23
Abr 24

En el Día del libro

Hoy se celebra el Día del libro; y se conmemoran los fallecimientos de Miguel de Cervantes, William Shakespeare, y  Garcilaso de la Vega (con algunos ajustes convenientes debido a las diferencias entre los calendarios juliano y gregoriano).  En ese contexto te cuento una anécdota de mis años formativos relacionada con libros.

Creo que fue en Tercero Básico que empecé a hacer una lista de los libros que había leído.  Se la mostré a uno de mis amigos y él le comentó a uno de mis profesores: Luis Figueroa hizo una lista de los libros que ha leído, ¿cuántos ha leído usted? Y el profesor le contestó: No se, porque yo no soy presuntuoso como para hacer una lista así.

¡Ouch!, eso fue un gancho izquierdo a mi autoestima adolescente e interrumpí el listado.

Primera página de aquella tristemente célebre lista de libros.

En algún momento y vaya uno a saber por qué retomé el listado, tratando de recordar qué libros había leído.  Sin embargo, la observación de mi profesor me asaltó y suspendí la lista.  Todavía, a la fecha, me cuesta mucho contar qué libro estoy leyendo,  Ni siquiera para Carpe Diem puedo hacerlo con comodidad.

Pero como hoy quería escribir algo diferente para la celebración, busqué la lista y la encontré en una caja que se ha salvado de mudanzas y de mis arranques de Hoy voy a deshacerme de cosas.

De la lista me llama la atención su variedad.  También me llama la atención el hecho de que algunos libros los recuerdo perfectamente, con detalles, mientras que otros -por más que trato- no logro recordar; ni su trama, ni su aspecto, ni nada.  De algunos recuerdo perfectamente en qué contexto emocional me encontraba, o en que circunstancias me hallaba. Algunos me dejaron mucho y otros fueron una pérdida de tiempo.

Mi abuela, Frances, que era una gran lectora, siempre me decía que todo libro debe ser terminado de leer; pero nunca me convencí de eso. Puedo, perfectamente, abandonar un libro que me aburre, o que no llena mis expectativas.  Todos los de la lista los terminé, incluso los que al final consideré como irrelevantes. 

Como en otras ocasiones, en esta celebración aprovecho para homenajear a las personas que más tuvieron que ver con mi gusto por la lectura:  Mi padre, cuya figura sentada al atardecer en la sala de la casa, con un libro en una mano (y un trago en la otra), me inspiró para imitarlo; Mi abuela, Frences, y mi tía Baby, que me obsequiaron muchísimos libros, y me introdujeron al mundo de Ayn Rand y al de las novelas históricas; y a Conchita y a Joe Castellanos, que me regalaron Corazón, de Edmundo de Amicis, que fue mi primer libro propio.


18
Abr 24

Del Sol al plato, via El Soch

Hace casi 5,000 millones de años se inició una cadena de energía que terminó en la miel de panela que endulzó mis waffles con tocino. Parte de aquella cadena fascinante son el talento y las manos que cultivaron la caña, la pasaron por el trapiche, convirtieron el jugo en panela o rapadura, y la panela en jarabe.   ¿Así, o más fascinante?

Desayuno con waffles y tocino y jarabe de panela, de El Soch.

Del Sol y de sus erupciones de plasma viene la energía que se traduce en miel de panela, tocino,  waffles, jugo de naranja, café y leche.  El Sol y la vida están conectados íntimamente.

Panela, de El Soch.

Parece cosa de nerdos, pero hace años, mi amiga Carmen, me obsequió una mermelada de moras que había preparado y me dijo: Cuando la comas, cierra los ojos y piensa que es como comer rayos de Sol. ¡Y, pues, sí!  Ese mismo efecto me lo transmite la miel siempre; y el fin de semana pasado me lo transmitió el jarabe de panela.  El de El Soch y la finca El Recuerdo- específicamente- porque conocí la tierra en la que se cultivan las cañas, cargué cañas relacionadas con las que hicieron posible el jarabe sobre mis waffles, conocí y estreché las manos de quienes hicieron posible aquel cultivo y todo el proceso de producción de la panela.  Y vi como Raúl convertía la panela en jarabe.

Panela a punto de convertirse en jarabe para los waffles.

En El Soch comimos melcocha preparada por las manos de doña Nohemí, don Julio nos obsequió cañas y ambos nos regalaron un trozo de panela.  De la melchocha todavía tenemos un pedacito en casa; con las cañas terminamos rápidamente y pude compartir unos pedazos con mis compañeros en la oficina.  Y el jarabe de panela nos lo hemos gozado mucho. Además, la caña siempre me recuerda De la caña se hace el guaro, una canción infaltable en las fiestas de la casa de mis padres. 

