25
Mar 14

Samuel Pérez Attías tropezó de nuevo, y con la misma piedra

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En su colulmna Reacción libertaria, Samuel Pérez Attías afirma que lo calumnié cuando dije que él engaña a sus lectores al asegurarles que  los libertarios no leemos a ciertos autores. Verás: según el diccionario engañar es  hacerle  creer a una persona una cosa que en realidad es mentira.  En esa columna, además, le atribuye al columnista, Fritz Thomas, algo que él no ha dicho, ni ha escrito. ¿Por qué es que Pérez hace cosas así? ¿Por qué es tan descuidado?

Esto viene a cuanto porque, en una columna previa, titulada Libertarios esclavos Samuel quiso causar, en sus lectores, la impresión equivocada de que a los libertarios nos da pavor leer a Marx, entre otros autores.  A sus lectores les transmitió una idea falsa de la realidad.

Yo quisiera, de verdad, que Pérez Attías se tomara unos minutos para explicar cómo es que dar una impresión equivocada, transmitir una idea falsa de la realidad, y hacerles creer a unas personas cosas que en realidad son mentiras, no son engaño.  Digo…porque cómo va a ser que Samuel acuse a los libertarios de tenerle pavor a Marx (por ejemplo) si  muchos de nosotros hemos pasado meses y meses leyendo no sólo a Marx, sino a Engels, Kolakowski, Harnecker y otros.  Puede que seamos masoquistas (broma), pero que no friegue. Yo no he leído a Klein, pero por hueva, y no por pavor…y porque tengo otras cosas que leer. Y claro, habrá libertarios que no hayan leído a Marx; pero seguro que hay socialistas que no han leído a Mises, ni a Rand, ni a Nozick, ni a Hayek.  ¿O me equivoco? Pérez Attías quiere que sus lectores le creean cuando él dice que algunos son todos y con ese argumento acusa, señala y critíca.

En Reacción libertaria, el autor tropieza de nuevo… y con la misma piedra con que ya había tropezado en Libertarios esclavos.   Quiere que sus lectores no se den cuenta de que él ejerece las malas prácticas que según él usamos los libertarios.  De entrada acusa a los libertarios de ser una secta; y luego -en un contexto en el que clama por la libertad de pensar, y contra los que se molestan porque se cuestione su ideología,  y clama por que otros salgan de sus zonas de conofort- se queja de que sus columnas sean objeto de acuciosidad.  ¿Pérez preferiría que sus argumentos engañosos fueran aceptados sin ser cuestionados?

Samuel se queja del uso de adjetivos; pero él no tiene empacho alguno en titular una columna con la frase: Libertarios esclavos; ni de señalar a los libertarios radicales.  Que nos explique, por favor, por qué es que él sí puede hacer esas cosas, y los demás no.  Por otro lado, ojalá y tuviera tiempo para explicarnos por qué es que es incorrecto, o inapropiado referirse como estatista, o comunista a un pensador, o a un activista que es marxista-leninista, o maoista, y que cree que el estado debería controlar la economía, la salud, la producción, la educación, la información y otras cosas parecidas.  De veras.  Porfa.  Si un animal camina como pato, tiene plumas de pato, pico de pato, palmas de pato y hace ruidos de pato, es pato.  ¿Será que -desde la particular perspectiva de Samuel- es incorrecto o inapropiado referirse como libertario a un pensador, o activista que cree que la coacción arbitraria debe ser eliminada total y absolutamente de las relaciones sociales, y que cree que la única igualdad posible en la sociedad es la igualdad de todos ante la ley?  Los conceptos son abstracciones por medio de las cuales integramos y comprendemos las experiencias que tenemos como consecuencia de la interacción con nuestro entorno.  Sirven para encontrar similitudes y diferencias. Sirven para clasificar y como adjetivos son predicados del sujeto, dicen algo del sujeto; y por eso es que los conceptos de libertario radical, o de anarco-capitalista, o de objetivista son tan útiles  y válidos para describir a libertarios radicales, anarco-capitalistas u objetivistas;  como los de estatista, colectivista, o comunista lo son para describir a estatistas, colectivistas, o comunistas.

Pérez se queja de que se cuestione al mensajero en vez del mensaje.  Empero, no me parece inapropiado pedir, con nombres y apellidos, que el autor de una columna en la que critica a otras personas explique por qué afirma cosas que no son reales y por qué es que usa instrumentos de retórica que asegura que otros no deberían usar?  ¿Por qué es que no es válido pedirle a Pérez Attías que nos cuente por qué es que el cree que no se deben usar conceptos, o adjetivos para describir acciones, o formas de pensar?  Si yo no vuelvo a usar estatista, ¿dejará él de usar libertario?  ¿Cómo dirá libertarios, cuando quiere referirse a los libertarios sin usar la palabra libertarios?

¿Sábes qué se me hace? Que Samuel se masca cuando escribe esas cosas; y que por eso es que se descuida.


07
Mar 14

Samuel Pérez Attías y los libertarios…o lo que él cree que son los libertarios

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En su columna titulada Libertarios esclavos, Samuel Pérez Attías se echó una pirotécnia increíble para decir mucho y decir nada contra los libertarios.

