Si googleas Economía, Imágenes, lo que obtienes es docenas de fotos e infografías de dinero y gráficas. Esto es porque, en muchos ambientes se cree que la economía es acerca de acumular un recurso muy específico llamado dinero y que es acerca de estadísticas y matemáticas.
Quizás por eso es que personas como Alejandro Giammattei, presidente de la República de Guatemala creen que la economía y la vida humana son mutuamente excluyentes y desarrollan un dilema falso según el cual -desde la política- hay que elegir entre el dinero y la vida.
Si a este dilema falso le añadimos que hay personajes como Jorge Bergoglio, que aseguran que el dinero es el estiéctol del diablo, no es difícil imaginar por qué es que algunas personas optan por ¡la vida! y optan por ignorar la naturaleza y el valor de la economía.
En esta entrada no me voy a ocupar del tema estadístico y matemático que confunde la naturaleza de la economía; más bien me voy a enfocar en lo que es la economía y en la naturaleza del dinero, así como con su relación íntima con la vida. Pero no con la vida biológica, que compartimos con las amebas, las tortugas y las palmeras, sino con la vida humana digna y floreciente.
El propósito de la economía es descubrir, identificar, crear los medios que han de utilizar las personas para satisfacer sus necesidades humanas tanto materiales como inmateriales. Dicho de otra forma, la economía trata de los medios y las acciones que las personas eligen para conseguir ciertos fines de acuerdo con sus juicios de valor, juicios que no son objeto de la economía y son personales. Cuando se piensa en economía debe pensarse en acción humana, y debe recordarse que todos los bienes a los que aspiramos (materiales, o inmateriales) son escasos y que los medios para conseguirlos, o sea los recursos, no sólo son escasos, sino que no están uniformemente dispersos en la naturaleza y que muchas veces hay que transformarlos, y/o crearlos.
De ahí que economía, acción humana, decisiones, valoraciones y vida digna y floreciente estén íntimamente relacionadas. ¿Cómo podría haber vida digna y floreciente sin respeto a los derechos individuales y a la facultad de las personas de actuar de acuerdo con su mejor juicio en ausencia de coacción arbitraria? De ahí la relación de la economía con un sistema de libre empresa, que parte del respeto a tres principios valiosos: La idea radical de que otras personas no son tu propiedad; el principio de no agresión que consiste en no iniciar el uso de la fuerza contra otras personas, o su propiedad, ni directamente, ni por medio de agentes; y el principio de igualdad de todos ante la ley.
Es fácil creer que hay un dilema entre los codiciosos que sólo quieren dinero y bienes materiales para sí a toda costa, y las personas buenas que sólo quieren el bien de los demás y están dispuestas a sacrificarlo todo por el bien común, si se desconoce la naturaleza de la economía.
¡Y si luego hay gente que le cree a Bergoglio, que supone que el dinero es el estiércol del diablo y que recomienda amar la pobreza como a una madre, la mesa está servida para la ruina moral y la ruina económica! ¿Por qué?
Porque si te detienes a pensarlo un poco:
- El dinero es un instrumento de cambio, que no puede existir a menos que haya bienes producidos y hombres capaces de producirlos.
- El dinero es la forma material del principio según el cual, los hombres que quieran tratar entre sí deben hacerlo a través del intercambio dando valor por valor.
- No es instrumento de mendigantes que piden regalado a base de lágrimas ni de los saqueadores que arrebatan a la fuerza.
- El dinero se hace posible sólo por los hombres que producen.
- Cuando aceptas dinero en retribución de tu propio esfuerzo, lo haces bajo la convicción de que lo podrás cambiar por el producto del esfuerzo de los demás.
- No son los mendigantes o los saqueadores, los que dan valor al dinero. Ni un océano de lágrimas, ni todos los cañones del mundo pueden transformar esos pedazos de papel en su cartera, en el pan que usted necesita para sobrevivir mañana.
- Esos pedazos de papel que debieran ser oro [o plata], son una prenda de honor su título que le da derecho a la energía de la gente que produce.
Si quieres saber más sobre la naturaleza del dinero, te recomiendo el discurso de Francisco D´Anconia sobre el dinero, que puedes leer aquí.
- El dinero no es el estiércol del diablo porque representa valor.
- El dinero no es la raíz, ni la consecuencia de todos los males porque, descontando los actos criminales, que son criminales, se hace y se obtiene de forma pacífica, por medio de la producción y el intercambio.
- La raíz de todos los males no es el amor al dinero, porque el amor al dinero es amor a lo que representa: valor, producción, intercambio.
El dinero, sin embargo, es sólo uno de los bienes, o recursos de los que se ocupa la economía, no es EL objeto de la economía; y, en todo caso, como valor, está intimamente ligado a la vida humana, que es vida digna y floreciente.
En cierto modo, es verdad que para que haya economia debe haber vida; pero también es muy cierto que para que haya vida debe haber economía. Del mismo modo, para poner un ejemplo, en el que para que haya libertad tiene que haber responsabilidad y en el que para que haya responsabilidad tiene que haber libertad. ¿Ves que no hay dilema?
¿De donde, entonces, sale la necesidad de crear aquel dilema falso y un enfrentamiento artificial entre la vida y la economía?
Sale del miedo. Del miedo que tienen aquellos que todavía disfrutan de trabajo y recursos (en el sector privado y en el sector estatal) y no tienen que preocuparse de si habrá cheque a fin de mes, y de si habrá con qué pagar el colegio de los niños, la mensualidad del carro o la cuota del club. Del miedo que tienen los políticos y burócratas. Miedo que les hace creer que tienen la facultad moral de sacrificar a otros y miedo que les hace creer que no hay límite alguno para las acciones que sean necesarias para protegerse y to save their asses. Miedo que no tiene respeto alguno por la constitucionalidad, por el estado de derecho y la justicia.
Sale del oportunismo. Del oportunismo de quienes se emocionan con pescar en río revuelto; y están preparando el tinglado para cambiar las estructuras y hacer la revolución. Son los que necesitan del caos, la violencia, el descontento y la desesperación para alzarse con el poder al margen de las urnas.
Vivíamos en un mundo que nunca antes en la historia de la humanidad había ofrecido tanta prosperidad y bienestar a tantos millones y millones de personas; y muchos desarrollaron la creencia de que aquellos prosperidad y bienestar eran el estado natural de las cosas y la creencia de que podíamos…o deberíamos librarnos de todo mal sin entender la naturaleza de aquellas prosperidad y bienestar. Y, pues, bien, a causa de los miedosos y de los oportunistas, la economía y la vida están siendo víctimas de un parón desproporcionado, cuyas consecuencias lamentables de carácter ético, jurídico, y económico, se van a pagar en términos de hambre, desesperación y muerte. Y las van a empezar a pagar los que no tienen para la renta semanal del cuarto en que viven, aquellos cuyos negocios no aguantan, aquellos cuyos empleos ya no son sostenibles, y pagarán por razones políticas. Pagarán porque desde el poder, o desde la ambición del poder, hubo quienes decidieron que eran los llamados a ser sacrificados.