Grutas de Lanquín y “tubbing”, cuarta etapa del viaje de fin de año

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Los murciélagos salen con el ocaso

Para los mayas las cuevas son entradas a Xibalbá o el Inframundo; para mi son maravillas geológicas…o las casas de Batman.  El caso es que tenía mucha ilusión de ir a las grutas de Lanquín, unas de las más grandes y fascinantes cuevas calizas llenas de estalactitas y estalagmitas, así como de formas fantásticas.  Para más gozo de los visitantes, junto a su entrada nace el río Lanquín.

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Yo tenía ilusión, también, de ver la salida de los murciélagos con el ocaso, cuando aquellos animalitos salen en busca de insectos y de frutas.

Los caminamientos y la iluminación en Lanquín le permiten al visitante disfrutar con seguridad los encantos de la espeleología.  La entrada a las grutas y el nacimiento del río dan la bienvenida con una vista espectacular y los rugidos del agua que sale -poderosa- de las piedras.  La vista de la salida de la cueva, desde adentro hacia la selva y el río es sobrecogedora.  ¡No digamos la salida de los murciélagos!  Los quirópteros salen por miles de entre las piedras y pasan sobre tu cabeza, a veces tienes la suerte de que algunos pasen a tu lado.

Vimos muchas formaciones rocosas encantadoras; pero mi favorita fue el escalofriante altar de sacrificios, donde uno puede imaginar cosas horribles ocurriendo, así como la imágen del tigre y de la cobra.

Cuando vayas lleva linterna y zapatos seguros y lo más antideslizantes posible.  Yo no pude internarme más allá de la tercera sala (hay cinco) porque, como uso anteojos, estos se empañaban constantemente lo que me impedía disfrutar plenamente de la experiencia. Si voy otra vez, usaré los lentes de contacto (que suelo usar sólo cuando me meto al mar).

Como siempre, si no tienes un todoterreno, los pick-ups que transportan visitantes son la mejor opción…con un caveat: la experiencia es mucho mejor si vas en la cabina.

A diferencia de lo que ocurrió en Semuc Champey, en Lanquín no hay colas para entrar porque los boletos de cobro son prácticos, y no burocráticos.

En la mañana del 29, antes de ir a Lanquín hicimos tubbing en el poderoso río Cahabón. El equipo de Utopía nos llevó al puente amarillo de Semuc Champey y ahí nos montamos en los tubos con el guía, los tres en fila, y yo de primero.  El agua es fría y ya te imaginas cómo me fue con eso.

Al principio el rio nos condujo gentilmente; hasta que escuchamos el rugir de las aguas al aproximarse a los primeros rápidos (que en realidad son rapiditos).  Es emocionante cuando los tubos…y uno que va en ellos saltan entre las aguas agitadas y veloces.   Me divertí como mico a lo largo del recorrido de poco más de 30 minutos y al atravesar los 5 rápidos que hay en el área.  Mi momento más extático fue cuando atravesamos un área de la jungla en la que había copal.  Imaginate: flotando garbosa y delicadamente en el río Cahabón, entre la selva, y…de repente…sentir el aroma del copal.

Tanto el paseo por el río, como le de las cuevas fueron memorables y muy divertidos.

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