Pérez Attías engaña a sus lectores cuando acusa a los libertarios  de no leer a Marx, Chomsky, Galeano y otros.  Y mi pregunta es: ¿los engaña a propósito, o por desconocimiento?  Si los engaña a propósito la verdad es que qué mala taza. Creo que los lectores merecen más respeto.  En cambio, si los engaña por desconocimiento, eso es otro par de zapatos. Quizás el columnista no sabe que muchos libertarios hemos estado leyendo a Carlos Marx, Marta Harnecker, Leszek Kolakowski, Fredrick Engels, Pierre-Joseph Proudhon, y Henri de Saint-Simon, entre otros como parte de un seminario sobre socialismo, desde hace ratales.  Yo no se de otros libertarios, porque cada individuo tiene su historia particular; pero cuando yo estudiaba ciencias políticas en la Universidad Rafael Landívar tuve mis dosis espesas de Marx, Lenin y Engels; así como de Harnecker, Gramsci, Stavenhagen y Galeano.  No he leído a Klein, ni me dan ganas; pero tampoco he leído a otro montón de gente.

El columnista señala y acusa.  Por ejemplo, dice que el libertario sigue las doctrinas de Rand sin cuestionar las falencias que también tiene; pero como pinta con brocha gorda (gordísima) y juzga desde sus prejuicios (porque sospecho que nunca ha estado en una mesa en la que discuten libertarios y objetivistas, ¿o sí?) no puede saber (o no quiere enterarse) de que libertarios y objetivistas sostienen intensas discusiones en las que cuestionan perspectivas y principios éticos, jurídicos, económicos y epistemológicos que muchas veces son enfrentados. El libertarianismo es una postura política y el Objetivismo es una filosofía que pueden, o no tener puntos en común.

¿Sabés que me gustaría, Samuel? Que les detallaras a tus lectores algunas de aquellas falencias. Como supongo que has leído suficiente de Rand, ese detalle no debería ser sacado de Google, sino de esas lecturas tuyas. ¿Nos harías la caridad?  Eso sería mejor que el simple acto de acusar y señalar.  Cuéntales, por favor, y sin sólo señalar, ¿en qué enredo ha caído, qué libertario, al definir la libertad? No subestimes a tus lectores.

Samuel se queja de que los libertarios usan adjetivos; pero ¿él sería incapaz de eso? ¡No, que va!  Desde su torre de observación él si puede permitirse hacerlo.  ¿No me crees? ¿Nadie haría algo tan simplón? No te creas: Pérez Attías acusa a los libertarios de fundamentalistas.  ¿Eso es un adjetivo, o no? Cuando Pérez Attías acusa a los libertarios de ser doctrineros y de ser esclavos de un pensamiento único no sólo está usando etiquetas o adjetivos (que según él no deberían ser usados), sino que lo hace sin fundamentos.  Sin fundamentos porque aparentemente no ha hecho el ejercicio intelectual de diferenciar entre objetivistas, anarco-capitalistas y libertarios, y no puede ver las diferencias entre los austriacos, los de Virginia y los de Chicago.  Parece ser que para él todo es sabor de vainilla.

Frente a sus ojos no pasa que cuando un libertario dice que tal, o cual pensador, o tal o cual grupo de interés es estatista, por decir un ejemplo, es porque el aludido sostiene que el estado y sólo el estado debería proveer energía eléctrica, por ejemplo. Y porque el aludido ha expresado que el hecho de que en en los países escandinavos, en Quebec, en Francia y en otros lugares la energía eléctrica es estatal, otros deberían seguir ese camino.  La creencia de que los políticos y sus funcionarios deben controlar lo que se enseña en las escuelas es estatista, no por un capricho libertario (que incomode a Samuel), sino porque supone que el estado tiene un papel protagonista en la educación. ¿Viste?

Eso sí, él sí puede crear un hombre de paja para tratar de apalear a los libertarios. El sí puede acusarlos de doctrineros y puede hacer uso de palabras como fundamentalismo y libertarianismo.  Pero para él y en su mundo, ¡porque él lo dice!, eso no es ni etiquetar, ni hacer uso de los ismos.

Hay que verlo para creerlo, ¿o no?


26
Feb 14

Daniel Raisbeck, ejemplo para los políticos jóvenes latinoamericanos

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A Daniel Raisbeck lo conocí durante un coloquio sobre la libertad en el pensamiento español, en el que participamos en abril de 2013; y ahora resulta que es el único candidato libertario para la Cámara de Representantes de Bogotá -y es postulado por el Partido Conservador- agrupación en cuyas filas también militan increíbles personajes ultramontanos.

El Estado no puede controlar al individuo y tiene que parar de intentarlo… Yo creo en la libertad del individuo, dijo en un foro reciente.; y en su página Web dice: me guía un aforismo del filósofo Nicolás Gómez Dávila: “la política sabia es el arte de vigorizar la sociedad y debilitar el Estado”.

Desde junio del 2012 dirige la Biblioteca Antigua y el Archivo Histórico de la Universidad del Rosario, donde enseña griego, latín e historia grecorromana.

He aquí dos de sus propuestas:

Educación pública, calidad privada

Menos impuestos, más emprendimiento

Difiere con sus compañeros de partido al estar a favor de la descriminalización de los usuarios de drogas.  Soy ciento por ciento legalización, creando un mercado regulado, como es el caso del alcohol y el tabaco. Podemos tener etiquetas que digan “la cocaína es perjudicial para la salud”, indicó.  Y otro tema que lo enfrenta con sus copartidarios es el del casamiento entre parejas del mismo sexo: El individuo debe ser libre a la hora de escoger a su pareja- independientemente del sexo de esta- y el Estado no se debe entrometer en la vida íntima del ciudadano, ha expresado.

