La primera vez que visité Todos Santos fue para la fiesta patronal del lugar, a finales de los años 80. Lo que más me impresionó fueron tres cosas: El camino -que es un gozo para los sentidos-, la competencia a caballo -que es una locura-, y el hecho de que todos: hombres, mujeres, jóvenes, ancianos estaban borrachos. No borrachos propiamente, sino bolos perdidos.
El tema me ha llamado la atención porque he leído que para reducir problemas, como delincuencia, violencia intrafamiliar, sucidios, desordenes, y otros, los habitantes recurrieron al recurso intuitivo de prohibir la venta de alcohol.
Eso me ha recordado que mi abuelita Juanita contaba que, en Nueva York, durante la Prohibición, no había casa en la que a ella y a mi abuelito Jorge, no les ofrecieran licor; y que lo servían en tasas, para que pareciera que estaban tomando café. Ella también me contaba de los speakeasys o cabarés clandestinos a los que iban a parrandear. Una de mis exmaestras contaba que su madre hacía ginebra en la tina de su baño.
El punto es que, si los todosanteros creen que con prohibir el alcohol se les van a acabar sus problemas de alcoholismo, están equivocados. ¿O acaso las Guerra contra las Drogas ha acabado con la drogadicción y la narcoactividad? ¡Al contrario! Lo que pasará como consecuencia de la gazmoñería de unos y de la ingenuidad de otros es que ahora la gente será delincuente por hacer lo que antes hacía de igual manera. Pasará que habrá corrupción para que se pueda vender el guaro. Pasará que la gente irá a comprar el licor a lugares vecinos. Y pasará que los ayatolas locales perseguirán y atormentarán a los bolitos que se expongan. A Todos Santos hay que ponerle el ojo porque es uno de esos lugares en donde a la gente le puede dar por linchar.
Fuenteovejuna está actuando en Todos Santos. La decision ha sido tomada por un grupo de pobladores al margen de las autoridades establecidas y de la ley; en abierto desafío al estado de derecho. ¡Este es el verdadero peligro de lo que ocurre allá!. Adicionalmente este es un caso típico en el que la gente no tiene empacho alguno en erradicar un derecho como el de la libertad; para perseguir un interés como es el del orden.
Admito que las intenciones son buenas…pero donde los derechos individuales quedan sometidos a los intereses colectivos, lo que quedan son la servidumbre y el sometimiento a quienes ejercen el poder. Y, además, es una ilusión creer que con una prohibición de esas se va a acabar la afición de la gente por las bebidas alcohólicas. La gente no bebe en exceso porque sea permitido, sino por otras razones.
La gente, en Todo Santos (y en otros lugares también), ha satanizado al alcohol debido a que le atribuyen el orígen de todos sus males. ¡Cuidado con esto!, porque esa creencia es característica de la negación de la responsabilidad individual. Quienes creen que el guaro es el responsable de la delincuencia, de la violencia, o del escándalo -deliberadamente, o no- se rehusan a reconocer que las personas individuales son las responsables de las decisiones que toman y de sus consecuencias.
La proliferación y el apoyo comunitario a la creencia de que a mí las cosas me pasan, contraria a la de soy el responsable de mi vida, no hace nada bueno, ¡pero nada bueno!, por la educación cívica de los guatemaltecos.
El vídeo lo hallé gracias a Enchiel.