y a Energuate les generan pérdidas anuales de millones de dólares. Generan corrupción sistémica porque muchas veces cuentan con protección de policías, empleados municipales, o de las propias empresas afectadas. Las colgadas hacen colapsar la red eléctrica, provocan apagones masivos y afectan hospitales, industrias y la seguridad ciudadana. Además, se amenaza a los vecinos que se niegan a conectarse ilegalmente.

La violación, las actividades sexuales remuneradas con menores, el femicidio y el reclutamiento ilícito de niños son actos de crimen organizado cuando los cometen grupos estructurados de tres, o más personas que actúan concertadamente con propósitos de comisión reiterada.

Así ocurre con la violación cuando forma parte de un esquema de explotación sexual organizada como redes de trata. El proxenetismo con menores casi siempre lo cometen redes estructuradas de madames, reclutadores, transportistas, vigilantes y lavadores. El femicidio cuando lo ejecuta una estructura criminal como maras, narcos, redes de trata, o sicarios. El reclutamiento ilícito de menores, que es el delito más típico de maras y narcotráfico, que reclutan, amenazan, o seducen a menores para convertirlos en sicarios, vigilantes, extorsionadores, o mulas.

Esta legislatura prefirió mantener un impuesto confiscatorio a las herencias antes que defender la propiedad privada; pero al menos facilitó las devoluciones de impuestos  y trata como lo que son los grandes robos de energía y los crímenes más brutales de la delincuencia organizada. Eso sí…no crean que con eso justifican los Q 66K de tributos que, sin pudor alguno, se embolsan cada mes. Todavía tienen que devolver el aumento injustificado.

Columna publicada en República


14
Nov 25

Burocracia vrs. historia

 

En marzo de 2001, bajo el régimen talibán, el mullah Mohammed Omar emitió una fatwa que ordenaba la destrucción de todas las representaciones idólatras en Afganistán, incluyendo las estatuas de Buda en Bamiyán. Esas estatuas fueron talladas directamente en la roca de acantilados de arenisca durante el siglo VI e. c. Eran dos colosos monumentales: el Buda mayor medía 55 metros de altura (equivalente a un edificio de 18 pisos), y el menor, 38 metros. Representaban al Buda en posición de pie, con vestimentas fluidas y detalles estilizados que fusionan influencias indias, persas y helenísticas —ejemplos sublimes del arte gandhara, donde el budismo se adaptó a contextos multiculturales.

El monumento de José María Reina Barrios sigue sin ser reparado después de haber sido decapitado por vándalos. La foto es de X.

Poco después de aquel acto de barbarie e irracionalidad escribí que no podemos escapar al hecho de que las nuevas y las viejas formas de pensar conviven con nosotros. Por eso estamos obligados a revisarlas y a repensarlas. No vaya a ser que un día, sin darnos cuenta, despertemos como la raza que dinamita siglos de cultura, y no como la raza que construye estaciones espaciales, esto porque el artículo sobre los budas estaba relacionado con la estación espacial Mir.

De aquello me acordé cuando leí que el gobierno socialista de España estaría contemplando la idea de resignificar El Valle de los Caídos (símbolo de la reconciliación después de la Guerra Civil); y la de remover de ese monumento La Piedad, las virtudes (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) y los cuatro evangelistas a un costo de por lo menos 30 millones de euros. Luego de mucho alboroto, tanto el Ministerio de Vivienda como el arzobispado de Madrid afirmaron que aquella remoción no ocurrirá.

Me acordé de aquellos monumentos porque los monumentos no son meros objetos estéticos o arquitectónicos, sino artefactos vivos de la memoria colectiva, que encapsulan la historia, la identidad y las contradicciones de una sociedad en un momento dado. Su importancia radica en múltiples dimensiones: simbólica, política, educativa, social y, a menudo, conflictiva. Una vez alguien me dijo que los monumentos son “espejos rotos” de la sociedad porque revelan glorias, traumas y luchas por el control del relato histórico. Su importancia trasciende lo material porque moldean cómo nos vemos a nosotros mismos y al otro. En palabras de Walter Benjamin, son ruinas en el presente que nos invitan a confrontar el pasado para imaginar futuros mejores.

¿A qué vienen estas meditaciones? A que en octubre de 2021, con acompañamiento internacional y con la infaltable iconografía comunista, dos pequeños grupos de cafres vandalizaron los monumentos de Cristóbal Colón y de José María Reina Barrios, en la ciudad de Guatemala. La estatua de Reinita fue decapitada y su monumento ecuestre fue gravemente dañado; el hermoso monumento de Colón se salvó porque, aparentemente, había un panal de abejas cerca y los orcos tuvieron que retirarse. ¿Dónde estaban las autoridades? ¡Quién sabe! Del mismo modo en que quién sabe dónde están, ahora, las autoridades encargadas de su restauración. En julio de 2022 la hermosa estatua de Isabel la Católica, en el parque homónimo, fue objeto de vandalismo. La monarca precursora de los derechos humanos en el hemisferio también está abandonada, sin que autoridad alguna se ocupe de su restauración.

A ver… ¿a cuál de las burocracias que medran con los impuestos que toman de los tributarios le corresponde reparar a don Chemita y a La Chabe ¿Es a la Municipalidad de Guatemala? ¿Es al Instituto de Antropología e Historia? ¿Cuál rama oscura de la burocracia chapina es responsable de la abulia con la que están siendo tratados aquellos monumentos? ¿Qué burócratas —relacionados con la conservación de los monumentos de la ciudad de Guatemala— cobran sus sueldos puntualmente y duermen con tranquilidad sin cumplir con sus responsabilidades? ¿Dónde tienen escondido a Reinita y por qué es que la Reina sigue destrozada? ¿Alguien sabe? ¿A alguien le importa? ¿En Tu Muni? ¿En el Ministerio de Cultura?

