En mi espacio de Facebook publiqué mi columna de la semana pasada titulada: Celebremos la sonda Juno; y en esa publicación los lectores Alejandro Flores y Oscar Gabriel Pineda dejaron comentarios que vale la pena explorar. La ideas principales de mi columna fueron: la celebración de las virtudes de la racionalidad y de la productividad; la premisa del universo benevolente y la idea de que las ideas son importantes. Dicho lo anterior la realidad importa y la tecnología, la ciencia y la filosofía están íntimamente relacionadas. También la idea de que la grandeza del ser humano y sus logros no son menos que objetos de celebración. No somos dust in the wind. El hombre es esa criatura magnífica cuyos científicos son héroes y que, en libertad y en colaboración, puede llegar a Júpiter, curar ciertos tipos de cáncer y descifrar el genoma humano. Es mucho más que esas criaturas miserables que ponen bombas en aeropuertos, dinamitan monumentos de la antigüedad, secuestran niñas para venderlas, o renuncian a usar su mente. Por eso celebro a Juno.
Flores dijo: Es una lástima que esto se haya hecho con fondos del Estado, en verdad que pone en problemas los fundamentos filosóficos del objetivismo.
El comentario de Flores está relacionado con el hecho de que escribí aquella columna en el marco de la Objectivist Summer Conference 2016 y de que la premisa del universo benevolente y virtudes como la racionalidad y la productividad son propias de la filosofía objetivista. Flores tiene mucha razón cuando identifica que el objetivismo no apoya que el estado (léase el gobierno y por lo tanto los políticos y funcionarios) financie proyectos como la aventura espacial. De hecho, para el objetivismo el único propósito del gobierno es proteger los derechos de las personas, lo que significa protegerlas de la violencia física. Dicho lo anterior, ¿te diste cuenta de que mi columna no es una celebración de la Nasa, ni del hecho de que un gobierno haya financiado Juno con dinero ajeno tomado por la fuerza (es decir impuestos)?
¿De qué se trató mi columna? De celebrar la tecnología, la ciencia y la filosofía que hacen posible que los seres humanos puedan curar ciertos tipos de cáncer, descifrar el genoma humano y llegar a Júpiter. ¿De qué no se trata mi columna? De celebrar que los gobiernos usen dinero ajeno tomado por la fuerza para curar ciertos tipos de cáncer, descifrar el genoma humano y llegar a Júpiter. La cura de ciertos tipos de cáncer es algo bueno (porque salva vidas y elimina el sufrimiento), eso es lo principal. ¿Deberíamos dejar de celebrarlo porque el gobierno estuvo involucrado? Honradamente creo que no. Yo hubiera preferido que aquel descubrimiento fuera hecho sin involucrar la fuerza; pero ¿debería lo accesorio invalidar lo principal? No. Hubiera preferido que la sonda Juno fuera un proyecto de SpaceX, como el Falcon 9 y Dragón (que celebré en su oportunidad), pero no lo fue. Me hace feliz que ciertos tipos de cáncer puedan ser curados y que el desciframiento del genoma humano ofrezca esperanza a muchas personas que sufren; y me alegra que Juno haya llegado a Júpiter. Creo que es legítimo que nos alegremos por cosas buenas y que las celebremos…aunque, de forma accesoria, el gobierno haya estado involucrado. Así es como son las cosas en este mundo en el que los colectivistas nos arrastran a vivir. A ese sometimiento, ¿deberíamos añadir la imposibilidad de celebrar lo bueno, porque es bueno? No.
Oscar Gabriel Pineda escribió: A Hayek le hubiera dado un derrame leyendo tanta ingenuidad cientificista y ese culto cuasi-religioso a la razón.
El comentario de Pineda se refiere a Friedrich A. Hayek, ganador de un Premio Nobel en Economía que advirtió contra en cientificismo y advirtió contra el abuso de la razón.
El cientificismo es la práctica de aplicar la ciencia en exceso, o donde no cabe. Implica una crítica al positivismo lógico que limita el método científico a lo empírico y verificable.