Caña de azúcar en nuestra cabaña en el Soch. Foto por Raúl Contreras.

Caña de azúcar lista para comer en casa.

En casa hacemos los waffles en la waflera marca Universal, de ca. 1924 que era propiedad de mi bisabuela, Adela.  Es un placer, por sí mismo prepararlos en ese aparato porque es una antigüedad y me conecta en la historia con mi familia. Además, ha sobrevivido a más de 90 años de mudanzas y calamidades. Y tiene un detalle encantador, además de su diseño: los cuadritos de los waffles son pequeños; no grandes, como los de las wafleras de ahora. Y eso, aunque no lo parezca, tiene su encanto.

La waflera de Mami.

En casa, los waffles los hacemos con la receta de mi bisabuela, Adela, receta a la que le añadimos un poco más de Crisco, por consejo de nuestros amigos, Grete y Rodrigo, con muy buenos resultados.

El tocino es importante porque provee el balance salado necesario para que los waffles endulzados no sean empalagosos.  En casa usamos el tocino con pimienta, de Astoria.

Melcocha de doña Nohemí.

¿Y finalmente? Café del mejor, que en esta ocasión fue producido por nuestra cuata, Tona y leche de la finca Carmona.


26
Feb 24

Recuerdos y hamburguesas, viaje nostálgico por la Sexta Avenida

 

Hay muchos recuerdos en esta foto: El Tejano, Almacén Barón, zapatería Adoc en la Sexta avenida de la zona 1, en la ciudad de Guatemala.

La foto es de Cultura Histórica Guatemalteca.

El Tejano preparaba y servía las mejores hamburguesas de todo el universo mundo en aquel entonces. Para comenzar la carne era deliciosa y asada al carbón. Luego te servían la hamburguesa abierta, con la carne y el queso de un lado y los vegetales en el otro, de modo que los vegetales no perdían su frescura cuando mordías el pan.  

En la vitrina de El Tejano había una foto del célebre jefe apache, Gerónimo

La última vez que comí ahí fue en 1976, después del terremoto de ese año, cuando mi papá era el gerente general de Credomatic y las oficinas quedaban en el Edifico Novatex, en la Quinta avenida. 

Se atisba El Tejano a mano izquierda, inmediatamente después del Almacén Barón.

En el almacén Barón, en la segunda mitad de los años 70, compraba mis slips marca Adams que eran modernos, audaces y francamente chulos.  Fue un paso importante porque dejé de usar los yfronts tradicionales que me compraban mis padres.

El inmueble, donde ahora está la Plaza Vivar, era un hermoso ejemplo de la arquitectura d la ciudad de Guatemala posterior a los terremotos de 1917 y 18.

Vivencias y anécdotas de los terremotos 1917-1918

A mano derecha, en la foto, esta Adoc que fue la tienda donde yo compraba zapatos hasta ca. 1976.  Luego me pasé a una marca Ultra, que creo que todavía existe en la Novena calle y Octava avenida, creo. Poco después empecé a comprar una marca que  no recuerdo, pero la zapatería quedaba sobre la Sexta avenida, frente al parque Enrique Gómez Carrillo. 


20
Feb 24

Suenan los recuerdos en el Día de la Marimba

 

¡Hoy es el Día de la Marimba!; y a mí la música de las teclas de hormigo me enchina la piel.  Como lo he hecho en otros años les comparto una de mis piezas favoritas para ese instrumento: Río Polochic.

El autor de esta hermosa pieza es Rodolfo Narciso Chavarría; y a mí me trae a la memoria fiestas alegres en la casa de mis padres con ocasión de sus cumpleaños y en la de mi abuela, Frances.  También me recuerda a mi bisabuela, Adela, cuyas manos llevaban el ritmo de la música de marimba, aún cuando sus piernas ya no podían llevarla a lo ancho y lo largo del salón.

Mami tenía una marimba extraordinaria. Aún recuerdo que mi pecho temblaba cuando sonaban sus teclas y me paraba frente a ella para sentir la vibración y sus notas.

Ese instrumento fue fabricado por Rosendo Barrios, propietario de la famosa Fábrica Internacional de Marimbas; y uno de los orgullos de Mami era su marimba.

Adela, mi bisabuela, baila con su segundo esposo, Victor Morales. Atrás baila Chi-Yun Fei, esposa del escritor Karl Eskelund, ca. 1947 Foto por Helen Williams.

