17
Ago 16

Bloqueos y turismo como política de estado

porti

Con bombos y platillos, palo encebado, alegre alborada, exhibición de güipilitos y con torito, la administración de de Jimmy Morales (el Ñaque), anunció que el Plan Maestro de Turismo Sostenible de Guatemala sería elevado a política de estado; con el objetivo de mejorar el desarrollo turístico del país que, a su vez, atrae inversión, crecimiento económico y nuevos ingresos. Ya sabes…bla, bla, bla.  Uno puede sospechar que este tipo de política se traducen en bloqueadores de sol y repelentes de insectos para los burócratas del Inguat; así como en viajes a ferias, beneficios para la clientela y uno que otro dulce para los cuates.

Acto seguido los pipoldermos amenazan con elevarles los impuestos a la gasolina y al cemento con lo que encarecerán las operaciones de los empresarios honrados del turismo y las de sus colaboradores y proveedores; y encarecerán la construcción de infraestructura necesaria para mejorar los servicios turísticos.  Acto seguido un grupo de delincuentes revoltosos bloquea los accesos al aeropuerto internacional La Aurora y las autoridades (¿autoridades?) quedan embobadas e inutilizadas,  El bloqueo perjudica a viajeros y al comercio.  Daña vidas y negocios.  Todo a la vista de quienes están obligados a velar por los derechos de los mandantes y de los tributarios y todo en plena política de estado y Plan Maestro de Turismo Sostenible…siempre que a sus señorías (delincuentes sinvergüenzas) no se les ocurra bloquear el aeropuerto.

Jimmy Morales, tu política de estado es papas y pan pintados si la noticia de que cualquier grupo de delincuentes revoltosos puede bloquear el aeropuerto recorre el mundo.  ¿Viste?  Es humo y espejos si castigas con más impuestos a la gente que vive del turismo honradamente. ¿Te fijaste?

La foto es de elPeriódico.


16
Abr 16

…y no pude entrar al museo

160416-palacio-de-los-capitanesgenerales

Desde que soy niño me gusta mucho el Museo de Santiago en la ciudad de Antigua Guatemala.  La primera vez que lo visité iba con mi padre y quedé invitado para regresar, regresar, y regresar…a pesar de que en realidad es muy modesto.

La última vez que lo vi estaba en su locación original, en el edificio del Ayuntamiento; pero no se cuando lo trasladaron al recién restaurado Palacio de los Capitanes Generales.  Hoy pasé por ahí y me dieron ganas de dar una vuelta rápida para ver cómo había quedado.  Al llegar a la puerta saqué un billete de Q50 (que era lo único que llevaba en mi billetera), la persona encargada de la entrada me preguntó si tenía un billete menor, porque la entrada era de Q5 (US$0.64) y ella no tenía cambio.

Como yo no tenía otro billete, ni estaba para ir a buscar sencillo,  me quedé sin entrar. Lo que voy a decir ahora no es por mi…yo iba a entrar rapidito y ya conozco la colección. No vengo de lejos y francamente no necesitaba entrar. Me hubiera gustado entrar; pero me daba igual entrar, o no.  Por US$ 0.64, ¿qué les costaba dejarme pasar como cortesía?  Repito que no porque fuera yo; sino por simple cortesía, para que el visitante potencial (quien quiera que fuera) se llevara un recuerdo agradable; para que no fuera a contar que sólo porque unos burócratas no tenían cambio para un billete de Q50 y por US$0.64 no pudo ver una parte de la historia de La Antigua y de Centroamérica. ¿Es que no preveén que alguien, ¡alguien!, podría llegar con un billete de Q50, o uno de Q100, o uno de Q200?  ¿Qué tiene que pasar para que abran la tienda sin tener vuelto? ¿De verdad vale la la pena no dejar entrar a alguien por sólo US$ 0.64?  Yo regresaré cualquier día con mis Q5 para entrar; pero ¿y si viniera de lejos, digamos de Huehuetenango, o de Chiquimula?

Sospecho que aquello es posible sólo porque se trata de un museo estatal, que es pagado con dinero tomado de los tributarios y donde es más importante el poder de dejar entrar, o no, que la posibilidad de que un visitante (quien quiera que sea) se vaya contento y agradecido.


11
Feb 16

¿De quién son los lugares turísticos?

