03
Ene 19

Las verapaces 2018, primera etapa

Nuestro viaje de fin de año, en 2018 fue por las verapaces.  Los dos objetivos principales fueron: El salto de Chilascó, que es la catarata más alta de Centroamérica; y las cataratas de Las Conchas.  Así que  agarramos camino el jueves 27 de diciembre de 2018 con el propósito de volver el martes 1 de enero de 2019. Haz clic en las fotos para ver más fotos.

Lycaste virginalis

El paseo nos llevó por la cueva de Chicoy, uno de los pozos vivos que hay en Alta Verapaz, el mercado de Purulha, el Saltito, el camino a Chixoy y por un recorrido gastronómico que seguramente nunca voy a olvidar.  Recibimos el año nuevo en el Jupiter II, que es el apodo que le tengo al kiosko del parque central de Cobán en un ambiente encantador.

Fue un paseo enriquecido no sólo por los lugares que conocimos, sino por la gente alegre y generosa que nos atendió y con la que compartimos.

La ruta de este viaje la puedes ver en negro, el mapa es de Prensa Libre.

En la primera etapa Raúl y yo llegamos al hotel Posada de la montaña del quetzal, con el propósito de usarlo de base para visitar el área.  Llegamos directamente a almorzar y atendidos por Nohemí probamos su delicioso kak-ik, que es un caldo de chunto característico de la región.  El caldo llenó nuestras expectativas. Chunto es el nombre que se le da al chompipe en las verapaces.

A finales de los años 70 visité la Posada de la montaña del quetzal cuando, en compañía de la familia Lizama y de miembros de la Asociación Guatemalteca de Orquideología, viajábamos al interior del país a rescatar y a identificar orquídeas.  Esa fue una de las épocas más felices de mi vida, y me alegró mucho volver a la Posada cuya arquitectura, y sus cabañas con chimenea son dignas de su kak-ik y de la atención de su personal.

El jueves 27, luego de almorzar y de una siesta simbólica agarramos rumbo al biotopo del quetzal Mario Dary Rivera, que yo ya había visitado dos veces; una con los orquideólogos y otra con un grupo de amigos a principios de los años 80.  El lugar es estupendo, no subimos a los senderos, por la hora; pero disfrutamos mucho de la hospitalidad y de las atracciones en el centro de visitantes.  ¡Por supuesto que -igual que en las ocasiones anteriores- no vi quetzal alguno!, como no fuera uno disecado; pero me encantó la visita.  Ese ambiente. Las texturas, los aromas, los colores y los sonidos del lugar.  En verdad que es muy recomendable.

Al salir del biotopo decidimos conocer Purulha.  Llegamos a su plaza y estacionamos para luego caminar al mercado que es pequeño, pero encantador.  Ahí vi, por primera vez en mi vida, lo que llamo el tamal kit, que es una selección preparada con semillas, chiles y especias necesarias para preparar tamales, todo ello en bolsitas y en proporciones tipo tamales for dummies. Bueno…en realidad no hay tal cosa, ni puede haber tal cosa como tamales for dummies.  También llamaron mi atención los paquetitos de achiote, primorosamente envueltos en hojas de tusa. Y la tarde la terminó un lustrador llamado Alex que no se como me convenció de lustrar mis botas y nos entretuvo con dos que tres anécdotas del lugar.

Kit para hacer tamales

Tenemos la regla de no andar en la carretera por la noche así que volvimos a la Posada de la montaña del quetzal; no sin antes pasar por un hotel bonito que ofrecía paseos a caballo hacia otras cataratas de las que no había oído antes y allí acaricié la idea de visitarlas antes de ir a Chilascó; y luego te cuento que ocurrió con ese proyecto.

Volvimos a nuestro hospedaje sólo para cenar temprano, disfrutar un momento de la chimenea que encendió don Bernabé y ensayar la muerte.  Creo que me dormí a las 8:00 p.m. muy emocionado por lo que vendría al día siguiente, y alegre por lo que había visto y vivido ese día.

Segunda etapa: El salto de Chilascó.

Tercera etapa: Chicoy, el pozo vivo, Chixoy y Cobán.

