A diferencia de lo que hizo Jorge Mario Bergoglio, el nuevo papa León XIV –Robert Prevost– no acudió al expediente populista de desestimar los atavíos papales tradicionales cuando salió al balcón a presentarse ante la ciudad y ante el mundo. Eso es una buena señal no sólo por el respeto a las tradiciones y a la dignidad del cargo que ocupa, sino porque los actos simbólicos populistas no suelen anunciar cosas buenas. Los símbolos no sólo representa cosas, sino que producen efectos de sentido, dijo, poco más o menos, Umberto Eco.

Robert Prevost -León XIV- ataviado como corresponde a un papa. La foto la tomé de X.
Por otro lado, Prevost eligió el nombre León, que inmediatamente evoca a León XIII, autor de la encíclica Rerum Novarum. Esta carta solemne trata de conciliar la doctrina católica con los desafíos de la industrialización, el socialismo y el liberalismo. La encíclica aborda la cuestión obrera en un contexto de desigualdades sociales exacerbadas por la revolución industrial (porque no termina de entenderla), defiende la dignidad del trabajo (aunque no especifica si es del trabajo productivo o del trabajo por sí mismo) y el derecho a un salario justo (sin relacionar este con la productividad y en el supuesto de que se fija sobre bases moralistas y no como un precio), mientras aparenta rechazar al colectivismo socialista y al llamado individualismo extremo del liberalismo laissez-faire. A ratos, Rerum Novarum parece entender la propiedad privada como pilar de la libertad y parece entender la iniciativa individual; pero es evidente que el autor desconfía del mercado, lo que genera fricciones con los principios de la economía como praxeología, que prioriza la espontaneidad del orden de mercado frente a intervenciones estatales.
La Rerum Novarum propone un equilibrio entre capital y trabajo al abogar por los sindicatos y por un rol subsidiario del Estado para proteger a los más débiles, ideas que resuenan parcialmente con una defensa de la sociedad civil frente al colectivismo. Sin embargo, la sugerencia de intervención estatal, aunque limitada, plantea problemas. Autores como Ludwig von Mises y Friedrich A. Hayek argumentarían que la injerencia estatal, incluso bien intencionada, distorsiona los precios, desincentiva la innovación y erosiona la libertad individual. La encíclica, al no profundizar en los mecanismos de mercado como coordinadores de la acción humana (como lo haría la praxeología), subestima la capacidad del orden espontáneo para resolver problemas sociales sin coerción. Aunque su diagnóstico de la explotación obrera tiene elementos de validez, su solución confía excesivamente en la regulación externa, en lugar de en la competencia y el descubrimiento empresarial.
La Rerum Novarum es clave para la Doctrina Social de la Iglesia, pero su enfoque moralizante choca con el método compositivo y no normativo de la economía austríaca. Mientras León XIII buscó un justo medio entre clases sociales, el liberalismo clásico y la escuela austríaca enfatizan que la justicia emerge del respeto a los derechos individuales y la libertad de intercambio, no de un diseño social impuesto. La encíclica, al priorizar la estabilidad social y la caridad, subordina en cierta medida la libertad individual, lo que genera una tensión no resuelta con los principios de Mises y Hayek.
Una oportunidad para León XIV
Dicho lo anterior, León XIV tiene la oportunidad de escribir una Rerum Novarum Nova que entienda la Cuarta Revolución Industrial y lo que se viene con las inteligencias artificiales en materias de propiedad, mercado, trabajo, productividad y ética. Una que aleje a la organización que dirige del lastre de la Teología de la Liberación y una que aleje a su iglesia de ideas como la de que el dinero es el estiércol del diablo, que los bienes tienen un destino universal, que las empresas no deben existir para ganar dinero, que el liberalismo económico mata de hambre y de falta de cultura, que el capitalismo es terrorismo contra la humanidad, y que los comunistas piensan como cristianos, ideas que hizo célebres su predecesor, el comandante Francisco.
De hecho, con respecto a esta última frase, Prevost dijo, en 2010, que el comunismo ha penetrado incluso en ambientes cristianos disfrazado de solidaridad. Es nuestro deber pastoral desenmascararlo. Sin embargo, el hecho de que el nuevo papa haya tenido una experiencia pastoral larga en Perú (la tierra de Gustavo Gutiérrez, de José Carlos Mariátegui y de Victor Raúl Haya de la Torrre, ¿influirá en sus ideas sobre el trabajo, la productividad, el salario, el dinero, el capitalismo, el liberalismo y temas parecidos al margen del comunismo propiamente dicho?
La cuestión del abuso sexual
Finalmente, no estaría bien pasar por alto que él, como muchos otros cardenales, ha recibido críticas por su trato con sacerdotes acusados de abuso sexual, tema que es más que espinoso y es tabú entre algunos comentaristas.
Durante décadas, la Iglesia Católica ha enfrentado una crisis global por casos de abuso sexual cometidos por clérigos, con un manejo inicial caracterizado por el encubrimiento institucional y la protección de los agresores. Desde finales del siglo XX, especialmente en países como Estados Unidos, México, Perú, Australia y Chile, salieron a la luz miles de denuncias que revelaron un patrón de traslado de sacerdotes acusados a otras parroquias sin informar a las autoridades civiles, priorizando la reputación de la institución sobre la justicia para las víctimas. Informes como el de Pensilvania (2018), que documentó más de 1,000 casos de abuso por 301 sacerdotes, evidenciaron un encubrimiento sistemático por parte de la jerarquía eclesiástica, con obispos que ignoraban denuncias o imponían castigos leves, como retiros temporales. Esta falta de transparencia erosionó la credibilidad de la Iglesia y alimentó la percepción de impunidad.