En un reportaje titulado Una voz de madera, Mario Barrios (hijo de don Rosendo) contó que la última marimba fabricada por su padre fue la del Hotel Casa Contenta, en Panajachel. En aquella época la propietaria de aquél establecimiento legendario era mi bisabuela, Adela Schuman de Morales, y ella le dijo a don Rosendo: Quiero una marimba que suene. Dicho y hecho. De la fábrica salió una marimba tallada al gusto; pero, sobre todo, potente. Tanto que el sonido rompió los vidrios del lugar, cuenta el reportaje por Christa Bollman que fue publicado en la Magazine 21, el domingo 24 de enero de 2002.


19
Feb 24

Aroma de nostalgia, jocotes marañones y recuerdos de infancia

 

Con los jocotes marañones tengo una relación extraña.  Por su sabor, su aroma, su color y su textura deberían estar entre mis frutas favoritas y sin embargo nunca están en mi top of mind de esa lista.  

Se bien por que…porque dada su astringencia no puedo comerlos como fruta y sólo puedo disfrutarlos en refresco.  Eso sí…¡me los gozo mucho, muchísimo!

Como los mangos -que sí están en mi lista de frutas favoritas justo debajo de los chicos- los jocotes marañones son estacionales y sólo se los encuentra en esta temporada.  Así que los espero con mucha alegría y cuando su aroma inunda la casa, nos hace muy felices.  El solsticio de primavera es la temporada de jocotes marañones y mangos.

Ayer, Raúl trajo los primeros jocotes a casa y están preciosos.  Son bien criollos de modo que su aroma es intenso, y estoy seguro de que su sabor no nos decepcionará.

Para los no iniciados, los jocotes marañones son las frutas de cuya semilla -en el exterior- se extraen las nueces que se conocen como marañones, anacardos o cashew nuts.  Mi tía abuela, La Mamita, las asaba en las brasas para comer, y también las pintaba de modo que parecían caritas de mono.  Los niños jugábamos con ellas con la advertencia de que eran venenosas y de que no debíamos llevarlas a la boca.

Lo que me fascina de esto es que los niños de mi generación no éramos esos críos sobreprotegidos que hay ahora.  Podíamos jugar con semillas venenosas y se esperaba, de nosotros, que tuviéramos el buen juicio de no ingerirlas.  No se nos apartaba de ellas, ni se nos ocultaban, ni nada parecido.  Teníamos los conocimientos necesarios para no intoxicarnos con estas, o con semillas de higuerillo, por ejemplo; y los teníamos en abundancia como para no tocar el chichicaste.

Charge it to experience, era la moraleja si uno cometía un error.


22
Ene 24

De la tinta al pixel y el encanto de una imprenta en La Antigua Guatemala

Como en otra vida trabajé en una imprenta, porque todavía viví la importancia de los medios de comunicación impresos desde la redacción de un periódico y porque en sí, la imprenta me parece un invento fascinante, disfruté muchísimo una visita a la imprenta antigua que hay en El Palacio de doña Leonor, en La Antigua Guatemala.

Esta placa me pareció particularmente graciosa.

El encargado hace cuadernos bellamente empastados con materiales como hojas de romero y piel de culebra: también hace papel marmoleado.

Hay docenas de placas en la imprenta de El Palacio de doña Leonor.

Cuando trabajé en la imprenta ya no se usaban las placas antiguas como las de las fotos que ilustran esta entrada, sino que operábamos con litografía.  

¿Sabes que la frase en inglés para imprenta es printing press, porque la prensa presionaba o imprimía el papel? Eso ya no ocurre en las litografías porque los pliegos de papel pasan por las placas y por los rodillos.  Por esto es que son muy raras las ilustraciones y ya no digamos las fotos en los libros antiguos. 


28
Nov 23

En el vagón de tren de Manuel Estrada Cabrera

El vagón de tren que usaba don Manuel Estrada Cabrera, expresidente de Guatemala a principios del siglo XX fue uno de los tres vagones presidenciales que visité el sábado en el Museo del Ferrocarril.

Atravesamos el carro y vimos la ducha y el lavabo, la cocina, el dormitorio y el comedor de aquel vagón histórico que está bastante bien conservado y que guarda un aroma a madera característico.  El paseo por ese vagón -y por los otros dos- consigue que uno viaje en el tiempo.  

Los otros dos vagones que vimos fueron el de don Jorge Ubico y el del presidente José María Orellana.

