Hoy me encontré con una noticia titulada: Dime en qué país vives y te diré cuánto pagas de más; y la hipótesis de la pieza es que si vives en Nicaragua y pagas $1.57 por una taza de cafe, o vives en España y pagas $4.30 por la misma bebida, en España estás pagando $2.73 de más.
Pero hay un error en esa línea de pensamiento.
Los economistas clásicos se toparon con lo que se conoce como la paradoja del valor; misma que se expresa de la siguiente forma: ¿Por qué es que los diamantes son más valiosos que los panes? La paradoja supone que hay una contradicción en eso de que unas piedras de carbón sean más valiosas que el alimento.
¿Cuál era el error de los clásicos?
Ahí está que cuando elegimos valorar diamantes, o panes, no elegimos entre todos los diamantes y todos los panes. El dilema no es ¿por qué es que los diamantes son más valiosos que los panes? El dilema -si se diera- sería: ¿Por qué es que estos diamantes son más valiososos que estos panes, aquí y ahora, para esta persona en particular?
Me explico. Si estás comprando diamantes en el distrito de los diamantes, en Manhattan, seguramente esas piedras tendrán más valor para tí que un pan. Empero, si llevas tres días sin comer, seguramente un pan tendría más valor para tí que un diamante. Puesto de otra forma: En el primer caso seguramente no intercambiarías tu pan por un diamante; pero en el segundo caso, seguramente sí intercambiarías tu diamante por un pan.
Resulta que el valor de las cosas no está en los objetos; sino en la valoración personal que los sujetos le asignan a los objetos en función de sus deseos y necesidades. Por eso decimos que el valor es subjetivo: porque es personal y depende de los sujetos, no de los objetos. Los precios (como expresiones de valor) no son caprichosos, ni irracionales, sino que responden a las valoraciones de los individuos. El valor está determinado por la importancia que le asigna el individuo que actúa, a un bien, en función de los fines que persigue el actor. Es a los economistas Carl Menger, Stanley Jevons y John Walras a quienes les debemos la teoría del valor subjetivo.
En el caso del café: los que gustamos de esa bebida no elegimos entre todo el café. El café no vale $1.57, ni $4.30. Lo que sí ocurre es que para ciertas personas, en Nicaragua, en condiciones específicas, ciertas tazas de café valen $1.57; y lo mismo ocurre en España, pero a un precio de $4.30. De hecho, y si lo piensas bien…no todas las tazas de café en Nicaragua valen $1.57. Aquello es sólo una generalización que confunde…como se confundían los clásicos.
Dicho lo anterior…sí es cierto que hay ciudades en las que la vida es más cara, que en otras. Pero eso es otro par de zapatos. Esto es porque cuando vives en España (o en otro país en el que los precios son más altos que en Nicaragua), tu no eliges entre el café que se vende en España y el que se vende en Nicaragua. Eliges entre los cafés que están disponibles en España ahí, y en ese momento, a cierta distancia de donde estás y a los precios que hay ahí. Aquí y ahora es la clave; y cada lugar es un aquí diferente, así como cada momento es un ahora diferente. En cuanto a los precios -pero no en cuanto al proceso de valorar- es diferente si el intercambio es voluntario; a cuando en el mercado intervienen fuerzas coercitivas, como el estado.
En conclusión, en España no pagas de más…pagas distinto.