Cuarta etapa: Las conchas y Chahal.

Quinta etapa: Cobán y Año nuevo.


05
Jul 18

El turismo, un largo amanecer que no amanece

La industria del turismo, en Guatemala, es un largo amanecer que no termina de despuntar.  Colapsó en los años 40, colapsó en los 80 y la está dejando el tren en el siglo XXI.

Esto a pesar de que en un territorio pequeño cuenta con los más variados paisajes, climas y variedades de fauna y flora; a pesar de que está en el corazón del mundo maya; a pesar de que el país es riquísimo en experiencias culturales de los más variados tipos; a pesar de su historia compleja y fascinante; a pesar de que los chapines somos querendones.

Pero eso sí…la inseguridad asusta a muchos, y con razón; aquí no hay carreteras confiables porque muchas son casi inexistentes y en otras, cualquier grupo de presión te deja parado horas y horas; el aeropuerto es casi un chchitril y ¡Que, si eres turista, no te vaya a tocar enfrentarte a burócratas y sus trámites, como las largas colas que se hacen para entrar a Semuc Champey. Si los turistas vienen porque vieron fotos de Tikal, de La Antigua, o de Atitlán, cuando a su regreso a sus hogares llevan fotos del fastidio en los caminos, o de una mala experiencia en seguridad, o con la burocracia, ¿qué efectos tiene eso?

Mucho se habla de campañas para atraer al turismo y de nuevas tendencias de viajeros; pero si no se resuelve lo básico, todo aquello son papas y pan pintados. Y nos quedamos como papos, esperando que amanezca…y no amanece.  Es muy arriesgada la inversión en turismo y no crecen las oportunidades de trabajo en ese sector.


07
Ene 18

Fin de año en Monterrico

Siempre me agrada volver a Monterrico con cinco propósitos: que me revuelque el mar, participar en la liberación de tortugas, visitar el tortugario, relajarme en El pez de oro y disfrutar de su flan delicioso y cenar en el Divino Maestro, un magnífico pez sierra fresco.

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Aunque Monterrico se ha poblado mucho y ya no es la playa remota y encantadora que era en los 90; sigue teniendo carácter y me gusta volver ahi de cuando en cuando.  En realidad es mi playa chapina favorita en el Pacífico.

Como desde niño me ha fascinado el mar, aunque me fastidie el calor de la playa, una buena revolcada en las olas, o varias revolcadas siempre me divierten mucho.  Le tengo respeto a los peligros del mar; pero no me puedo resistir a el agua, la sal, la espuma y las olas.

En Monterrico hay un tortugario en el que se cuidan y ¿empollan? huevos de tortugas; también se cuidan y conservan variedades de quelonios, caimanes, iguanas y machorras.  También hay variedad de flora y árboles, incluida una Ceiba pentandra con sus espinas características que, incluso, inspiran cierta alfarería maya. Es un lugar particularmente divertido si viajas con niños.  En temporada de tortugas es costumbre liberar tortugas recién nacidas a las 5 de la tarde, en la playa frente al tortugario. Por Q10 te dan tu tortuga y tienes el gusto de ponerla en la arena para que inicie su peligroso viaje en el océano.

A mí me gusta hospedarme en El pez de oro, un hotel agradable, sin pretenciones, donde se come bien y la gente que atiende es divertida y agradable.  Tienen, además, un flan delicioso cuya calidad se ha manetenido por años. Es tradición, también, hacer por lo menos una cena en El divino maestro, uno de los comedores que está en la calle principal del pueblo; a mano izquierda si vas en camino a la playa.  El lugar es pequeño y sencillo; pero no te engañes, tienen el mejor pescado frito de este lado de la Vía Láctea, que acompañan con arroz bien hecho (como pocos), papas fritas y ensalada de pepinos.  Ese plato, con una, o dos chelas es una experiencia playera que valoro mucho.  También es un lugar que ha mantenido su carácter y su calidad a través de los años.

No pasamos la fiesta del fin de año en Monterrico, pero fue un par de días que disfruté mucho.