El arguemento de Daniel para explicar el tema es uno de los mejores que he visto. Para mí es evidente que el “matrimonio” homosexual es una imposibilidad semántica; la raíz de la palabra matrimonio, la cual proviene de matrimonium en latín, es “mater” o madre, así que un matrimonio se refiere exclusivamente a una unión que puede conducir de manera natural a la maternidad. Por otro lado, el matrimonio es una institución que existe desde antes de que existiera cualquier Estado moderno y, siendo la base de la familia, históricamente ha sido una institución que ha funcionado como un contrapeso al poder del Estado. Sospecho de cualquier intento de utilizar la fuerza estatal para cambiar la definición común de las palabras; es más, considero que tales esfuerzos se basan en un impulso totalitario digno del adjetivo “orwelliano”. Por ende propongo que se hable desde de la sociedad civil de “casamiento homosexual”. El verbo “casar” proviene del latín casa, así que casarse significa formar un hogar. Como argumenté en el primer párrafo, una pareja homosexual es plenamente libre a la hora de formar un hogar y, por ende, de casarse, ha explicado.

Es refrescante la participación de un candidato consistentemente libertario -sobre todo dentro de un partido conservador-.  Consistencia es lo que hace falta dentro de muchos movimientos libertarios.

Yo digo que no hay que perderlo de vista y que el suyo puede ser un ejemplo para otros jóvenes que participan, o quieren participar en política.


24
Jun 13

Algunos”liberales” chapines son conservadores

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Estoy totalmente de acuerdo con los columnistas y académicos socialistas que afirman que algunos liberales guatemaltecos en realidad son conservadores.   Librecambistas sí son muchos de ellos y también son neoliberales; pero ¿liberales clásicos, o libertarios? Les voy a contar por qué es que no lo son.

Los acabo de ver cerrando filas, con el conservadurismo más cachureco o religioso posible, contra la Convención interamericana contra el racismo, la discriminación racial y formas conexas de intolerancia.  En ese documento, y con mucha habilidad, los patrocinadores de aquel acuerdo mezclaron el tema del racismo -a favor del cual no puede estar nadie con dos dedos de frente y menos si se dice liberal- con el matrimonio igualitario y el derecho de las mujeres a elegir qué hacer con sus cuerpos y sus vidas.  Estos dos últimos temas espantaron a los conservadores de todos los colores, incluyendo a los que se dicen liberales; y ahí se resbalaron.

Si le creemos a Alberto Benegas-Lynch que la mejor definición de liberalismo –que ha sido tan mal interpretado– es el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros, no es difícil empezar a atisbar por qué es que afirmo lo anterior.  La prueba o el “test” no es la tolerancia con las personas que comparten nuestro proyecto de vida, sino con las personas que disienten con nuestro proyecto de vida.  Sólo en este contexto se puede recurrir a la fuerza cuando hay lesión de derechos de terceros, explica Benegas-Lynch.

Tanto el matrimonio, como el derecho a hacer uno con su cuerpo y su vida lo que mejor le convenga a uno son temas inseparables del proyecto de vida individual de cada persona.  Además, ¿no es cierto, pues, que la filosofía de la libertad está basada en la propiedad de uno mismo? ¿No es cierto que la propiedad de ti mismo quiere decir que tú eres dueño de tu vida? ¿No es cierto que negar esto significa que otras personas tienen más derechos sobre tu vida, que tú mismo? ¿No es cierto que ninguna otra persona, o grupo de personas son dueñas de tu vida? Y claro, tú no eres dueño de las vidas de otros.

¿Se les escapa esto a los conservadores que pasan por liberales? Si.  ¿Por qué? En el caso del matrimonio porque se han tragado la idea, o se han hecho a sí mismos la idea de que el matrimonio no debe servir a los proyectos de vida de los involucrados; sino a los de la sociedad, los del estado, o los de un dios.  Y en el caso del aborto, porque se han tragado la idea, o se han hecho a sí mismos la idea de que el cuerpo de una mujer no es suyo, ni debe servir a sus proyectos de vida; sino a los de la sociedad, los del estado, o los algún dios.  Los conservadores, claro, son colectivistas, y apuntan que no eres dueño de tu vida.  Apuntan que otros son dueños de tu vida. 

El caso del matrimonio igualitario

Sostengo que la única posición liberal con respecto al matrimonio igualitario es la misma que se le aplica al matrimonio en general: Nada tiene que hacer el estado, metiéndose en los asuntos que son propios de los proyectos de vida de las personas.  Empero, como el estado ya se ha metido a regular algo tan privado e íntimo como el contrato por medio del cual las personas deciden compartir sus vidas,  el reconocimiento del matrimonio igualitario por parte del estado constituye un acto de justicia y una confirmación del principio de igualdad de todos ante la ley.

En realidad lo que conocemos como matrimonio es un acuerdo privado entre personas que deciden compartir sus vidas y hacerlo en el marco de cierta formalidad.  Formalidad que subraya su carácter de compromiso y que busca el apoyo del prójimo para la pareja contrayente.

En algún momento de la historia de la humanidad las religiones dispusieron hacer uso del matrimonio para hacer avanzar sus intereses; e igual cosa hizo el estado.  Pero antes de que ambas instituciones se inmiscuyeran en aquel acuerdo privado, ya había compromisos de largo plazo entre personas individuales que decidían unir sus vidas.  Las iglesias cristianas y el estado pretenden que el matrimonio sirva principalmente para la reproducción; y viene a mi mente la oración que, uno de los protagonistas de la novela Como agua para chocolate, dice antes de copular con su esposa a través de una sábana con un agujero.  Pedro reza no es por vicio, ni por fornicio, sino para hacer un hijo para tu servicio.

