15
Oct 08

Los crimenes de "La Primavera Chapina"

Este 20 de octubre, la socialdemocracia y algunos sectores de la exguerrilla están haciendo su terapia; y han dispuesto celebrar -por todo lo alto- lo que llaman La Primavera Guatemalteca, refiriéndose a las administraciones de Juan José Arévalo y de Jacobo Arbenz.

Lo que me parece injusto, en el festejo, es que son omitidas las partes tenebrosas y espeluznantes de aquel período de la Historia nacional. La Historia rosa de La Revolución hunde en el silencio los asesinatos, las torturas, las vejaciones y las persecuciones a las que fueron sometidos los que no estaban de acuerdo con el rumbo que había tomado la gesta cívica que había acabado con el ancien regime.

Centenas de personas murieron, o fueron electrocutadas, colgadas, apaleadas y sometidas a diferentes formas de tortura, en las ergástulas que dirigían personajes como Jaime Rosenberg y Rogelio Cruz Wer, al servicio de La Revolución y de sus líderes como Jacobo Arbenz.  Fue el mismísimo Juan José Arévalo en Carta política al pueblo de Guatemala con motivo de haber aceptado la candidatura y otros escritos, quien dijo que, en el gobierno de Arbenz, la policía fue obligada a practicar torturas repugnantes y a cometer crímenes contra la vida de los adversarios políticos.

La historia que comparto ahora, con ustedes es del libro Genocidio sobre Guatemala*, editado por la administración de Carlos Castillo Armas, en 1954. En él hay muchos testimonios que hielan la sangre; pero he elegido el de Geraldo Cattousse porque Jerry Cattousse fue un empresario muy conocido en la sociedad guatemalteca en los años 70. Era el propietario de Jerry´s Tours, una operadora de turismo importante. También lo elegí porque fue asesinado c. 1981; y porque, aunque Cattousse era beliceño, hay familia suya que vive en Guatemala.

Esta publicación es para que no se olvide la memoria de las víctimas de La Revolución; cuyo sacrificio es opacado por panegíricos, loas y cantares dedicados a las víctimas favorecidas por el capricho de quienes escriben la Historia rosa de La Primavera chapina.

He aquí, el testimonio de Cattousse:

El viernes 25 de junio, cuando salí de mi trabajo en la Tropical Radio, para ir a cenar en el restaurante Altuna** y a eso de las 20 horas, fui capturado por dos rebajados* quienes me dijeron que el mayor Jaime Rosenberg me quería hablar. Al contestar a dichos señores que yo iba a cenar en ese momento y que iba a llegar después, me contestaron que tenía que acompañarlos por las buenas o por las malas. No me quedó más remedio que ir con ellos.

Como media hora antes de ese episodio, fui llevado a la oficina del ex director de Telecomunicaciones, coronel Federico Fuentes Girón, quien tenía todos los teléfonos interceptados. Allí también llevaron al periodista norteamericano Jules Dubois; en estos arrestos jugó papel importante el capitán Constantino Bernasconi. Nos acusaron de haber enviado un mensaje tendencioso a los Estados Unidos, por teléfono. Después se llevaron al corresponsal Dubois y cuando él preguntó a dónde lo conducían, se le contestó que a su hotel. A mí me dijeron que regresara a la Tropical Radio. Más tarde supe que el corresponsal Dubois fue llevado con Jaime Rosenberg para ser torturado, pero logró dar aviso a la Embajada americana, lo cual le salvó y tuvieron que ponerlo en libertad.

Como decía, me llevaron con el asesino Rosenberg, a su despacho en la Guardia Judicial. Este me abofeteó en el rostro dos veces y me dio un puñetazo en el pecho, gritándome al mismo tiempo que era un anticomunista desgraciado y acusándome de estar conspirando con unos corresponsales americanos contra el gobierno. No me dio oportunidad para defenderme, dando orden a los agentes judiciales que me llevaran al primer cuerpo de la Guardia Civil y diciendo que me iban a fusilar al día siguiente. Pasé la noche del viernes y la mañana del sábado en una asquerosa celda junto con más de 400 anticomunistas. El sábado 26 de junio, como a las 14 horas, llegó a traerme un agente rebajado de la Guardia Civil, llevándome al segundo piso del primer cuerpo, donde me agarraron otros rebajados, vendándome los ojos, me quitaron toda mi ropa y me amarraron las manos fuertemente por detrás y m e llevaron al famoso cuarto donde está la no menos famosa pila. Allí me dejaron en el suelo. En ese momento otro anticomunista estaba siendo torturado por Rosenberg y otros. Al torturado le hacían preguntas y cuando no contestaba como ellos querían, lo golpeaban ferozmente, dando el infeliz tremendos gritos de dolor. Después dieron orden de meterlo en la pila. Otra vez se oía el grito del hombre y su voz sofocada cuando trataba de levantar la cabeza para tomar aire. Después de unos minutos que parecían una eternidad, lo sacaron del agua y el coronel Cruz Wer le dijo que lo iban a fusilar. Inmediatamente dio la orden de “apunten” y luego la vos de “fuego”. Se oyó entonces una ráfaga como de ametralladora de mano. Luego de dispararle el tiro de gracia, oí: “A éste hay que juntarlo con los otros para tirarlos en la noche”.