09
Ene 17

Grutas de Lanquín y “tubbing”, cuarta etapa del viaje de fin de año

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Los murciélagos salen con el ocaso

Para los mayas las cuevas son entradas a Xibalbá o el Inframundo; para mi son maravillas geológicas…o las casas de Batman.  El caso es que tenía mucha ilusión de ir a las grutas de Lanquín, unas de las más grandes y fascinantes cuevas calizas llenas de estalactitas y estalagmitas, así como de formas fantásticas.  Para más gozo de los visitantes, junto a su entrada nace el río Lanquín.

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Yo tenía ilusión, también, de ver la salida de los murciélagos con el ocaso, cuando aquellos animalitos salen en busca de insectos y de frutas.

Los caminamientos y la iluminación en Lanquín le permiten al visitante disfrutar con seguridad los encantos de la espeleología.  La entrada a las grutas y el nacimiento del río dan la bienvenida con una vista espectacular y los rugidos del agua que sale -poderosa- de las piedras.  La vista de la salida de la cueva, desde adentro hacia la selva y el río es sobrecogedora.  ¡No digamos la salida de los murciélagos!  Los quirópteros salen por miles de entre las piedras y pasan sobre tu cabeza, a veces tienes la suerte de que algunos pasen a tu lado.

Vimos muchas formaciones rocosas encantadoras; pero mi favorita fue el escalofriante altar de sacrificios, donde uno puede imaginar cosas horribles ocurriendo, así como la imágen del tigre y de la cobra.

Cuando vayas lleva linterna y zapatos seguros y lo más antideslizantes posible.  Yo no pude internarme más allá de la tercera sala (hay cinco) porque, como uso anteojos, estos se empañaban constantemente lo que me impedía disfrutar plenamente de la experiencia. Si voy otra vez, usaré los lentes de contacto (que suelo usar sólo cuando me meto al mar).

Como siempre, si no tienes un todoterreno, los pick-ups que transportan visitantes son la mejor opción…con un caveat: la experiencia es mucho mejor si vas en la cabina.

A diferencia de lo que ocurrió en Semuc Champey, en Lanquín no hay colas para entrar porque los boletos de cobro son prácticos, y no burocráticos.

En la mañana del 29, antes de ir a Lanquín hicimos tubbing en el poderoso río Cahabón. El equipo de Utopía nos llevó al puente amarillo de Semuc Champey y ahí nos montamos en los tubos con el guía, los tres en fila, y yo de primero.  El agua es fría y ya te imaginas cómo me fue con eso.

Al principio el rio nos condujo gentilmente; hasta que escuchamos el rugir de las aguas al aproximarse a los primeros rápidos (que en realidad son rapiditos).  Es emocionante cuando los tubos…y uno que va en ellos saltan entre las aguas agitadas y veloces.   Me divertí como mico a lo largo del recorrido de poco más de 30 minutos y al atravesar los 5 rápidos que hay en el área.  Mi momento más extático fue cuando atravesamos un área de la jungla en la que había copal.  Imaginate: flotando garbosa y delicadamente en el río Cahabón, entre la selva, y…de repente…sentir el aroma del copal.

Tanto el paseo por el río, como le de las cuevas fueron memorables y muy divertidos.


05
Ene 17

Semuc Champey y el Sumidero, tercera etapa del viaje de fin de año

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El Sumidero del río Cahabón

No importa cuántas fotos de Semuc Champey hayas visto, ¡nada le hace justicia a ese portento de la naturaleza!; y yo quedé pasmado cuando llegué al Sumidero y vi cómo el poderoso río Cahabón bajaba entre la selva y las piedras para esconderse bajo la tierra.

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Agarramos camino para Semuc Champey el 28 desde Utopía.  Ya sabes…esos caminos lodosos que a veces parecen hechos para cabras; pero toda la agitación vale la pena.  El paso por los valles verdes y profundos salpicados de ermitas, y las hermosas plantaciones de cardamomo y de cacao principalmente.

Yo digo que uno nunca está preparado para el primer encuentro con las docenas de riachuelos, las pozas, la selva y las alucinantes tonalidades del color yax que exhibe Semuc Champey. Yax es el nombre maya para el azul verdoso, y el verde azulado de la jungla, los ríos, los cenotes y los lagos. Meter los pies en las pozas y sentir las caricias del agua es una experiencia encantadora.  Y como el ojo no se harta, supongo que no hay tiempo suficiente para apreciar e integrar los miles y miles de detalles en ese lugar cautivador.

