Porque mercado y mercantilismo tienen etimologías relacionadas con comprar, vender y comerciar, no es extraño que algunas personas confundan un concepto con el otro. Algunos creen que el mercantilismo es el sistema propio del mercado porque ambos involucran empresarios; pero esto es un error. No es lo mismo un empresario que un empresaurio.

Mediante el mercantilismo los empresaurios hacen prosperar sus negocios por medio de legislación a su favor, o en perjuicio de otros. La ilustración es de ChatGpt.
El mercado es lo que ocurre cuando se respetan la vida, la libertad, la propiedad y el cumplimiento de los contratos, sin más intervención del gobierno (políticos y burócratas) que para garantizar seguridad e impartir justicia. El mercantilismo es un sistema que promueve la intervención del gobierno (políticos y burócratas) para fomentar el comercio exterior y proteger actividades productivas por medio de aranceles, subsidios, barreras no arancelarias y privilegios.
El mercado y el liberalismo clásico tienen en común el hecho de que su existencia depende de que el poder del gobierno y de la sociedad sea limitadísimo; en tanto que el mercantilismo tiene en común con el estatismo el hecho de que su existencia depende de poderes amplísimos para el gobierno y la sociedad.
¿Es posible la existencia de políticas de mercado en un sistema mercantilista? Sí, pero asfixiadas y en deterioro permanente. Por lo tanto, si queremos mercado y políticas de mercado, debemos actuar contra el mercantilismo. Es decir, si desde la opinión pública nos oponemos a aranceles, subsidios, barreras no arancelarias y privilegios. ¿Por qué tiene que ser desde la opinión pública? Porque el análisis económico de las decisiones públicas nos enseña que los políticos legislan y promueven políticas (policies) que agradan a sus electores con tal de conseguir y conservar el poder. ¿Me sigues el paso aquí? Si la opinión pública clama por privilegios, o no se opone a ellos con entusiasmo, habrá privilegios y, por lo tanto, habrá mercantilismo. De ahí que, si queremos mercado, es absurdo que convirtamos el Congreso o el Ejecutivo en antros para comprar y vender privilegios.
¿Por qué te cuento esto? Porque escribí un artículo en el que recomiendo que, para resolver el problema de las aguas, en vez de pedir la estatización, deberíamos confiar en soluciones de mercado. ¿Y sabes qué pasó? En TikTok, un lector me escribió: Políticas de mercado en un país mercantilista. Se cuenta solo el chiste. TikTok, por supuesto, no es el mejor lugar para explicar asuntos complejos como este; pero le contesté: Políticas de mercado… contra el mercantilismo y otras políticas estatistas. ¿Ves? Lo que traté de hacer es llamar su atención sobre el hecho de que mercado y mercantilismo son opuestos, excluyentes. Sobre el hecho de que el mercantilismo es una forma de estatismo. Por suerte, el lector siguió la conversación y preguntó: ¿Qué políticas de mercado pueden ocurrir en favor de la mayoría dentro del mercantilismo que vivimos hoy en Guatemala a favor de los que heredaron el territorio? Y los actores políticos que defienden ese orden. A lo que contesté: Las que apoye la opinión pública. Cero privilegios, por ejemplo. Esto es porque las políticas antimercantilistas no ocurren; hay que demandarlas y hacerlas realidad activamente. Cada vez que le pedimos algo a los políticos y burócratas, multiplicamos el mercantilismo.
En mi blog Carpe Diem y en mis columnas hay bastantes artículos contra el mercantilismo y a favor del mercado; pero debería haber más, y más, en otros espacios de opinión pública. No para beneficiar mayorías ni minorías, sino para no dañar la vida, la propiedad y la libertad de nadie, y para que no haya privilegios para nadie.
Si queremos un futuro donde prevalezcan la libertad y la justicia, debemos rechazar el mercantilismo con la misma fuerza con que defendemos el mercado. ¡Es hora de actuar desde la opinión pública y exigir cero privilegios!
Columna publicada en República.