Columna pubicada en República.


08
Nov 25

Muso, un prócer que inspira

 

La primera vez que oí hablar de Manuel F. Ayau fue antes del terremoto de Managua, porque mi papá lo llevó a él y a un grupo de guatemaltecos a un viaje académico en la capital nicaragüense.

Leí este artículo en el Auditorium Milton Friedman con ocasión del Festival Alas de Libertad. Foto por María José Ajcú.

Mi padre regresó fascinado con las ideas de Muso, que proponía un gobierno con poderes limitados; libertad para intercambiar; eliminación de privilegios; y el respeto a la vida, la libertad y al cumplimiento de los contratos propuestas que eran poco apreciadas en los años 70. Acto seguido, en casa empezamos a lee Tópicos de actualidad, el folleto que publicaba el Centro de Estudios Económico-Sociales, centro de pensamiento del que era cofundador el doctor Ayau.

Luego de graduarme de bachiller, mi padre hizo lo que pudo para que yo estudiara en la Universidad de Muso; y aquí lo conocí en persona. Él era el Rector y le correspondió recibirnos a los de la Clase de 1980. El día del acto de bienvenida se subió al podio y dijo: Me han pedido que les dé la bienvenida… así que bienvenidos. Y se bajó. Los del público tardamos unos segundos en entender lo que había pasado y estallamos en risas y aplausos. Entonces él sonrió y se subió de nuevo para ofrecernos una bienvenida que estoy seguro que no duró más de 3 minutos. Y a mí me ganó el corazón. Es imposible no querer, admirar y respetar a la persona que escribía lo que yo leía en Tópicos de actualidad y que, encima, tenía el sentido del humor y el savoir faire que tenía Ayau. Es celebre la anécdota de que cuando dejó la presidencia de la Mont Pelerin Society cantó Is it good what they say about planning? Pero también es chulo recordar cuando él y sus amigos enfrentaban dificultades para la fundación de La Marro cantaban: To dream the impossible dream./  To fight the unbeatable foe,/ To run where the brave dare not go./ To right the unrightable wrong./ To try when your arms are too weary./ To reach the unreachable star. This is my quest. To follow that star. No matter how hopeless./ No matter how far. To fight for the right!.

Como él era un Grande, era generoso y sencillo. Muso era magnánimo con sus conocimientos, con su tiempo y con sus recursos. Más de una vez me cachó en alguna inconsistencia y más de una vez me bajó de la moto; pero cuando me ofrecía una luz en el mundo de las ideas —aunque me viera con cara de cómo se te ocurre semejante cosa— siempre lo hizo con un aire de mentor y guía, no con ínfulas, ni de forma grosera. Una vez que le comenté cómo cierto personaje era agradable y modesto, a pesar de ser encumbrado, me dijo: Vas a ver que los más grandes son los más sencillos.

Muso era un contador de historias fenomenal. Uno podía oír y oír sus anécdotas que no eran cualquier cosa porque él se movía cómodamente entre Premios Nobel y líderes de talla mundial; estaba como pez en el agua entre estudiantes; y gozaba en compañía de gente sencilla que, como él mismo, tenía sed de aprender y de descubrir. En sus últimos años, disfrutó mucho las oportunidades que tuvo para escuchar lo que la gente del interior del país tenía que decir sobre su proyecto ProReforma. Nunca le hizo el feo al ejemplo y a las enseñanzas que podía recibir de otros.

Manuel F. Ayau fue un guatemalteco universal, un hombre del Renacimiento y un prócer; y en esa dirección, la influencia de su ejemplo y de su compromiso con la libertad inspiró a miles de personas en Hispanoamérica y en todo el mundo. Este educador y emprendedor chapín —tan chapín como las champurradas— sembró el amor por la libertad y el descubrimiento en miles de mentes y corazones desde la academia, los medios de comunicación, la política y casi todos los campos de la acción humana.

Era un sabio porque andaba en busca del conocimiento y en busca de la verdad. Pocos, como él, entendían el significado profundo de aquella frase de Friedrich A. Hayek que dice que todas las teorías políticas dan por sentado que la mayoría de los individuos son muy ignorantes. Aquellos que propugnan la libertad difieren del resto en que se incluyen a sí mismos entre los ignorantes e incluyen también a los más sabios.

Cuando un día de estos yo haga la lista de las cinco bendiciones más grandes que he recibido en mi vida, una de ellas será la oportunidad de haber compartido la mesa con Muso, de haberlo servido y de contar con su ejemplo.

Cuando firmó mi ejemplar de su libro El proceso económico, Muso escribió: Para Luis, con aprecio de su correligionario en la lucha por la libertad. Y así era él, no se veía a sí mismo como el maestro, el líder, y el ejemplo que era, sino como uno más que iba aprendiendo y compartiendo en el camino.

Para conocerlo mejor, busca en línea Una conversación con Manuel Ayau, producida por The Liberty Fund; y cuando esté disponible mira el documental Muso Ayau, un legado para la libertad.

En un mundo que anhela guías auténticos, el legado de Muso nos recuerda que la verdadera grandeza radica en la sencillez y el compromiso inquebrantable con la libertad: un faro eterno para generaciones venideras.

Voy a decir, sin temor a equivocarme, que la Universidad Francisco Marroquín —sus rectores, y muchísimos de sus directivos, profesores, estudiantes, administrativos y otros colaboradores— ha sabido honrar, materializar y sostener en el tiempo no solo el espíritu intelectual de su rector fundador, sino también su sentido del humor.