Después me agarraron y el verdugo Rosenberg me ordenó que confesara que yo estaba conspirando con unos corresponsales norteamericanos. Yo le respondí que eso no era cierto. Entonces él, personalmente, me dio de patadas en el estómago, sintiendo que de cada patada se me iba la respiración. En seguida ordenó que me sujetaran entre dos hombres y un tercero procedió a flagelarme sin misericordia las piernas y la parte trasera del cuerpo, con un objeto de hule pesado, causándome terribles dolores, en tanto, Rosenberg insistía para que yo confesara. Le dije que yo no sabía nada de lo que él me preguntaba, y volvían a flagelarme, cada vez con mayor saña. Como yo gritaba me dieron patadas en la boca. En seguida Rosenberg dio orden para que me metieran en la pila. Me amarraron los pies y me echaron al agua sumergiéndome, y cuando yo trataba de sacar la cabeza para tomar aire, una mano férrea me empujaba la cabeza hacia el fondo de la pila, sintiendo que mis pulmones iban a reventar.

Después me sacaron y de nuevo Rosenberg me dijo que me iban a fusilar en la mañana. Me pusieron la ropa, no sin antes robarme lo que tenía en los bolsillos, hasta el último papel y entre otras cosas de valor, mi reloj Cortébert Speroflix (sic) con su respectiva pulsera de oro. Atado de pies y manos, vendados los ojos, me metieron hasta la esquina de un cuarto; por las voces que llegaban a mí me enteré que había otros dos anticomunistas en el mismo local, también vendados, un señor Portillo, de Zacapa y un capitán Aldana, quienes también esperaban ser fusilados de un momento a otro.

Esa misma noche y durante un apagón me trasladaron a otra celda. Pensé que con seguridad eso significaba que me iban a matar como a un perro y me vino la idea de escapar. Logré desatarme de las manos, me quité la venda de los ojos y al ver alrededor de mí cinco guardias civiles roncando, desaté mis pies y subí hasta el techo que da al lado del Callejón Concordia. Cada paso que daba hacia arriba, ya esperaba que los guardias iban a despertar y bajarme a tiros, Llegué hasta la esquina de la paren, entre el palacio de la Guardia Civil ***y el viejo primer cuerpo****, y al intentar bajar tuve que esconderme rápidamente porque por el Callejón Concordia se aproximaba una ambulancia de la Cruz Roja. Esta ambulancia entró en el palacio de la Guardia Civil y de ella bajaron unos seis hombres bien armados. Se me heló la sangre en el cuerpo, pues pensé que seguramente habían llevado esa ambulancia para conducirme después de ser fusilado.

Iba a bajar después el gran paredón, cuando tuve que esconderme de nuevo, pues esta vez se aproximaban unos guardias civiles por el callejón. Estos entraron por la puerta de la Sargentía del primer cuerpo. Mi permanencia arriba, con toda esa demora, fue muy prolongada y oí que ya me estaban buscando abajo. Un guardia subió al techo y gritó: “Allí está el cabrón”. No vacilé más y salté de ese paredón, que mide varios metros de altura, hasta la calle, y corrí como loco por el Callejón Concordia. Atrás de mí una decena de guardias entablaron la persecución, corriendo y disparándome. Yo corría en zig-zag. Tomé la 15 calle y luego la 7ª. Avenida sur, sin que me dejaran mis perseguidores de disparar en mi dirección. Llegué hasta la 20 calle y 12 avenida, lugar donde me interceptó una radiopatrulla con ametralladoras. Rápidamente levanté las manos en señal de rendición. Llegaron agitados los guardias y me hicieron caminar de regreso en medio de la calle, a punta de ametralladoras y fusiles. Durante esa larga caminata varios de ellos me amenazaron con ultimarme para acabar conmigo de una vez, pero otros insistieron en que debían devolverme al primer cuerpo. Durante esa marcha recibí un sinnúmero de culatazos y cañonazos de ametralladora en la cabeza y el cuerpo.

