Leo la columna de hoy, de Marcela Gereda, titulada Aquí y ahora; y leo su columna anterior titulada Instrucciones para desconstruir los mitos de los Chicago Boys. En medio de todo, puedo suponer que a Gereda, como a mí y como a todos los liberales chapines que conozco, no le gusta el modelo colonial y semifeudal que hay en Guatemala; y que tampoco está de acuerdo con la economía proteccionista. Me identifico con su consejo de apostarle a la humanidad.
Puedo suponer que ella estaría de acuerdo con una sociedad de personas libres en la que se respetaran los derechos de todos por igual, sin importar étnia, sexo, religión, y/o edad, por ejemplo.
Puedo suponer, por eso, que la colega columnista también es liberal; sólo que no lo sabe. Marcela confunde liberalismo con neoliberalismo (el del Banco Mundial, y el del Fondo Monetario Internacional, por ejemplo). Confunde liberalismo con mercantilismo (el de los empresaurios, por ejemplo). La inconsistencia de estas perspectivas debe ser lo que incomoda a Marcela. Y tiene razón. Esa economía mixta y ecléctica que se parece más al socialismo, que al liberalismo, es como para crisparle los nervios a cualquiera.
Estoy con Marcela: lo que hay que hacer es eliminar todos los privilegios. Lo que hay que hacer es fortalecer el estado de derecho. Lo que hay que hacer es que todos seamos iguales ante la ley. Lo que hay que hacer es acabar con la arbitrariedad. Lo que hay que hacer es respetar la dignidad humana y apostarle a las personas.
Marcela tiene razón al observar que el aquí y el ahora es importante; pero me atrevo añadir que el mañana tambíen lo es, y que si bien la realidad nos pesa y nos ahoga aveces, no está de más soñar e idealizar cómo podría ser una sociedad mejor. El liberalismo es acerca de eso. La filosofía social que estudiamos algunos, no es sobre el ser (para eso están la sociología y otras disciplinas), sino sobre el deber ser. El liberalismo no parte de una sociedad libre e igualitaria, sino que aspira a ella. No la persigue por la fuerza, eso sí; y entiende que una sociedad es diferente a una fábrica, una finca, o un kibutz.
Para eso, y para el bien común, que es el bien de todos y no sólo el bien de la mayoría (o de la minoría), me uno al reto de Marcela en cuanto a romper con la lógica excluyente. Mi aportación es: Libertad e igualdad de todos ante la ley.
Si tan sólo estuviéramos de acuerdo en eso…
Si a usted le interesa saber cuáles son sus tendencias filosófico-políticas, le recomiendo que haga este test; en inglés.
La ilustración la tomé de La birra de hoy