Ahí estoy, abajo, al concluir el Festival Alas de Libertad en honor a Manuel F. Ayau. Foto de Mercadeo/UFM.

En el Centro Henry Hazlitt, por ejemplo, están Milton Friedman, Friedrich A. Hayek, Ludwig von Mises, Ayn Rand y el mismo Ayau vestidos como superhéroes. No son retratos de pedantes dómines (como diría Ludwig von Mises), sino iconos pop que inspiran a quienes aceptamos la invitación de pasar adelante porque amamos la verdad, la libertad y la justicia. ¿Por qué es importante que aquellos grandes del pensamiento occidental estén vestidos como superhéroes? Porque los héroes son personas que actúan para promover la vida y lo hacen con gran habilidad, que persiguen valores y muchas veces lo hacen en condiciones de dificultades extremas. Los héroes nos proveen de inspiración vital.

Manuel F. Ayau inspiró a los héroes que —en medio de un enfrentamiento armado que duraría 36 años— en la pequeña Guatemala de 1971 fundaron una universidad que no solo desafiaría el enfoque académico que hasta entonces recibían la ética, el derecho y la economía en Guatemala, sino también en Hispanoamérica y en el mundo. ¿Qué otra universidad —con aquellos héroes— se atrevería a usar el color rojo en su bandera porque es ¡Rojo marxista! y hay que quitarles ese color hermoso. ¿Qué otra universidad —con tremendos héroes— usaría el sentido del humor y la travesura para difundir las virtudes y los valores de la libertad? Así es La Marro que sigue los pasos de Manuel F. Ayau y los de sus sucesores. Su legado no es solo una universidad, sino un movimiento vivo que despierta conciencias y enciende corazones para que la libertad nunca deje de brillar.

Este año, Muso cumpliría 100 años de edad; y por él, por su legado, por la libertad y por la razón: ¡Salud!

Este artículo lo leí en el Festival Alas de libertad y fue publicado en República

@luisficarpediem

Cuando un día de estos yo haga la lista de las cinco bendiciones más grandes que he recibido en mi vida, una de ellas será la oportunidad de haber compartido la mesa con Muso, de haberlo servido y de contar con su ejemplo #manuelayau #liberalismoclasico #luisfi61 #musoayau #heroes

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31
Oct 25

El Halloween celebra la vida

 

A pesar de las apariencias, Halloween es una fiesta en la que se celebra la vida y en la que se hace mofa del misticismo. Es una festividad en la que se les quita importancia al mal y a los monstruos y por lo tanto es una fiesta que merece ser celebrada.

La de hoy es una noche juguetona en la que —con disfraces— nos burlamos de la muerte y celebramos la vida. La ilustración es de Image/Grok.

La de hoy es una noche juguetona en la que —con disfraces— nos burlamos de la muerte y celebramos la vida. En Halloween nos reímos de las brujas, de la hechicería, de los fantasmas y de otros productos del misticismo.

Hablando de brujas, y esto es serio, para la mayoría de la gente, su primera asociación con la palabra bruja es por medio de cuentos de hadas, de `Macbeth´, o con la quema de brujas, dice Helmuth Schoeck en su libro La envidia y la sociedad. En esa obra, Schoeck explica que desde tiempos inmemoriales la sospecha de brujería o de magia negra ha caído sobre aquellos que tienen un motivo para ser envidiosos —de alguien menos feo que él mismo, de padres con suerte, o de un campesino con una mejor cosecha y ganado sano, por ejemplo. Después de todo, la mala suerte solo puede caer sobre aquellos que tienen algo que perder: buena salud, belleza, posesiones, familia. En un intento de entender emocionalmente el problema de la mala fortuna, parecía razonable buscar a personas que pudieran ser envidiosas.

Sigue Schoeck: durante los juicios contra brujas, en Europa, las acusadas eran precisamente personas que, de alguna manera, hubieran levantado sospechas de que eran envidiosas y, por lo tanto, pudieran desearle el mal a otros. Gradualmente, sin embargo, el hombre envidioso mismo se constituyó en el acusador; y las acusadas pasaron a ser personas guapas, virtuosas, orgullosas y ricas, o las viudas de ciudadanos ricos. Este doble papel de la envidia con respecto a la brujería es evidente en pueblos primitivos. El forastero, el lisiado, cualquiera que estuviera discapacitado es sospechoso y es considerado como responsable de causar daños. Empero, el mismo hombre primitivo es capaz de asegurar que otro miembro de su tribu solo es rico, poderoso, buen bailarín o cazador solo porque ha obtenido, mediante magia negra, algo que les debería pertenecer a otros miembros de su tribu.

Algunos antropólogos ven en la brujería creencias que funcionan como válvulas de seguridad, como instituciones entendibles y deseables mediante las cuales son reguladas las tensiones intersociales, dice Schoeck; pero [Clyde] Kluckhohn sostiene que el efecto destructivo e inhibidor de aquellas ideas ha sido enormemente subestimado, y que más que controlar sentimientos agresivos lo que hacen es producir timidez y reducir las relaciones sociales. Kluckhohn no deja lugar a dudas con respecto a la conexión inmediata entre la envidia y las sospechas de brujería.

En su obra, Schoeck cita un trabajo de John Gillin titulado The Culture of Security in San Carlos. A Study of a Guatemalan Community of Indians and Ladinos y dice: también es generalmente cierto entre las culturas indígenas centroamericanas que la envidia y la codicia son tenidas como anomalías, o crímenes. Los indígenas conocen una clase de enfermedad que es producida por la magia, a la que llaman envidia, enfermedad que es invocada por una persona envidiosa. La víctima tiene el innegable derecho, reconocido por la comunidad, de matar a su enemigo si puede descubrirlo. Por esa razón es inconcebible que alguien admita su envidia.