Al nada más entrar en el primer cuerpo de la Guardia Civil, me agarraron unos diez o quince rebajados, todos armados, me golpearon todo el cuerpo, diciendo que eran órdenes de Rosenberg. Uno de ellos, alto, de rasgos definidamente indígenas, levantó su ametralladora en actitud amenazante, como para liquidarme. Luego me vendaron los ojos, me amarraron las manos atrás; me condujeron por unas escaleras hasta un cuarto donde reanudaron su agresión con sus armas, dándome de puntapiés en el estómago y en el pecho. Caí al suelo y mis verdugos, enfurecidos, proseguían golpeándome. En seguida me amarraron los pies y uno de ellos dijo: “Yo me llevo estos zapatos, son muy bonitos…” Me dejaron en calcetines, solo. Al rato entró un rebajado y con su navaja me pinchó el cuello, diciéndome que en ese momento me iba a matar. Luego me propinó otros golpes y para concluir su misión, me disparo a quemarropa tres tiros, uno de los cuales hizo blanco en mi pierna derecha. Después de todo esto, me dormí o desmayé, porque ya no me di cuenta.

En la madrugada (domingo 27), al levantar la cabeza, me encontré sobre un charco de sangre. Al tratar de incorporarme se me cayó la venda de los ojos. Dos rebajados que estaban allí se asustaron al ver que yo los estaba observando. Uno de ellos se levantó como una fiera, saltó junto a mí me dio seis patadas brutales en la cabeza, abriéndome dos tremendas heridas en la boca y en la cara, diciéndome que eso se debía a que me había quitado la venda de los ojos. Yo le hice ver que eso era imposible, porque tenía las manos y pies amarrados.

Me pusieron otra venda. Luego me di cuenta que tenía los dedos de la mano izquierda fríos y la misma mano paralizada, debido a que estaba tan apretada su ligadura que impedía la circulación de la sangre, y en esta condición ya llevaba más de tres horas. Rogué a uno de los rebajados que me aflojara un poco las manos, pero me respondió que no podía hacerlo sino hasta que llegara el jefe y, cuando éste llegó y le habló el rebajado de mi petición, le contestó: “Déjelo así, que se le pierda la mano”.

Más tarde llegó un rebajado que parece que me conocía, porque me llamó por mi nombre. Alojó las ligaduras y sentí un gran alivio. Me llevó un poco de agua, pues no me había dado de comer desde el sábado en la mañana, en que me habían dado una taza de café detestable y un pan francés duro. En ese momento pude darme cuenta que la bala del disparo que me habían hecho el día anterior, la tenía dentro de la pierna, lo cual me causaba un gran dolor y, cuando supliqué que se me llevara al hospital de la Guardia Civil, los agentes que me rodeaban se rieron, diciéndome uno de ellos que no era necesario, que con una navaja me iba a sacar la bala.

Todo el día domingo, lunes y martes por la mañana, tuve que soportar la bala incrustada en mi pierna. Y como debido a la humedad me había sobrevenido un ataque de tos, un rebajado me dijo, que como continuara tosiendo me iba a patear la boca.

El día 28 de junio, cuando se oyó el tiroteo de los puestos militares contra uno de los aviones del Ejército de Liberación sobre la capital, nos sacaron de nuestras celdas y nos introdujeron en las bartolinas de la terraza del primer cuerpo, pues decían que esperaban que fuésemos ametrallados por el bombardeo. Esa noche nos sacaron bruscamente de allí. Yo pensé que había llegado nuestro fin; pero circuló el rumor de que la Junta de Gobierno había dispuesto que nos pusieran a los detenidos en libertad el martes por la mañana.

¿Cómo no se me desarrolló una gangrena en la pierna? Es un milagro. Al salir del primer cuerpo el martes por la mañana, mi ropa estaba completamente llena de sangre, al igual que otros muchos detenidos. Recuerdo entre ellos al licenciado Martínez del Rosal. Mi primera idea fue tomar un taxi para dirigirme al Palacio Nacional, para poner en conocimiento del Estado Mayor, el estado en que me encontraba; de allí se me envió al Hospital Militar, donde se me practicó una operación para extraerme la bala y hasta la fecha no he podido recuperar completamente la salud.

Este relato quedaría incompleto, si no sugiriera al actual Gobierno, la conveniencia de destruís ese centro de tortura erigido por el poder comunista. La famosa pila está situada en el segundo piso, al lado de la 13 calle, en un cuarto con puerta de madera, que también debe ser abolido, y quiero dejar constancia, que el coronel Federico Fuentes Girón, en compañía de de un tal Constantino Bernasconi, así como un telegrafista, Efraín Moreno, colaboraban en aquellas infamantes faenas con el asesino Jaime Rosenberg. Estos individuos tenía todos los teléfonos de la ciudad interceptados en la oficina de Federico Fuentes Girón, habiendo sido otra de las víctimas de este último, Félix Gaitán, empleado de la Tropical Radio, acusado de haber hablado por teléfono con un norteamericano.

* El término genocidio está siendo utilizado aquí de manera muy laxa.

** Guardias Civiles (policías), sin uniforme.
***Que entonces quedaba en la esquina de la Sexta avenida y Once calle, de la zona 1
****Actual Palacio de la Policía Nacional Civil
***** Antiguo convento de San Francisco, actual estacionamiento que está atrás del Palacio de la PNC.

