Tengo la dicha de atender a muchos extranjeros que visitan Guatemala y mi misión es que conozcan la ciudad capital; algunos vienen por unos días y otros vienen para quedarse por meses y años. Hay dos lugares a donde me gusta llevarlos primero: la zona 1 y Cayalá. El Centro les parece encantador y vivaz; y siempre, siempre se admiran cuando conocen Cayalá. ¡Y más, si lo entienden!

¿Te has dado cuenta de que la avenida principal corre por una hondonada suave? Eso es para permitir que cuando caminas por ella puedas apreciar toda su extensión a lo largo de la misma, lo cual no sería posible si fuera plana. ¿Has notado que si volteas a ver por las calles siempre ves algo bello? Una fuente, u otro edificio, nunca ves a la nada, o a algo feo. ¿Te has dado cuenta de que por la altura de los edificios a lo largo de la vía principal es posible la comunicación entre los usuarios de los edificios y los peatones? La próxima vez que vayas, observa los capiteles del pórtico del salón Azaria y me cuentas qué ves. La arquitectura de Cayalá es clásica, sobria, elegante, bella y se conecta con la cultura y el carácter chapín que no tiene por qué estar atado al feísmo que algunos celebran. ¿Has visto el arte que hay en Cayalá? Esculturas bellas, inteligibles, muy distintas a los hierros retorcidos y otros adefesios que hay tirados en otras partes de la ciudad.
Es cierto que hay que botar árboles para que crezca aquel barrio, que no es un centro comercial, sino un barrio de uso mixto, como corresponde a una ciudad. Pero si hay que botar árboles, que son de propiedad privada, lo que hay que tomar en cuenta es la relación proporcional entre naturaleza y desarrollo que hay en Cayalá. Muy superior al de muuuuchas urbanizaciones y ciertamente muy superior al promedio.
Los ataques contra Cayalá no deben ser vistos a la ligera. Son ataques contra la vida urbana. Contra el arte y la arquitectura como expresiones de la capacidad volitiva de los seres humanos y como expresiones de virtudes intemporales, universales y fundamentales; y ataques contra la civilización. Son ataques contra la propiedad.
Columna publicada en elPeriódico.