Un tiquismiquis y el mercado

Esta semana hubo un tiquismiquis porque al MSPAS se le filtró una normativa para la importación y distribución privada de vacunas anti covid; y algunas reacciones fueron reveladoras.

El mercado es un proceso, es lo que ocurre cuando las personas intercambian su propiedad.

La vacuna no debe ser privada…El mercado nunca va a funcionar para garantizar derechos, dijo un político estatista.

Pero, ¿qué es el mercado? El mercado es lo que ocurre cuando las personas intercambian voluntariamente su propiedad; y se basa en el principio de no agresión.  El mercado sólo es posible cuando se protegen los derechos de los participantes. Cuando los políticos colectivistas se meten en el mercado, ¡entonces es cuando los derechos son sustituidos por privilegios! Dados el carácter pacífico y voluntario del mercado, los intercambios se sellan mediante apretones de manos y contratos; en tanto que, cuando se involucran los criterios políticos estatistas, son la coacción, la legislación (e incluso la corrupción) lo que signa los bisne. Los mercados cooptados sólo son posibles con ayuda desde el poder político.

Cualquier solución privada generará inequidad duradera y profunda, dijo otro de aquellos. Lo que implica que, desde el poder, antes que una solución sanitaria efectiva, debería tener prioridad el propósito político de evitar la inequidad.

En aquel contexto, advertí que el poder político no debería tener el monopolio de las vacunas; y un lector opinó que el gobierno no tiene monopolio porque debe cumplir con lo que dice la Constitución.  Sin embargo, un monopolio es un monopolio, aunque sea un monopolio constitucional. El carácter constitucional sólo le da la bendición política al monopolio; la peor clase de monopolio. Otro lector señaló que la farmecéuticas que hacen vacunas no les venden a privados y que la discusión era estéril.  Pero digo que no es vana. Digo que la pita se va a reventar por lo más débil y que más vale estar listos para cuando la emergencia sea tal, que algunos gobiernos tengan que reconocer que necesitan ayuda para velar por la salud de la gente. Ya ocurre en Ecuador, por ejemplo.

Columna publicada en elPeriódico.

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