La foto es del libro Genocidio sobre Guatemala.

15
Oct 08

Otras víctimas de la Primavera Chapina

De el libro Genocidio sobre Guatemala, esta es una lista de algunas de las víctimas olvidadas de La Primavera Chapina; efemérides que la administración socialdemócrata y algunos sectores de la exguerrilla celebran costa de los tributarios, y pomposamente.

David Pivaral, torturado
Daniel Izaguirre, Alcalde de El Tumbador, decapitado
Bartolomé Díaz Anleu, torturado
Mario y Edgar Quiñones Flébil
Fabián Urizar
Guillermo Morales, fusilado
Jorge Haussler, fusilado
Otilio Figueroa, fusilado
Juan Pablo Esquivel, asesinado
Benjamín, Raimundo y Basilio González, asesinados
Ángel González, Eusebio Cruz, Francisco Rodríguez y Juan López, asesinados
Ernesto Tovar Meza, torturado
Tobías Rabanales, torturado
Oscar Luna Campo, asesinado
Félix San Juan Najarro, desaparecido
Alberto Artiga, torturado y asesinado
Hugo Mármol Samayoa, asesinado
Cosme Viscovich Palomo, asesinado
Álvaro Rivera Aparicio, asesinado
Rafael Herminio Diéguez, asesinado
Paulino y Víctor de León Suruy, torturados y asesinados
Porfirio Pérez, torturado y asesinado
Juan Hurtarte, torturado y asesinado
Virgilio Morales, torturado y asesinado
Efraín Díaz, torturado y asesinado
Oscar Porras Portillo, torturado y asesinado
Tomás Ortiz, torturado y asesinado
Eduardo García, torturado y asesinado

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La foto es del libro Genocidio sobre Guatemala

14
Oct 08

Luisfi en la radio

Contravía es conducido, hoy, por Marta Yolanda Díaz-Durán; y ahí estaré para comentar el lado oscuro de La Revolución y de La Primavera chapina, que con tanto empeño celebra la administración socialdemócrata.

No se lo pierda hoy, de 6:00 a 7:00 p.m. (Central Time), en 100.9 F.M. y en http://www.radiopolis.info/


19
Sep 08

¿Luisfi está chochando?

“Vos Luis, estás chochando…deberías de revisar antes lo que escribís”. Así truena el comentario que envió Jorge Ramirez para la entrada titulada El fuego jacobino de los linchamientos.

Luego de la estocada, Ramírez abunda en su argumentación: “¿De dónde sacás que los linchamientos vienen del gobierno del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán??? El único fuego jacobino que nos dejó la revolución fue el recuerdo de 10 años de primavera Democrática derrocada por los traidores del patria que aqui pareces admirar tanto”. Sic.

No es que yo sea malvado, ni que quiera poner en ridículo a Ramírez; pero quiero usar este comentario para poner en evidencia tres vicios del debate que abundan entre algunas personas que participan en este gran diálogo nacional que es el intercambio de ideas.

Ramírez comienza su argumentación y la termina con ataques ad hominem. Me dice senil, y me manda a ser más cuidadoso –como si no lo fuera–; y con ello pretende descalificar mis juicios sobre el fenómeno de los linchamientos. Me descalifica, argumenta y me vuelve a descalificar.

Entre ciertas personas existe la cultura de ningunear a otros, o sus contribuciones, acudiendo a circunstancias (verdaderas, o falsas) que nada tienen que ver con lo que se está discutiendo. En vez de poner a prueba ideas, quienes acuden a los argumentos ad hominem insultan y descalifican…generalmente y precisamente a falta de mejores ideas. Por ejemplo, a mí me suelen descalificar como instrumento del capitalismo (lo cual me honra); y con eso, los pretendidos críticos de los principios que yo defiendo, se dan por servidos.

Quizás yo le parezca chocho y descuidado a Ramírez; pero lo la hipótesis de la entrada en cuestión es que los linchamientos son propios de extremistas, capaces de instaurar un régimen de terror. Y aquí viene la parte jocosa del comentario en cuestión.

El pobre Ramirez se creyó que cuando yo me refería a los jacobinos franceses (Robespierre, Marat, Dantón, y Mirabeau, entre otros), en realidad yo estaba hablando de su coronel Jacobo Arbenz. Con ese fetichismo que tienen algunos por la Revolución chapina, Ramirez sumó Jacobino y Jacobo, y le dio lo único que pudo ver desde su perspectiva parroquial.

“Revisá antes lo que escribís”, me manda a hacer, aquel que desenfundó y ni siquiera se el ocurrió chequear en la Wikipedia, si existía algo como jacobino y jacobinismo. La cosa es atacar, y hacerlo con rabia…así de jacobina es la Revolución que añoran los que sudan las fiebres de la Primavera Democrática cuyos crímenes ocultan, discretamente maquillados, los apologistas de aquél fracaso de la izquierda criolla.