Resulta muy curioso que a Pineda le preocupe que a Hayek le vaya a dar un derrame cuando se discuten ideas, o cuando se busca la verdad de las cosas (porque Hayek ya está muerto). ¿No debería ser más importante explorar ideas filosóficas, científicas y tecnológicas con libertad y honestidad intelectual, que mejor no meneallo para no incomodar a un filósofo difunto, por gigante que sea? Una de las razones más perturbadoras para no cuestionar las ideas de un filósofo (aunque uno lo respete mucho) sería tener hacia él un culto cuasi-religioso que nos impidiera cuestionar sus ideas, o discutirlas, o ponerlas a prueba.
Pero para poner en perspectiva las cosas, Hayek no se opone a la ciencia; se opone a la idea de que el método de las ciencias naturales pueda ser usado en el campo de las ciencias sociales. Para hacer la historia corta, esto es porque en las ciencias naturales los objetos, o fenómenos de estudio pueden ser medidos y pesados, tienen los mismos comportamientos cuando están en iguales circunstancias, y son ajenos al observador. Por otro lado, en las ciencias sociales los objetos o fenómenos de estudio no pueden ser medidos, ni pesados, pueden tener comportamientos distintos cuando están en iguales circunstancias, y el observador no siempre es ajeno a los fenómenos que estudia. Por ejemplo, en la ciudad de Guatemala el agua siempre hierve a 98 grados centígrados poco más o menos (como me explicó el lector Aníbal Mejía Cárdenas) y tu no eres parte del agua que observas hervir; pero en la ciudad de Guatemala cada cabeza es un mundo y cada votante emite sufragio de acuerdo con sus valoraciones propias (que cambian) en momentos y tiempos específicos, y tu eres votante y miembro de la sociedad que estudias.
Dejando a un lado si Hayek tiene razón en esto, o no, ¿en qué parte de mi artículo escribí acerca de aplicar el método científico (que de manera muy, muy sucinta puede describirse como observar, verificar y explicar) a fenómenos sociales? Mi artículo parece clarísimo en que vale la pena celebrar que actualmente se puedan curar ciertos tipos de cáncer, que haya sido descifrado el genoma humano y que Juno haya llegado a Júpiter. Todos aquellos fenómenos son del campo de las ciencias naturales, no de las ciencias sociales. Aún si compartiéramos las ideas de Hayek (aún sin hacer de él, o de ellas un objeto de culto cuasi-religioso), ¿Cómo se curan ciertos cánceres sin usar el método científico? ¿Mediante la intuición, con aceite de serpiente, poniendo memes en Facebook? ¿Cómo se llega a Juno sin usar el método científico? Usándo el ojímetro, a ojo de buen cubero, con fé?
Es cierto que en su obra, Hayek advierte contra el abuso de la razón. Nos dice, por ejemplo, que hay una diferencia entre la idea de libertad desde la perspectiva evolucionista, empirista y británica; y la idea de libertad constructivista, racionalista y francesa. Nos dice que las teorías racionalistas de la planificación se basaron necesariamente en presumir la existencia de cierta propensión del individuo para la acción racional, así como al a natural inteligencia y bondad de dicho individuo. La teoría evolucionista demostró como ciertos arreglos institucionales inducirían al hombre a usar su inteligencia encaminándola hacia las mejores consecuencias y cómo las instituciones podrían concebirse de tal manera forma que los individuos nocivos hicieran el menor daño posible. Puesto de otra forma, las teorías racionalistas suponen, por ejemplo, que como los seres humanos podemos curar ciertos tipos de cáncer, descifrar el genoma humano y enviar una sonda a Júpiter haciendo uso de la razón, también podemos planificar la sociedad, la economía haciendo uso aquella herramienta. Hayek -sabiamante- nos advierte contra esa arrogancia fatal.