Desde el pontificado de Juan Pablo II, pero especialmente con Bergoglio, la Iglesia ha intentado abordar esta crisis mediante reformas. En 2019, el papa argentino promulgó Vos estis lux mundi, una normativa que obliga a los obispos a reportar denuncias de abuso y establece procedimientos para investigar a clérigos, incluidos obispos, por encubrimiento. Además, se crearon comisiones para escuchar a las víctimas y se pusieron en práctica políticas de aparente tolerancia cero en varias diócesis. Sin embargo, la aplicación de estas medidas es inconsistente. En países como Chile, donde los 34 obispos ofrecieron su renuncia en 2018 tras el escándalo del caso Karadima, se han visto avances, pero en otras regiones persisten críticas por la lentitud en las investigaciones y la falta de rendición de cuentas.
La Iglesia Católica enfrenta desafíos significativos para recuperar la confianza pública. La percepción de que las investigaciones internas priorizan la discreción sobre la justicia persiste, especialmente cuando casos prescriben en el ámbito civil o canónico sin sanciones claras. Además, la variabilidad cultural en el manejo de denuncias complica una respuesta global: en algunos países, el estigma social disuade a las víctimas de hablar, mientras que en otros, como Estados Unidos, las fiscalías han tomado un rol activo, revelando listas de miles de sacerdotes acusados. La presión de los medios y las redes sociales ha forzado a diócesis a reabrir casos, pero también ha generado críticas por sensacionalismo. La Iglesia debe equilibrar la presunción de inocencia con la necesidad de justicia para las víctimas, un proceso que sigue siendo objeto de debate y reformas incompletas.
Te adjunto enlaces a los trailers de dos películas sobre el tema de los abusos:
El rol de Robert Prevost
El cardenal Robert Prevost, prefecto del Dicasterio para los Obispos desde 2023 y exobispo de Chiclayo, Perú, ha sido acusado de encubrir abusos sexuales durante su gestión allá. Tres mujeres denunciaron en 2022 abusos cometidos por sacerdotes cuando eran menores, y afirmaron que Prevost no investigó adecuadamente y archivó las denuncias, lo que permitió que los acusados continuaran en sus funciones. Aunque la diócesis de Chiclayo sostiene que Prevost aplicó medidas cautelares y remitió el caso al Dicasterio para la Doctrina de la Fe, las víctimas aseguran que no hubo una investigación real y que el caso se cerró por prescripción en 2023. Estas acusaciones, respaldadas por la organización Survivors Network of those Abused by Priests y medios como Cuarto Poder, han señalado el rol de Prevost en el Vaticano, donde supervisa investigaciones de otros obispos. Sin embargo, algunos defensores argumentan que las acusaciones carecen de pruebas concluyentes y podrían estar motivadas por intereses políticos o venganzas locales, como represalias por su intervención en el caso del Sodalicio de Vida Cristiana.
Este escándalo es uno de abusos sexuales, físicos y psicológicos perpetrados por miembros de aquella organización católica peruana, fundada en 1971 por Luis Fernando Figari. Desde el año 2000, exmiembros como José Enrique Escardó denunciaron abusos cometidos por Figari y otros líderes, incluyendo a menores, lo que se destapó ampliamente con el libro Mitad monjes, mitad soldados de Pedro Salinas y Paola Ugaz. Las acusaciones revelaron un sistema de control autoritario, encubrimiento institucional y vínculos con el poder político y eclesiástico en Perú. A pesar de investigaciones civiles y del Vaticano, muchos casos prescribieron, sin embargo Jorge Mario Bergoglio ordenó la intervención del grupo en 2018, expulsó a Figari y otros miembros en 2024, y disolvió la organización en enero de 2025 por la gravedad de las denuncias, que incluyeron sadismo, sectarismo y mal manejo financiero. Este no es un caso único ya que, por ejemplo, la congregación Legionarios de Cristo estuvo involucrada en escándalos similares.
León XIV tiene ante sí un mundo que exige claridad y acción. Su elección del nombre León y su respeto por las tradiciones son un buen comienzo, pero su legado dependerá de cómo enfrente los desafíos éticos, económicos y sociales de nuestro tiempo. La Iglesia no puede seguir esquivando las sombras del pasado ni las demandas de justicia del presente. El papa debe liderar con verdad y valentía, o el peso de las críticas lo arrastrará.
Actualización: El 19 de mayo del 2025, Prevost se refirió a un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres. Insistió en su compromiso social y pidió luchar contra las desigualdades mundiales y las condiciones de trabajo indignas. No faltaron los medios que interpretaron que el nuevo papa empezó su pontificado con una crítica a los excesos del capitalismo, o con una dura crítica al capitalismo que margina a los pobres. El nuevo papa no mencionó expresamente al capitalismo, como su predecesor, de modo que no está claro por dónde va la bolita. ¿Quién podría estar a favor de marginar a los pobres, o con condiciones de trabajo abusadoras? Nadie con dos dedos de frente. Pero…sólo el desconocimiento de lo que es el capitalismo puedes suponer que ese sistema es el que favorece aquellas condiciones.