Tocó ir a la oficina como el Monje Loco.

Comparto con ustedes estas lecturas para añadirle a la celebración de hoy un toque adicional al carácter festivo y lúdico que tiene, porque a ratos sospecho que la envidia es un sentimiento muy presente en la sociedad guatemalteca. Eso sí, que conste, que el hecho de haberme puesto solemne no quiere decir que no me disfrute la fiesta de las calabazas, los gatos negros, las escobas, los disfraces y las calacas.

Columna publicada en República.


17
Oct 25

Eutanasia y dignidad

 

Te voy a recomendar dos películas: It’s My Party y Blackbird. Ambas son exploraciones crudas y catárticas de la eutanasia como acto de agencia personal, donde el protagonista terminal organiza una reunión de despedida para reconciliarse con seres queridos antes de morir. Ambas abordan temas específicos como la eutanasia digna, los celos familiares, secretos generacionales, aceptación, perdón e hipocresía. Las dos son profundamente emotivas e invitan a la reflexión; pero no descuidan el sentido del humor (entre satírico e irónico) como salvavidas en medio de la pérdida y la despedida. Las separan treinta años de evolución con respecto a los derechos terminales y la última está a cinco años de distancia con respecto a la actualidad.

La eutanasia no es rendirse, es elegir con dignidad. Se puede honrar la vida al permitir un final en control. La ilustración es de Grok.

¿Por qué te lo cuento? Porque el Parlamento uruguayo aprobó la Ley de Muerte Digna y se convirtió en el primer país de Hispanoamérica en legalizar la eutanasia de forma legislativa. Colombia y Ecuador han despenalizado la eutanasia a partir de decisiones judiciales; pero no cuentan con una ley. Argentina cuenta con una ley que autoriza a pacientes terminales, o con enfermedades irreversibles, a rechazar tratamientos, incluida la alimentación, o hidratación, pero no habilita la eutanasia activa.

La ley uruguaya detalla en qué casos puede solicitarse la eutanasia. Toda persona mayor de edad, psíquicamente apta, que curse la etapa terminal de una patología incurable e irreversible, o que como consecuencia de patologías o condiciones de salud incurables e irreversibles padezca sufrimientos que le resulten insoportables, en todos los casos con grave y progresivo deterioro de su calidad de vida, tiene derecho a que a su pedido y por el procedimiento establecido en la presente ley, se le practique la eutanasia para que su muerte se produzca de manera indolora, apacible y respetuosa de su dignidad.

Desde un punto de vista ético, la principal razón para estar a favor de la eutanasia es el principio de que no debemos tratar a las personas como medios. Toda persona madura tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo y vida, sin interferencia estatal, o familiar. La eutanasia respeta la soberanía individual y evita que otros impongan sufrimiento prolongado. Si eso no fuera suficiente, un buen código moral te facilita minimizar el dolor. La eutanasia termina el tormento de forma humana y le da prioridad a la calidad de vida sobre la cantidad. Finalmente, desde la ética de la dignidad, morir en pañales, inmóvil, o dependiente total degrada la identidad. La eutanasia permite un adiós sereno, rodeado de seres queridos, y preserva el respeto propio. Negar la eutanasia es crueldad porque obliga a ver sufrir a un ser querido sin salida. La eutanasia facilita honrar el amor y permite despedidas compartidas y cierre emocional.

Tres objeciones a la eutanasia, que suelen ser planteadas frente, son: Que personas vulnerables podrían ser presionadas por familiares codiciosos, médicos o la sociedad para elegir la eutanasia, de modo que se disfraza la negligencia como compasión. Que legalizar la eutanasia para enfermos terminales abre la puerta a la depresión, la ansiedad o la pobreza como motivos válidos, lo que banaliza la vida y expande la posibilidad a enfermos no terminales. Que se subestiman las opciones paliativas como la morfina, que en muchos casos alivia el 95% del dolor terminal; la eutanasia ignora estas opciones y prioriza la muerte sobre el cuidado integral.

Es bueno saber que países con leyes sobre la eutanasia (Países Bajos, España, Colombia) no reportan abusos sistemáticos; y las tasas de depresión post-eutanasia son más bajas, siempre que se cuente con los instrumentos éticos correctos y con apoyo terapéutico apropiado para los deudos. Porque claro, no es cosa fácil. Eso sí, el argumento del slippery slope es una falacia, un argumento especulativo e irracional. Prohibir todo por miedo hipotético es paranoia utilitaria.

En resumen: la eutanasia no es rendirse, es elegir con dignidad. Se puede honrar la vida al permitir un final en control.

@luisficarpediem

No debemos tratar a otras personas como medios #eutanasia #eutanasialegal #dignidad #vida #luisfi61

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Columna publicada en República y en el CEES; y te invito a leer sobre Alain Delon y la eutanasia. Warren Orbaugh ha escrito dos columnas sobre este tema. como consecuencia de conversaciones en el CEES y de verdad están muy buenas:


10
Oct 25

Aguas, mercado, solución real III

 

¿Te acuerdas de que sin agua no somos nada? En esta tercera y última entrega te cuento que la aplicación del Código de aguas de 1981, en Chile no fue todo miel sobre hojuelas y te lo cuento porque este tipo de legislación puede ser perfectible.  Por cierto que esta serie ha sido posible gracias a un encuentro organizado por el Centro de Análisis de las Decisiones Públicas, y con basen conceptos derivados de Los fundamentos praxeológicos del derecho, por Ricardo Rojas y las experiencias del Property and Environment Research Center.