Pero si las pozas de dejan papo, río arriba -a pocos metros- está el Sumidero.  Este es un fenómeno geológico magnífico que ocurre cuando el río Cahabón sale de la selva, se mete bravo entre las piedras para luego esconderse o sumirse bajo la tierra y desaparecer sobre las pozas, para volver a salir más adelante.  Yo creía que las pozas eran formadas por el Cahabón que perdía velocidad; pero en realidad son alimentadas por docenas de riachuelos.  El Sumidero impresiona mucho por su naturaleza, su fuerza, su estruendo y todo.  Por todo.

Al mirador de Semuc Champey no subimos porque es muy empinado y las piedras estaban muy resbalosas. Fue una buena decisión porque nos permitió relajarnos en las pozas y disfrutar serenamente de la belleza que nos envolvía.

En el sitio me llamó la atención que los caminamientos están en relativamente buen estado.  Cuando vayas lleva traje de baño y unos buenos tenis para mojar (no water shoes).  Hay lockers; pero debes llevar tu propio candado.  Lleva algo para comer y bastante agua.  Hay bastante seguridad y casi, casi no encontramos basura.  La que había es porque nunca falta la gente sucia y descuidada.

A inmediaciones del puente amarillo, justo antes de entrar a Semuc Champey, los niños del área venden chocolate artesanal que es muy sabroso.  Uno está en la tierra del cacao y hay que deleitarse con el sabor de ese alimento sagrado de los mayas.  Compra de niños distintos porque no todos los chocolates son iguales.

¿Qué hay que mejorar? El ingreso.  Algún burócrata aplastado en un escritorio en la capital dispuso que, cuando pagan, a los vistantes hay que darles un recibo con nombre, dirección, preferencias en Netflix y uno, o dos datos más.  ¡Y por lo tanto hay cola para entrar!  No es culpa de la chica que atiende, que por cierto es muy amable y diligente. Cuando le dije que no me diera recibo…para ver qué pasaba, me contestó que tenía que darlo porque era dinero el que estaba recibiendo ella.  Así que llenó mi recibo, con primor, mientras crecía la cola.

De verdad este es un lugar espectacular.


02
Ene 17

Cobán, la primera etapa del viaje de fin de año

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Rumbo a las pozas de Semuc Champey y las cuevas de Lanquín, lo sensato es detenerse an Cobán para pasar la noche.  Eso hicimos el 26 de diciembre.

Cuando yo era orquideólogo (una época que recuerdo con mucho cariño), tres veces fuimos en grupo a la exhibición de orquiídeas de allá con los cuates de la Asociación Guatemalteca de Orquideología.  Pasábamos unos días en Cobán, los cuales aprovechábamos para enmontarnos y pasear por los bosques en busca de especímenes raros.  Nos alojábamos en La posada y nos divertíamos como micos.

Yo tenía muy buenos recuerdos de la Ciudad imperial  de Carlos V y de La posada, y no fueron defraudados. La posada está en proceso de renovación; y sus propietarios conservaron el carácter propio de ese lugar encantador.  La arquitectura, el jardín, los muebles y la cordialidad de las personas que trabajan en ese lugar casi, casi te hacen viajar en el tiempo. Los desayunos siguen siendo muy sabrosos; y el café es digno de la región.

Para almorzar, de ida hacia Semuc Champey, en Cobán, elegimos Casa D´Acuña por recomendación del cuate Edgar.  ¡Que buena recomendación!  Yo diría que comí la mejor pizza Margarita que he probado y también unos deliciosos camarones asados en salsa de chile de Cobán.  El lugar, además, tiene una exhibición permanente de orquídeas nacionales y extranjeras.  La atención es muy buena.  El café está a  la altura.

Esa noche no salimos a cenar porque llevábamos los tradicionales sandwichs caseros con ensalada del pavo de la Nochebuena.