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Pobladores del municipio de Lanquín tomaron medidas de hecho que pueden afectar el ingreso y tránsito libre al Semuc Champey y a las grutas de Lanquín, en Alta Verapaz; por lo que el Programa de Asistencia al Turista, emitió un comunicado en el que les recomienda a los visitantes no viajar a aquel destino.  Esta es la segunda vez que los pobladores hacen este tipo de cosas.  El comunicado fue dirigido al Cuerpo Diplomático acreditado en en Guatemala.

Según Proatur, al menos 200 personas tomaron las instalaciones de la Municipalidad de Lanquín y los dos lugares turísticos.  Lo que quieren con estas medidas violentas es que se les conceda el derecho de propiedad de los sitios turísticos.

La discusión de a quién le pertenecen los sitios turísticos es una discusión válida y que hay que tener; pero, ¿de forma violenta?   Este tema se parece bastante al de a quién le pertenece el pasado; tema que Alberto Garín explora en este pequeño artículo.

A finales del año pasado visité el Cimarrón, un sitio fantástico ubicado en Nentón, Huehuetenango; y cuando empecé a hacer los arreglos para ese viaje extraordinario, la persona a cargo me advirtió que posiblemente no podríamos visitar aquel fenómeno geológico porque había un enfrentamiento entre dos poblaciones debido a quien tiene derecho a cobrar por el acceso a la dolina.

Tuve suerte porque el conflicto terminó antes de que llega; pero caminando iba, en dirección del Cimarrón -habíendo pagado la tarifa de acceso- cuando vi los restos quemados de lo que parecían bancas y columnas de madera.  La explicación fue que más tardaban los habitantes de una población en construir la estación para el descanso de los visitantes (y vaya si no hace falta un lugar de descanso), que lo que tardaban los habitantes de otra población en llegar a destruirla y quemarla.

Imagínate cómo ha de ser que un turista eche viaje a aquellos lugares remotos y bellísimos, y se encuentre con que no puede verlos porque la gente está peleando.  Es como cuando turistas han llegado a Tikal sólo para encontrarse con que el sindicato ha cerrado el acceso.

Un país turístico debería resolver este tipo de asuntos, sobre todo un país turístico que no hay modo que aproveche todo su potencial.


05
Ene 16

La Costa sur, cuarta etapa del viaje de fin de año

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Amanecimos temprano en Chaculá y luego de despedirnos de la gente y del lugar agarramos camino rumbo a Quetzaltenango.  La idea era pasar la noche en Xela y al día siguiente emprenderla rumbo a Coatepeque…para comprar morelianas de la panadería La confianza y hacer visitas.

Las carreteras del altiplano son un desastre.  Entre los túmulos y los agujeros y los extorsionistas que ponen lazos y piden dinero, un viaje que podría ser muy agradable pierde algo de encanto.  Pasamos por el sitio paleontológico Tzik ab`b`e donde apreciamos los restos de un mastodonte y otras maravillas.  Nos divertimos mucho al pasar por el puente colgante sobre el río San Juan, donde recordé una peli que te recomiendo: El puente de San Luis Rey. Ya llegando a Xela nos recibió el volcán Santa María y no pude sino recordar las historias que oí de niño, sobre la descomunal erupción que hizo el coloso en 1902.

Xela nos recibió con su hermosa arquitectura y su carácter inconfundible, así como con un frío agradable. El hambre ya apretaba y ¿cómo no? fuimos a almorzar curry acompañado con nan y lassi a El sabor de la India.  Ahí agarramos valor y fuerzas y decidimos seguir camino rumbo a Coatepeque para pasar dos días allá.  Agarramos, pues, por Almolonga y el sol se empezó a ocultar.

Saliendo de Xela estábamos cuando nos topamos con una caravana de algún funcionario que llevaba nueve automóviles incluidas patrullas de la policía…así que nos fuimos detrás de ellos con comodidad.  Hasta que los muppets chocaron a causa de un tarado que se trató de meter en la caravana.  Luego tuvimos que seguir solos; pero encontramos a la caravana luego cuando entró a Xetulul.

Llegamos de noche a Coatepeque luego de 10 horas de camino, con Raúl heroicamente al volante, a hospedarnos en el siempre cómodo y agradable Hotel Mansión residencial. Como el hambre es canijo caminamos hacia el parque para cenar una sopa de elotes en Fuegos, en el balcón con vista al parque.  Y luego…a sentarnos por ahí para practicar el arte antiguo de people watching.  Ahí nos agarró un temblor y fue espectacular ver como se alborotan las aves que descansan en los cables que cruzan las calles aledañas.  ¡Osom! Luego de esa experiencia lo atinado era descansar y volvimos al hotel.