Ahora bien, como las personas no son animalitos que sólo se aparean para perpetuar la especie, o son apareados para enriquecer el hato, el matrimonio del siglo XXI debe tomar en cuenta las diversas razones que llevan a las personas a juntarse.  La comunidad de intereses, el amor, la admiración, la búsqueda de compañía, entre muchos otros, son ejemplos de aquellas razones.  No es extraño, entonces, que en la sociedad, que es evolutiva por naturaleza, las palabras también evolucionen.  Recuerdo que mi profesor de Lenguaje, don Salvador Aguado, nos advirtió una vez que los diccionarios etimológicos eran útiles para conocer mejor las palabras y para conocer sus orígenes; pero que no servían para saber su significado porque muchas veces el significado actual de aquellas, se alejaba del de su génesis.

De esa cuenta, el matrimonio tradicional reservado únicamente para parejas heterosexuales en el marco de culturas propias de sociedades cerradas, puede perfectamente pasar a ser el matrimonio moderno, como contrato de convivencia y de respeto mutuo entre individuos, en el marco de culturas propias de sociedades abiertas.  Ni al servicio de la iglesia, ni al servicio del estado; sino que al servicio de aquellos que, en ejercicio de sus derechos como personas humanas y en persecución de sus proyectos de vida asuman el compromiso.

Imagina el caso de una pareja homosexual a la que a una de las partes se le niegue el acceso a ver a su contraparte, en la sala de cuidado intensivo, sólo porque no es pariente cercano de su pareja.  ¿Sería eso correcto? No.  Creo que una pareja del mismo sexo tiene tanto derecho de estar al lado de la persona que ama, como lo tiene una pareja de sexos distintos.

En la película Si las paredes hablaran 2 se cuenta la historia de dos ancianas que habían sido pareja durante toda su vida.  Y cuando una de ellas muere, llega la familia de la difunta y saca a la sobreviviente de la casa dejándola sola y desamparada, luego de humillarla.

Alguien podría decir que fue por descuido y que ambas deberían haber pensado en esa posibilidad, y que deberían haber hecho testamento, y qué se yo.  Pero lo cierto es que no hay razón alguna para que, en una sociedad abierta, una clase de personas tenga ciertos derechos y otra clase de personas no los tenga.  Y no hay razón para que estas últimas tengan que hacer previsiones adicionales, sólo porque al estado (en respuesta a presiones de grupos privilegiados) se le antoja que no haya igualdad de todos ante la ley.

El matrimonio igualitario es un acto de justicia que reconoce el carácter contractual y privado del matrimonio; y que reconoce, sobre todo, el derecho de todas las personas a unir sus vidas y a buscar el apoyo de sus prójimos, sin discriminación, ni privilegios.  Esa es una posición liberal, que respeta el proyecto de vida de los demás, y no una estatista, ni colectivista, ni conservadora.

El caso del aborto

Cuando se dice que la mejor definición de liberalismo es el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros nunca falta quién diga que eso incluye el proyecto de vida de los embriones.  Que incluye la vida de los embriones, y la de los fetos.  Sin embargo la palabra proyecto se refiere a planes y disposiciones detalladas para la ejecución de algo; o propósitos, o pensamientos de hacer algo.  Perdonen  por lo franco que soy: los embriones y los fetos no tienen proyectos.

¡Pero son vida!, dirá alguien más.  A esta afirmación sólo se puede responder que son vida potencial; pero no son vida real.  Perdón por la franqueza; pero en ningunas condiciones, ningún embrión es viable independiente de la madre (que sí es vida real y tiene proyectos) antes de las 23 semanas de gestación.  ¿Hay lesión de derechos de terceros cuando se abortan un embrión, o un feto? No. No se tienen derechos hasta que no se ha nacido, aunque lo diga la legislación.  Y todo liberal sabe, o debería saber, que las legislaciones pueden decir todo tipo de cosas, lo cual no quiere decir que sean filosófica, ética, o jurídicamente sostenibles.  Lo cierto es que desde esta perspectiva, el ser viviente que es la mujer (y sus proyectos de vida) tiene precedencia sobre lo que no está vivo o no ha nacido.  Perdón por la franqueza.  ¡Es un ardid eso de equiparar lo potencial con lo real!

Como el liberalismo es esa idea radical de que las demás personas no son nuestra propiedad, consideremos algunos casos ilustrativos:

Cuando un criminal viola a una mujer y la deja embarazada, lo cierto es que la bestia usa el cuerpo de la mujer sin su consentimiento y usa uno de sus óvulos sin su permiso y con violencia.  Muchas veces con violencia brutal.  Si este acto salvaje es repugnante, ¡más repugnante debería ser, para el verdadero liberal, que grupos específicos de la sociedad usen la coacción legal para forzar a la mujer a gestar la imposición del delincuente!  Sin embargo, para los conservadores, la mujer debe aceptar la imposición porque no es dueña de su cuerpo, ni de sus proyectos de vida.  Estos deben estar al servicio de la sociedad, del estado, o de un dios.   La mujer no es dueña de su cuerpo, los dueños son los que dicen representar a la sociedad, al estado, o a algún dios.

El caso de la violación es más fácil de entender que los casos del error, la ignorancia y el descuido.  La mujer que se embaraza por error, por ignorancia, o por descuido, ¿debería pagar por ello durante el resto de su vida?  Si reconocemos que es moralmente bueno respetar irrestrictamente los proyectos de vida de los demás, la respuesta es No.  No podemos imponerles a otros nuestros proyectos de vida.  La tarea de criar un hijo (especialmente de uno no deseado) es una responsabilidad tan grande que nadie debería ser forzado a emprenderla.  ¿Has oído la frase de que tener un hijo es una enfermedad de nueve meses, y una convalecencia de toda la vida?  Perdón por lo coloquial de la frase; pero nadie debería ser obligado a eso, sólo porque ciertos grupos sociales creen que tienen la facultad de imponer la maternidad.  Un embarazo no deseado (por violencia, ignorancia, error, o descuido) puede alterar los proyectos de vida, de una mujer,  de manera irremediable y profunda; y puede ser un desastre que sólo traiga miseria e infelicidad.