¿Sabes qué otra cosa me impresionó? Cobán es una ciudad muy limpia, lo que no es el caso de otras poblaciones en Guatemala.  Es una ciudad vibrante, con arquitectura propia y elegante…con excepción del Júpiter 2 en el Parque Central.  Llamo así al quiosco (seguramente setentero) que es tan feo que tiene gracia.   En fin, si hay basura en las calles es porque la gente es sucia y descuidada; pero es evidente que hay un esfuerzo deliberado de las autoridades por mantener limpia la población.

Al día siguiente agarramos camino para Lanquín donde nos esperaría el transporte hacia la jungla y hacia nuestro destino: Utopía Eco-Hotel.  El camino es embellecido por montones de Epidendrum ciliare, unas orquídeas rojas muy chulas; y lo malo es que una vez entramos a la parte de terracería nos encontramos con dos parejas  de esos extorsionistas que dicen estar reparando el camino y te cruzan un lazo para que no pases.

A Cobán volvimos el 30 cuando retornábamos a Guatemala.  ¡Por supuesto que nos volvimos a quedar en La posada! y regresamos a cenar a D´Acuña.  PIzza y lomito asado fue la elección de esa noche  (la parrilla de D´Acuña tiene buena reputación y bien merecida).  La joya culinaria de ese día, sin embargo la descubrimos en el almuerzo en XKape Kob´an.  Allí compramos el copal mágico que yo tenía mucha ilusión de traer y vimos que estaban preparando caldo de gallina.  Decidimos a comer allí y fue una decisión estupenda.  El caldo estaba delicioso y nos fue servido con arroz y un guiso regional llamado Tiú; que me dejó encantado.  Ya en confianza comimos tamalitos lanquineros de orejas de marrano que estaban de chuparse los dedos.  Todo acompañado por horchata caliente de amaranto, muy reconfortante, y un refresco riquísimo de naranjillas, frutas que yo no conocía.

De regreso también pasamos por el mercado de Tactic, un pequeño paseo muy agradable.

Me traje recuerdos gratísimos de Cobán.


17
Ago 16

Bloqueos y turismo como política de estado

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Con bombos y platillos, palo encebado, alegre alborada, exhibición de güipilitos y con torito, la administración de de Jimmy Morales (el Ñaque), anunció que el Plan Maestro de Turismo Sostenible de Guatemala sería elevado a política de estado; con el objetivo de mejorar el desarrollo turístico del país que, a su vez, atrae inversión, crecimiento económico y nuevos ingresos. Ya sabes…bla, bla, bla.  Uno puede sospechar que este tipo de política se traducen en bloqueadores de sol y repelentes de insectos para los burócratas del Inguat; así como en viajes a ferias, beneficios para la clientela y uno que otro dulce para los cuates.

Acto seguido los pipoldermos amenazan con elevarles los impuestos a la gasolina y al cemento con lo que encarecerán las operaciones de los empresarios honrados del turismo y las de sus colaboradores y proveedores; y encarecerán la construcción de infraestructura necesaria para mejorar los servicios turísticos.  Acto seguido un grupo de delincuentes revoltosos bloquea los accesos al aeropuerto internacional La Aurora y las autoridades (¿autoridades?) quedan embobadas e inutilizadas,  El bloqueo perjudica a viajeros y al comercio.  Daña vidas y negocios.  Todo a la vista de quienes están obligados a velar por los derechos de los mandantes y de los tributarios y todo en plena política de estado y Plan Maestro de Turismo Sostenible…siempre que a sus señorías (delincuentes sinvergüenzas) no se les ocurra bloquear el aeropuerto.

Jimmy Morales, tu política de estado es papas y pan pintados si la noticia de que cualquier grupo de delincuentes revoltosos puede bloquear el aeropuerto recorre el mundo.  ¿Viste?  Es humo y espejos si castigas con más impuestos a la gente que vive del turismo honradamente. ¿Te fijaste?

La foto es de elPeriódico.


16
Abr 16

…y no pude entrar al museo

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Desde que soy niño me gusta mucho el Museo de Santiago en la ciudad de Antigua Guatemala.  La primera vez que lo visité iba con mi padre y quedé invitado para regresar, regresar, y regresar…a pesar de que en realidad es muy modesto.

