Cuando era yo niño, sobre todo si me tocaba pasar el asueto en casa de mi abuelita Juanita, ella y mi tía abuela La Mamita me llevaban a ver el desfile del 15 de septiembre. Para mí era una ocasión festiva que precedía, por dos días, a mi cumpleaños.
La Constitucíón de la monarquía española o Constitución de Cádiz, 1812. También conocida como La Pepa.
Era usual que lo viéramos en el parque Gómez Carrillo -al que aquellas viejitas llamaban parque Concordia- y me encantaba ver pasar los pelotones y las bandas. Eso sí, cuando me tocó marchar de verdad, en Primero básico, preferí irme al mar con mis padres y por eso por poco y pierdo la clase de Educación Física. ¿Por qué no la perdí? Porque a mis profesores se les olvidó…creo…y al final pasé la clase.
Durante muchos años los festejos de la Independencia -que en realidad fue una Desvinculación- perdieron encanto para mí. Pero desde hace una década, minutos más, minutos menos, en casa celebramos la efeméride.
Mis estudiantes hicieron este dibujo el 14 de septiembre pasado, en el pizarrón.
¡Nos encantan las antorchas del día 14 y las vemos en la zona 1 y en el monumento a los próceres de la Independencia!, donde la alegría de los jóvenes y la de las familias es tan contagiosa.
En casa tenemos una tradición para el día de hoy. Es el “potluck” chino de Independencia. ¿En qué consiste? Pues resulta que en la costa sur, después del desfile las familias van a almorzar a restaurantes chinos. En alusión a esa costumbre, un grupo de amigos nos reunimos al medio día, cada quién lleva un plato chino comprado en el restaurante de su preferencia, y en casa nos juntamos con docenas de platos diferentes y nadie sabe qué habrá.
Luego de almorzar sale el café, un breve descanso y agarramos camino para la zona 1 con el propósito de disfrutar de las bandas en las calles y asistir a los actos en la Plaza de la Constitución.
No celebramos por el nacionalismo colectivista contra el que han advertido pensadores como Ludwig von Mises, sino porque esta tierra es nuestra; y porque nos gustan el barullo y los festejos populares y callejeros. Hay algo…¿mágico?…cuando suenan las notas del Himno de Centroamérica y sólo unos pocos nos sabemos la letra.
Jóvenes y antorchas frene a mi ventana.
Ahora bien, ¿por qué Desvinculación en vez de Independencia?
Porque en el contexto de la particularidad pactista de la Monarquía Hispana, el Reino de Guatemala fue uno de los muchos reinos que conformaron aquella monarquía. Goatemala no era una colonia propiamente dicha y la Constitución de Cádiz integró a los hispanoamericanos como españoles. Esta parte de la historia se aclara mucho en el libro 15 de septiembre de 1821, por David Hernández.
David explica que si se define colonias como territorios regidos por leyes especiales, todos los territorios que conformaban la Monarquía Hispánica podrían ser denominados colonias, incluidos los peninsulares, pues por medio del pacto, todos mantenían sus fueros y sus particularidades políticas. Si colonia es un territorio dominado y administrado por una potencia extranjera, ese calificativo nunca podría ser aplicado a los reinos vinculados a la Monarquía Hispánica, ya que esta no fue una potencia extranjera (a pesar de la propaganda política del siglo XIX), sino que fue la potencia que creó Hispanoamérica. Siguiendo la tradición pactista propia de la península ibérica, el poder pertenecía a la comunidad cristiana, no al rey y aquella comunidad elegía a un rey para que administrara el poder en su nombre.
¿Y qué es la tradición pactista? Formulada por Isidoro de Sevilla, en el siglo VI, alcanzó a los maestros de la escolástica tardía en Salamanca quienes la adecuaron para los Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Consiste en que un pacto entre la comunidad cristiana y el rey es el que le da legitimidad a este para gobernar. Esa entrega de poder no era absoluta, sino que el poder siempre emanaba y residía en la comunidad o pueblo, pudiendo este recuperarlo en cualquier momento si se cumplían una serie de requisitos. Sobre todo si el rey administraba el poder de forma injusta.
En consecuencia, los pueblos hispanoamericanos siempre contaron con mecanismos legales, basados en aquella tradición hispana, para desvincularse de una monarquía tiránica, o de una usurpada. Si aquello ocurría, el pacto quedaba disuelto.
Sea pues, este día de fiesta, uno propicio para celebrar la vida, y para meditar sobre la historia, sus protagonistas, sus instituciones y sobre lo que podemos aprender para mejorar nuestra calidad de vida.
Columna publicada en República.