Al día siguiente pasamos a desayunar donde Shalbi: tamales, frijoles parados, queso recién hecho, plátanos y mosh…y agarramos camino para Tilapa.  El único propósito de ir allí era el paseo en lancha así que luego de desembarcar nos tomamos una Coca-Cola y de vuelta sólo para agarrar camino y encaramarnos rumbo a Colomba Costa Cuca. Lo más emocionante fue que vimos a un pescador limpiando mantarrayas y luego me arrepentí de no haber comprado algo para llevar y seguro nos lo hubieran preparado en el hotel.  Yo tenía ganas de subir desde la costa hasta las montañas de nuevo y dar una vueltita, vueltita, por esa zona cafetalera.  Vuelta por el parque y de regreso a Coatepeque para almorzar en La rueda; un Steak House estupendo donde sirven esa carne tan característica de la Costa sur que tiene -en el fondo- un sabor lechosito y uno de los pocos lugares donde uno todavía puede comer una carne asada como debe ser.  Luego de ahí pasamos a La confianza, a comprar morelianas, batidas y conchas y tutti contenti.  Luego siesta y al anochecer chelas y cena con Mario, Rosi, Mariarre y Pili.  Y a dormir como tiernos.

Llegó el jueves y salimos temprano rumbo a Guatemala.  Pasamos por las hermosas plantaciones de hule que hay junto a Coatepeque y en Escuintla nos recibió el majestuoso volcán de Fuego y para hacer la historia corta llegamos a tiempo para despedir el 2015 con un atardecer hermoso y una copa de Cava.  Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Zaculeu, primera etapa del viaje de fin de año.

Chaculá y Yalambojoch, seguna etapa del viaje de fin de año.

El Cimarrón y los cenotes, tercera etapa del viaje de fin de año.


04
Ene 16

El Cimarrón y los cenotes, tercera etapa del viaje de fin de año

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¡Llegó el día más esperado!…mi ilusión en este viaje era visitar ese fenómeno geológico comocido como El Cimarrón y los cenotes de Candelaria. Así en números fríos El Cimarrón es un agujero de unos 170 metros de diámetro y 150 de profundidad que, está localizado en un terreno escabroso y árido, que en el fondo tiene un bosque misterioso. Técnicamente es una dolina  de colapso y bajo su suelo seguramente hay agua y eso explica el bosque.  Los cenotes también son dolinas; pero inundadas a modo de lagunas cuyas aguas exhiben exhuberantes tonos de azul y verde…quizás como el color yax, de los mayas.  Basta de tecnicismos.  El Cimarrón es sobrecogedor a más no poder y los cenotes parecen gemas inmensas y mágicas.

El día 28 nos levantamos temprano para ver el amanecer e ir a la lechería a ordeñar vacas; pasó, sin embargo, que el amanecer es muy tarde y lo que quedaba era una vaca primeriza que no estaba muy cómoda con dos observadores.  Así que no hubo tal ordeñada.  Fuimos a desayunar a la posada, preparamos el equipo para el viaje, se nos unió nuestro guía, Jorge y emprendimos camino a El Cimarrón.

Luego de estacionar el carro y a modo de los exploradores del siglo XIX,  Raúl, Jorge y yo comenzamos a subir una cuesta ligeramente empinada que, durante un kilómetro y medio (poco más, o menos) nos conduciría por milpas, piedras y vistas espectaculares que incluyeron una dolina fértil sembrada de maíz, las fascinantes piedras oceánicas que abundan en Huehuetenango, los infaltables burritos, el sol de la montaña, y la permanente certeza de que lo que nos espera es fascinante y de que esta es una aventura.