Lago de Amatitlán interpretado por Grok , con base en una foto mía, en el estilo de Claude Monet.

La primera línea de criticas vino del lado socialista del espéctro político porque la legislación no era estatista y se basaba en el mercado y en la propiedad.  A los grupos de ese lado del espectro no les gusta nada que no apunte hacia el estatismo y hacia el poder más invasivo del gobierno y la política. Dicho lo anterior, veamos que problemas hubo:

La gestión inicial de la Dirección Genaral de Aguas fue caótica, con trámites lentos y decisiones que no consideraban la disponibilidad real del agua, lo que generó ineficiencias. Pero la solución radica en minimizar la intervención administrativa, ya que el Estado no puede anticipar todas las acciones humanas individuales. Si los derechos emergen de la apropiación original por acción (praxeología), y el Estado solo los reconoce mediante registros simples y descentralizados, se  reducen los trámites lentos al transferir la verificación de disponibilidad a mercados locales, dondelos  usuarios miden recursos mediante contratos voluntarios.

Muchos derechos otorgados no se usaban, lo que creó una acumulación especulativa que bloqueaba el acceso a otros usuarios. Si no hay uso efectivo, el derecho no se “activa” y debería caducar naturalmente mediante desuso, lo que debería incentivar transacciones voluntarias para reasignarlos. La solución es un mercado fluido donde la especulación se autocorrige por costos de oportunidad (como vender derechos inactivos). PERC, en casos como el río Truckee (Nevada), muestra que  impuestos, o tarifas de mercado por no uso (similares a patentes) desincentivan los derechos dormidos y fomentan arrendamientos temporales que liberan el acceso sin intervención estatal forzada, lo que aumenta la eficiencia en un 20-30% en cuencas áridas.

El mercado se fragmentó en múltiples cuencas, lo que hizo difícil una gestión coordinada y eficiente. Pero, la fragmentación surge de una coordinación estatal insuficiente, y la praxeología resuelve esto mediante asociaciones voluntarias de usuarios (como cooperativas) que emergen de acciones individuales para coordinar cuencas transfronterizas. La solución es fomentar contratos multilaterales sin burocracia central. PERC ilustra esto en el Oeste de EE.UU., donde mercados intercuencas (como las transferencias interestatales en el río Colorado) usan plataformas privadas para coordinar, lo que reduce la fragmentación mediante precios que incentivan acuerdos voluntarios y mejorando la gestión en un 15-25% sin planificación estatal.

La falta de visión ecológica llevó a la sobreexplotación de acuíferos y cauces, y afectó ecosistemas. La sobreexplotación se debe a una falla en definir derechos de propiedad completos, ya que la praxeología requiere que los derechos incluyan responsabilidad por externalidades (daños a ecosistemas como agresión a derechos ajenos). La solución es extender derechos privados a ecosistemas enteros, permitiendo demandas voluntarias por daños. PERC, en experiencias como Australia durante la sequía del Milenio, demuestra cómo mercados de agua incorporan derechos ambientales (caudales ecológicos comprados por organizaciones privadas voluntarias de servicio), lo que reduce la  sobreexplotación al poner precio a la conservación y restaurando ecosistemas sin regulaciones coercitivas.

La ausencia de plazos para el uso efectivo permitió que derechos se retuvieran para futuras ganancias. Pero si tu visitas Carpe Diem con frecuencia sabes que la especulación es legítima si surge de acción humana anticipatoria, y que se autocorrige en mercados maduros donde los costos de retención (como oportunidades perdidas) incentivan las ventas. La solución es eliminar barreras a transacciones para que especuladores vendan rápidamente. PERC cita el mercado de agua en Montana, donde plazos implícitos por mercado (como contratos con cláusulas de uso) y tarifas voluntarias por inactividad desincentivan retención, y fomentan un flujo dinámico que libera derechos para usuarios activos.

Se cuestionó que el enfoque de mercado beneficiaba a grandes empresas (mineras, agrícolas) en detrimento de comunidades rurales. Pero en el mediano plazo, los mercados praxeológicos empoderan a los individuos pequeños mediante derechos iguales, no privilegios estatales; la desigualdad surge de intervenciones previas, no del mercado. La solución es asegurar accesibilidad inicial a derechos mediante subastas voluntarias o divisiones, permitiendo que comunidades rurales formen cooperativas. PERC, en casos como rancheros en el Oeste de EE.UU., muestra cómo mercados permiten a pequeños usuarios arrendar o comprar derechos de grandes empresas, equilibrando poder y beneficiando comunidades al incentivar alianzas voluntarias que generan ingresos locales.

Arrollito interpretado por Grok, con base en una foto mía, en el estilo de Claude Monet.

A los opositores no les gustó que, siendo las aguas fueran un bien nacional, fueran priorizados sus usos más rentables como minería y agroindustria, sobre otras necesidades humanas, o ecológicas. Pero el bien nacional es un concepto colectivista que ignora la praxeología: los usos rentables emergen de preferencias humanas reveladas en mercados, e incluyen valores no económicos si se definen derechos amplios (para consumo humano). La solución es mercados inclusivos donde usuarios prioricen necesidades mediante transacciones. PERC destaca en Australia cómo mercados permite reservas voluntarias para usos humanos/ecológicos (compras por gobiernos locales u OPV), lo que reasigna el agua de minería a comunidades sin forzar prioridades, y equilibra la rentabilidad con sostenibilidad.