El Factor D

El conservador puede sentirse moralmente cómodo al defender el sacrificio; pero el liberal o libertario no.  Este último sabe que el derecho a la búsqueda de la felicidad y el derecho a perseguir uno sus proyectos de vida son valores que están encima de las demandas de cualquier grupo de interés, o de cualquier colectivo.  El liberal o libertario sabe que los derechos individuales deben prevalecer sobre los intereses colectivos.  El liberal o libertario sabe que entregar algo de menos valor, a cambio de algo de más valor no es propio de la naturaleza humana.  Sabe que eso ocurre sólo por ignorancia, por error, o por la fuerza.

El hecho es que hay grupos de interés y colectivos que están convencidos de que hay un dios que les impone ciertas normas.  Y creen que tienen la facultad de convertir aquellas imposiciones en leyes aplicables a otros grupos y a los individuos que componen la sociedad, aunque estos no compartan al dios de aquellos.  Creen que tienen la facultad de regular el matrimonio y los cuerpos y proyectos de vida de otras personas del mismo modo en que otros grupos de interés creen que tienen la facultad de regular el uso que se le debe dar a la propiedad, la educación que se les debe dar a los hijos, o qué se puede vender y comprar y a qué precios.

Ya lo dijo Friedrich A. Hayekla filosofía conservadora, por su propia condición, jamás nos ofrece alternativa ni nos brinda novedad alguna…De ahí que el triste sino del conserva­dor sea ir siempre a remolque de los acontecimientos… Los conservadores, cuando gobiernan, tienden a paralizar la evolución o, en todo caso, a limitarla a aquello que hasta el más tímido aprobaría. Jamás, cuando avizoran el futuro, piensan que puede haber fuerzas desco­nocidas que espontáneamente arreglen las cosas; mentalidad ésta en abierta contraposición con la filosofía de los liberales, quienes, sin complejos ni recelos, aceptan la libre evolución, aun ignorando a veces hasta dónde pue­de llevarles el proceso…Ese temor a que operen unas fuerzas sociales aparentemente incontrola­das explica otras dos características del conservador: su afición al autorita­rismo y su incapacidad para comprender el mecanismo de las fuerzas que regulan el mercado.

Como consecuencia los conservadores le han entregado al socialismo la defensa de principios que son propios del liberalismo: el derecho a la vida, la igualdad de todos ante la ley, el derecho a perseguir los propios proyectos de vida, y la propiedad de uno mismo.   Vergonzosamente, en nuestro entorno, son grupos principalmente socialistas los que defienden el matrimonio igualitario y el derecho de las mujeres a disponer de sus cuerpos.  El conservadurismo disfrazado de liberalismo está más comprometido con las exigencias de sus pastores –que les hablan en nombre de su dios­– que con el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otro.  De ahí que cuando se discute la Convención interamericana contra el racismo, la discriminación racial y formas conexas de intolerancia los conservadores cierren filas con las iglesias y no con la idea radical de que las demás personas no son nuestra propiedad.

Como dijo Benegas-Lynch: La prueba o el “test” no es la tolerancia con las personas que comparten nuestro proyecto de vida, sino con las personas que disienten con nuestro proyecto de vida. 

La ilustración la tomé de Facebook.


05
Mar 12

¿La mano peluda contra el Cato Institute?

Un fantasma recorre el mundo intelectual en Washington D.C. y sacude las conciencias de los libertarios y las de aquellos comprometidos con la filosofía de la libertad. Desde la semana pasada se hizo público un intento político por tomar el control del Cato Institute; una de las organizaciones más respetadas entre los centros de pensamiento.

El Cato Institute y su presidente, Ed Crane, gozan del respeto y la admiración de miles de personas que -a lo largo y lo ancho del espectro de ideas- han tenido contacto con los estudios y las opiniones informadas que salen de esa organización. Ni siquiera las personas y las organizaciones que no están de acuerdo con su perspectiva libertaria pueden ignorar a Cato, debido a la rigurosidad intelectual de sus productos.

Francamente sería triste y lamentable que décadas de construir una reputación intachable fueran estropeadas por intereses partidistas que, por ambiciones políticas de corto plazo, tomaran el control de una organización respetable y la convirtieran en instrumento de poder neoconservador. El asunto se discute en los tribunales.

Más sobre este penoso asunto en:

Save Cato.

Cato and the Kochs.

Cato and the Kochs: A Preresignation Letter.

Koch vs. Cato.

Yo, por cierto, me siento como el padre del sitio Web de elcato.org, que ayudé a hacer en 1998; y Cato es una de mis principales fuentes de información.


04
Nov 11

¡Recuerda el 5 de noviembre!, lanzamiento del Instituto Mises Hispano

El lanzamiento del sitio Web del Instituto Mises Hispano está programada para mañana sábado 5 de noviembre de 2011, fecha de gran significado para quienes están familiarizados con la película V for Vendetta.

El  objetivo principal del Instituto será acercar el pensamiento austriaco y libertario al mundo hispanohablante.

En un mundo estatista, queremos alzar nuestra voz. Es en el campo de las ideas donde se libra la batalla fundamental, la que definirá el destino de nuestra sociedad. Esperamos tenerles a nuestro lado en esta batalla, ayudándonos a difundir los principios de la libertad, dijo mi cuate, Fred Kofman, presidente del Instituto.