El Cimarrón es sobrecogedor, inquietante e imponente.  Eso explica la multitud de leyendas -a cual más disparatada- que abundan sobre él.  Que si lo hizo el diablo, que si Pancho Villa ocultó ahí riquezas, que si un finquero arrojó mulas vendadas cargadas con piezas mayas, que si se duerme en el fondo uno se vuelve loco y cosas así.  Lo cierto es que uno se acerca a su orilla y siente algo, algo más allá que la reacción natural a las alturas, algo como: estoy en presencia de algo capaz de conmover.  Tuve dos momentos favoritos: el momento en el que me acerqué a la orilla y vi el bosque del fondo en vivo, por primera vez; y el momento en el que un zopilote de gran envergadura atravesó el hoyo y el batir de sus alas produjo un fum…fum…fum…fum poderoso y lento que hizo eco en el lugar.  En el silencio imponente del Cimarrón, aquel sonido me pareció como de otro mundo.  Junto con haber ido al reino Kan, esta visita y la visita a los cenotes han sido unas de las mejores decisiones de mi vida.  Me hubiera gustado  acampar y dormir cerca del Cimarrón…o no.

Al bajar del Cimarrón agarramos camino rumbo a los cenotes.  El camino es largo y mi auto no es para esos trotes. Atravesamos el río Jordán. Mi esperanza era que al llegar a la aldea homónima, que es la última población antes de llegar a aquellos fenómenos geológicos, pudiéramos conseguir un vehículo que nos llevara.  Llegamos y…niente.  Dos ceibas colosales, una plaza vacía, algunas edificaciones y ni un alma.  La suerte quiso que encontráramos a don Silvano que accedió a llevarnos.  Y nos encaramamos para cruzar numerosos arroyos y un camino tan escabroso como hermoso.

El área de los cenotes es distinta a la del Cimarrón, hay mucha más vegetación…y mosquitos con colmillos así de grandes.  Entre el verdor del bosque se asoma la primera gema que es un cenote relativamente pequeño…y uno se queda papo. ¿Es posible tanta belleza? Si…y más, porque el segundo cenote, el grande, es más espectacular que el primero.  Te rodean el silencio y la magnificencia de la naturaleza.  Ah que ganas tenía de echarme al agua; pero hubiera tenido que escalar la pared del cenote y…ya sabes, esas cosas no se me dan con facilidad.

Luego de admirar, admirar y admirar la belleza del lugar no pude resistirme y grité: La-rebelión-de-Atlas, para que el eco de aquel sitio me devolviera las palabras y para honrar la idea de que la existencia existe.

En los cenotes no me hubiera gustado quedarme a dormir porque el bosque me intimidaba y porque los mosquitos no atienden razones.

Al volver de los cenotes, ahí junto a ellos, hay el nacimiento de un riachuelo y es encantador ver como sale el agua del suelo, a borbotones.

Volvimos a Chaculá, nuestra base de operaciones para darnos un ansiado y merecido baño caliente, cenar delicioso, intercambiar historias con los nuevos visitantes, gozar de la noche estrellada y meternos en las camas para dormir como tiernos.  El día siguiente sería una jornada larga y dura.

Zaculeu, primera etapa del viaje de fin de año.

Chaculá y Yalambojoch, segunda etapa del viaje de fin de año.

La costa sur, cuarta etapa del viaje de fin de año.


03
Ene 16

Chaculá y Yalambojoch, segunda etapa del viaje de fin de año

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La posada rural Chaculá fue nuestro destino luego de abandonar Huehuetenango.  El plan para el día era ir a Yalambojoch y de ahí salir para la Laguna Brava.  Epic fail, pero divertido al final del día.

Raúl Contreras y yo salimos de Huehuetenango a las 6:00 a. m. del 27 de diciembre y nos dirigimos hacia el norte con rumbo a Nentón y la franja transversal del norte, atravesando paisajes que lo dejan a uno papo. Montes, bosques y barrancos magníficos.  Esas piedras que estuvieron bajo el océano hace miles de años y que son abundantes en Huehuetenango, son mis favoritas. Luego de Nueva Esperanza entramos a Chaculá que sería nuestra base de operaciones. La bienvenida nos la dieron un bosquecito como de cuento y un riachuelo que no se quedaba atrás.

Al entrar a la casa vieja de la finca Chaculá uno siente que ha sido transportado a otro mundo y en el tiempo.  Las fotos lo dicen casi todo; pero no pueden transmitir ni los sonidos (ni el silencio), ni los aromas que lo envuelven a uno al llegar.  Luego de instalarnos y tomar nuestro primer desayuno…con huevos fritos criados allí, frijoles parados del lugar y queso y leche de la finca decidimos emprender nuestra excursión a la Laguna Brava, a partir del cercano pueblo de Yalambojoch.  Y aquí es donde se pone bueno.