La DGA carecía de herramientas para fiscalizar el uso efectivo o imponer sanciones. Empero, como lo sabemos los chapines en materia de mantenimiento de carreteras y en cuanto al transporte colectivo, la fiscalización estatal no es ineficiente; y la praxeología favorece la auto-fiscalización mediante responsabilidad individual y contratos. La solución es descentralizar a organizaciones privadas que monitoreen el uso vía tecnología compartida. PERC, en estudios del Colorado, propone plataformas de mercado con monitoreo voluntario (sensores y blockchain para transacciones), donde las sanciones emergen de disputas contractuales, lo que mejora la fiscalización sin expandir burocracia estatal.

Se argumentó que el modelo implicaba que el gobierno debía expropiar solo en casos de utilidad pública, y con indemnización, lo que, para los colectivistas, limitó su capacidad de intervenir. Sin embargo, la expropiación es una forma de agresión a derechos praxeológicos; la solución es limitarla aún más, favoreciendo compras voluntarias en mercados para utilidad pública. PERC sugiere que los gobiernos compren derechos en mercados abiertos, lo que evita litigios y compensa justamente sin coerción. Se criticó la falta de planificación estatal frente a un mercado que no consideraba externalidades. Pero, la verdad sea dicha, la planificación estatal falla en anticipar acciones humanas y los mercados espontáneos internalizan externalidades mediante derechos ampliados. PERC, en casos australianos, muestra cómo los mercados incorporan externalidades vía contratos ambientales, planificando de abajo hacia arriba sin centralización.

En conclusión, perfeccionar el Código de Aguas exige menos Estado y más libertad: mercados praxeológicos que empoderen a individuos, comunidades y ecosistemas para un futuro hídrico sostenible.

Una versión abreviada de este artículo fue publicada en República

Aguas, mercado, solución real I

Aguas, mercado, solución real II


03
Oct 25

Aguas, mercado, solución real II

 

Porque sin agua no somos nada, seguimos con este tema y gracias por tu interés. Los elementos clave del Código de Aguas de 1981, de Chile, son cinco según lo conversamos en un encuentro sobre el tema organizado por el Centro de Análisis de las Decisiones Públicas.

Lago de Amatitlán, de noche, interpretado por Grok en el estilo de Claude Monet.

Los cinco se estructuran en torno a un modelo que prioriza la propiedad y el mercado, lo cual es una aplicación praxeológica: los derechos surgen de la acción individual (solicitud y uso), y el mercado actúa como coordinador de las preferencias humanas.El Property and Environment Research Center complementa esto con evidencia empírica y muestra que mercados de agua en lugares como California, o Australia han reducido desperdicios al permitir que usuarios vendan excedentes, y esto fomenta la innovación en eficiencia (como riego por goteo).

  1. Las aguas son bienes nacionales de uso público, pero se otorgan derechos de aprovechamiento privados transferibles en el mercado (como los Títulos de Usufructo de Frecuencia en Guatemala). Se dividen en superficiales y subterráneas, corrientes o detentivas. Esto formaliza la apropiación original praxeológica: el Estado reconoce derechos cuando un individuo aprovecha el recurso escaso. El enfoque de mercado trata estos derechos como bienes económicos, permitiendo su compraventa para optimizar usos, como cuando agricultores venden agua a ciudades en sequías, conservando recursos sin intervención estatal.
  2. Los derechos de aprovechamiento son un derecho real sobre las aguas que otorga uso y goce, pudiendo ser consuntivos (el agua se consume), o no consuntivos (se devuelve), permanentes o eventuales, y continuos, discontinuos, o alternados. Desde la praxeología, surgen de la acción humana: el titular extrae valor, y su perpetuidad fomenta inversiones a largo plazo. El enfoque de mercado, sin prioridades legales de uso, reasigna el agua a actividades rentables como minería, o agroexportación. Según PERC, en EE. UU., derechos transferibles reducen la sobreexplotación, lo que ahorra un 20-30% de agua en cuencas áridas al permitir ventas de usuarios ineficientes a eficientes.
  3. Los derechos se constituyen por acto administrativo de la Dirección General de Aguas y se inscriben en el Conservador de Bienes Raíces. Son transferibles, divisibles, hipotecables y embargables, como cualquier propiedad, y solo expropiables por utilidad pública con indemnización. Esta seguridad jurídica, praxeológica, protege la acción individual y fomenta la coordinación voluntaria. El enfoque de mercado destaca: sin condicionamiento inicial al uso ni plazos de caducidad (aunque reformas posteriores los añadieron), el mercado castiga la ineficiencia mediante transacciones. PERC cita el mercado del río Truckee (Nevada), donde la transferibilidad redujo litigios y optimizó la asignación.
  4. El mercado reasigna el agua a usos más rentables sin prioridades de uso, condicionamientos iniciales ni plazos de caducidad automáticos, reflejando un orden espontáneo praxeológico que revela preferencias humanas mejor que la planificación estatal. Las transacciones voluntarias asignan el agua según su valor económico, con mínima intervención estatal y seguridad jurídica para proyectos agrícolas, mineros, energéticos e industriales. PERC señala que, en mercados australianos similares, las transacciones mejoraron la eficiencia en un15-25%, lo que incentiva la conservación al penalizar el desperdicio.
  5. El Código chileno permite canales y embalses privados, y crea juntas de vigilancia y asociaciones de canalistas para gestionar cauces y distribuir agua colectivamente. Desde la praxeología, estas surgen de cooperación voluntaria. El mercado facilita la coordinación de infraestructuras privadas, como en Montana, donde asociaciones negocian derechos para preservar caudales ecológicos, según PERC. En Guatemala, existen asociaciones similares en Zacapa y Totonicapán.

La semana entrante exploraremos los problemas técnicos, las fallas institucionales y las intenciones ideológicas que han desafiado este modelo. Mientras tanto, reflexionemos: el agua es vida, y su gestión eficiente no solo depende de leyes, sino de cómo las acciones humanas, coordinadas por el mercado, pueden innovar para preservarla. ¡El desafío es aquí y ahora!