Todos los miembros de nuestro instituto, Joakim Kämpe, cofundador y editor; Celia Cobo-Losey Rodríguez, cofundadora y editora; Mariano Bas, cofundador honorario y traductor; y yo, presidente, agradecemos su apoyo informando a sus conocidos de nuestra existencia, y les invitamos a sugerirnos textos o videos, escribir, traducir o a realizar cualquier contribución que deseen. Les invitamos también a unirse a nuestro grupo de Facebook.

La historia, en palabras de Hans-Hermann Hoppe, es determinada por las ideas, sean éstas verdaderas o falsas, y las ideas pueden cambiar instantáneamente. El desenvolvimiento de la humanidad depende de que adoptemos una filosofía congruente con la naturaleza de los seres humanos, seres inteligentes, dotados de libre albedrío que ansían la libertad. Esperamos que se unan a nuestro esfuerzo para que así sea, concluyó.


30
Ene 09

Wachik’aj, las ideologías y ProReforma

Sigo comentando las criticas que el blog Wachik’aj le hace a ProReforma; y otro tema que abordó Martín es el de las ideologías.

Curiosamente, Martín se queja de que los chapines no estamos acostumbrados a debatir los argumentos; pero su exploración sobre el tema de las ideologías se pierde en distracciones y ofensas. Por ejemplo, cuando acusa a los promotores de ProReforma de mentir y de engañar, y hasta de algo tan absurdo como de querer ocultar que muchos de nosotros somos libertarios. ¡Esto es el colmo!, porque aunque yo no voy hablar por los demás promotores de ProReforma, ¿quién ignora que soy libertario? ¡Yo presumo de ser libertario! De hecho, hace ratos le tuve que explicar, a Martín, las diferencias entre los neoliberales y nosotros los libertarios.

Martín abusa, porque ¿por qué es que gente como Manuel F. Ayau iba a no aceptar que es libertario? ¡Hasta las piedras saben que Ayau, y docenas de promotores de ProReforma somos libertarios, paleoliberales, liberales clásicos, objetivistas, austriacos, u otras cosas parecidas! Martín abusa cuando clama: “Mentira. Acepten que todos son libertarios. No engañen”. Abusa porque trata de cuentearse a sus lectores, haciéndoles creer que los promotores de ProReforma hacen y dicen, lo que sólo él dice que hacen y dicen.

W se queja de que los chapines no estamos acostumbrados a debatir argumentos; pero, ¡Chispas!, si eso no le gusta (y yo comparto su disgusto), ¡que no lo haga él! ¡Que discuta argumentos, y que se deje de falacias ad hominem! Usted perdonará que le dedique tantas líneas al tema; pero aunque este tipo de recursos ofenden a la inteligencia y arrastran el nivel de las discusiones, vale la pena ocuparse de ellos para ponerlos en evidencia.

Ahora entremos en materia.

Es totalmente cierto que los libertarios, liberales clásicos y afines defendemos la vida, la libertad y la propiedad; es cierto que sostenemos que el poder del estado debe ser restringido; es cierto que no aprobamos que leyes concretas y específicas violenten aquellos derechos y la esfera de acción privada de las personas. ¿Con qué está, usted de acuerdo?

Pregunto, porque ¿cómo sería una sociedad en la que la vida, la libertad y la propiedad de las personas no fueran respetadas? ¿Le gustaría, a usted, vivir en una sociedad así? ¿Le gusta, a usted, vivir en una sociedad así?

Pregunto, porque lo de las leyes tiene que ver con algo que usted tiene que decidir. ¿En dónde prefiere vivir, en una sociedad en la que usted pueda hacer todo lo que desee, excepto aquellas cosas que por ser violatorias de los derechos individuales estén prohibidas por la ley; o en una en la que usted sólo pueda hacer lo que está permitido por la ley, aunque lo que vaya a hacer no viole los derechos de nadie? De esto se trata la distinción entre normas generales y abstractas, frente a las que son específicas y concretas. ¿Prefiere vivir en una sociedad en la que las leyes prohíban y castiguen las conductas criminales y el fraude; o en una en las que las leyes controlen, dirijan, especifiquen, y ordenen? ¿Prefiere vivir en una sociedad de personas libres, o en un hormiguero?

Yo quisiera saber qué prefiere W; porque, al parecer, su autor cree que aquellas aspiraciones libertarias son ideología. Y, ¡ay Martín!, ¿dónde están tus argumentos que tanto extrañas en otros?

Si uno va a un diccionario corriente, ideología es “la manera de pensar de cada uno[1]”; pero una simpleza así no es digna de Wachik´aj. ¿Por qué no exploramos mejor, y con profundidad, lo que es una ideología? Según Walter Scott, Napoleón despreciaba las ideologías porque, “sólo podían ejercer influencia sobre jovenzuelos de cerebro inflamado[2]”.

Dicho lo anterior, veamos dos visiones encontradas acerca de las ideologías, que sí vale la pena explorar en este contexto:

Ayn Rand explica que “una ideología política es un conjunto de principios apuntados a establecer o mantener un cierto sistema social; es un programa de acción de largo alcance, con los principios sirviendo para unificar e integrar pasos particulares en un curso coherente [3]”. En este sentido, como ProReforma es un proyecto de largo plazo que busca establecer normas que faciliten un sistema social más justo, y como se basa en principios unificadores como el respeto absoluto a los derechos individuales y a la igualdad de todos ante la ley, pues…bien podría responder a aquella definición de ideología. Sin embargo, la corriente de libertad que prevalece entre los promotores de ProReforma es otra. Ludwig von Mises, nos dice que las ideologías “son doctrinas sobre la forma de comportarse, es decir, sobre los fines últimos a que el hombre debe aspirar durante su peregrinar por la tierra[4]”.