Como mi auto no es de doble tracción, ni es muy alto. Habíamos arreglado (o eso creímos) que tendríamos un auto de doble tracción y caballos (o lo que fuera, porque aquella es tierra de burritos) para ir a la laguna.   

En la posada se hicieron llamadas y nos consiguieron un pick-up que nos llevaría a Yalambojoch por la carretera inconclusa para reunirnos con el guía que nos llevaría a la Laguna Brava y con el vehículo y/o las bestias que habíamos solicitado. Eso sí, nos advirtieron que el pick-up es lo que habían conseguido, aunque ha estado fallando algo. Cuando preguntamos acerca de lo que fallaba, nos explicaron: Los frenos

Como ya estábamos encaramados, como teníamos muchas ganas de ir y como el camino es plano (o eso creímos), dispusimos aventurarnos en el pick-up al que le fallaban los frenos, luego de que nos aseguraban de que eso ya había sido resuelto. 

Salimos de Chaculá, tomamos la franja transversal del norte y…nos fuimos a dar con una carretera inconclusa, no con hoyos, sino con verdaderos cráteres y casi impasable. Luego nos explicaron que la construcción de la carretera (que iba hermosísima) fue suspendida porque los dirigentes de las poblaciones del área habían convencido a la gente de que las carreteras traen cosas malas y muertos.   

Nunca, nunca he sido tan sangoloteado como en aquel camino.  Reboté en la cabina como uno no puede imaginarse.  Y al llegar a Yalambojoch…niente; ni vehículo de doble tracción, ni cabalgaduras.  Sólo excusas e información confusa.  Vuelta de 180 grados, y de regreso a Chaculá.  Más sangoloteos y más rebotes…eso sí, en esta ocasión noté que toda la carretera, por quién sabe cuántos kilómetros que parecen una docena, había orquídeas terrestres rojas, llamadas Epidendrum ibagüense.  Kilómetros y kilómetros de hermosas orquídeas que endulzaron la excursión fracasada. Don Domingo, el conductor, nos llevó y regresó sanos y salvos.

De vuelta a Chaculá almorzamos y el administrador, Edgar, nos organizó rápidamente una excursión al sitió arqueológico de la finca.  Fue Jorge, un muchacho de la localidad, quien nos llevó por la Laguna de Chaculá, el sitio arqueológico y a la Laguna Ranera.  En esos bosques, entre muros y estructuras antiquísimas yo me sentía como un explorador del siglo XIX, o algo parecido.  Para mí, los sitios arqueológicos son mágicos y despiertan la imaginación y las fantasías del niño que hay en mí.  El ex orquideólogo que hay en mí también tuvo su recompensa; aparte de las E. ibaguense de la carretera, en el sitio arqueológico encontramos una orquídea negra llamada Prosthechea cochleata (que es la flor nacional de Belice, según me cuenta mi amigo, Roberto Lizama), coronando un montículo de piedras talladas.  Ya sabes…una orquídea negra en el bosque, es motivo para la imaginación y para maravillarse. Salvando las distancias, sentí algo parecido a lo que sentí cuando visité el reino Kan.  Luego de una larga caminata y de aprender bastante sobre las personas que habitaron aquellos lugares y luego los abandonaron regresamos a la posada para tomar un baño y cenar.

Uno de los encantos de Chaculá es que las comidas se hacen en una mesa común, a la luz de candiles.  Uno conoce y platíca con personas y familias que no conoce y que ya estuvieron en los lugares que uno va a visitar, o que están por ir a los que uno ya visitó. Las charlas son muy amenas y divertidas.  Está claro que -con las naturales diferencias- uno comparte ciertos valores con la gente que encuentra en esos lugares: el gusto por la aventura, por la naturaleza, por conocer las culturas y por la sencillez de lo rural…siempre que haya un baño tibio, una buena cena (en Chaculá se come riquísimo)  y una cama limpia al final del día, en mi caso.

Es cierto que el viaje a la Laguna Brava fue un epic fail; pero ese es uno de los motivos para volver.  Aprendimos mucho sobre la gente y sus vidas y el lugar. Luego de la cena disfrutamos del alucinante cielo estrellado…y a la cama para amanecer temprano al día siguiente y emprender camino a El Cimarrón y los cenotes de Candelaria.