Este es otro de los vicios a los que me refiero. Existe una cultura nefasta que, a falta de buenos argumentos, ataca lo que sus practicantes dicen que uno dijo, en vez de discutir lo que uno efectivamente dijo. Ocurre, por ejemplo, cuando digo que los derechos individuales deben prevalecer sobre los intereses colectivos; y alguien salta para espetar que es una iniquidad que se pretenda que los intereses individuales prevalezcan sobre los intereses colectivos.

En el caso que nos ocupa, yo sostengo que los linchamientos tienen que ver con el extremismo y con el terror; y el buen Ramírez apunta sus saetas contra una supuesta alusión al pobre Arbenz, cuyas hazañas, por cierto, están lejos de las de Robespierre y Dantón. Lejos en el tiempo, y lejos en magnitud.

Creo que las miserias de la Revolución Chapina deben ser discutidas; pero no viene al caso traerlas a colación cada vez que algo suene a Jacobo–y menos repitiendo consignas de la cartilla– .

Una cosa debo reconocerle a Ramírez; y es que, a diferencia de otros, por lo menos no escribió un anónimo. Este, el de tirar la piedra y esconder la mano, es el tercer vicio del debate chapín.

A mí me gustan el debate y las buenas discusiones; y bueno, por eso es que tengo un blog. Sin embargo, prefiero tenerlos con personas que pueden sostenerlos con cierta altura. Un mínimo de estándares no le hace daño a una buena discusión. Eliminemos los insultos y enfoquémonos en las ideas. Esa es mi propuesta.


10
Jul 08

El nuevo IUSI, de Arzú, es confiscatorio

Con el nuevo Impuesto Unico Sobre Inmuebles, que pretende establecer el alcalde Alvaro Arzú, “se deberá pagar hasta Q6 mil de IUSI, cuando el año recién pasado pagaban Q1 mil 235″. Semejante abuso tributario es confiscatorio y viola el principio de capacidad de pago contenido en el artículo 243 de la Constitución de la República de Guatemala. ¿Quién puede enfrentar un aumento de 100 o 500% en sus impuestos sin tener que perder su propiedad? ¿Quién se beneficiaría si muchas familias tuvieran que rematar sus casa por no poder pagar impuestos?

Aquel principio -humanitario- dice que “el sistema tributario debe ser justo y equitativo. Para el efecto las leyes tributarias serán estructuradas conforme al principio de capacidad de pago. Se prohiben los tributos confiscatorios”.

Adicionalmente la municipalidad está modificando, por medio de un manual de valuación, unas tablas que la Corte de Constitucionalidad declaró inconstitucionales en el 2001.

Afortunadamente, ciudadanos como Carlos Molina Mencos y organizaciones como Vecinos Pro Guatemala y la Asociación de Adultos Mayores Notables, están organizando la oposición a aquella sinvergüenzada de Tu Muni. Vecinos responsables, como Valentina Girón, cuestionan la secretividad financiera de la administración Arzú. “El que nada debe, nada teme. ¿Por qué será tan dificil para el alcalde Arzú hacer públicos los ingresos de la comuna capitalina?”, pregunta Girón. El alcalde Álvaro Arzú usa de papel sanitario la obligación de informar sobre el uso de las finanzas de Tu muni, advierte Luis Alfredo Aragón.

Cuando el rey Jorge le puso un impuesto adicional al té; los colonos de Boston organizaron la Fiesta del Té y desencadenaron la Revolución Americana. ¿De qué acusaban los colonos al Rey? Entre otras cosas, de poner contribuciones sin su consentimiento. “Cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, evidencia en designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y proveer de nuevas salvaguardas para su futura seguridad y su felicidad”, dice la Declaración de Independencia.

¿Qué va a hacer usted cuando le aumenten cinco veces lo que paga de impuestos a la municipalidad guatemalteca?

La foto es de una familia desahuciada, durante la Gran Depresión.


26
Jun 08

Se me rajó el embajador cubano

Hoy, en el programa radial A primera hora, iba a tener una discusión con el embajador de Cuba, Omar Morales Bazo; pero el diplomático se me rajó.

El Representante estaba en aprietos porque los conductores del programa -Beatriz Colmenares, Felipe Valenzuela y Juan Luis Font- le habían hecho preguntas como si un programa como A primera hora sería posible en Cuba. Morales había tenido dificultades para explicar que allá, la libertad de expresión no se entiende como aquí. Se había hecho toda clase de quesos para explicar por qué es que la música de Gloria Estefan estaba prohibida en la Isla, de acuerdo con una denuncia de Silvio Rodríguez. De hecho el embajador se quejó de que recibía demasiadas preguntas durante la entrevista.

“Yo soy el embajador de Cuba y no vengo a debatir”, dijo el enviado de los Castro; y se rehusó a platicar conmigo.