Aguas, mercado, solución real I

Aguas, mercado, solución real y III


26
Sep 25

Aguas, mercado, solución real I

 

Como sin agua no somos nada, sigo enganchado con el tema de la legislación de aguas, en buena parte porque el Centro de Análisis de las Decisiones Públicas organizó un evento productivo sobre este asunto, donde conversamos sobre el Código de Aguas de 1981, de Chile. Honradamente, creo el asunto debería picarte la curiosidad también.

Lago de Amatitlán, interpretado por Grok en el estilo de Claude Monet.

En la línea de mis cuatro artículos titulados Agua a salvo, publicados en julio y agosto pasados, y desde la perspectiva del libro Fundamentos praxeológicos del derecho, de Ricardo Rojas, el origen de aquel código chileno puede entenderse como un modo de formalizar derechos de propiedad que emergen de la acción humana individual, alineados con los principios de la Escuela Austríaca, donde los derechos no son otorgados por el gobierno, sino que surgen de interacciones voluntarias para resolver la escasez. La praxeología argumenta que los derechos derivan de la acción intencional de individuos para apropiarse de recursos escasos, lo que evita el caos de los bienes comunes. En el contexto chileno, esto se refleja en la transición de un sistema centralizado y conflictivo, anterior a 1981, a uno basado en el mercado, impulsado por la necesidad de resolver problemas prácticos como la escasez crónica en las zonas áridas del norte, las sequías frecuentes en el centro, los conflictos entre usuarios agrícolas, mineros y urbanos, y una alta centralización en el otorgamiento de agua que desincentivaba inversiones en infraestructura hidráulica, además de la ausencia de seguridad jurídica que generaba incertidumbre para el desarrollo agrícola y energético.

La legislación chilena apostó por un mercado que asignaría el agua eficientemente según su valor económico, con mínima intervención estatal. Desvinculó el agua de la tierra y creó derechos independientes y transferibles. Esto resuena con la experiencia del Property and Environment Research Center, que documenta cómo, en las cuencas del río Colorado en el Oeste de EE. UU., mercados de agua emergieron orgánicamente a partir de conflictos por escasez. Esto permitió transacciones voluntarias que incentivaron la conservación y la reasignación eficiente, y se evitó la tragedia de los comunes propia de sistemas sin propiedad clara.

Los elementos clave de esa legislación son: la propiedad y naturaleza del agua, los derechos de aprovechamiento, la asignación de derechos, la seguridad jurídica, la no intervención, el libre mercado, la infraestructura y las organizaciones de usuarios. Si me acompañas, me gustaría abordar estos cinco elementos la próxima semana en una segunda columna.

El texto original del Código de Aguas de 1981, basado en el mercado, fue modificado por problemas técnicos, de gestión y fallas institucionales, pero también por marcadas intenciones ideológicas. En una tercera columna, me gustaría explorar estos temas. ¿Te apuntas?

¡El agua es vida, y un mercado libre puede salvarla! Formalizar derechos de propiedad no solo resuelve conflictos, sino que fomenta la innovación y la conservación. Sigamos conversando sobre cómo el mercado puede ser la clave para un recurso tan vital.

Columna publicada en República.

Aguas, mercado, solución real II 

Aguas, merado, solución real y III 


21
Sep 25

¿Descentralización, o botín?

 

A mucha legislación, los políticos y burócratas suelen ponerles nombres chulos para el mercadeo y para ocultar los daños que causan; por ejemplo, la legislación de salario mínimo no se llama Ley para encarecer el empleo para jóvenes sin experiencia. De igual modo, la Ley de fortalecimiento financiero y continuidad de proyectos de consejos de desarrollo urbano y rural no se llama Ley para darles a los alcaldes y a los Codedes plata para gastar con propósitos electorales y para hacer alcaldadas.

Grok hizo lo que pudo para ilustrar esta columna; pero se entiende.

Supuestamente, esta legislación fortalecería a los alcaldes y a los Codedes al permitir el uso de recursos no ejecutados de un ejercicio fiscal al siguiente, y evitaría que fondos asignados se pierdan por burocracia o falta de ejecución oportuna. Pero eso es atacar los síntomas evidentes, y no el problema de fondo. Y ya sabes lo que escribió P. J. O’Rourke: Darle dinero y poder al gobierno es como darle whisky y las llaves del carro a unos adolescentes; frase que se hace más cierta cuando el dinero va a parar a niveles administrativos que actúan y contratan arbitrariamente, sin mecanismos efectivos de auditoría ni transparencia. ¿Qué alcalde no hace alcaldadas?

La legislación en cuestión viola el principio básico y fundamental de anualidad presupuestaria, que exige cerrar el ejercicio fiscal al 31 de diciembre y devolver saldos no ejecutados al tesoro, sin arrastres automáticos. Crea fondos paralelos sin control del Congreso, lo que podría fomentar corrupción, reactivar redes ilícitas en contrataciones públicas y debilitar la fiscalización. Fija un plazo de 5 días para resoluciones técnicas que, francamente, es irreal y potencialmente inconstitucional, ya que podría llevar a aprobaciones apresuradas, sin evaluaciones adecuadas, y a riesgos de abusos. Ya con las llaves del carro en la mano y la botella de whisky en el asiento del vehículo, ¿qué discusiones técnicas previas va a haber en municipalidades y Codedes? ¿Qué controles anti-corrupción van a ser reales?

