La foto muestra filas de cráneos humanos empalados. Este mural adorna un edificio en la ciudad maya de Chichén Itzá; y me recordó una escena de Apocalypto en la que se ven cabezas humanas en estacas.
La foto viene al caso porque recibí una comunicación en la que la Asociación Maya de Estudiantes Universitarios anuncia que “socializamos con ustedes nuestro pensamiento en torno al controversial cineasta Mel Gibson”.
Gibson, en lo personal no me importa mucho, y francamente el texto no se refiere a él como lo anuncia el título; pero como he estado tocando el tema de Apocalypto aquí les paso el comunicado, o como dirían los estudiantes: aquí se los socializo. No voy a comentarlo, porque he preferido que el propio arte de los mismísimos mayas hable sobre lo que a los dirigentes indigenistas tanto les incomoda: la espantosa violencia a la que las élites mayas sometían a su pueblo y a sus víctimas. Si hace clic en el enlace Apocalypto, de abajo, verá otras muestras de arte maya en las que se observan torturas y otros actos horriblemente cruentos.
Hecatombe maya, una afirmación falaz y pírrica
Felicidades señor Mel Gibson, por ser acreedor de cuatro premios Óscar por Braveheart. Además de dirigir, la película, La Pasión de Cristo y recientemente, por conducir la película “Apocalypto”. Cineastas de su altura, son admirables, independientemente de la connotación que desde su subjetividad le atribuyen a las religiones, a las culturas, a las visiones, a las epistemologías y a la semiótica.
En la contemporaneidad, si bien es cierto, que lo que impera es la cinética, sin embargo, ésta misma, debe estar basada en la cinestética como condición indefectible para la armonía, la sincronía y el mantenimiento equitativo del desequilibrio de las culturas del mundo.
Algo que no es nada novedoso, que nos presenta el neoliberalismo, es el solipsismo cuyas características entre otras, se encuentran la hegemonía, el acumulativo de bienes y la profanación de los valores por la avidez crematística, condiciones que desconfigura el humanismo y los folcloriza; disipando por ende, la sustancia humana como un ser en sociedad y un ser haciéndose.
En cuanto al salvajismo que presenta la película, a nuestra consideración es simplemente un estado primario de la evolución humana, tal como lo presenta el pensador F. Engels, al afirmar: “el salvajismo es un estadio inferior. Infancia del género humano. Los hombres permanecían aun en los bosques tropicales o subtropicales y vivían, por lo menos parcialmente, en los árboles; ésta es la única explicación de que pudieran continuar existiendo entre grandes fieras salvajes”, lo que significa que toda cultura, germina desde este principio prístino.
Para nosotros entonces, la hecatombe maya dentro de la película, está mal connotada, en virtud de que el verdadero significado de dicha acción es el acto de abnegación total que se lleva a cabo por amor y por dignificación a un pueblo. Basta hacer referencia a Rabinal Achi, quien se abnegó a la vida por la emancipación del Pueblo Achi.
Otro ejemplo que es digno de referir es la elegía por la pérdida del brazo de uno de los gemelos Hun-Hunahpú e Ixbalanqué en manos de Vucub-Caquix, como estrategia de vencimiento de Vucub-Caquix, al despojarle de sus alhajas, ornamentos y la dentadura que lo acreditaban como gran Señor, y en su lugar se le colocó granos de maíz blanco. Lo interesante en esta escena, es el hecho de que los gemelos han vencido al gran señor, pero al mismo tiempo, han recuperado el brazo de Hun-Hunahpú, para la consecución de la estirpe y la generación del pueblo Kiche, tal como reza el Popol Wuj.
Para finalizar, es interesante también hacer referencia a la transmigración o metempsicosis del alma, a pesar de que es una doctrina religiosa y filosófica oriental, aplica también a la cultura Maya, en virtud de que cuando Hun-hunahpú e Ixbalanqué fueron vencidos por Xibalbá y posteriormente molidos sus huesos y convertidos en polvo, fueron lanzados al río, éstos convirtieron en peces, que también refiere el Popol Wuj.
En otro orden, lo del desasosiego de las culturas es una verdad, basta con hacer referencia a la cultura griega y la romana, y por supuesto la maya; sin embargo, las culturas persisten en el tiempo y en el espacio. En el caso de los mayas, para nosotros, la muerte no es el ocaso, por el contrario, es una fuente inagotable de inspiración que aunque muchos atribuyen este numen solamente al pasado, sigue siendo vigente y aun más en la actualidad, puesto que sus cuadros recrean el pensamiento.
Para finalizar, la connotación de las culturas depende de quien las mira, pero quien las vive las entiende mejor.
Asociación Maya de Estudiantes Universitarios
AMEU