Quizás hizo bien, porque no hubiera salido bien parado. Generalmente las discusiones sobre Cuba se basan en percepciones y son adornadas por elementos pasionales e ideológicos; y yo no iba a caer en ese juego. Basado en el libro Los derechos fundamentales y el orden jurídico e institucional de Cuba -por mi amigo, el juez argentino, Ricardo Rojas- yo iba a citar la Constitución y las leyes cubanas; así como discursos y documentos de la Revolución, para poner en evidencia al enviado de Cuba y al régimen que representa.

Si no puede leer el libro, he aquí una Conferencia que Rojas impartió al respecto.

Como estábamos en la radio, yo iba a citar esta joya del artículo 7.1 de la Ley 88/99: “Pena de 2 a 5 años de prisión a quien colabore por cualquier vía con emisoras de radio o televisión, periódicos, revistas u otros medios de difusión extranjeros. La responsabilidad penal en esos casos será exigible a los que utilicen tales medios y no a los reporteros extranjeros legalmente acreditados en el país, si fuese esa la vía empleada”.

Hablando de educación y de artistas, hubiera citado que la enseñanza es función monopólica del estado de acuerdo con el artículo 39 de la ley que rige a aquella. Mismo que “fundamenta la política educacional y cultural en el ideario marxista” y que dispone que “es libre la creación artística siempre que su contenido no sea contrario a la Revolución”.

Vaya que no entramos al tema de la salud, porque le hubiera citado a La tía China, tía abuela de un amigo, y que recién salió de Cuba a sus 81 años: “Los médicos son buenos, cariñosos; pero no hay higiene”.

Por si alguien tiene duda de si el régimen de los Castro es una dictadura colectivista y totalitaria, o no, ¿qué tal esta frase de Fidel, en 1976? “Hay división de funciones, pero no hay división de poderes. El poder es uno”. O, ¿qué tal esta, del artículo 62 de la Constitución cubana? “Ninguna de las libertades reconocidas a los ciudadanos puede ser ejercida contra lo establecido en la Constitución y las leyes, ni contra la existencia y fines, ni contra la decisión del pueblo cubano de constituir el socialismo y el comunismo. La infracción de este principio es punible”.

¿Con qué retórica torcida hubiera respondido Omar Morales a estas observaciones? ¡Me hubiera gustado saberlo!

He aquí una frase de esas, de Fidel Castro en 1988: “Yo no acepto la idea de que haya alguien preso por ser adversario político porque realmente hay personas presas por actividades contra el estado socialista, contra la Revolución, en virtud de hechos sancionados por las leyes. No hay nadie preso simplemente por ser adversario político de la Revolución; eso no se puede afirmar. Tenemos y tendremos presos contrarrevolucionarios”. ¿Cómo le quedó el ojo?

Me hubiera gustado oír qué tenía que decir Omar Morales frente al a esta frase del discurso de su Jefe, pronunciado para el VII aniversario de los Comités de Defensa de la Revolución: “La lucha del proletariado con los grandes propietarios es una tarea relativamente fácil, pero sería un grave error de la Revolución bajar la guardia, descuidarse y dar lugar a que surja, dentro de la sociedad, innecesariamente, una multitud de decenas de miles de pequeños comerciantes; es decir, integrar una masa más numerosa contra los cuales la lucha hubiera sido más dolorosa todavía”.

La Revolución es violenta y agresora; y yo hubiera cerrado mi intervención con una frase que para el pelo, tomada del Discurso por el XIV aniversario del asalto al cuartel Moncada: “Hay una frase que por cuestión de profundos principios, estará abolida siempre de la terminología de esta Revolución, y es la frase: ¡Alto al fuego!”


01
Abr 08

La Revolución exige rigor, por eso la Izquierda apedrea

Mi cuate Juan Carlos Hidalgo fue a Rosario, Argentina, para participar en una conferencia que califica de muy exitosa en ocasión del 20 aniversario de la Fundación Libertad.

“La crema y nata del liberalismo latinoamericano estuvo presente, y fue una experiencia única compartir tres días con mentes tan ilustres. Además, fue una magnífica ocasión para compartir en un solo lugar con decenas amigos que he hecho durante ya casi una década de lucha por las ideas de la libertad”, relata.

Sin embargo hubo un incidente lamentable y violento que vale la pena destacar: “El único punto negro en la actividad fue el encuentro que tuvimos con un grupo de manifestantes de izquierda el viernes por la tarde, cuando el bus en el que nos dirigíamos fue interceptado en la Plaza Ché Guevara (¿casualidad?) por unos 150 gamberros bolivarianos que apedrearon y destrozaron el vehículo”, cuenta Hidalgo.
“En el mismo se encontraban Mario Vargas Llosa, Mauricio Rojas, Cristián Larroulet, Otto Guevara, entre otros. Fue un momento muy tenso e innecesario, puesto que el grupo atacó al bus sin ningún tipo de provocación. Nuestro único pecado fue pensar diferente. Mi principal temor fue que, al haber roto las ventanas del primer piso del vehículo, alguien pudiera prenderle fuego al mismo (de hecho vi pasar cerca a un atacante con un aerosol en su mano).Por suerte el incidente no pasó a más. Sin embargo, esta situación refleja el grado de intolerancia y violencia que caracteriza a la izquierda carnivora latinoamericana, para parafrasear a los autores El Regreso del Idiota Latinoamericano (también presentes en el evento rosarino)”, añade Juan Carlos.