Eso sin contar que, en las municipalidades —sobre todo en las que hay cacicazgos poderosos e inescrupulosos—, no es extraño que las obras sean asignadas con propósitos electoreros y a dedo. En redes sociales circula un meme que dice: Soñé que me lanzaba a la alcaldía de mi pueblo y ganaba y me empezaban a quemar porque mandé a poner una estatua mía en el parque, metí a todos mis amigos a cargos públicos y desviaba fondos para traer a Bad Bunny y a bandas sinaloenses con entradas gratis pa’ las ferias. Ese meme ilustra bastante bien la realidad de muchísimos municipios. Sin una cultura política y cívica entre los electores y tributarios, la descentralización —que debería ser una forma de división del poder básica en un estado de derecho— solo es una forma más dispersa para repartir el botín.

El presidente Arévalo tiene la oportunidad de balancear su gestión. Puede optar por proteger a los tributarios y evitar que el dinero que les es quitado vaya a parar al servicio de los alcaldes del meme y a los de P. J. O’Rourke, y a los Codedes, donde la competencia de intereses se ceba con los impuestos. O puede ceder a las presiones de la Asociación Nacional de Municipalidades y de los comités.

El problema de fondo no es si hay o no dinero, ¡que lo hay! El problema es que los tributarios no están conscientes de que ellos son los que pagan la mala administración, el desperdicio y la corrupción. ¿Por qué? Porque el dinero que les quitan de los impuestos no sale de sus bolsillos de forma evidente; las transferencias les llegan con los impuestos ya descontados.

Tal vez es hora de que los tributarios despertemos, exijamos transparencia y recordemos que cada centavo mal gastado es un robo a nuestras billeteras. La descentralización no debe ser una puerta abierta al despilfarro, sino un paso hacia un verdadero estado de derecho.

Columna publicada en República.


29
Ago 25

“Pifia” en El Estor

 

Técnicamente, pifiarse es golpear en falso la bola de billar, pero uno se pifia cuando mete la pata de forma monumental. De esa palabra me acordé cuando leí que, en El Estor, Izabal, la fuerza pública se apersonó para ejecutar el desalojo de usurpadores que, desde 2017, tenían invadida una propiedad.

No se ejecutó el desalojo de invasores en El Estor. La foto la tomé de ACDEPRO.

Después de ocho años, las autoridades llegaron, vieron y se pifiaron, porque los usurpadores usaron niños como escudos para evitar que se cumplieran la ley y la resolución judicial que ordenaba su desalojo. Esa pifia fue faraónica: quedó claro que la autoridad no tiene autoridad, que las autoridades (sin autoridad) no sirven a la justicia, que el cumplimiento de la ley es opcional, que las resoluciones judiciales son solo para quienes no tienen las agallas de retarlas y que, en Guatemala, la propiedad (como la vida y la libertad) no tiene quien la proteja y está a merced de la violencia.

Yo quisiera ser una mosca en la pared durante la sesión de junta directiva en una corporación grande que esté evaluando invertir en Guatemala. Sin puertos, sin carreteras, sin aeropuertos, sin un sistema de justicia funcional y sin seguridad ciudadana. Por eso, la pifia en El Estor es colosal. ¿Quién va a invertir en un país en el que los tribunales tardan ocho años en restituir su propiedad (si es invadida) y la policía no actúa en su defensa cuando debe hacerlo?

Lo de El Estor fue una pifia porque la propiedad es un derecho individual, y los derechos individuales son principios morales objetivos derivados de la naturaleza racional del ser humano y su necesidad de libertad para vivir y prosperar. Se basan en la realidad, no en acuerdos subjetivos. De ahí que los derechos individuales deban prevalecer sobre los intereses colectivos. Uno de mis maestros decía que es de interés colectivo que se respeten los derechos individuales, pero ese motivo colectivista no es suficiente.

Al margen de los intereses colectivos, los derechos individuales delimitan la esfera de acción en la que, como individuo, puedes actuar libremente sin interferencia de otros (individuos o grupos). Son un reconocimiento moral de que la coerción (fuerza o fraude) es incompatible con tu naturaleza racional de ser humano.

Dicho lo anterior, ¿la propiedad es un derecho? Veamos: Tu propiedad es el fruto de tu vida y de tu libertad. Es esa parte de la naturaleza que conviertes en valor mediante tu talento, tu trabajo, tu energía, tu tiempo, y también es la propiedad de otros que adquieres mediante el intercambio. Valor, por cierto, es todo aquello que quieres conseguir o conservar. Los valores morales son los que consigues de forma virtuosa.

De ahí que los usurpadores no tengan la calidad moral necesaria para reclamar como propiedad los bienes que invaden. De ahí que la usurpación, basada en el uso de la fuerza o el fraude, no sea distinta al robo. ¡Y no hay forma racional de que el robo sea un derecho que deba ser protegido! Ni siquiera si el robo es “en mara”, como ocurre con las invasiones. ¿Ves lo descomunal de la pifia en El Estor?

La propiedad no se repiensa, como dijo un sinvergüenza relator de la ONU al sugerir que se debe imponer una moratoria a los desalojos en los casos de usurpaciones. Las autoridades (sin autoridad) y quienes normalizan las invasiones se pifian, del mismo modo en que nos pifiamos los chapines cuando minamos los principios morales que hacen posible la cooperación social y la prosperidad. No se puede vivir en sociedad, es decir, en paz y con base en acuerdos y contratos, si no se protegen los principios sobre los que se sostiene la sociedad: la vida, la libertad y la propiedad.

No debemos seguir pifiándonos. Si queremos prosperidad y justicia en Guatemala, debemos defender los derechos individuales con firmeza. La lección de El Estor no es solo una advertencia, es un llamado a actuar: sin respeto por la propiedad, no hay libertad ni futuro.

Columna publicada en República.