¡Es en este sentido, austriaco, en el que ProReforma no es, ni puede ser ideología! De hecho, es en este sentido que el libertarianismo no puede ser ideología. Porque en tanto que a las ideologías les importa mucho orientar los fines individuales de las personas hacia los presuntos fines de la sociedad; al libertarianismo los fines no le interesan. Dice Mises que “puesto que nadie puede reemplazar los juicios de valor del sujeto en acción por los propios, es inútil enjuiciar los anhelos y las voliciones de los demás. Nadie está calificado para decidir qué hará a otro más o menos feliz. Quienes pretenden enjuiciar la vida ajena, o bien exponen cuál sería su conducta de hallarse en la situación del prójimo, o bien, pasando por alto los deseos y aspiraciones de sus semejantes, se limitan a proclamar, con arrogancia dictatorial, la manera en que el prójimo serviría mejor a los designios del propio crítico[5]”.

¡Más claro, no canta un gallo! En este sentido, en el Misiano, las ideologías se ocupan de los fines y del camino que ellas conocen para llegar a ellos; ya los libertarios, liberales clásicos y afines lo que nos interesa son los medios. Nos interesa saber si son idóneos, o no. Y ahí nos quedamos. Los que apoyamos ProReforma creemos que el proyecto es un medio atinado para conseguir una sociedad más justa, en la que cada cual pueda perseguir y alcanzar sus fines particulares, siempre y cuando no perjudique a terceros. Y ahí nos quedamos. No nos interesa imponer fines, ni señalar caminos. Eso se lo dejamos a las ideologías (en el sentido napoleónico y en el sentido misiano), de las cuales desconfiamos; y más si son totalitarias. Esto es porque como escribió Hannah Arendt “a lo que aspiran las ideologías totalitarias no es a transformar el mundo exterior o a transmutar revolucionariamente la sociedad, sino a transformar la propia naturaleza humana[6]”. Y en cambio, el libertarianismo respeta la naturaleza humana; con sus imperfecciones y todo.

En cuanto a sus objetivos, ProReforma explica claramente que “lo único que pretendemos es que impere el Derecho y la igualdad ante la ley para que todos los guatemaltecos, gobernantes y gobernados, con mismos derechos y obligaciones, vivamos en un país donde impere la paz, la justicia y la prosperidad”. ¿Está usted ideológicamente de acuerdo (en el sentido randiano), o en desacuerdo con estos planteamientos? En serio…¿quién puede estar en desacuerdo?

Ah, como quisiera que este fuera el tono de las discusiones sobre ProReforma –sin ninguneos, ni falacias-. Francamente me lo disfrutaría mucho más, si el asunto se tratara de argumentos. Eso sí, con todo y todo, seguiré comentando las críticas de Martín.

[1] Rances, diccionario ilustrado de la lengua española. Editorial Ramón Sopena, Barcelona, 1976. P. 403
[2] Alberto Méndez Martínez. Fundamentos generales de la ciencia política. B.Costa-Amic Editor, México, 1972. P. 206
[3] Ayn Rand. Capitalismo: el ideal desconocido. Grito Sagrado Editorial, Buenos Aires, 2008. P. 289
[4] Ludwig von Mises. La acción humana. Unión Editorial, Madrid, 2001. P. 214
[5] Ludwig von Mises. Ibidem. P. 24
[6] Hannah Arendt. Los orígenes del totalitarismo. Taurus Ediciones, Madrid, 1974. P. 556.


19
Ago 08

Martín y los libertarios: No más corrupción

“Los neoliberales están convocando a unas manifestaciones por la libertad, en contra de la tibia reforma fiscal que impulsa el Gobierno. No más impuestos, no más corrupción, es el lema”, así anuncia hoy, Martín Rodríguez, la gesta cívica que muchos ciudadanos estamos planeando para este viernes 29 y sábado 30.

Le agradezco a Martín su aporte; pero aprovecho para aclarar algo importante porque soy de los que está convocando y no me siento cómodo con la etiqueta de neoliberal. No porque no me gusten las etiquetas, como está de moda decir; sino porque creo que es inapropiada. En todo caso, prefiero la de libertario, liberal clásico, o incluso liberal (en español).

¿Y cuál es la diferencia?, dirá usted. Pongámoslo en ejemplos, digo yo; y sugiero usar libertario para referirme a cualquiera de las tres posibilidades citadas.

Un neoliberal favorece los tratados de comercio como el DR-CAFTA y otros; pero un libertario prefiere la eliminacion unilateral de aduanas y tarifas.

Un neoliberal favorece la dolarización como la que hubo en El Salvador y en Ecuador; pero un libertario prefiere la libre contratación y libre eleccion de monedas, como ocurre en Guatemala.

Un neoliberal favorece la privatización de las empresas estatales (incluso en condiciones monopólicas) como ocurrió en México, Argentina, y Perú, entre otros; pero un libertario prefiere la desmonopolización y la liberalización como ocurrió en Guatemala.

Un neoliberal favorece el flat tax; pero un libertario prefiere el poll tax. Un neoliberal prefiere eliminar las exenciones del Impuesto sobre la Renta; pero un libertario prefiere eliminar totalmente ese impuesto a los rendimientos del capital.

Un neoliberal sigue las directrices de organizaciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional; pero un libertario prefiere que ambas sean cerradas.

¿Por qué? Porque el libertario tiene como principios el respeto de los derechos individuales de todos, y la igualdad de todos ante la ley. No por cuestiones utilitaristas, sino por razones éticas.