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“Son personas dispuestas a utilizar la fuerza contra aquellos que piensan diferente a ellos, situación que se agrava cuando logran llegar al poder–como en Venezuela, Bolivia y Ecuador–y cuentan con el aparato represivo estatal a su favor.En fin, el ataque fue reseñado por los principales medios latinoamericanos ayer. La Nación de Argentina sacó una nota con declaraciones mías (que por algún motivo que desconozco el periodista consignó que no quise identificarme ni compartir las fotos). Ya que no había periodistas cerca durante el momento de la agresión, las únicas imágenes disponibles del ataque son las que tomamos dos personas que íbamos dentro del bus”, concluye, antes de comentar que comparte las fotos del incidente.
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A mí no me extraña este tipo de violencia; y no se por qué, me recordó la foto que he puesto para ilustrar esta entrada. Es de una pancarta durante La Revolución de 1944 en Guatemala; y dice: La Revolución costó víctimas, su mantenimiento necesita rigor.
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La Revolución demanda severidad, dureza y acrimonia que se expresan en turbas de intolerantes, dispuestos a conseguir por la fuerza (o el engaño) lo que no pueden conseguir por la razón.
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La Revolución siempre ha necesitado rigor. Por eso es que su costo se cuenta en número de muertos. La Izquierda consecuente no dialoga; sino que apedrea, fusila, y encierra.

21
Oct 07

La V, de la Victoria, al estilo de Carlos Peña

Una vez más -sin pena, ni gloria- pasó un aniversario de la Revolución de 1944 en Guatemala (ni siquiera hubo feriado porque cayó en sábado); pero en el Paraninfo de la Universidad de San Carlos hay una magnífica muestra fotográfica de la época de Jorge Ubico, Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz.

Entre las fotos encontré esta, de un grupo de niñas que hacen la V de la Victoria al estilo de Carlos Peña. No al estilo de Winston Churchil que la hacía con la palma de la mano hacia el frente, sino al revés.


24
Sep 07

¿Cuál desbalance?

Si la izquierda revolucionaria guatemalteca termina de desaparecer, como debería de haber desaparecido hace ratos, ¿habrá un desbalance en el país? Esa inquietud ha sido manifestada por varios comentaristas políticos luego de la implosión que sufrió la exguerrilla en los comicios del 9 de septiembre pasado.

Mi hipótesis es que no; y que no hay que perder de vista las habilidades para las que si son buenos los exguerrilleros. Para comenzar, ni el 6% del electorado encuentra expresión en las opciones revolucionarias; y si a esas le descontamos a Rigoberta Menchú, que según Pablo Monsanto “dejo de ser revolucionaria hace muchos años”, sus cifras se ponen mucho más tristes. Adicionalmente, al verdadero revolucionario la democracia le sopla las verijas.

El revolucionario coherente percibe a la democracia burguesa como una falsedad que se presenta como defensora de la igualdad y de los derechos de las personas; pero que sólo sirve a los intereses de la clase dominante. El revolucionario consistente intuye que la democracia burguesa es un escenario muy limitado para la lucha del proletariado. El revolucionario de verdad siente que la democracia socialista (o dictadura del proletariado) es la única expresión política que sirve a la clase trabajadora.

Eso explica la arremetida que Monsanto le pegó a la dirigencia indígena en la célebre entrevista del 2 de septiembre pasado. Al final, la dirigencia mayense le falló a la revolución porque esa dirigencia es más indigenista que proletaria y porque la gente es menos cándida de lo que creía la vanguardia de la revolución. Todo el candongueo terminó en nada.

Lo que no ha colapsado es el ideal socialista según el cual los intereses colectivos tienen prioridad sobre los derechos individuales; una idea compleja, y poderosa en su sencillez aparente.

La incomprensión de sus alcances perversos hace posible, por ejemplo, que muchos integrantes de algunas élites del país crean, ¡de verdad!, que su responsabilidad social va más allá de servir a los consumidores, respetar los derechos ajenos y obtener ganancias. Y ahí andan, proclamando que ¡yo soy más santo que tú!, porque acceden a las demandas que impone la creencia de que los intereses colectivos tienen prioridad sobre los derechos individuales.