Zaculeu, primera etapa del viaje de fin de año.

El Cimarrón y los cenotes, tercera etapa del viaje de fin de año.

La costa sur, cuarta etapa del viaje de fin de año.


02
Ene 16

Zaculeu, primera etapa del viaje de fin de año

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Zaculeu fue la capital del señorío mam.  La ciudadela, rodeada por barrancos profundos y una muralla fue conquistada dos veces: primero por  Quicab y los quichés de Gumarkaj y luego por el ejército de Gonzalo Alvarado.  Allí Kaibil balam resistió a Alvarado y sólo rindió la ciudad a causa de la hambruna.

Por ahí anduve el 26 de diciembre, con Raúl Contreras, en la primera etapa de un viaje magnífico que nos llevaría hasta el noroeste de Huehuetengango, hasta Chaculá, el Cimarron, y los cenotes de Candelaria; para luego agarrar rumbo al suroccidente hasta pasar por Quetzaltenango, Coatepeque y Tilapa.

Zaculeu, como Iximché y Mixco Viejo es una experiencia encantadora.  La capital de los mames fue reconstruida en 1940 por la United Fruit Company y al caminar por sus plazas y sus edificios uno siente que está en una ciudad.  El bullicio de los visitantes -que son bastantes, sin ser molestos- ayuda a la impresón de estar en una ciudad viva.  Con bastante facilidad, uno puede imaginar el comercio, las ceremonias y otras actividades de una urbe precolombina.  De hecho, comí mi almuerzo en la cima de una de las pirámides y luego de la experiencia sabrosa jugué a imaginar cuáles serían los pensamientos, anhelos, planes y preocupaciones de un habitante precolombino de 54 años de edad si hubiera podido hacer lo que yo estaba haciendo.

El sitio cuenta con un museo pequeño y encantador, bien organizado y pedagógico que enriquece la experiencia del visitante. Son fascinantes las preguntas de los niños y las perspectivas de los visitantes de origen maya.  En el museo uno se entera de que un museo anterior fue quemado en la década de los 80 y que en el sitio se filmó Tarzan´s Jungle Rebellion.   Fue una dicha encontrar el museo porque cuando visité el sitio hace unos años no había ese recurso.

En general el sitio está bien cuidado y limpio, a pesar de que muchos de los visitante dejan bolsas plásticas y basuras.  La gente que atiende el lugar es amable y uno se siente bienvenido.

Luego del paseo por Zaculeu nos dirigimos a Huehuetenango para pasar la noche antes de emprender el camino hacia Chaculá.  Fue una estupenda idea quedarnos en el Hotel Casa Blanca en el centro de la ciudad.  Nos quedamos en la parte antigua del lugar porque tiene ese encanto antañón y tradicional que a mí me gusta tanto.  Además guisan delicioso.  Ahí tomamos el mejor jugo frapeado de mandarinas de todo el universo mundo; y cenamos un pepián huehueteco y un kak-ik que merecieron una ovación de pie. Resulta que el Casa Blanca es famoso por su cocina y su fama es bien ganada.

El día 27, a las 6:00 a.m. agarramos para Chaculá.

Chaculá y Yalambojoch, segunda etapa del viaje de fin de año.

El Cimarrón y los cenotes, tercera etapa del viaje de fin de año.

La costa sur, cuarta etapa del viaje de fin de año.


20
Oct 15

El crimen del aeropuerto

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Guatemala está en el corazón del mundo maya.  En Guatemala están Tikal (que es la ciudad maya excavada más grande) y El Mirador (donde se halla la pirámide más masiva de todo el mundo).  Guatemala es un territorio relativamente pequeño con una riqueza cultural y natural inmensa.  Inmensa no es exageración.  En no más de cuatro horas de camino puedes cambiar completamente no sólo de ecosistema, sino de una complejidad cultural, a otra completamente distinta y no menos fascinante. En este nuestro país contrastan las maravillas contemporáneas con las que te podría ofrecer un viaje por el tunel del tiempo.  Pero eso sí…el aeropuerto internacional La Aurora, es como sacado de una novela del realismo mágico, como de república bananera, y como la consecuencia de una sucesión de funcionarios corruptos, irresponsables y criminales.