La razón es una herramienta de conocimiento. Es la facultad que identifica e integra el material provisto por los sentidos humanos. Como es una herramienta o facultad tenemos que elegir usarla; no es una función automática y en cada momento de nuestras vidas somos libres de pensar, o de evadir la realidad. La razón es nuestro único medio para comprender la realidad y adquirir conocimientos. Los místicos creen que la revelación, por ejemplo, puede ser un medio para comprender la realidad y adquirir conocimientos; y por eso creen que antes del diluvio universal una pareja de pingüinos caminó desde la Antártida hasta las arenas del Oriente Medio para subirse a un arca. Empero, el rechazo a la razón significa que los hombres deben actuar con independencia y/o en contradicción con los hechos de la realidad.
Pineda dice que aquello es cientificismo; pero, ojalá nos explicara qué es mejor que la razón y el método científico para curar ciertos tipos de cáncer, descifrar el genoma humano, o enviar una sonda a Júpiter.
Ayn Rand explica: Los sentidos, los conceptos, la lógica: estos son los elementos de la facultad racional del hombre -su principio, su forma, su método. En esencia, la frase sigue a la razón significa: apoya tus conocimientos en la observación; forma conceptos de acuerdo a las relaciones reales (medibles) entre concretos [no abstractos]; usa conceptos de acuerdo a las reglas de la lógica (con la ley de identidad). Como cada uno de aquellos elementos se basa en los hechos de la realidad, las conclusiones alcanzadas por un proceso de la razón son objetivos.
Celebramos la sonda Juno, pues, es un llamado a celebrar lo bueno porque es bueno; un llamado a celebrar que tenemos esa herramienta magnífica llamada razón, que nos sirve para entender la realidad y hacer uso de ella para curar cánceres, aliviar sufrimientos, y llegar a Júpiter (entre otras miles y miles de cosas buenas más). Gracias a Alejandro Flores y a Oscar Pineda por darme la oportunidad de abundar en estas celebraciones.
Hubo otra participación, la de Alejandro Letona que dijo: Veo un enfoque “infantilista” en el artículo y equiparar a todos en lo bueno tampoco es realista. Definitivamente lo bueno es poco.
No se si lo bueno es poco, o no (y te invito a ver estas imágenes); pero como explicó Rand, entre quienes partimos de la premisa del universo benévolo hay una convicción fundamental que algunas personas nunca adquieren, algunos la sostienen sólo en su juventud, y algunos mantienen hasta el final de sus días: la convicción de que las ideas son importantes. El que las ideas son importantes significa que el conocimiento es importante, que la verdad es importante, que la mente de uno es importante. Su consecuencia es la inhabilidad para creer en el poder del mal o en el triunfo del mal. No importa cuanta corrupción observe uno en segundo plano, uno es incapaz de aceptarla como algo normal, permanente, o metafísicamente correcta. Uno siente que “esta injusticia (terror, falsedad, frustración, dolor, o angustia ) es la excepción en la vida, no la regla”. Uno tiene la seguridad de que en algún lugar de la tierra, incluso si no es cerca de uno, ni está al alcence de uno, la vida humana es posible para los seres humanos, y la justicia es importante. Aunque a veces el mal pase demasiado cerca y ocasione angustia.
Es divertido que a Letona le haya parecido infantilista mi columna, ¿quizás porque usé una caricatura? (¡que de verdad inspiró mi curiosidad infantil!). Es divertido porque mi idea de los científicos tiene mucho que ver con lo heroico en el sentido de que un héroe tiene fines apropiados para el hombre y, por tanto es un pensador. En primer lugar debe sostener valores racionales, y para ello debe ser un pensador, como escribió mi cuate Andrew Bernstein en The Philosophical Foundations of Heroism. Andy, por cierto, vendrá a Guatemala en agosto próximo. Quizás Letona ¿no comparte la idea (que no puse en mi columna) de que los científicos por su capacidad de ser inmensamente curiosos y por su capacidad de maravillarse tienen mucho de niños?
¿Celebramos, o no, lo que representa Juno?