Lo que no ha colapsado es lo políticamente correcto y la complacencia con el relativismo. Los revolucionarios han tenido mucho éxito en desprestigiar la lealtad a los principios y la confianza en los valores. Por eso es que, en muchos ambientes, la flexibilidad en los principios es más apreciada que la verticalidad. Por eso es que se admira al acomodaticio y al inconsistente. Por eso es que para La Revolución, ahora son más importantes los progres y los que buscan el balance, que los mismísimos comandantes.

Ya desde 1848, los revolucionarios sabían que para el éxito de su causa era importante desarticular la propiedad, promover impuestos progresivos, gravar el derecho de herencia, controlar el crédito, controlar el transporte, controlar la producción, hacer del trabajo una obligación social y manipular la educación. Todas estas prácticas políticas son prácticas socialistas que materializan la consigna de que el interés colectivo debe privar sobre los derechos individuales. Son prácticas que muchos dan por incuestionables, y son prácticas que deberían llenar de orgullo a cualquier revolucionario que haya leído: “Un espectro se cierne sobre Europa…”

No hay, ni habrá desbalance alguno si desaparece la izquierda revolucionaria. Sus ideales todavía sobreviven entre nosotros porque el socialismo no necesita de la exguerrilla para hacer avanzar su agenda entre muchos chapines. Cada vez que alguien se olvida de que los intereses colectivos NO deben prevalecer sobre los derechos individuales, la libertad pierde sus alas, y los ideales de La Revolución hacen crecer las suyas.

Publicada en el diario Prensa Libre el sábado 22 de septiembre de 2007


14
Oct 06

Otra Guatemala

Para la perpetuación de la miseria en Guatemala, el legado de la Revolución del 44 sigue siendo la plataforma de la izquierda y de los populistas chapines.

Aquel proceso está asociado a calamidades como la reforma agraria (una cruzada contra el derecho a la propiedad), el Código de Trabajo (y a la muerte del derecho de trabajo), la educación pública (y la negación del derecho de los padres a elegir la educación para sus hijos), y la seguridad social (o sea al monopolio y el empobrecimiento de las clases pasivas).

Una tarea permanente de las izquierdas, y de los populistas, ha sido la recuperación de aquella plataforma nefasta. De ahí la guerra, con sus asesinatos, secuestros y extorsiones, llevada a cabo por las guerrillas marxistas leninistas durante 36 años. La firma de los Acuerdos de Paz pretendió detener aquella historia de terror; pero como los acuerdos eran ilegítimos y las izquierdas no alcanzan sus objetivos de poder, la paz sigue postergada.

La criminalidad, la impunidad, los abusos, el racismo y la pobreza de millones de personas siguen caracterizando la polarizada realidad nacional. El Estado, colapsado y totalmente carente de autoridad moral, ha sido engordado por redes de corrupción y de grupos de interés. Las formas de opresión clasistas y etnicistas se han convertido en relaciones de muerte.

Las elites dominantes y sus socios, los exguerrilleros, persisten en usurpar el Estado para preservar sus privilegios. No están dispuestos a perder el control del gobierno y vuelven a abusar de su poder con el continuismo de políticas que concentran la inversión pública para sus proyectos, abusan de la ingenuidad de los tributarios, saquean los recursos naturales y violan los derechos individuales y la igualdad de todos ante la ley.

La soberanía agoniza frente a procónsules europeos, norteamericanos, sudamericanos y de organizaciones internacionales que favorecen sus intereses y los de su clientela local.

Un régimen que basa su funcionalidad en la impunidad y en la ignorancia pretende sellar en piedra un modelo socialista que profundiza los mismos problemas estructurales. La juventud, la población migrante y la mayoría de familias sienten como nunca el impacto de aquel sistema que cierra los caminos para vivir en paz. Hoy se desbordan el crimen organizado y la inseguridad ciudadana. El Estado es cebado por alianzas mafiosas que ejercen control sobre áreas extensas del territorio nacional.

Guatemala necesita un cambio de dirección. Nuestra nación reclama con urgencia una reforma profunda del Estado con la participación cívica de todos los individuos que respetan la vida y la libertad. Guatemala exige acción de parte suya, lector, para detener aquel sistema perverso de poder.

Es el momento de convocar a una alianza que se base en una propuesta coherente, en la que quepan todos menos aquellos que hayan sido parte de actos terroristas y violatorios de los derechos individuales, o violatorios de la igualdad de todos ante la ley; así como de hechos de corrupción pública y privada, del crimen organizado, del narcotráfico y de la guerrilla.

Es el momento de llamar a todas las personas, sin distingo de clase, etnia, género, religión, edad, ocupación, o preferencia deportiva, para formar un frente cívico social para la reforma del Estado. Uno que no se deje engañar por los cantos de sirena de los multiplicadores de privilegios y de los generadores de enfrentamientos.

En el mes de la patria y de mi cumpleaños, esta columna está dedicada a los guatemaltecos buenos; en especial a los que, de buena fe, firmaron el campo pagado titulado Otra Guatemala es posible, suscrito el 10 de septiembre pasado. ¡Animo!