La última vez que lo vi estaba en su locación original, en el edificio del Ayuntamiento; pero no se cuando lo trasladaron al recién restaurado Palacio de los Capitanes Generales.  Hoy pasé por ahí y me dieron ganas de dar una vuelta rápida para ver cómo había quedado.  Al llegar a la puerta saqué un billete de Q50 (que era lo único que llevaba en mi billetera), la persona encargada de la entrada me preguntó si tenía un billete menor, porque la entrada era de Q5 (US$0.64) y ella no tenía cambio.

Como yo no tenía otro billete, ni estaba para ir a buscar sencillo,  me quedé sin entrar. Lo que voy a decir ahora no es por mi…yo iba a entrar rapidito y ya conozco la colección. No vengo de lejos y francamente no necesitaba entrar. Me hubiera gustado entrar; pero me daba igual entrar, o no.  Por US$ 0.64, ¿qué les costaba dejarme pasar como cortesía?  Repito que no porque fuera yo; sino por simple cortesía, para que el visitante potencial (quien quiera que fuera) se llevara un recuerdo agradable; para que no fuera a contar que sólo porque unos burócratas no tenían cambio para un billete de Q50 y por US$0.64 no pudo ver una parte de la historia de La Antigua y de Centroamérica. ¿Es que no preveén que alguien, ¡alguien!, podría llegar con un billete de Q50, o uno de Q100, o uno de Q200?  ¿Qué tiene que pasar para que abran la tienda sin tener vuelto? ¿De verdad vale la la pena no dejar entrar a alguien por sólo US$ 0.64?  Yo regresaré cualquier día con mis Q5 para entrar; pero ¿y si viniera de lejos, digamos de Huehuetenango, o de Chiquimula?

Sospecho que aquello es posible sólo porque se trata de un museo estatal, que es pagado con dinero tomado de los tributarios y donde es más importante el poder de dejar entrar, o no, que la posibilidad de que un visitante (quien quiera que sea) se vaya contento y agradecido.


11
Feb 16

¿De quién son los lugares turísticos?

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Pobladores del municipio de Lanquín tomaron medidas de hecho que pueden afectar el ingreso y tránsito libre al Semuc Champey y a las grutas de Lanquín, en Alta Verapaz; por lo que el Programa de Asistencia al Turista, emitió un comunicado en el que les recomienda a los visitantes no viajar a aquel destino.  Esta es la segunda vez que los pobladores hacen este tipo de cosas.  El comunicado fue dirigido al Cuerpo Diplomático acreditado en en Guatemala.

Según Proatur, al menos 200 personas tomaron las instalaciones de la Municipalidad de Lanquín y los dos lugares turísticos.  Lo que quieren con estas medidas violentas es que se les conceda el derecho de propiedad de los sitios turísticos.

La discusión de a quién le pertenecen los sitios turísticos es una discusión válida y que hay que tener; pero, ¿de forma violenta?   Este tema se parece bastante al de a quién le pertenece el pasado; tema que Alberto Garín explora en este pequeño artículo.

A finales del año pasado visité el Cimarrón, un sitio fantástico ubicado en Nentón, Huehuetenango; y cuando empecé a hacer los arreglos para ese viaje extraordinario, la persona a cargo me advirtió que posiblemente no podríamos visitar aquel fenómeno geológico porque había un enfrentamiento entre dos poblaciones debido a quien tiene derecho a cobrar por el acceso a la dolina.

Tuve suerte porque el conflicto terminó antes de que llega; pero caminando iba, en dirección del Cimarrón -habíendo pagado la tarifa de acceso- cuando vi los restos quemados de lo que parecían bancas y columnas de madera.  La explicación fue que más tardaban los habitantes de una población en construir la estación para el descanso de los visitantes (y vaya si no hace falta un lugar de descanso), que lo que tardaban los habitantes de otra población en llegar a destruirla y quemarla.

Imagínate cómo ha de ser que un turista eche viaje a aquellos lugares remotos y bellísimos, y se encuentre con que no puede verlos porque la gente está peleando.  Es como cuando turistas han llegado a Tikal sólo para encontrarse con que el sindicato ha cerrado el acceso.