De no cumplirse con 187 observaciones que han hecho entidades especialiezadas en seguridad internacional de aeropuertos, La Aurora perderá la categoría 1; y si pasa a la categoría 2 habrá problemas para el turismo, el comercio y los negocios.  El mes entrante la Organización de Aviación Civil Internacional hará una auditoría en el aeropuerto de la ciudad de Guatemala y a ver si están solucionados sus problemas crónicos para entonces.

Tu ya lo has vivido: los baños hieden, no hay aire acondicionado, hay goteras y fallas eléctricas, las bandas transporatadoras de equipaje no funcionan, falta personal para atender viajeros, la pista de aterrizaje está deteriorada, no hay bomberos.

Si no se resuelven las 187 observaciones algunas líneas aéreas dejarán de venir y otras reducirán el número de sus vuelos luego de una notificación de alerta de parte de la OACI.

Pero claro, en un país donde sucesivas administraciones corruptas, irresponsables y criminales tienen a los hospitales sin insumos; y a las escuelas sin material, ni equipo; ¿por qué iba a funcionar el aeropuerto?

¿Te das cuenta? ¡Ya es tiempo de cambiar el paradigma!


24
Sep 13

Cuates con talento, y turismo

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En una competencia que involucró a 137 candidatos de varios países de Iberoamérica, el cuate Alejandro Farfán llegó a la final con su bitácora Guate360 y con ello se ubicó entre los 12 mejores blogueros de turismo en el área.

El fin de esta competencia es reconocer la importancia de este medio para la difusión y promoción de la industria turística de cada país y región. Se trata de un concurso llamado FITUR busca al mejor blogger iberoamericano y fue lanzado a través de la página de Facebook de la Feria Inernacional de Turismo.

Otros cuates talentosos están involucrados en proyectos de  turismo y -a mi juicio- sus contribuciones son valiosas, útiles y muy bien pensadas.

Tal es el caso de:

Pherhaps you need a little Guatemala, por Manuel Romero-Close.

Kekeo Tripz, por Javier Ruata

Para Alejandro, Manuel y Javier van mis felicitaciones.  Es maravillosa la cantidad de pequeños tesoros y rincones turístivos que uno descubre en estos sitios Web; y es admirable el entusiasmo que aquellos tres le ponen a sus sitios y blogs.

La foto es de la capilla de Capuchinas en La Antigua Guatemala.


31
Ene 13

Abusador y brincón en Capuchinas

El sujeto de la izquierda tiene el poder supremo en las ruinas de Capuchinas, en La Antigua.  Y lo ejerce arbitraria y groseramente como corresponde (y como no debería ser).

Ayer estuve de paseo por La Antigua con una amiga argentina que difícilmente volverá a Guatemala.  Mi amiga pasó un día fabuloso y el hombrecito de la izquierda fue el pelo en la sopa.

Llegamos a Capuchinas a las 4:50 p.m. y yo sospechaba que cierran a las 5:00.  Cuando le pregunté al guardia uniformado a qué hora cierran titubeó un instante y dijo que a las 4:50 y que no podríamos entrar porque sólo tendríamos 10 minutos para visitar el lugar.  Mi amiga argumentó que era extranjera, que seguramente no podría volver a Guatemala y que le gustaría echar un vistazo aunque fuera de 10 minutos.

El tipo de la derecha se aproximó y anunció que podría dejarnos entrar 10 minutos y que la entrada costaba Q40.  Yo entendí que era Q40 por los dos y -sabiendo que mi amiga disfrutaría de la visita, aunque fuera de sólo 10 minutos- le extendí Q40 al sujeto en cuestión.  En ese momento nos lanzó una mirada insolente y dijo: Son Q40 por cada uno, ¿dónde creen que están?

Hasta donde se, la entrada para chapines como yo cuesta Q2 en Capuchinas.  ¿La entrada para extranjeros cuesta Q40?  Lástima que hubiera sido una tontera darle los Q80 que pedía, porque me hubiera gustado saber si el sinvergüenza ese nos iba a dar boletos.

De cualquier manera, las autoridades responsables de aquellos monumentos deberían tener gente  decente en lugares como Capuchinas, deberían tener gente atenta, que tenga un poco de criterio, que pueda ser generosa con una persona que viene desde Buenos Aires y que hubiera estado muy contenta de ver aquel convento durante sólo 10 minutos.

Pequeños prepotentes como el sujeto este  deberían estar pidiendo limosna en las calles, y no deberían estropear la fama de atentos y querendones que tenemos los chapines.