Porque mi padre vendía cajas fuertes, telégrafos y lacre, en los años 80 visitó esos vagones y el del arzobispo; y regresó a casa muy contento de haberlos visto.  Me contó que eran fascinantes y quedamos en visitar la Estación Central en un futuro próximo; y nunca se dio la ocasión.  Hubiera sido alegre hacer la visita con él.

@luisficarpediem

Vagón de tren en el que viajaba don Manuel Estrada Cabrera, presidente de Guatemala, a principios del siglo XX. Don Manuel fue el jefe de estado del 8 de febrero de 1898 al 15 de abril de 1920 #tren #ferrocarril #manuelestradacabrera #historia #historiadeguatemala

♬ La Minerva – III. Himno a la Mujer – Juan Pablo Contreras & Orquesta Latino Mexicana & Angélica Olivo

Eduardo, el guía del Museo de Ferrocarril hizo que la visita al museo y, y especialmente a aquellos carros fuera muy educativa y agradable. 

Nunca viajé en tren así en serio y me hubiera encantado.  Mi tía abuela, La Mamita, nos contaba historias de viajes en ferrocarril y a mí siempre me maravillaban, no sólo la idea de ver pasar los paisajes distintos, sino las llegadas a las estaciones y las algarabías que se armaban entre vendedores de alimentos, pasajeros y otras personas habituales de esos lugares.

Comedor del vagón de don Jorge Ubico con vajilla antigua.

Cuando yo era niño había El tren de la alegría, que iba a Amatitlán y ese es otro paseo que nunca hice; pero en agosto pasado di un paseo breve que estuvo muy alegre.

Dormitorio del vagón del general José María Orellana.

También de niño leía sobre trenes en la enciclopedia Mis primeros conocimientos.  ¿Tuviste una de esas? El volumen de trenes, aviones y viajes interplanetarios era uno de mis favoritos. Más tarde, con la lectura de La rebelión de Atlas, los trenes se volvieron a hacer presentes en mi imaginación.


29
Oct 23

Adiós a Mathew Perry

 

Mathew Perry fue el inolvidable Chandler Bing en la serie Friends. Falleció el 28 de octubre de 2023.

Mathew Perry, foto por Valerie Jarrett / @vj44 via X (Twitter), Dominio público, via Wikimedia Commons

Durante los años 90 Friends fue una de mis series favoritas; y si tuviera que elegir un personaje favorito…pues…no podría porque todos tenían lo suyo.  Mathew Perry por lo menos fue nominado a tres premios Emmy por Friends y por The West Wing.  

Mis respetos para Mathew porque en la escuela derrotó a Justin Trudeau  en una pelea. Tuvo una vida difícil por su adicción a opiáceos a lo que logró sobreponerse para luego dedicar energías al activismo.

Adiós, Mathew Perry.


16
Oct 23

Adiós a Mark Goddard

 

Mark Goddard fue el mayor Don West, piloto del Júpiter II, en la original Perdidos en el espacio de 1965.  Fue el antagonista del nefasto doctor Zachary Smith.

Mark Goddard en Perdidos en el espacio. La foto la tomé de https://lostinspace.fandom.com/wiki/Don_West_(Original_Series_Role)

En aquella serie también tenía una relación con Judy, la hija mayor de la familia Robinson. Perdidos en el espacio, junto con El Zorro y Batman, fue una de mis series favoritas de aquellos años. 

Goddard tuvo participaciones en otras dos series que yo veía, y que no fueron tan populares como la anterior: El hombre del rifle, y El rebelde.

Mark Goddard murió el 13 de octubre de 2023.  Adiós, mayor West.


02
Oct 23

Encontré mi tarjeta de inscripción militar

 

Cuando ordeno gavetas y espacios en casa no es raro que encuentre cosas curiosas, y lo que hallé el domingo fue mi tarjeta de inscripción militar, documento que uno tenía que obtener cuando cumplía los 18 años de edad.

El caso es que una vez cumplí la mayoría de edad fui al Registro Civil a obtener mi cédula de vecindad, al Registro Electoral a conseguir mi cédula de ciudadanía, y al Cuartel General del Ejército a sacar mi inscripción militar.

Esta última no implicaba prestación de servicio militar; y no he abierto el reglamento correspondiente -de 1936- para entender sus alcances.  El caso es que, al cumplir 18, mi amigo Bobby y yo fuimos muy contentos a cumplir con este requisito legal que confirmaba que éramos adultos. 

Es chistoso que la tarjeta se refiere a mi como el Soldado Luis Alberto Figueroa Jurado; y en consecuencia mi papá me puso el apodo de Beto el recluta, en alusión a una tira cómica que se publicaba en aquellos tiempos.