13
Jun 08

Diez años de chin, chin, chin

Mis amigos, Marta Yolanda Díaz-Durán y Jorge Jacobs, cumplen 10 años de hacer averías en la radio; y la suya es una historia de éxito que celebramos todos los que amamos la libertad.

Conocí a Marta Yolanda a finales de los 90, cuando yo era asistente del director en el diario Siglo Veintiuno y ella era -como es ahora- columnista de ese rotativo; y a Jorge lo conocía desde principios de aquella década cuando yo formaba parte de la directiva de la Cámara de la Libre Empresa, que él presidía. Jorge, es columnista de Prensa Libre. Desde entonces, hemos pasado muchas aventuras juntos.

Yo los quiero y los respeto mucho. Marta Yolanda es un desborde de energía, siempre entusiasta. Jorge es sereno y paciente. Son como fuego y agua, como mar y arena, y por eso se complementan intelectual y amistosamente, de la misma forma en que se complementan como comunicadores efectivos.

Aunque la causa de la libertad tiene muchos defensores, Marta Yolanda y Jorge se destacan por su consistencia y su compromiso. Los he visto pagar el costo emocional y material de no negociar con valores; y no puedo, sino sentir admiración por esa verticalidad.

Marta Yolanda y Jorge no son moneditas de oro; pero no le son indiferentes a nadie. Desde el micrófono y desde el papel, sus opiniones no pueden ser pasadas por alto. Su influencia se siente en casi cualquier ambiente en el que uno se mueva. Con programas radiales originales -sin prejuicios, políticamente incorrectos y honestos consigo mismos- han innovado la forma en que se hace el periodismo de opinión en la radio chapina.

Todo a pulmón es el programa bandera de ellos dos. Se transmite de lunes a viernes entre 12:30 y 2:00 p.m. (Central Time) en 100.9 F.M.; pero también puede escucharlos en http://www.radiopolis.info/

¡Con un vaso de buen vino tinto, celebro los 10 años de chin, chin, chin, de mis amigos, Marta Yolanda y Jorge!

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Por cierto que el chin chin de la foto es típico de las celebraciones navideñas de Guatemala.

14
Oct 06

¡Libertario!

1. El cuestionario político más pequeño del mundo está localizado en Advocates for Self-government.

No sólo es divertido, sino que lo ayuda a uno a poner sus ideas en perspectiva; y es un instrumento muy útil para no dejarse engañar cuando, en espacio como este y generalmente por ignorancia, se pretende hacer ver como que los libertarios podríamos estar a favor de la protección para las empresas, de la guerra contra las drogas, o de la moralina sobre el sexo. Haga usted el quiz respondiendo que está de acuerdo con ese tipo de cosas y verá en dónde se ubican quienes favorecen políticas como esas.

El quiz se divide en dos: una parte personal y otra económica. En cada uno de los planteamientos, el que hace el cuestionario debe contestar si está de acuerdo, si depende, o si está en desacuerdo.

En la parte personal, los planteamientos son: 1) El gobierno no debe censurar la libertad de expresión, la prensa, los medios de comunicación, o la Internet; 2) El servicio militar debe ser voluntario, y no debe haber leva; 3) No debe haber leyes concernientes a las relaciones sexuales voluntarias entre adultos; 4) Hay que rechazar las leyes que prohíben la posesión y el uso de drogas entre adultos; y 5) No debe haber una tarjeta de identificación única y nacional.

Cuando contesté el cuestionario, respondí que estaba de acuerdo con todas.

En la parte económica, los planteamientos son: 1) Hay que ponerle fin al estado benefactor para las corporaciones, deben finalizar los privilegios económicos para las empresas; 2) Hay que acabar con las barreras del gobierno para el comercio internacional libre; 3) Hay que dejar que las personas controlen sus propios sistemas para el retiro, hay que privatizar la seguridad social; 4) Hay que remplazar el estado benefactor para las personas por la caridad privada; y 5) Hay que cortar los gastos del gobierno y los impuestos por lo menos en un 50%.

Ya que en esta parte también estuve de acuerdo con todo, el quiz me calificó como un libertario. Pero hay otras opciones. Si yo hubiera contestado diferente hubiera sido calificado como un estatista, como un liberal de izquierda, como un conservador de derecha, o como un centrista. Si quiere saber dónde se ubica usted en el pensamiento y en la práctica, le sugiero que haga el cuestionario.

Para los avanzados, y los curiosos, hay cuestionarios más completos y detallados. Uno de ellos es el de Politopia , que es particularmente interesante porque le permite a uno comparar su pensamiento político-económico-filosófico con el de sus amigos.

Otro de los cuestionarios más completos es el Mises Quiz, enfocado en la Escuela Austriaca de Economía; y aunque se centra en la ciencia económica y pudiera parecer que uno tendría que tener conocimientos de aquella, que eso no lo espante. Las preguntas están redactadas de forma que cualquiera con una formación promedio puede entenderlas y decidir sobre ellas con base en sus principios, no en sus conocimientos particulares de la economía.

Existen diferencias abismales entre libertarios y socialistas, del mismo modo en que hay diferencias profundas entre libertarios y conservadores (aunque estos últimos tengan algunos principios en común). Pero, ¿cómo podemos distinguirlas?; y ¿cómo podemos identificarlas en nuestro propio pensamiento? Una forma práctica y entretenida es haciendo los cuestionarios que le sugiero arriba. ¡Animo!

2. Mojito: Letreros en el zoológico de La Habana. Antes de 1960: Por favor no les dé de comer a los animales. Entre 1960 y finales de 1989: Por favor no les quite la comida a los animales. Después de 1990: Por favor no se coma a los animales.