Un país turístico debería resolver este tipo de asuntos, sobre todo un país turístico que no hay modo que aproveche todo su potencial.


05
Ene 16

La Costa sur, cuarta etapa del viaje de fin de año

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Amanecimos temprano en Chaculá y luego de despedirnos de la gente y del lugar agarramos camino rumbo a Quetzaltenango.  La idea era pasar la noche en Xela y al día siguiente emprenderla rumbo a Coatepeque…para comprar morelianas de la panadería La confianza y hacer visitas.

Las carreteras del altiplano son un desastre.  Entre los túmulos y los agujeros y los extorsionistas que ponen lazos y piden dinero, un viaje que podría ser muy agradable pierde algo de encanto.  Pasamos por el sitio paleontológico Tzik ab`b`e donde apreciamos los restos de un mastodonte y otras maravillas.  Nos divertimos mucho al pasar por el puente colgante sobre el río San Juan, donde recordé una peli que te recomiendo: El puente de San Luis Rey. Ya llegando a Xela nos recibió el volcán Santa María y no pude sino recordar las historias que oí de niño, sobre la descomunal erupción que hizo el coloso en 1902.

Xela nos recibió con su hermosa arquitectura y su carácter inconfundible, así como con un frío agradable. El hambre ya apretaba y ¿cómo no? fuimos a almorzar curry acompañado con nan y lassi a El sabor de la India.  Ahí agarramos valor y fuerzas y decidimos seguir camino rumbo a Coatepeque para pasar dos días allá.  Agarramos, pues, por Almolonga y el sol se empezó a ocultar.

Saliendo de Xela estábamos cuando nos topamos con una caravana de algún funcionario que llevaba nueve automóviles incluidas patrullas de la policía…así que nos fuimos detrás de ellos con comodidad.  Hasta que los muppets chocaron a causa de un tarado que se trató de meter en la caravana.  Luego tuvimos que seguir solos; pero encontramos a la caravana luego cuando entró a Xetulul.

Llegamos de noche a Coatepeque luego de 10 horas de camino, con Raúl heroicamente al volante, a hospedarnos en el siempre cómodo y agradable Hotel Mansión residencial. Como el hambre es canijo caminamos hacia el parque para cenar una sopa de elotes en Fuegos, en el balcón con vista al parque.  Y luego…a sentarnos por ahí para practicar el arte antiguo de people watching.  Ahí nos agarró un temblor y fue espectacular ver como se alborotan las aves que descansan en los cables que cruzan las calles aledañas.  ¡Osom! Luego de esa experiencia lo atinado era descansar y volvimos al hotel.

Al día siguiente pasamos a desayunar donde Shalbi: tamales, frijoles parados, queso recién hecho, plátanos y mosh…y agarramos camino para Tilapa.  El único propósito de ir allí era el paseo en lancha así que luego de desembarcar nos tomamos una Coca-Cola y de vuelta sólo para agarrar camino y encaramarnos rumbo a Colomba Costa Cuca. Lo más emocionante fue que vimos a un pescador limpiando mantarrayas y luego me arrepentí de no haber comprado algo para llevar y seguro nos lo hubieran preparado en el hotel.  Yo tenía ganas de subir desde la costa hasta las montañas de nuevo y dar una vueltita, vueltita, por esa zona cafetalera.  Vuelta por el parque y de regreso a Coatepeque para almorzar en La rueda; un Steak House estupendo donde sirven esa carne tan característica de la Costa sur que tiene -en el fondo- un sabor lechosito y uno de los pocos lugares donde uno todavía puede comer una carne asada como debe ser.  Luego de ahí pasamos a La confianza, a comprar morelianas, batidas y conchas y tutti contenti.  Luego siesta y al anochecer chelas y cena con Mario, Rosi, Mariarre y Pili.  Y a dormir como tiernos.

Llegó el jueves y salimos temprano rumbo a Guatemala.  Pasamos por las hermosas plantaciones de hule que hay junto a Coatepeque y en Escuintla nos recibió el majestuoso volcán de Fuego y para hacer la historia corta llegamos a tiempo para despedir el 2015 con un atardecer hermoso y una copa de Cava.  Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.